29/4/23

COMPASS ROSE - Capítulo 18

 Hola Hola!!!!

¿Cómo están todos? Espero que muy bien y de no ser así les mando un super pero fuertísimo abrazo de oso y espero que éste capítulo les saque una sonrisa. 

En primer lugar estoy muy emocionada por el anuncio del nuevo single de JUMP que saldrá el 31 de mayo, después de un año desde que salió su último lanzamiento. En verdad que estoy muy contenta de tener a Hikaru de vuelta y sé que los chicos lo están cuidando con todo el amor.

Muchas gracias a todos por sus lindos comentarios, me hace muy feliz que les gusten mis historias y me dan mucha motivación para seguir escribiendo, espero disfruten de éste capítulo y nos leemos en el siguiente mes. 




Tema: COMPASS ROSE
Extensión: Serial 
Parejas: Varias
Autora: Akari-chan



Capítulo 18

*Yuto*

- Que vergüenza, que vergüenza… - Susurro para mí mismo mientras corro rápidamente hacia la habitación que comparto con mi hermano Daiki, entrando a ésta estrepitosamente.

- ¿Qué pasó? ¿Por qué entras como alma que lleva el diablo? – Pregunta preocupado y asustado, mientras que yo me lanzo hacia mi cama – déjame adivinar... – Dice pensativo - ¿el Señor Hikaru te encontró nuevamente en la habitación de Yuri?

- Sí… - Afirmo mientras entierro mi rostro en la almohada.

- Es tu culpa por quedarte dormido en cualquier lado o… ¿Acaso lo haces intencionalmente?

- ¿Por qué lo dices? – Pregunto alzando mi rostro para verlo.

- No lo sé – suspira - ¿No hay algo que debas decirme?

- ¿Decirte sobre qué?

- Sobre tus sentimientos por Yuri – dice mirándome con curiosidad.

- ¿De qué sentimientos hablas? – Pregunto nervioso.

- No te hagas, que llevo conociéndote desde que naciste y si de por ti fuera no te separarías de Yuri ni un segundo.

- No quiero hablar de eso – digo volviendo a enterrar mi rostro en la almohada – y menos si tú no me dices quién es la persona que te gusta.

- Lo mío es diferente…

- ¿Por qué es diferente?

- Porque a diferencia de mí, tu si tienes oportunidad – dice sentándose en uno de los costados de mi cama.

- ¿Tan difícil es para ti estar con esa persona?

- Quizás lo sea, no estoy seguro… - Suspira – pero volviendo al tema ¿Qué sientes por Yuri?

- No lo sé…

- ¿Cómo que no lo sabes?

- Pues eso, que no lo sé… ¿Cómo se debería de sentir estar enamorado?

- Realmente contigo no se puede – dice suspirando frustrado – ¿qué sientes cuando estás cerca de él?

- Me siento muy feliz… Mi corazón late con fuerza y siento que mis manos sudan.

- Esa es una muy buena señal de que estás enamorado.

- ¿Tú también te sientes así con la persona que te gusta?

- Así es – sonríe.

- Quisiera saber quién es – digo sentándome sobre la cama, sosteniendo las manos de mi hermano quién me mira con sorpresa - ¿Quién es? Por favor dime – digo haciendo un puchero, mi técnica más infalible para lograr convencer a cualquiera.

- ¿Prometes que no le dirás a nadie?

- Lo prometo – digo totalmente ansioso.

- ¿Seguro?

- Segurísimo – afirmo – Ay, ya dime quién es – digo ya desesperado.

- Está bien, está bien – suspira profundo – se trata del señor Kei – dice desviando la mirada, completamente apenado.

- EL SEÑOR KE…

- ¡No lo digas tan alto! – Exclama al tiempo que tapa mi boca con sus manos.

- Lo…Lo siento – digo al apartarlas - ¿Es en serio?

- Sí, muy en serio – dice sonrojado.

- ¿Pero cómo? ¿Desde cuándo?

