30/3/23

COMPASS ROSE - Capítulo 17

 Hola Hola!!!!

¿Cómo están todos? Espero que muy bien y si no es así les mando un super fuerte abrazo de oso y que éste capítulo les saque una sonrisa. 

Hoy comienza una nueva etapa en ésta historia y en verdad que estoy muy emocionada por ello, aunque no voy a negar que voy a extrañar mucho a los pequeñines, pero tienen que crecer y ver si podrán disfrutar de las mieles del amor con sus amados ¿lo lograran? 

Muchas gracias siempre por su apoyo, me alegra mucho que les esté gustando ésta nueva historia, no saben lo feliz que me hace leer sus comentarios, las quiero muchísimo y nos leemos en el mes siguiente. 



Tema: COMPASS ROSE
Extensión: Serial 
Parejas: Varias
Autora: Akari-chan


Capítulo 17

8 años después…


*Yuri*

Abro mis ojos lentamente al sentirme rodeado por algo, encontrándome con Yuto quién me abraza fuertemente, recordando de inmediato que la noche anterior nos encontrábamos Daiki, él y yo conversando aquí en mi habitación hasta que de repente el segundo se quedó profundamente dormido sobre mi cama.

- Yuto… Me asfixias… - Digo tratando de apartarlo un poco.

- Cinco minutos más… - Dice entre murmullos, aferrándose más.

- Yuto…

- ¡Buenos días hijo! – Exclama mi papá Hikaru asomándose por la puerta de mi habitación como todos los días.

- Buenos días papá – digo logrando zafarme del abrazo de Yuto.  

- ¿Interrumpo algo?

- Claro que no papá – digo entre risas, notando que Yuto poco a poco comienza también a despertar.

- ¿Qué sucede? ¿Por qué tanto ruido? – Pregunta Yuto sentándose sobre la cama mientras frota uno de sus ojos.

- Buenos días Príncipe – dice mi papá haciendo una reverencia.

- Buenos días… – responde mientras bosteza.

- ¿Te has quedado dormido nuevamente aquí? – Pregunta mi papá divertido – está pasando muy seguido ¿no lo creen?

- Yuto es un dormilón – digo mientras me levanto de la cama, comenzando a hacer unos ligeros estiramientos.

- Lo siento – sonríe - es que la cama de Yuri es tan cómoda que apenas me acuesto no puedo evitar quedarme dormido.

- Sí, eso puedo ver – dice mi papá mirándolo de una manera que no puedo descifrar bien - ¿Cómo amaneciste hijo? – Pregunta mientras se acerca para abrazarme.

- Muy bien papá – digo correspondiendo al abrazo.

- Yo me iré a mi habitación – dice Yuto levantándose rápidamente de mi cama – nos vemos luego – dice antes de salir con algo de prisa ante la mirada de ambos.

- Hijo – dice mi papá mirándome algo serio - ¿seguro que ustedes dos no tienen algo?

- ¿Tener qué? – Pregunto confundido.

- No sé, quizás un romance…

- ¿Qué? Eso no es posible papá – río un poco.

- ¿Por qué no? El príncipe es muy apuesto.

- Yuto para mí es un gran amigo, no estoy interesado en él de esa manera y no creo que él sienta eso por mí.  

- ¿Estás seguro?

- Segurísimo papá – sonrío ampliamente - ¿Por qué te preocupa tanto? ¿Tendría algo de malo que tuviera un romance con alguien?

- Claro que no hijo – sonríe acariciando mi cabeza – pero pienso que el príncipe Yuto sería un gran partido para ti.

- La verdad es que no estoy interesado en eso todavía.  

- Ay, dices las mismas cosas que el rey – ríe – pasar tanto tiempo con él está comenzando a afectarte.

- No digas eso papá – sonrío – me hace muy feliz poder ayudarle con su trabajo, además de que he aprendido muchísimo durante todo éste tiempo.

- Entiendo que lo admires y que desees ayudarle en todo lo que puedas, pero todavía eres joven y deberías hacer cosas de chicos de tu edad. 

- Agradezco tu preocupación papá pero así estoy bien – digo sonriente.

- Pero volviendo al tema ¿Seguro que no hay alguien que te guste?

- No – sonrío – debería preguntarte lo mismo a ti – digo notando un ligero sonrojo en su rostro.

