PARTE II
Después de ese día, comenzamos a vernos más seguido
y amablemente te ofreciste a preparar mi almuerzo todos los días, al principio
me negué pero es que tu comida era tan deliciosa que terminé por aceptarlo,
cada vez me agradaba más estar a tu lado y me sentía ansioso cada vez que no
podía verte, esto se estaba convirtiendo en algo más que una amistad y que él
me correspondía de igual manera, de eso estaba seguro.
- Inoo-chan, ¿irás a verme en la obra de mañana? –
Me decías con esa hermosa sonrisa que te caracterizaba – acuérdate que me
prometiste que irías.
- Claro que no se me ha olvidado – sonreí – ¿esta
vez que papel tendrás? – acariciando tus cabellos suavemente -.
- Seré una estudiante de secundaria, llevaré un
hermoso uniforme – te sonrojaste, me encantaba ver esa hermosa parte de ti –
aunque la falda es algo corta, pero por lo menos cubre lo suficiente – tomando
de su jugo -.
- A veces pienso que tus compañeros del club de
teatro son unos pervertidos – me sentía enojado, siempre te hacían vestir de
manera provocativa, detestaba que otra gente te mirara así vestido -.
- Pero a mí me gusta, además me dan nota extra en la
clase de Historia y en la de Literatura – sonreíste terminando tu almuerzo –
pero si quieres que me retire pues no hay problema, mañana al terminar la obra les
diré que me retiro, igual ya me estaba cansando.
- Gracias, esto me dejará más tranquilo – y por
impulso besé tu mejilla, tú solo te sonrojaste y asentiste, sonó el timbre y
fuimos a nuestros respectivos salones, mañana después de la obra le confesaría
mis sentimientos -.
Lo que me decía Inoo-chan era cierto, de hecho ya me
estaba cansando del acoso de mis compañeros, siempre me toqueteaban con la
disculpa de que fue sin querer, pero no quería abandonarlo sin antes cumplir
con las obras pendientes y esta era la última, ya me estaba acomodando la
peluca, no podía negar que me veía muy bien, de seguro a Inoo-chan le
encantaría.
Me estaba formando para poder entrar al teatro,
tenía tantas ganas de verte, además esta era la primera vez que te vería
actuar, no pude hacerlo antes porque tenía algunos compromisos de la escuela,
así que el día después de cada obra a la que no asistía, te presentabas ante mí
con el traje que habías utilizado, era una visión realmente hermosa solo para
mí y así quería que fuera siempre.
La gente comenzó a moverse entrando ordenadamente al
lugar, por fortuna tuve lugar en los asientos de la tercera fila, aquí podría
ver todo con mayor comodidad; de repente se apagaron las luces y dio inicio la
obra, no actuabas tan bien que digamos pero se veía mucho el empeño que dabas,
aunque si te veías realmente hermoso con ese traje. Al terminar la obra, esperé
un poco a que se desocupara el lugar para luego ir a buscarte en el camerino.
- Por favor déjenme ir – decía con temor, uno de mis
compañeros me estaba manoseando al mismo tiempo que besaba mi cuello, mientras
que los demás solo miraban, sin intención de ayudarme, tal parecía que
disfrutaban de verme en esa situación -.
- No te hagas el difícil, esto es solo una fiesta de
despedida – decía uno de ellos, que se acercaba e intentaba besarme, pero antes
de que sucediera, le escupí en su cara no permitiría que mi primer beso fuera
con alguno de ellos y no podía permitir que hicieran lo que tenían pensado, pero
no tenía las suficientes fuerzas para apartarlos – así que no quieres besos –
sonriendo con malicia – entonces no te besaremos, pero si disfrutaremos mucho
de tu cuerpo.
Solo podía sentir asco ante todo lo que me hacían,
era una sensación horrible y tenía miedo, miedo de que Inoo me despreciara, lo
único que podía hacer era llorar y gritar por ayuda.
Ya estaba muy cerca de los camerinos, cuando escuché
una voz bastante familiar para mí suplicando por ayuda, así que corrí
rápidamente hacia aquel lugar y me encontré con una escena bastante
desagradable, estaba Daiki semi desnudo siendo tocado por esos infelices,
mientras desgarradoras lágrimas salían de sus ojos; sentí tanta furia que no
dudé en golpear a aquellos dos tipos y tomar a Daiki entre mis brazos, quién se
desmayó enseguida.
- Llegó el estúpido príncipe a salvar a la linda
princesa, que es toda una cualquiera – se burlaba uno de ellos -.
- ¡NO LE HABLES ASÍ! – grité –.