- Desde que tengo uso de razón…

- Ya veo… ¿No es un poco viejo para ti?

- ¡Claro que no! – Dice tirándome una almohada en la cara – aún si estuviera arrugado como una pasa lo querría igual.

- Entiendo… - Digo sobándome la nariz.

- Bueno, ahora que lo sabes espero que en verdad no se lo digas a nadie, tampoco a Yuri.

- Está bien, no diré nada – digo todavía consternado por tal confesión.

- Bien, me iré al pueblo a cumplir con algunos compromisos – dice al tiempo que se levanta de mi cama – por cierto, Yuya estaba algo molesto porque no fuiste a desayunar.

- ¿Eh? ¿Por qué? – Pregunto confundido – No es como si fuera la primera vez que no voy a desayunar al mismo tiempo que él.

- Pues cuando le dije que te habías pasado la noche en la habitación de Yuri puso una cara que ni te cuento.

- ¿En serio? – Pregunto todavía incrédulo.

- Sí, aunque me causó bastante gracia – dice con una sonrisa – no es tan normal ver a nuestro hermano molesto.

- Más tarde me disculparé con él – digo volviendo a tumbarme sobre la cama.  

- No creo que sea necesario que lo hagas - sonríe – Bueno, ahora si me voy, nos vemos más tarde.

- Nos vemos luego – digo viendo cómo éste sale de la habitación con prisa ¿en verdad será amor lo que siento?


*Yuri*

- Buenos días su majestad – digo al abrir con suavidad la puerta del despacho del Rey, cuidando de no asustarlo.

- Buenos días Yuri ¿cómo amaneciste? – Pregunta dedicándome una amable sonrisa, de esas que hacen estremecer mi corazón. Porque sí, la persona de la que estoy enamorado es nada más y nada menos que el rey Yuya.

- Muy bien su majestad ¿y usted? – Pregunto tratando de no sonar nervioso.

- También muy bien – sonríe – muchas gracias por preguntar.

- ¿Y el señor Kei? – Pregunto después de observar todo el despacho en busca del consejero.

- Salió con Kota al pueblo a hacer unos recados.

- Es cierto, mi papá me dijo anoche que saldría hoy, está muy emocionado por el regreso de Ryutaro – digo sonriente de pensar en lo emocionado y nervioso que ha estado mi padre últimamente.

Hacía cinco años que Ryutaro se había ido junto con sus padres a un reino muy lejano, su padre es uno de los comerciantes más importantes de éste reino y en pro de concretar varios negocios decidieron estar allá una larga temporada y por fin dentro de poco volverían. Durante todo éste tiempo mantuvimos nuestra comunicación por medio de cartas, así que todos estamos muy emocionados de tenerlo pronto de regreso.

- Sí, de verdad que está muy feliz – sonríe – por cierto,  Daiki me dijo durante el desayuno que Yuto se había quedado en tu habitación anoche.

- Sí, eso es cierto.

- ¿Fue alguna molestia para ti?

- No, para nada su majestad – sonrío nervioso – el príncipe Yuto es un buen amigo y tampoco es que sea la primera vez que se queda en mi habitación.

- Ya veo…

- ¿Le molesta que lo haga?

- No, claro que no – dice volviendo su mirada hacia los documentos que están sobre su escritorio – es sólo que pensé que a ti te disgustaba, así que estaba pensando en si debía decirle algo a mi hermano.

- No es necesario que haga eso su majestad ¿acaso no pasaba el tiempo así con sus amigos?

- Sí, pero… - Ríe un poco – ha sido un poco exagerado de mi parte ¿verdad? – Suspira profundamente – perdón si te he incomodado.

- No lo ha hecho señor – sonrío – mi papá también estaba un poco preocupado al respecto antes de que viniera para acá – río nervioso – aunque no logro entender por qué tanta preocupación al respecto.

- Creo que todavía no nos hacemos a la idea de que ya son casi unos adultos – ríe un tanto nostálgico.

- ¿Todavía me ve como un niño su majestad? – Pregunto sin poder evitar sonar algo desilusionado.

