6/1/20

Amor Carmesí


Hola Hola 💖
Feliz año 2020 a todos 😁
Espero la hayan pasado muy bien en éstas fiestas, yo estuve descansando un poco los primeros días, pero hoy les traigo nuevo capítulo, recién salido del horno 👌
Espero les guste y ya aquí revelo a la parejita que aparecía en los primeros capítulos de éste serial 😉
Muchas gracias por el apoyo y espero que durante éste año me sigan acompañando y cómo siempre éste fic va dedicado a Yojhannah Tomatito💕



Tema: Amor Carmesí

Extensión: Serial
Parejas: Varias 
Autora: Akari-chan



Capítulo 7

Keito se fue después de la cena, en la cual aprovechamos para despedir al sacerdote que se había hecho cargo de la Iglesia mientras estuve de viaje.

- Que descanses padre Daiki – dice Ryutaro haciendo una reverencia.

- Que duermas bien Ryu-chan, mañana nos espera un largo día – digo sonriente, entrando a mi cuarto, suspirando profundo de lo agotado que me siento, quitándome la sotana al igual que el rosario que llevo en mi cuello, mirándolo con nostalgia – te extraño tanto… - susurro besando aquel objeto, sintiéndome vacío por dentro.

Desde que comencé a tener uso de la razón, había sido entrenado para formar parte del equipo de cazadores de vampiros de la que mi familia hacía parte desde hacía muchos siglos, convirtiéndose en una muy distinguida y más por la habilidad con la que yo había nacido, podía percibir el olor de éstos.

Caminaba rápidamente por las calles de una ciudad cercana al pueblo de dónde venía, comenzaba a anochecer mientras seguía el olor de uno de ellos, quién se encontraba en una cafetería, leyendo un libro mientras tomaba un café expreso.

Me acerco a él lentamente, sacando una navaja del bolsillo de mi pantalón, asomando el filo de ésta a pocos centímetros de su cuello, cuidando de que nadie pudiera ver lo que estaba pasando, aunque mi intención tampoco era matarlo en frente de todos.

- ¿Por qué has venido por mí? – Preguntó él, sin despegar la mirada de su libro, completamente tranquilo ante la situación.

- Porque eres un vampiro y yo soy un cazador.

- ¿Sólo por eso? – rió cerrando su libro y dejándolo sobre la mesa – que yo sepa no he hecho nada malo.

- Pero puedes hacerlo más adelante – dije serio.

- ¿Cómo sabes que soy uno?

- Puedo saber por tu olor que eres uno – dije sin abandonar la posición en la que estaba, aunque podía asegurar de que su olor era ligeramente distinto al de un vampiro promedio.

- Vaya, que interesante… ¿Quieres tomar algo? Yo invito – ladea un poco su rostro dejándome apreciar su perfil que se me hizo tan perfecto en esos momentos - No te haré daño, tampoco huiré si es lo que piensas.

- No necesito tu amabilidad.

- Por favor toma mi invitación, hace mucho que no hablo con alguien.

- Está bien, pero ni creas que voy a dejarte libre – dije luego de titubearlo unos segundos, sentándome al otro lado de la mesa, admirando por fin su rostro, quedando totalmente cautivado por él.

- ¿Cómo te llamas? – Preguntó sonriente.

- Daiki, Arioka Daiki – respondí pensando que no debería de darle tal información, pero no podía evitarlo, estar al frente de él me producía una sensación extraña - ¿Y tú? ¿Cómo te llamas?

- Inoo Kei – respondió con una sonrisa amable y cautivadora.

- ¿Qué sucede? – Sonrió – te me has quedado mirando.

- Es que luces un poco distinto… - Dije viendo llegar la taza de chocolate que había pedido.

- ¿Un poco distinto? ¿A qué? – Preguntó curioso, mientras yo comenzaba a beber mi chocolate.

- He visto a muchos vampiros en mi vida y eres el primero que veo con un semblante tan tranquilo, por lo general suelen ser un poco…

- ¿Salvajes?

- Sí, eso – río un poco, pero no podía bajar la guardia en ningún momento.

- Realmente tengo una nula relación con otros de mi tipo.

- ¿Por qué?

- Sólo no comparto los mismos ideales con ellos.

- ¿Ideales?

- Ideales respecto a nuestra alimentación – dice tomando un sorbo de su café.

- ¿A qué te refieres?

- Por ejemplo, nosotros podemos comer y saborear la comida que preparan los humanos y podemos comer de ella cuanta queramos, pero ésta no nos satisface – sonrió – en cambio lo único que si lo hace es la sangre humana.

