19/8/15

Father's Love

Hola a tod@s

Esta noche por fin les traigo el capítulo 11 de este bello fic, en esta ocasión incluí a un personaje especial, espero les guste y muchas gracias por su apoyo y comentarios *o* y como siempre este fic está dedicado a mi querida amiga Mari :D

Disfrútenlo *o*/



Tema: Father's Love
Extensión: Serial
Parejas: Varias 
Autora: Akari-chan

Capítulo 11

*Shibutani Subaru*

- Shibutani-kun ¿qué deseas ser cuando seas adulto? – Me preguntó la maestra, estábamos hablando sobre las profesiones, pero en aquel tiempo solo tenía una cosa en mente.

- Yo quiero casarme con Ryo-chan – dije totalmente seguro de mi respuesta, viendo a mi mejor amigo que me miraba sonrojado, pero las risas no demoraron en escucharse.

- ¡Silencio! – Exclamó la profesora de manera demandante, haciendo que el salón quedara nuevamente en silencio – Shibutani-kun, ven a mi oficina a la hora de receso.

- Sí, maestra – dije apenado, la clase siguió normalmente pero aun así no paraban los murmullos de mis compañeros sobre lo que yo había respondido y llegando al fin la hora de receso fui hasta la oficina de mi maestra.

- ¿Qué necesita hablar conmigo? – Dije al entrar tímidamente a la oficina, notando la mirada preocupada de mi maestra.

- Siéntate – dice a lo que yo obedezco de inmediato - Shibutani-kun, tú no te puedes casar con Nishikido-kun.

- ¿Por qué? Si yo lo quiero mucho.

- Porque ambos son niños y los niños no se casan entre sí y entiendo que Nishikido-kun sea tu mejor amigo y que pases la mayor parte del tiempo con él y que eso te haga pensar en esas cosas, pero es solo porque disfrutas de su compañía.

- Pero a mí no me gustan las niñas, son unas odiosas – digo molesto.

- Eso lo dices porque todavía eres un niño, ya verás que cuando crezcas verás a las niñas de otra manera.

- ¿Lo dices en serio? – Pregunto no muy convencido.

- Claro que sí, algún día llegará esa chica de la que te enamorarás y no dudarás en casarte con ella.

- Gracias… - digo finalmente, saliendo sin siquiera despedirme de ella.

- ¿Qué te dijo la maestra? – Preguntó Ryo-chan quién me esperaba afuera de la oficina.

- Nada importante – digo comenzando a caminar junto con él.

- Por cierto… ¿era verdad eso de que quieres casarte conmigo cuando seamos adultos?- Preguntó con sus mejillas sonrojadas, se veía tan adorable, pero de seguro esto que sentía por él era porque era mi amigo y no por otra cosa.

- No sé por qué dije eso – río nerviosamente.

- ¿Pero al menos seremos mejores amigos por siempre?

- Por supuesto que sí – dije tomando la mano de mi amigo, corriendo ambos hacía el patio.

Pasaron los años esperando a que lo que me había dicho mi maestra de ese entonces se hiciera realidad, pero entre más crecía, más grandes se hacían mis sentimientos hacía él, mi pensamiento sobre las mujeres no había cambiado en nada y no dejaba de pensar en querer casarme con mi mejor amigo. Nunca tuve el valor de decirle lo que sentía y me arrepiento de no haberlo hecho antes.

- Te amo, te amo, te amo… - digo entre besos, siendo correspondido dulcemente por él, si esto es un sueño no quiero despertar.

- Yo también te amo – dice alejando un poco su rostro del mío, sintiendo mi corazón latir frenéticamente por esas palabras.

- ¿En verdad me amas? – Pregunto entre emocionado e incrédulo.

- Te he amado desde niño y no sabes lo feliz que me hace esto – dice con una hermosa sonrisa, pero ésta se extinguió de un momento a otro.

- ¿Qué sucede? – Pregunto preocupado.

- Subaru… ¿entiendes la situación en la que estamos?

- Lo sé… pero yo con quién siempre he querido estar es contigo – digo mirándolo con súplica.

- Y yo también…

- ¿Acaso quieres que todo se quede como está? ¿Amándonos y seguir con nuestras vidas como si esto no hubiera pasado? – Digo decepcionado.

- ¡Claro que no! – Exclamó – las cosas no se pueden quedar así después de saber que tú también me amas, pero entiéndeme, no puedo divorciarme de mi esposa de buenas a primeras a Ryosuke le afectaría mucho, no puedo tomarme esto tan a la ligera.

- ¿Y qué piensas hacer? – Digo apegándome un poco más a su cuerpo, sintiendo su respiración chocar con la mía.

- Solo espérame un poco más.

- Pero yo no quiero esperar más – digo rozando mis labios con los suyos – pero entiendo tu punto de vista, así que esperaré un poco más – digo besando nuevamente sus labios, son más dulces de lo que había imaginado – Esto…

- ¿Si?