- Pero si es la verdad, él siempre con su carita de
inocente y ese cuerpo tentador pidiendo ser tomado, provocándonos a cada
momento ¿acaso tú no tienes ganas de hacerle lo mismo? – dijo burlonamente, eso
me hacía enojar más, amaba a Daiki y lo que menos quería en este mundo era que
personas como estas lo dañaran, estaba dispuesto a levantarme para darles su
merecido, pero la ayuda llegó.
- ¿QUÉ ES LO QUE ESTÁ PASANDO AQUÍ? – preguntó al
llegar uno de los maestros, que venía con dos más -.
- Ellos intentaban violarlo – dije abrazando
protectoramente a Daiki -.
- Llévalo al hospital, yo me encargaré de ellos –
asentí y cubriendo a mí amado con el saco que llevaba, lo cargué en brazos y
salí del lugar -.
Lo llevé a mi apartamento, pensé que ese sería un
mejor lugar en donde él pudiera descansar y además nadie nos molestaría ya que
vivía solo. Lo recosté suavemente sobre mi cama, le acaricié la cabeza, dormía
plácidamente, eso me tranquilizaba, fui a mi armario para buscar una pijama que
pudiera prestarle, escogí una que llevaba tiempo de no utilizar, me acerqué
nuevamente a la cama y comencé a desvestirlo, no pude evitar sonrojarme al ver
su cuerpo, en verdad era demasiado antojable y hermoso como decían esos chicos,
pero yo no era un monstruo como ellos, no sería capaz de hacerle eso a alguien
tan indefenso; acaricio suavemente cada parte lastimada, me duele verte así,
esos malditos me la pagarían muy caro; te puse la pijama con cuidado de no
despertarte, besé tu frente y me fui a dormir al sofá que estaba en la sala.
Al día siguiente me levanté muy temprano, fui a mi
habitación y vi que todavía estabas dormido, no quise molestarte y cerré la
puerta nuevamente con cuidado. Me dirigí al cuarto en donde se encontraba el
piano, me senté en el banquito frente a este y comencé a tocar.
Un agradable sonido me hizo despertar y al notar que
estaba en un lugar desconocido me asusté demasiado, pero me tranquilicé al ver
una foto que hace unos días nos habíamos tomado juntos, eso indicaba que
aquella era su habitación. Me acordé de lo que había sucedido la noche
anterior, sentía escalofríos de tan solo pensar en ello y unas enormes ganas de
llorar se apoderaron de mis ojos, pero ya todo había pasado, Inoo-chan me había
salvado y debía de estar agradecido por ello, así que me limpié las lágrimas y
vi que traía una pijama puesta, me sonrojé al pensar que él me había visto
desnudo, pero si era él no había problema alguno. Me levanté del suelo y salí
de la habitación, siguiendo la melodía.
Inoo se dedicó solamente a tocar el piano, pero en
ningún momento dejó de pensar en lo sucedido con Daiki, su sonrisa era tan
hermosa, su mirada tan hipnotizante y sus manos tan suaves, no podía entender
como alguien tan bello tenía que sufrir de esa manera; estaba tan sumido en sus
pensamientos que no se dio cuenta de cuando se abrió la puerta y por ella
entraba aquel que ocupaba sus pensamientos, sentándose en uno de los muebles
del cuarto, disfrutando de la melodía; al terminar la canción, el menor
aplaudió, haciendo que Inoo se exaltara un poco, pero al ver de quien se
trataba sonrió aliviado.
- ¿Hace cuánto estás aquí? – pregunté -.
- Llegué hace unos minutos – dijo sonriente, al
mismo tiempo que se levantaba y se acercaba a mí, la pijama que le presté le
quedaba algo grande, lo hacía lucir tan infantil y a la vez tan hermoso – me
gustó la canción, pero me gustaría más escucharla completa, ¿podrías tocarla
nuevamente? – sonreíste, me alegraba tanto de que no estuvieras deprimido-.
- Cla…claro – acomodándome nuevamente en la silla,
mientras que tú me mirabas con cierta ternura, eso me ponía aún más nervioso,
le amaba y estaba dispuesto a demostrárselo -.
- ¿Puedo sentarme a tu lado? – Noté un leve sonrojo
en tus mejillas haciéndote lucir más adorable, yo solo asentí, corriéndome un
poco para dejarte espacio, te sentaste y de una vez comencé a tocar -.