- ¿Y qué te hace eso diferente a los demás?

- No quiero que suene muy atrevido de mi parte, pero ¿quisieras acompañarme a un lado?

- ¿A dónde? – Pregunté un tanto curioso.

- Ya lo sabrás cuando lleguemos – dijo poniéndose de pie, dejando el dinero de la cuenta sobre la mesa, saliendo ambos de la cafetería, yendo hacía el hospital.

- ¿Me vas a decir que raptas a las enfermeras y consumes su sangre? De ser así, debería de matarte lo antes posible.

- No – sonrió, cargándome de repente entre sus brazos.

- ¿Qué haces? – Exclamé molesto.

- Vamos a entrar – dijo sin dejar de sonreír.

- Pero ya es de noche y es ilegal entrar sin autorización – dije forcejeando un poco para separarme de él, pero no logré conseguirlo.

- Tranquilo, será rápido – dijo comenzando a volar hacia el edificio, aterrizando en uno de los balcones.

- ¿Qué piensas hacer? – Dije sacando mi navaja de nuevo, no podía permitir que él le hiciera daño a una persona inocente y menos en mis narices.

- Tienes un arma muy pequeño para ser un cazador – dijo tranquilamente, cómo si en verdad no me tuviera miedo.

- No puedo andar con una guadaña en la espalda por la ciudad – suspiro – pero de todos modos ¿qué hacemos aquí?

Él sólo sonrió y me pidió con señas que guardara silencio, escuchando los quejidos de al parecer uno de los pacientes. Entramos al cuarto de éste, quién sudaba por la fiebre y prácticamente podía asegurar que éste estaba agonizando.

- Por favor… Ayúdame… - Dijo tomando la mano de Inoo quién lo miraba con compasión.

- ¿Qué es lo que deseas? – Preguntó con voz apacible.

- Quiero… Morir…

- Pero señor, todavía puedes…

- Daiki – dijo Inoo haciendo que me callara.

- Por favor… Ya no aguanto más… Éste dolor…

- Tranquilo, yo acabaré con su sufrimiento – dijo acercando sus colmillos a su cuello.

- Inoo… - Me quedé pasmado ante lo que veía, quería detenerlo pero…

- Creo que con eso es suficiente – dijo ante mi mirada aterrada, me sentía tan impotente de haber permitido semejante barbaridad – ahora ya puedes descansar – dijo cerrando los ojos de aquel hombre que acababa de morir por la falta de sangre.

- ¿Por qué? – Pregunto todavía anonadado.

- Salgamos – dijo cargándome nuevamente sobre sus brazos, llevándome a las afueras del hospital.

- ¿Así te alimentas siempre?

- Sí, pero no te preocupes, no todos desean morir, así que respeto sus decisiones.

- Eso no es muy alentador.

- Si quieres matarme puedes hacerlo – sonrió - de todos modos he cometido un crimen ante tus ojos.

- Eso es lo que estoy pensando, pero no puedo hacerlo... – Dije sintiéndome frustrado ante el hecho de no querer matarlo, pero es que había algo en él que me agradaba, a pesar de ser uno de esos seres tan despreciables.

- ¿Entonces qué piensas hacer? – Preguntó mirándome con curiosidad, perdiéndome nuevamente en sus oscuros y profundos ojos.

- ¿Dejarte ir?

- Desde un principio dijiste que no me dejarías ir.

- ¿Y qué si he cambiado de opinión?

- Pues la verdad – dijo acercando su rostro al mío, besando mi mejilla – yo no me quiero alejar de ti.

- Pero eso puede significar que en algún momento acabaré contigo.

- Correré el riesgo – sonrió besando mi frente – iré a dónde tú vayas.

- No tienes que hacer eso – reí nerviosamente - te puedes ir, en serio – dije suplicante.

- No lo haré, podrías arrepentirte.

- ¿Cómo puedes saber eso? Apenas llevo unas cuantas horas de conocerte – suspiro – no te creas tan importante.

- Me quedaré a tu lado, ya está decidido – dijo tomando mi mano cálidamente, comenzando a caminar sin rumbo fijo, sintiendo mi corazón latir aceleradamente.

- Por ahí no está el hotel dónde me estoy quedando – sonreí nerviosamente, dejándome llevar por todo lo que estaba sintiendo en esos momentos.

- Idiota – digo comenzando a llorar por tantos recuerdos albergados en mi mente – Dios, sé que te debo devoción y respeto, pero… ¿Me perdonas por no haberlo olvidado aún después de tanto tiempo?



CONTINUARÁ...