30/6/22

COMPASS ROSE - Capítulo 8

 Hola Hola!!!!! 

¿Cómo están todos? Espero que muy bien y si no es así les mando un fuerte abrazo y todas las mejores vibras. 

Hace unos días fue mi cumpleaños número 31 y aunque no hubo pastel pasé un bonito día con mi familia, también el lunes que era día feriado viajamos a un pueblo al que quería volver desde hace mucho y definitivamente quiero regresar en el futuro X'D

Muchísimas gracias siempre por sus comentarios, siempre espero leerlos y me alegra mucho que les esté gustando la historia, los niños son adorables, pero ya falta poco para que crezcan (?) Y me falta todavía introducir un personaje, pero ya casito!!!! Así que de momento ¿Cuál es su personaje favorito? El mío es Hikaru, disfruto mucho escribirlo, es un padre muy amoroso!!!

Espero disfruten de éste capítulo y nos leemos en el siguiente mes!!!




Tema: COMPASS ROSE
Extensión: Serial 
Parejas: Varias
Autora: Akari-chan


Capítulo 8

*Hikaru*

- Al parecer te ha gustado mucho el regalo que te ha dado el rey – digo observando al pequeño Yuri leyendo aquel libro, sentado sobre uno de los sillones de mi habitación.

- Tiene historias muy bonitas y divertidas – dice mirándome mientras me dedica una enorme sonrisa. 

- Claro que lo es – sonrío -  fue un libro bastante popular en nuestra infancia, aunque el mío lo terminé regalando.

- ¿Y papá Kota también tuvo uno?

- Él no, no estaba para nada interesado en los cuentos de hadas y supongo que sigue pensando lo mismo.

- Ya veo…

- Pero no te preocupes por él, ya sabes que es un amargado.

- A mí no me parece que sea así.

- Eso lo dices porque no lo conoces tanto como yo.

- Pero aun así él te gustaba…

- Shhh, no digas eso en voz alta – digo rápidamente, yendo hacia la puerta de mi habitación para ver que no hay nadie pasando por los pasillos – eso ya es asunto olvidado – digo volviendo a su lado.

- Perdón – dice apenado.

- Estás perdonado – sonrío acariciando sus cabellos – pero no lo vuelvas a hacer.

- Lo prometo – dice firmemente – papá, ¿puedo preguntarte algo?

- Claro que sí mi vida, soy todo oídos – digo sonriente y un tanto curioso por lo que pueda preguntar tan dulce criatura.

- ¿Cómo era el rey de niño?

- ¿Yuya de niño? – Digo pensativo – creo que no hay mucha diferencia…

- ¿En serio? – Pregunta riendo un poco.

- Pues yo no noto que haya cambiado mucho – sonrío - sigue siendo torpe e infantil, aunque el ser amable es una de sus maravillosas virtudes.

- El que sea amable puedo notarlo claramente – sonríe dulcemente – pero no puedo imaginármelo siendo torpe.

- Bueno, es el rey, tiene que verse siempre implacable ante sus súbditos – sonrío.

- Me gustaría mucho conocer su lado torpe, debe ser divertido.

- Lo conocerás en cualquier momento, sólo dale tiempo.

- Pero siempre está tan ocupado – dice haciendo puchero.

- Es su trabajo como rey, desde que murió su padre tuvo que tomar el mando desde ese mismo instante, ha sido un gran cambio para él y para los príncipes.

- Eso me han dicho Daiki y Yuto, que antes jugaban mucho los tres juntos – suspira – ¿Y cómo era el antiguo rey?

- El antiguo rey era un hombre maravilloso, muy guapo y con un gran sentido de la justicia, le gustaba mucho viajar por el reino una vez al mes para ver cómo estaban las cosas – sonrío al recordarlo - Yuya se parece mucho a él, aunque en lo físico es muy parecido a su bella madre.

- ¿Y qué pasó con ella? – Pregunta con curiosidad – he querido preguntarle a los príncipes pero no lo siento apropiado, sobre todo porque sé lo mucho que duele el perder a tus padres – dice con tristeza.