- Eso no es de tu incumbencia hijo – dice desviando la mirada.

- ¿Si hay alguien que te gusta? – Pregunto sorprendido y por demás curioso - ¿Quién es?

- ¡Nadie! – Exclama nervioso - ¿Por qué me cambias de tema?

- Es divertido verte alterado – río un poco pero me retracto al ver su expresión molesta - siento mucho si he llegado a ofenderte – digo haciendo una leve reverencia, no quisiera que mi papá se enojara conmigo.

- Tranquilo, la culpa es mía por actuar así, últimamente he estado un poco estresado.

- ¿Por qué? ¿Has tenido mucho trabajo?

- Se puede decir que sí – sonríe acariciando nuevamente mi cabeza – veo que estás aprendiendo el humor de Kota también.

- Lo siento – digo apenado.

- No te disculpes – sonríe – cuando esté enamorado serás el primero en saberlo, te lo prometo.

- Yo igual te lo diré primero – digo con una sonrisa.  

- Bueno, supongo que tienes que ir a trabajar.

- Sí, pero primero tengo que ir a desayunar, no trabajo muy bien con el estómago vacío – río.

- Está bien, te dejaré solo para que te alistes – sonríe – yo estaré en el jardín trasplantando algunas flores, así que si necesitas algo sólo búscame.

- Lo haré papá, muchas gracias.

- Nos veremos a la hora del almuerzo – dice besando dulcemente mi frente.  

- ¿No vas a ir a desayunar?

- Lo hice antes de venir aquí.

- Está bien, nos vemos luego papá – digo mientras nos despedimos con una sonrisa, viéndolo salir rápidamente de mi habitación – lo siento mucho papá, pero no puedo decirte quién me gusta, al menos no todavía…


*Ryosuke* 

- Príncipe, no olvide que mañana tiene que ir a la inauguración de la biblioteca – dice Keito mientras pone unos papeles sobre mi escritorio.

- Sí, lo sé – digo tomando aquellos papeles notando que hay una carta entre ellos - ¿ya llegó la correspondencia?

- Tal como lo puede ver – sonríe.

- Es del príncipe Daiki… - Digo un poco decepcionado de no ver aquel nombre en el remitente.

- ¿Esperaba carta de alguien más? – Pregunta curioso.

- No… ¿Por qué lo preguntas?

- Porque siempre pone esa cara, como si estuviera esperando una carta en especial.

- Son imaginaciones tuyas – digo volviendo mi mirada hacia él – estoy un poco cansado – suspiro - sólo es eso.

- Entiendo ¿desea que me retire?

- Pues no me molesta que te quedes – sonrío – si no tienes qué hacer puedes quedarte aquí y hacerme compañía.   

- Ya terminé por hoy así que puedo acompañarte – sonríe - ¿Quieres que te ayude en algo?

- Pues estaba pensando en cambiar de lugar algunos muebles.

- Está bien – sonríe - ¿Con cuál comenzamos primero?

- Con éste – digo señalando uno en específico.

Durante todo éste tiempo no había tenido oportunidad de volver a aquel reino que me había acogido muy bien y del cual tan hermosos recuerdos atesoro. El Rey Yuya había venido de visita en un par de ocasiones, siendo en la segunda de estas que vino acompañado del príncipe Daiki quién a mí parecer no había cambiado mucho desde la última vez que lo había visto.

Pasamos todo el tiempo que estuvo en el reino paseando por éste y nuestra amistad se hizo mucho más sólida desde entonces, pasando de escribirnos una vez al año a hacerlo cada tres meses, aprovechando cualquier oportunidad para preguntar por los demás chicos y sobre todo por Hikaru, teniendo la ligera esperanza de que en algún momento recibiera un saludo o una carta de su parte ¿Pero por qué debería de esperar una carta de alguien a quién ni siquiera he tenido el valor de enviarle una? Me siento tan estúpido.

- Disculpe joven príncipe… - Dice una de las empleadas mientras asoma su cabeza por detrás la puerta, había estado tan inmerso en mis pensamientos que ni siquiera me había dado cuenta de que habían tocado.

- ¿Sucede algo? – Pregunto todavía un poco desconcertado.

- Vine a informarle que la Reina lo solicita en su despacho.

- Está bien, en un momento voy – sonrío – muchas gracias Adela.

