Capítulo 6
- ¿Qué haces aquí? – pregunté con voz jadeante -.
- Solo vine a traerte estos libros que dejaste en el salón -
sonreíste -.
- Déjalos ahí y ya vete – no podía creer la situación en la que me
encontraba, el culpable de que estuviera así estaba justo frente a mí, con
aquella mirada que tanto me envolvía -.
- Si quieres, puedo ayudarte, Onii-chan – sentí nuevamente
escalofríos al escuchar su voz, así que sacudí un poco mi cabeza evitando
pensar en cosas que no debía, subiéndome los pantalones en un intento de
ocultar mi erección bajo estos – no lo hagas, yo soy el causante de esto y es
mi obligación hacer que vuelva a la normalidad -.
- No es necesario – te miré suplicante – solo vete y déjame solo –
dije ya un poco más calmado, necesitaba que te fueras rápido o si no, quién
sabe que podría ocurrir -.
- Claro que no Onii-chan – haciendo puchero – tú me enseñaste que
debía hacerme cargo de mis responsabilidades y esta es una de ellas –
acariciando la punta de mi miembro con los dedos, haciéndome gemir – no te
resistas, solo déjate llevar -.
En ese momento, posó sus labios sobre los míos en un dulce beso, no
pude contenerme y correspondí, haciéndolo más intenso, solo dejaba que mi
cuerpo actuara por sí mismo, muy en el fondo de mi ser deseaba este encuentro,
pero no podía fallarle a esa persona con la que me casaría, pero en este
momento solo existíamos tu y yo, así que nada más importaba.
Dejé de besarte, para luego arrodillarme, teniendo una buena vista
de tu miembro ya erecto, me mordí el labio inferior, cierta nostalgia me
invadió en ese momento, te miré fijamente a los ojos, estabas asustado, pero me
alegraba que no tuvieras la intención de retirarme; respiré profundo y comencé
a lamer la punta, mientras que con mi mano lo masturbaba. Disfrutaba escucharte
gemir.
- Yuri… - detuve mis movimientos, al sentir tu mano sobre mi
cabeza – haz crecido mucho, ya puedes metértelo a la boca – acariciando mi
mejilla, cosa que me hizo estremecer, asentí alegremente, haciendo lo que me
pedías, este era el Onii-chan que tanto había extrañado -.
Se sentía tan bien tener mi pene dentro de su boca, era la primera
vez que me lo hacías, ya que cuando eras más pequeño solo podías meter la punta
en ella, eso era algo que me causaba mucha gracia ya que insistías en hacerlo
pero nunca lo lograbas. Subías y bajabas sutilmente sobre él, sacándome varios
gemidos, que trataba de ocultar debido al lugar en donde nos encontrábamos, no
quería que nos interrumpieran, aún así me sentía mal por lo que estaba
haciendo, pero ¿cómo negarme a la persona que más amo y deseo en este mundo?
Aunque fuera solo por este instante quería disfrutarlo. Abrí un poco más las
piernas y acomodé mis manos sobre tu cabeza, ayudándote a marcar el ritmo de
las leves embestidas, todo esto me estaba volviendo loco: y luego de un rato me
corrí dentro, para luego sacar mi miembro de tu cavidad, mientras tragabas ese
líquido viscoso, quedando un poco en la comisura de tus labios, los cuales
besé, saboreando aquella esencia que había salido de mi, al mismo tiempo que te
tomaba de la cintura y sentándote nuevamente sobre mis piernas, acariciando tus
glúteos sin dejar de besarte.
Jadeabas entre besos moviendo frenéticamente las caderas,
sintiendo como el bulto que estaba dentro de tu pantalón rosaba con mi miembro
desnudo que poco a poco volvía a endurecerse, me levanté rápidamente,
acostándote sobre el escritorio, detallando cada expresión de tu rostro
sonrojado, ya habían pasado seis largos años en los que no pude verte, habías
crecido tanto en todo este tiempo, tu facciones eran un poco más adultas, pero
aún conservabas esa inocencia en tu mirada, inocencia que no quería arrebatar
todavía.
- Yuri – dije acariciando tu mejilla – vete ya, no quiero
lastimarte -.