- Mientras se soluciona lo de nuestros estados civiles ¿Puedo seguirte besando? Es que ya después de haber probado tus labios no creo ser capaz de dejarlos – sonrío nerviosamente, sintiendo sus brazos alrededor de mi cuello.

- No sería lo más ético, pero yo tampoco puedo dejar de hacerlo – dice totalmente sonrojado.

- Hoy no seré capaz de dormir de la felicidad que siento.

- Yo tampoco – nos volvimos a besar dulcemente, abrazándonos como nunca antes nos habíamos permitido hacerlo, será un camino difícil, pero estoy seguro que estando junto a él sabríamos como llegar a nuestra meta.


*Kei*

- Hijo, últimamente te veo muy feliz ¿acaso esa sonrisa es por lo que yo creo que es? – Preguntó mi Padre al verme entrar a la sala del comedor para desayunar.

- ¿De qué hablas Papá? – Preguntó ahora Keito.

- Mejor que nos lo cuente tu hermano – dice mi Papá sonriente.

- Papá, Keito, Dai-chan aceptó ser mi novio – digo completamente sonrojado.

- ¿Te refieres al angelito? – Preguntó Keito entusiasmado.

- Ese mismo.

- Me alegro mucho por ti – dice mi Papá al mismo tiempo que se levanta para abrazarme – aunque solo lo he visto una vez me pareció un chico muy agradable.

- ¿Papá ya lo conoció? Yo también quiero conocerlo – dice Keito en modo de berrinche a pesar de su apariencia suele ser muy infantil.

- Un día de estos lo traigo para que lo conozcas.

- Pero quiero conocerlo ya.

- Si quieres puedes invitarlo este fin de semana – dice Papá.

- Esa es una buena idea – dice Keito sin ocultar su alegría.

- Está bien, lo invitaré – digo para finalmente sentarme en mi silla correspondiente.

Al terminar de desayunar y de despedirme de mis familiares, salgo de inmediato a la Universidad, completamente ansioso de ver a mi novio, pero tenía que esperar hasta la hora del almuerzo para verlo.

- Kei esto es muy vergonzoso – dice mi ahora hermoso novio totalmente sonrojado, nos encontramos en la cafetería de la universidad después de que terminaron sus clases y yo simplemente no puedo dejar de besarlo y consentirlo.

- ¿Por qué? Somos novios ¿no?

- Lo sé, pero es que la gente no deja de mirarnos.

- Pues ignóralos – digo besando dulcemente su mejilla derecha - ¿sabes? Mi Papá se puso muy feliz de saber que ahora eres mi novio.

- ¿En serio?

- Si, tanto que hasta estás invitado este fin de semana a mi casa ¿irás? – Pregunto un poco ansioso esperando una respuesta afirmativa.

- Claro que iré – dice brindándome una bella sonrisa.

- Mi Papá y mi hermano se pondrán muy felices.

- ¿Tu hermano?

- Si, le he hablado algunas cuantas cosas de ti y en verdad que está emocionado por conocerte, es un buen chico y de seguro se llevarán de maravilla.

- Espero que así sea.

- Ya verás que si – sonrío – por cierto ¿tu Papá ya sabe de nuestra relación?

- Lo siento Kei pero todo ha pasado tan rápido que no se lo he dicho, además no sé cómo lo irá a tomar – dice preocupado.

- No te preocupes, ya habrá tiempo para eso, si quieres yo puedo ir a hablar con él – digo tomando suavemente su mano.

- ¿En verdad harás eso?

- Dai-chan, yo nunca he sentido por nadie lo que ahora siento por ti y en verdad no soportaría que te alejaran de mi lado, por eso quiero que hagamos las cosas bien, sin secretos y si tengo que enfrentarme a tu Padre lo haré.

- No seas exagerado, mi Papá no es monstruo.

- Hay que prevenir – río para luego darle un dulce beso en los labios siendo correspondido de inmediato.


*Maruyama Ryuhei*

- Tú debes ser el nuevo ¿verdad? – Pregunta alguien haciendo que me exaltara un poco – Perdón ¿te asuste? – Dice preocupado.

- La verdad que un poco, tenía la cabeza en otro lado.

- Lo siento – dice avergonzado – soy Murakami Shingo, el profesor de Educación Física y estos días he estado tan ocupado que no tenía tiempo ni para presentarme, es un gusto conocerte.

- El gusto es mío, soy Maruyama Ryuhei y soy el nuevo profesor de japonés.

- De seguro ya debes conocer a mi hijo Murakami Hikaru.

- Cierto, con razón tu apellido me sonaba tan familiar, es un chico muy aplicado.

- Pues últimamente lo es, por que antes de milagro y pasaba el año.

- ¿En serio?