- Es un gusto príncipe – dice haciendo una reverencia antes de retirarse.

- ¿Qué querrá la Reina? – Pregunta Keito curioso.

- Vamos a averiguarlo – digo sonriente, saliendo de la habitación junto con mi ahora caballero, llegando rápidamente al despacho de mi hermana, quién nos espera con una gran sonrisa.

- Buenos días hermana – digo haciendo una leve reverencia.

- Buenos días querido hermano, por favor toma asiento.

- Gracias – digo sentándome en una de las sillas que queda al frente de su enorme escritorio. 

- ¿Desea que me retire su majestad? – Pregunta Keito.

- No, por favor quédate – sonríe – lo que tengo que decirle a Ryosuke también tiene que ver contigo.

- Entendido – dice serio, quedándose parado justo detrás de mí.

- ¿Y a qué se debe mi presencia en tu despacho querida hermana? – Pregunto sintiéndome algo tenso.

- ¿Cómo va tu relación con el príncipe Daiki?

- Eh… Muy bien – sonrío nerviosamente – hemos podido formar una bonita relación de amistad.

- Me alegra escuchar eso – sonríe ampliamente – desde que él vino la última vez pude notar esa cercanía entre los dos y considero apropiado decirte que me gustaría mucho que él llegase a ser la persona con la que te cases.

- Hermana yo…

- Sé lo que vas a decir, pero por favor considéralo nuevamente – dice con algo de súplica - el príncipe Daiki es un chico precioso y no dudo que con el tiempo puedas enamorarte de él.

- ¿Y a qué viene todo esto? – Pregunto resignado.

- El rey Yuya y yo hemos acordado que te quedarás una temporada en el reino de Nasuland con el fin de que la relación entre el príncipe y tú se estreche muchísimo más.

- ¿Eh? ¿En serio? – Pregunto sorprendido, sintiendo una gran emoción recorrer mi cuerpo, podré ver nuevamente a Hikaru.

- Sí, será dentro de una semana así que ve preparando todo para el viaje – sonríe – y tú Keito, serás su acompañante así que alista tus cosas también.

- Como ordene su majestad – dice haciendo una reverencia.

- Ya pueden retirarse, eso era todo lo que tenía que decir – dice volviendo su mirada al libro que tiene en su escritorio.

- Con su permiso – digo levantándome de mi asiento, saliendo rápidamente junto con Keito del despacho.

- Al parecer lo ha puesto muy feliz la noticia – dice Keito al regresar ambos a mi habitación.

- Por supuesto que sí – digo sonriendo ampliamente – volveré a Nasuland – digo sintiendo que mi corazón está latiendo tan rápido por el simple hecho de saber que volveré a estar cerca de él, de Hikaru.


*Hikaru* 

- ¡Achú!

- Salud señor – dice Carlota, la chica que me está ayudando hoy en el jardín.

- Gracias – respondo volviendo con mi labor.

- ¿Está resfriado? – Pregunta con preocupación.

- No es nada eso, quizás es el polen de las flores que está haciendo estragos en mi nariz.

- Quizás se trate de eso señor – sonríe – o también podría ser otra cosa.

- ¿Cómo qué?

- Que alguien esté hablando o quizás pensando en usted.

- ¿Quién va a estar pensando en mí?

- No lo sé, quizás algún pretendiente.

- Veo que hoy amanecieron todos con ganas de hacer chistes – digo fingiendo molestia.

- Siento mucho si le he ofendido señor.

- Tranquila, algo parecido me ha dicho mi hijo hace rato.

- Perdón si me estoy metiendo en asuntos que no me incumben señor ¿pero no piensa casarse más adelante? – Pregunta tímidamente.

- Pasará cuando tenga que pasar, además tampoco me molesta si me quedo soltero.

- Entiendo señor.

- Carlota ¿podrías traer un jarrón con agua? Tengo sed.

- Con gusto señor – sonríe - ¿quiere que le traiga algo más?

- Trae algunos panecillos para ambos.

- Sí señor – dice yendo rápidamente hacia el castillo.

- Siento que me voy a volver loco – digo al recordar lo que nos había dicho el rey hace un par de días en su despacho – ¿por qué después de tanto tiempo no has salido de mi cabeza príncipe? 


CONTINUARÁ...