- La reina lamentablemente falleció días después de nacer el príncipe Yuto, el parto había sido muy difícil y su cuerpo no pudo aguantar mucho más – digo acariciando tiernamente sus cabellos, dándole luego un cálido abrazo, no me gusta verlo triste.

- Entiendo…

- Por eso Yuya se hizo mucho más cercano a sus hermanitos y procuraba estar el mayor tiempo posible junto con ellos.

- Que lindo – sonríe.

- Te gusta mucho el rey ¿cierto? – Pregunto disfrutando de ver sus mejillas enrojecer – lo digo porque últimamente te veo muy interesado en él.

- Me agrada mucho – sonríe tímidamente – es muy buena persona y por lo que me acabas de decir creo que me agrada mucho más – suspira - además estaba pensando en que dentro de poco será su cumpleaños…

- Cierto, es dentro de un par de semanas – sonrío - ¿estás pensando en qué regalarle?

- Sí, pero no se me ocurre nada ¿Qué se le regala a un rey? – Pregunta confundido.

- Primero que todo – sonrío – no pienses en que sea un regalo para el rey, sino para alguien que aprecias mucho

- ¿Qué podría ser? – Pregunta un poco desconcertado, en verdad que ésta preocupado por eso.

- Yuya no es alguien que sea muy exigente al respecto, podrías regalarle una piedra y estaría feliz.

- No voy a regalarle una piedra – dice con un tierno pucherito.

- Es sólo un ejemplo – río – creo que algo hecho a mano sería un regalo ideal, así podrías demostrarle lo importante que es para ti esa persona – digo buscando algo dentro de uno de los cajones de mi escritorio – así como éste lindo plato de arcilla que me regalaste en mi cumpleaños – digo mientras saco aquel objeto de una cajita de madera, envuelto en un trozo de terciopelo.

- Me alegra que te gustara, aunque no quedara tan perfecto.

- Para mí es perfecto y más porque tú lo has hecho – digo con una enorme sonrisa – y a Kota le encantó tanto la pintura que le regalaste que la ha colgado orgullosamente en su habitación.

- Gracias – sonríe dulcemente – quisiera regalarle algo que pueda usar.

- Ya veo – digo pensativo – ¿así como un collar? o ¿quizás una pulsera?

- Una pulsera suena bien – dice emocionado - aunque no sé cómo se hacen.

- No te preocupes por eso, yo te enseñaré – sonrío – soy muy hábil con las manualidades.

- Gracias papá – dice el pequeño sonriente al mismo tiempo que se levanta del sillón para abrazarme.

- Haremos la pulsera más linda del mundo, ya lo verás – digo correspondiendo feliz a su abrazo.

 
*Yuya*

- A… ¡Achú! – Estornudo de repente, asustando a Kei que está leyendo unos documentos.

- ¿Estás resfriado? – Pregunta dejando lo que está haciendo para acercarse a mi escritorio.

- No, no es eso, quizás alguien está hablando de mí – río mientras limpio mi nariz con un pañuelo.

- Supongo que es normal que estén hablando de usted ya que se acerca su cumpleaños y como en todos los años éste será un gran acontecimiento – sonríe – ya las invitaciones han sido enviadas a los invitados y todo el personal del castillo está trabajando en los preparativos de ésta.

- Muchas gracias – sonrío mirando nuevamente los documentos que tengo sobre mi escritorio.

- No lo veo muy animado su majestad ¿le sucede algo?

- Es sólo que es el segundo cumpleaños que celebro sin papá – digo con tristeza - lo extraño tanto.

- Todos en el reino lo extrañamos – dice Kei un tanto melancólico – era un gran hombre y un excelente gobernante.

- ¿Crees que pueda estar a la altura de él?

- Pero por supuesto que sí – sonríe – sé que ha sido difícil para usted adaptarse a éste nuevo ritmo de vida, pero hasta el momento lo ha hecho muy bien, todos en el reino te quieren y respetan.