- En verdad no sé lo que le pasó pero de un momento a otro parece otra persona, aunque me preocupa un poco, lo veo preocupado y sé que me está ocultando algo.

- La adolescencia es tan dura – río – yo también tengo un hijo y acaba de entrar a la Universidad, pero al menos no me ha dado esos problemas.

- Eres afortunado, yo he tenido que criar a Hikaru solo desde que era un bebé.

- Bueno, ya hace años que me divorcié de la madre de mi hijo, así que también he tenido que lidiar con él solo.

- Lo siento.

- No tienes por qué disculparte tanto – suena la campana indicando por terminada la hora de receso.

- Bueno, espero que con el tiempo seamos muy buenos amigos – dice Murakami.

- Tenlo por seguro, nos vemos luego – digo tomando mi camino hacía la siguiente clase.

- Hasta luego.


*Aiba Masaki*

Me ausento por unas semanas y pasan estas cosas, pero no voy a negar que todo esto va a ser muy divertido y sé muy bien que alguien se va a alegrar mucho cuando se entere, pero no voy a ser yo quien se lo cuente, voy a dejar que el destino haga su trabajo.

- Aiba-san ¿cómo te fue en tus vacaciones? – Pregunta Ohno-san.

- Muy bien, aunque veo algunos cambios por aquí.

- ¿Por qué lo dices?

- Lo digo por el nuevo maestro, Maruyama Ryuhei.

- ¿Lo conoces?

- Pues no mucho.

- Es un buen maestro, por eso decidí contratarlo.

- De eso no me cabe duda.

- ¿Por qué estás tan sonriente? – Pregunta con curiosidad.

- Por nada en especial, es solo que este año las cosas se pondrán interesantes, bueno, me iré a mi oficina a hacer unas cosas, nos vemos más tarde – digo para luego salir de inmediato.

- Tío Aiba volviste – dice Keito abalanzándose sobre mí.

- Keito que gusto verte ¿cómo está tu Papá y tu hermano?

- Ambos están muy bien ¿cómo te fue en tu viaje?

- Me fue de maravilla y te compré algunas cosas, pero las dejé en casa.

- No te preocupes, me las puedes traer mañana – dice sonriente - ¿ya te enteraste de que llegó un nuevo profesor?

- Por supuesto que sí, yo siempre me entero de todo ¿y qué tal te pareció?

- No sé cómo explicarlo pero desde un inicio sentí una gran simpatía por él, como si lo conociera de antes.

- Ya veo… por cierto Keito ¿me harías un favor?

- Claro que sí tío.

- No le comentes a tu papá sobre ese profesor.

- ¿Por qué?

- Solo haz eso.

- Está bien.

- Ahora ve al salón que hace rato sonó la campana.

- Cierto, nos vemos luego tío – dice finalmente comenzando a correr hacia su salón, mientras que yo tomo nuevamente mi camino hacia mi oficina.


*Yuto*

- ¿Qué tienes que decirnos Mamá? – Pregunto un poco desconcertado, mi Madre había pedido que nos reuniéramos junto con mi Papá para decir algo importante y pues ya no encontrábamos en dicho lugar y el ambiente está un poco tenso.

- Primero que todo hijo, tu Padre me pidió el divorcio.

- ¿Qué? – Pregunto sorprendido, aunque no sé por qué me extraña si se la vivían peleando.

- Eso que escuchaste y pues lo he pensado y creo que aceptaré, ya no soporto esta casa y menos a ustedes, así que te quedarás con tu querido Padre.

- Ok, si eso has decidido.

- Que bueno que lo entiendas, ahora si podré irme a disfrutar la vida como tanto he querido, hasta luego hijo y pórtate bien – dice acercándose a mí para darme un abrazo para luego tomar sus maletas y salir de la casa tranquilamente, nunca entendí a mi Mamá pero al menos ya no nos iba a complicar la vida a mi Padre y a mí.

- Me sorprende que estés tan tranquilo, por lo general momentos como estos son traumáticos para los hijos.

- Pues con una pareja tan disfuncional como ustedes, me sorprende que no se hayan divorciado antes.

- Me alegra que no lo tomes tan mal.

- A mí también, ya he tenido que sufrir por cosas peores.

- ¿Qué cosas?

- Eso ahora no tiene importancia, a partir de ahora empezaremos de nuevo, solo nosotros dos.

- Si, los dos…

- ¿Pasa algo?

- No, nada, es solo que hoy tuve un día muy ajetreado y quiero descansar, nos vemos mañana al desayuno, descansa hijo.

- Que duermas bien Papá – digo dirigiéndome de inmediato a mi habitación, corriendo la cortina de la ventana de mi cuarto para así ver hacia donde estaba la ventana del cuarto de él, suspiro profundamente y vuelvo a correr la cortina, decidí olvidarlo y eso es lo que haré.

CONTINUARÁ...