31 oct 2016

DEAR.

Hola, muy buenos días.
Feliz Halloween, día de muertos, día de las brujas o aquí en mi país que también le dicen día de los niños.
Les traigo el día de hoy un Drabble, basado en algo que escribí para la escuela cuando estaba en segundo de bachillerato (Iba a cumplir 12 años) En ese tiempo lo que escribí fue muy cortito, pero con éste fic lo he extendido considerablemente, es como un volver a mis raíces, de aquellos tiempos en los que no era muy consciente de que podría escribir como lo hago ahora, espero que les guste y como siempre, muchas gracias por sus comentarios, por su amor y su apoyo, espero traerles pronto el capítulo 28 de Father's Love <3
Y una pregunta, ¿Cuál de los fics que he escrito ha sido su favorito?


Tema: DEAR.
Extensión: Drabble
Parejas: InooDai, AriYama (?)
Autora: Akari-chan


Yo era su protector, lo más parecido en el mundo a un ángel guardián, aquel que velaba día y noche por su bienestar, pero ni siquiera me acerco un poco a ser un “Ángel”, de hecho, ni siquiera sé que soy realmente. ¿Un ser vivo? ¿Un ser muerto? ¿Seré acaso un fantasma? ¿O quizás un monstruo? Creo que nunca llegaré a saberlo, pero desde que tengo uso de razón, había estado siempre cuidando de mi querido Daiki, mi hermoso y bien amado Daiki.

Lo había visto crecer, dar sus primeros pasos, escuchar sus primeras palabras, también lo había visto reír, llorar, siempre había estado a su lado, aunque él ignorara mi presencia y estos sentimientos que había hecho crecer dentro de mí.

Siempre deseé que me viera con esos enormes y preciosos ojos, que me viera sólo a mí ¿Cómo se sentiría tocar su piel? ¿Besar sus labios? ¿Oler su aroma? Hubiese querido poder disfrutar de todas esas cosas, que él me hubiese amado tanto como todavía lo hago yo.

Pero ya jamás podría saberlo, ya nunca podría darle respuestas a todas esas preguntas, había hecho algo terrible y no había peor castigo que el de saber que jamás lo volvería a ver.

Mi Daiki había conocido a un chico en el pueblo, un chico un poco más alto que él, de cabellos negros, un poco ondulados, con una piel tan blanca como la nieve y con una sonrisa de tonto que nunca supe por qué había llamado tanto la atención de mi amado.

Ambos comenzaron a frecuentarse más seguido y en lo que en un principio sólo eran conversaciones sobre cosas cotidianas, se fueron convirtiendo poco a poco en palabras llenas de amor, en dulces besos, en caricias cada vez más profundas. Se escabullían todos los días a las profundidades del bosque que rodeaba al pueblo, entregándose a sus más profundos deseos, a esa pasión tan desmedida con la que hacían el amor.

Aquel chico tenía todo lo que yo siempre había querido y anhelado, podía tocarlo, besarlo, sentir su aroma recorrer sus fosas nasales, podía hacerlo casi perder la consciencia de tanto placer y yo en verdad que odiaba eso.

¿Cómo alguien que llevaba tan poco tiempo conociendo a Daiki podía tener tales privilegios? ¿Por qué él y no yo? No podía negar que aquel chico era bueno, que ese tal Inoo Kei amaba con devoción a mi Daiki ¿Y cómo no hacerlo? Si mi amado era lo más perfecto del mundo. Y lo que me enloquecía era saber que yo no era el que le provocaba todas esas sensaciones y un día, sin querer, todo se salió de control.

Se besaban apasionadamente en medio del bosque, su lugar favorito y también testigo de su amor, así como también lo era yo, quién los observaba, sintiendo la furia incrementarse en mi interior, queriendo poder hacer algo para acabar de una vez por todas con mi sufrimiento y de repente, como si mis plegarias hubiesen sido escuchadas, de la tierra comenzaron a brotar las raíces de los árboles que estaban alrededor, atrapando con estás sus cuerpos, viéndolos forcejear, por primera vez sonreí de verlos en esa situación, quería que sintieran un poco del dolor que yo sentía en mi corazón. Las raíces más delgadas rodearon sus cuellos, apretándolos hasta asfixiarlos y fue en ese momento en que volví en sí.

Me desesperé al verlos a ambos inertes en el suelo, mientras las raíces volvían a sus lugares de origen, dejando ambos cuerpos casi abrazados, como aquellas veces en las que compartían la misma cama en la noche, durmiendo apaciblemente ¿Pero qué había hecho? Me preguntaba a cada instante, yo no quería eso, yo no quería hacerle daño a lo que más quería, pero no podía ni siquiera auxiliarlo, era un completo inútil.