- Onii-chan – sentándose en el escritorio, rodeando mi cuello con
sus brazos – podré soportarlo – sonreíste -.
- No es por eso – soltándome de tu abrazo, aprovechando la lejanía
para acomodarme los pantalones – es solo que no puedo hacer esto contigo.
- ¿Por qué? – Mirándome con tristeza - ¿ya no me amas? – Me quedé
en silencio bajando la mirada, claro que te amaba, pero tenía que alejarte de
mí, recibí una bofetada de tu parte, tenías lágrimas en los ojos, no quería
verte así pero no tenía otra opción -.
- Lo siento – alcancé a decir antes de que volvieras a posar tus
labios sobre los míos -.
- Te amo Onii-chan y no me rendiré hasta que volvamos a estar
juntos como antes – me besaste nuevamente pero de una manera más apasionada,
luego te bajaste del escritorio y con una pícara sonrisa saliste de mi oficina,
ahora sí me había metido en algo bastante serio y no sabía si podría
controlarme la próxima vez -.
Me molestaba, realmente me molestaba verlo siempre junto a él, ¿acaso
no entendía que eso me lastimaba? En verdad quería odiarlo, pero ese gran amor
que sentía por él, se negaba a desistir, seguí comiendo mi almuerzo, mirando de
manera fulminante a los dos chicos que estaban a unos metros delante de mí.
- Mira quién está atrás con la mirada asesina – no volteé a ver ya
que sabía la respuesta y tú no dejabas de reírte -.
- Ya basta Keito – musité – todo esto es por tu culpa.
- ¿Mi culpa? – Se echó a reír nuevamente – tú fuiste el que aceptó
acostarse conmigo, así que parte de la culpa también es tuya.
- Pero eso fue porque siempre has querido acostarte con él y no
podía permitir que hicieras eso con la persona que amo.
- Pero aún así todavía deseo tenerlo debajo de mí gimiendo sin
parar – mordiéndose el labio -
- En verdad no sé por qué te sigo hablando – dije fastidiado -.
- Porque somos los mejores amigos – sonrió – y no voy a negar que
disfruté hacerlo contigo – dijo mientras acariciaba mi mano, acto que me hizo
estremecer, a mí también me había gustado, pero no podía admitirlo – pero algo
si te digo, si no te arreglas con él pronto, yo mismo me encargaré de
arrebatártelo y disfrutaré mucho tenerlo en mi cama.
- Eres un idiota – dije molesto, levantándome del césped y
caminando hacía el salón de clases, ya pronto sería la hora de volver -.
- Por fin terminé – te escuché decir, mientras estirabas los
brazos -.
- Lo hiciste muy rápido – sonreí – eso merece un premio – me
levanté de la silla, acercándome a dónde estabas, tomándote de la cintura, para
así ponerte de pie y devorar tus labios en un fogoso beso -.
- Inoo-san, alguien podría entrar
- decías entre besos -.
- No te preocupes, está con llave – dando dulces besos en tu rostro,
en ese momento sonó el timbre, pero aún así no quería parar de besarte, estaba
tan feliz de que fueras mi novio -.
- Tengo que irme – lo decías sin ánimos de querer separarte de mí
-.
- Te extrañaré mucho – besando tu frente -.
- No seas exagerado, solo será por unas cuantas horas.
- Pero un minuto sin ti es como una eternidad – haciendo puchero
-.
- Para mí también – susurraste – así que quiero darte algo para
que no te sientas triste cuando no estoy contigo – sacando una pulsera de
colores de tu bolsillo – la hice especialmente para ti – decías sonrojado -.
- Gracias – dije realmente feliz, mientras la tomaba con mis manos,
poniéndomela en mi muñeca derecha –.
- ¿Te gusta? – Decías nervioso -.
- Me encanta – sonreí nuevamente, en ese momento tus ojos
brillaron y te abalanzaste sobre mí, besando mis labios -.
- Te amo Inoo-san.
- Y yo te amo Dai-chan – acariciando tus cabellos – iré por ti a
tu casa a las 7, ¿te parece bien? – tú solo asentiste y saliste corriendo del
lugar, dejándome en el suelo con una gran sonrisa en el rostro -.
CONTINUARÁ...