El ambiente se hizo mucho más agradable, el sentirte
tan cerca me hacía sentir muy bien y de vez en cuando te miraba, tenías los ojos cerrados
concentrándote solamente en la melodía, eso me hacía feliz. Al terminar la
canción suspiré profundamente y luego mirarte, abriste lentamente los ojos para
seguidamente dedicarme una hermosa sonrisa.
- Es una hermosa canción, no la había escuchado
antes.
- La compuse para ti – me miraste asombrado, con un
leve sonrojo en tus mejillas -.
- ¿Para mí? – sonreíste animadamente –.
- Sí, para ti ¿sabes por qué? – Negando con la
cabeza – porque te amo desde el primer día en que te vi.
Estaba tan sorprendido que no podía articular
palabra alguna, era él quién me confesaba su amor y no yo, como pensaba que
sucedería, sin pensarlo me abalancé hacía sus brazos y lo besé, la sensación de
sus labios era mucho mejor de lo que imaginaba, estaba tan feliz de que mi
primer beso fuera con él y no con esa gente que no valía la pena recordar.
Ese beso fue bastante sorpresivo para mí, pero
correspondí con gusto, sus besos eran
algo torpes, pero me encantaban, ya luego le enseñaría con más detalle. Nos
separamos de aquel dulce beso y nos abrazamos fuertemente, necesitábamos
sentirnos cerca el uno del otro.
- Te amo Inoo-chan – me susurraste al oído yo solo
te seguí abrazando y nos quedamos así por un buen rato -.
- Y yo a ti – volvimos a besarnos con más
intensidad, comenzando a acariciarnos mutuamente, pero después de recordar lo
sucedido anoche te solté, no quería hacerte daño – Dai-chan no podemos, no por
ahora.
- Inoo-chan hazme el amor – susurraste muy cerca de
mi oreja, para seguidamente morder el lóbulo de este, haciéndome estremecer -.
- ¿Estás seguro Dai? – acariciando tu mejilla -.
- Sí, hazme olvidar ese horrible momento por favor –
yo solo me dejé llevar por ese bello momento y me apoderé de tus labios en un
lujurioso beso y de repente algo que había olvidado se me cruzó por la cabeza
-.
- Vamos a mi cuarto, hay algo que quiero darte - me
miraste confundido, yo solo sonreí y nos dirigimos hacia allá, al entrar fui
directo a mi armario sacando una caja y un vestido bastante familiar para los
dos -.
- ¿Cómo es que lo tienes? – me mirabas asombrado,
tomando el vestido -.
- Se lo compré al profesor encargado del club de
teatro – sonreí – tu eres el único que puedes lucir tan bien ese hermoso
vestido – acercándome nuevamente hacía ti, uniendo mi frente con la tuya –
póntelo - dándote un corto beso – te esperaré aquí, ponte guapo.
- ¿No querrás decir guapa?
- No, porque debajo de ese vestido hay un hombre que
desea que lo haga mío – sonreí de manera traviesa – sonreíste y fuiste directo
al baño, creo que habías generado en mí cierto fetiche-.
Entré al cuarto de baño y de una vez comencé a desvestirme
y ya que estaba ahí aproveche para darme una ducha rápida, quería de cierto
modo borrar todo rastro de lo sucedido la noche anterior, al estar ya limpio, me
sequé, me puse el vestido, las zapatillas y también arreglé un poco mi cabello,
poniendo un lindo adorno a un lado de este.
- ¿Cómo me veo? – pregunté al salir del baño, tu
mirada era una llena de satisfacción -.
- Estás mucho más hermoso que aquella vez – me sonrojé
ante tus palabras – la otra vez me veía mejor – haciendo puchero -.
- Ahora es diferente porque solo yo te veo –
tomándome de la cintura acercándome más a su cuerpo – solo quiero que te vistas
así para mí – dijiste seductoramente -.
- Entonces, estoy a tu disposición mi príncipe – y sin
esperar más te besé -.
Mientras nos besábamos, a pasos torpes y lentos
llegamos hasta tu cama, te acostaste sobre ella y yo me puse sobre ti,
acomodando mis piernas a lado y lado de tus caderas, podía sentir como ese
bulto que sobresalía por debajo de tus pantalones rozaba con mi miembro ya
despierto, me deslicé hasta dejar mi rostro frente a aquel bulto y succionar un
poco por encima de la tela, abrí cuidadosamente el cierre del pantalón y lo bajé
junto con tu ropa interior; se me hacía agua la boca al ver ese miembro
perfectamente erecto frente a mí y sin dudarlo lo adentré en mi boca, tenía un
sabor amargo, pero aún así me gustaba, succionaba con rapidez y cada vez que
llegaba al glande le daba una leve mordida, al parecer eso te encantaba ya que gemías
sin parar y podía sentir como enredabas tus dedos entre mis cabellos, era una
sensación maravillosa.