- Gracias por esas palabras, en verdad que necesitaba escucharlas – sonrío agradecido.

- No lo digo porque seas mi amigo, pero en verdad estás haciendo un buen trabajo – sonríe.

- Por cierto – suspiro un poco preocupado por la reacción que pueda tener Kei al respecto, ya que la última vez por poco y me asesina – el príncipe de Ichigoland vendrá a la celebración.

- Ah, ya veo – dice cambiando su semblante a uno más serio.

- Así que pienso que sería una muy buena oportunidad para que él conozca el reino y también a los príncipes.

- Sí, ya veo por dónde va la cosa…

- Así que por favor te pido que seas amable con él – digo aparentando estar sereno, pero por dentro siento su mirada apuñalando mi pecho.

- Lo haré – dice no muy convencido de lo que está diciendo.

- Confío en ti – digo volviendo a mi trabajo.

- Su majestad.

- ¿Sí?

- ¿Puedo salir un momento? Es que siento que necesito algo de aire.

- Cla… Claro, puedes salir un momento si quieres – digo un poco nervioso.

- Con su permiso – dice haciendo una ligera reverencia antes de salir del lugar, creo que se ha enojado ¿pero por qué le molesta tanto?

 
*Kei*

- ¿Pero qué te pasa Kei? – Pregunto para mí mismo al estar ya en el jardín, revolviendo mis cabellos, sintiéndome frustrado e inquieto – tienes que calmarte… - Digo en un suspiro, cerrando mis ojos para concentrarme en el cantar de los pajaritos y el agua que cae de la fuente que está en el centro del jardín.

- ¿Qué haces aquí Kei? ¿No deberías de estar con el rey? – Pregunta Kota haciendo que abra los ojos rápidamente.

- Vine porque necesitaba algo de aire…

- ¿Y eso? ¿Hay algo que te preocupe?

- No realmente… - Suspiro – bueno sí, pero no sé cómo explicarlo.

- Tengo algo de tiempo justo ahora – dice mirando su reloj de bolsillo - si quieres puedes contarme qué te sucede.

- Es que…

- No te voy a juzgar si se trata de algo indecente – dice serio.

- ¡No es nada indecente! – Exclamo avergonzado.

- Esa reacción me hace pensar que sí.

- No es nada de eso – digo ya resignado, sentándome en una de las bancas del jardín seguido de él.

- ¿Y de qué se trata?

- Es sobre Dai… Digo, el príncipe Daiki – digo un poco nervioso.

- Ya creo saber cuál es el problema – suspira – es sobre el posible compromiso ¿verdad?

- ¿Cómo lo sabes?

- Yuya nos lo dijo a Hikaru y a mí hace unos días – dice mientras mira el cielo – pensé en que no te causaría gracia y veo que he acertado.

- Estoy comportándome como un tonto ¿cierto? – Digo apenado.

- Supongo que es normal, el príncipe y tú son muy cercanos, se han criado casi como hermanos.

- Sí, claro…

- ¿O me equivoco?

- No, estás en lo correcto – suspiro ya un poco más tranquilo – me preocupa el cómo pueda sentirse al respecto, es un niño todavía y no creo que piense a esa edad en algo tan serio como un matrimonio.

- Pero no es como que se vayan a casar mañana – dice Kota con seriedad - y tampoco es una obligación que tenga que casarse con ese príncipe de otro reino, al final de cuentas los que tienen que tomar esa decisión son ambas partes.

- Lo sé – sonrío - muchas gracias por escucharme – digo poniéndome de pie – volveré a mi trabajo.

- Es un placer – sonríe – siempre que necesites hablar sobre tus sentimientos por el príncipe no dudes en hablarlo conmigo.

- ¡¿Qué dijiste?! – Pregunto asustado.

- Nada, que tengas un buen día – dice sonriente antes de irse rápidamente ¿lo sabe? 

CONTINUARÁ...