- Te mentiría si te dijera que no dejo de pensar en aquel niño temeroso que entraba al castillo aferrado a las ropas de Kota – sonríe – pero… - Dice mientras fija completamente su mirada en mí – me siento muy orgulloso de la persona en la que te has convertido hasta ahora.

- Muchas gracias su majestad – digo sintiendo un ligero ardor en mi rostro, espero y no se note mucho.

- Bueno, creo que ya nos hemos distraído mucho – dice el rey mientras acomoda unos papeles.

- Cierto – sonrío - ¿En qué quiere que lo ayude?


*Kei* 

- Si hubiese sabido que ibas a estar con esa cara todo el tiempo, te hubiese dejado mejor en el castillo – dice Kota con completa molestia.

- Lo siento Kota – digo completamente apenado – es que yo…

- ¿Estás enojado con el rey por lo del otro día? – Pregunta mirándome con curiosidad, me aterra lo bien que Kota lee a las personas.

- ¿Por qué crees que se trata de eso?

- Todo lo que tenga que ver con el príncipe Daiki pareciera que es de tu absoluta incumbencia.

- ¿Crees que ésta vez se llegue a concretar algo con ese príncipe? – Digo sentándome en uno de los muebles de la tienda en la que nos encontramos.

- Eso sólo lo sabrá el príncipe Daiki – dice mientras mira unos libros en una de las estanterías, tomando uno de estos - ¿piensas hacer algo al respecto?

- No… - Digo desanimado, totalmente resignado a la idea de ver a la persona que amo uniéndose en matrimonio a otra persona.

- Pero si ni siquiera lo has intentado – dice con reproche – te la pasas por la vida haciendo cualquier otra cosa en vez de ir por lo que en verdad quieres.

- No me regañes – digo haciendo un puchero.

- Mi intención no es regañarte – dice cerrando el libro que lleva en sus manos – ¿pero qué ganas con quejarte si al final no vas a hacer nada?

- Pues lamento incomodarte con mi miserable existencia – digo levantándome de mi asiento.

- No te vayas, por favor – dice haciendo que me vuelva a sentar – es sólo que me desespera un poco que te comportes así.

- ¿Cómo un tonto?

- Exactamente – suspira – ¿por qué no lo hablas con el rey?

- ¡Me mataría! – Digo asustado.

- Sabes muy bien que él no sería capaz de hacer algo así.

- Puede ser, pero uno nunca sabe cómo vaya a reaccionar una persona ante una revelación así.

- Yo pienso que en realidad a lo que le tienes miedo es a que el príncipe no corresponda a tus sentimientos y créeme que te comprendo.

- ¿Tú te sientes así respecto a Ryutaro?

- Todos los días – dice con algo de tristeza – pienso que quizás durante su estadía en ese otro país se haya fijado en alguien más, mucho más joven y atractivo que yo, aunque si fuese así no lo juzgaría, desde un principio me he hecho a la idea de que es un escenario más que posible.

- Kota… - Susurro mirando con pesar a mi amigo, no pensé que en verdad se sintiera así y yo pensando en que lo tenía más fácil – no digas eso – digo levantándome nuevamente para posar mi mano en uno de sus hombros - ¿Por qué Ryutaro no se fijaría en ti? Eres guapo, inteligente, muy responsable y no creo que haya persona en éste mundo que vaya a amarlo con tanta devoción como tú.

- ¿En verdad lo crees?

- Claro que sí – digo con una enorme sonrisa – en serio lamento mucho el comportarme siempre como un idiota y más en estos momentos en los que estás tan feliz por el regreso de tu prometido.

- Te perdono – sonríe – pero deberías de considerar lo que te digo.

- Trataré – digo suspirando profundo.

- De momento sólo me preocuparé porque no le hagas alguna fechoría al príncipe de Ichigoland.

- Ni que yo fuera un niño chiquito – digo golpeando su hombro con un poco de brusquedad. 


CONTINUARÁ...