- Da…dai para – dijiste de repente con la voz
entrecortada, mientras te sentabas sobre el borde de la cama, así que de
inmediato dejé lo que hacía para mirarte -.
- ¿Hice algo mal? – pregunté con preocupación -.
- Lo haces muy bien, es solo que quiero correrme en
otro lado – mi cuerpo se estremeció al escuchar esas palabras, yo también
deseaba que fuera de esa manera -.
Volvimos a besarnos pero con más deseo, metías las
manos por debajo de la falda del vestido acariciando mis piernas, eso me hacía
enloquecer y más cuando rozabas mi entrepierna a la cual no demoraste en
comenzar a masturbar, con mis manos que estaban libres comencé a desbotonar tu
camisa y al tener descubiertas tus duras tetillas, las estiraba un poco
haciéndote gemir entre besos, bajaste tu rostro hasta mi cuello, succionando cada
parte de este, de seguro dejarías marcas bastante visibles, pero me hacía feliz
el saber que te pertenecía.
- Ponte en cuatro – me dijiste al momento que
separabas tus labios de mi cuello -.
Te di un fugaz beso y me dispuse a obedecer tu
petición, estaba realmente excitado pero aún así no dejaba de sentir algo de
miedo al saber lo que vendría a continuación. Me quitaste por completo el
vestido, besando, apretando y mordiendo suevamente mis glúteos, me temblaban
las piernas debido al placer que sentía y mucho más al momento en que
introducías tu lengua en mi entrada, se sentía bastante raro y aún así no
dejaba de gemir mientras empuñaba mis manos sobre las sábanas.
- Inoo…chan por favor – casi ni podía hablar debido
a excitación, todo esto me estaba volviendo loco -.
- ¿Quieres que entre ya? – Ladeé un poco mi rostro
para poder verte y asentir – va a doler ¿estás seguro?
- Sí, podré soportarlo – me sonreíste dulcemente y enseguida
empezaste a penetrar mi entrada poco a poco hasta llegar a estar completamente
dentro, era un dolor insoportable, así que mis lágrimas no demoraron en salir,
pero tenía que ser fuerte, no quería que Inoo se sintiera mal y se arrepintiera
de lo que hacíamos -.
Me preocupé al ver como sus lágrimas recorrían su
bello rostro, me odiaba en ese momento por causarle tal sufrimiento, quería
salirme de su interior pero él no me lo permitía, así que lo único que podía
hacer por el momento era acariciar sus muslos y con mi otra mano masturbar su
pene, para que pudiera distraerse del dolor que le causaba mi intromisión;
luego de unos cuantos minutos comenzaste a mover lentamente tus caderas en
señal de que ya estabas listo.
Comencé a embestirte lentamente para que te
acostumbraras un poco mejor y estaba dando resultado ya que a cada embestida
que recibías suplicabas por más, así que sin más preocupaciones comencé a
disfrutar sin medida alguna del placer que me provocaba estar dentro de ti; tu
cuerpo era un manjar que solo yo tenía el derecho de probar y disfrutar, salí
de tu interior para ponerte boca arriba, te besé y volví a penetrarte de una
sola estocada; nos besábamos como si fuera el último beso que nos fuéramos a
dar, tan anhelante y dulce, quería demostrarte lo mucho que te amaba y lo
importante que eras para mi, en ese momento solo estábamos nosotros dos y lo
que más queríamos era estar así tan enamorados el uno del otro, compartiendo
cada cosa y cada momento que nos daba nuestra existencia. Soltaste un fuerte
jadeo al momento de venirte, yo no estaba muy lejos de llegar y dando un par de
embestidas más lo hice en tu interior.
Salí cuidadosamente, para luego acomodar mi cabeza
en tu pecho que estaba húmedo por el sudor, nuestras respiraciones eran
agitadas y desde mi posición podía escuchar los fuertes latidos de tu corazón.
- Inoo-chan, gracias por protegerme y por estar
siempre ahí cuando más te necesito -.
- Siempre te protegeré – dije con decisión – no permitiré
que te vuelvan a lastimar – me acomodé a tu lado, abrazándote y besando tu
mejilla, tú solo sonreíste abrazándome de vuelta, no nos dimos cuenta de en qué
momento nos quedamos dormidos, y ya era tarde para ir a la escuela, así que aprovecharíamos
ese día para estar juntos en ese bello mundo que había sido formado por los dos
-.
FIN