Me quedé horas sentado a su lado, viendo lo hermoso que aún era estando muerto, queriendo poder tocarlo aunque fuera solo esa vez, pero después de lo que había hecho no podía esperar tener tanta suerte. De repente vi unas luces venir desde los árboles, viendo a un grupo de hombres llegar a dónde estábamos, viendo con dolor y tristeza la cruel escena, llevándose ambos cuerpos de vuelta al pueblo, para ser velados y enterrados al día siguiente.

La gente dedujo que habían cometido suicidio, ya que a pesar de que se amaban tanto, su relación era prohibida y muy mal vista ante la sociedad, así que no quisieron indagar más sobre tan extraña muerte.

En cambio yo, ya no tengo a quién amar, ya no tengo a esa persona que hacía que mi existencia valiera la pena, ya no está aquel que me hacía sonreír cuando él lo hacía o querer abrazarlo cuando estaba triste, ya no podía estar con él, ya no lo vería de nuevo. Me maldigo a mí mismo por lo que hice, si no hubiese sido por mi rabia y mis celos estúpidos, mi Daiki seguiría aquí, aunque fuera feliz con Inoo y no conmigo.

Lo he arruinado todo, me merezco ésta soledad que me consume.

FIN

16 oct 2016

Father's Love

Muy buenas noches <3
Hago ésta entrada rapidita para dejarles éste hermoso capítulo, espero que les guste y muchas gracias por sus hermosos comentarios que siempre me animan <3
Y como siempre éste fic va dedicado a mi querida amiga Mari :3 que la quiero mucho <3
Y por último me gustaría preguntarles ¿Cuál es su pareja favorita de JUMP?
Muchas gracias y que lo disfruten.



Tema: Father's Love
Extensión: Serial
Parejas: Varias 
Autora: Akari-chan

Capítulo 27

*Yokoyama You*

- Keito ¿estuviste esculcando en mi habitación? – Pregunto molesto y en parte sorprendido.

- Eso no es lo que te pregunté – dice serio – desde que tú y Maru-sensei se vieron la primera vez no ha dejado de pasar por mi cabeza el hecho de que entre ustedes hubo algo.

- ¿Cómo puedes pensar eso?

- Porque nunca miraste así a mi mamá, con tanto cariño.

- Estás diciendo tonterías.

- No son tonterías, desde esa vez ambos han estado muy extraños, él se pone nervioso cuando hablo de ti y tú también ¿qué pasó entre ustedes? – Dice de manera autoritaria, no me siento realmente seguro de contarle aquel acto de cobardía en el pasado.

- Keito, es mejor dejar las cosas así…

- No, quiero saberlo.

- Keito, no creo que sea el momento…

- ¿Y cuándo lo es? – Dice con algo de desesperación – Papá, he tenido que recurrir a los servicios de Inagaki-san, pero no encontró nada y le he preguntado a tío Aiba, pero me dijo que sólo tú podías decirme.

- ¿Qué hiciste qué? – Pregunto asombrado.

- No me cambies de tema – suspira – Papá – se sienta en el borde de la cama – sólo quiero saber…

Nos quedamos en silencio, mirándonos a los ojos, él con una mirada llena de súplica,  mientras que la mía es una llena de temor, de vergüenza. Pensando en si es lo mejor decirle la verdad de mis verdaderos sentimientos, decirle que la única persona a la que en verdad amo es a Maruyama Ryuhei.

- Es una historia muy larga - digo sentándome a su lado en el borde de la cama.

- Me gustan las historias largas - dice con una gran sonrisa, feliz de haber conseguido su objetivo.

- Pero no le digas a tu hermano ni una palabra de lo que te diga hoy – le advierto – espera a que yo se lo diga.

- No diré nada – dice sonriente.

- ¿Quieres que mande a traer leche y galletas?

- Por favor – Sonríe.

- ¿Sabes que eso lo dije de broma?

- Si, pero no sería mala idea, tengo hambre – dice haciendo puchero.

- Está bien, le avisaré a Ayumi-chan – digo tomando mi teléfono, enviándole un mensaje a nuestra querida sirvienta.

- Yoko-chan, lo que piensas hacer es un poco arriesgado – dijo Aiba-chan con preocupación por medio del teléfono.

No te preocupes, me haré cargo de que nadie se entere – dije sonriente.

- Eso no es fácil de ocultar Yoko-chan ¿Has pensado al menos en lo que haría tu Padre si se llegase a enterar?

- Aiba-chan, mi papá no se va a enterar, ni siquiera sospecha nada.

- Pero aun así existe la posibilidad de que lo haga.

- No tienes por qué preocuparte, todo saldrá bien.

- No lo sé Yoko-chan – suspiró – todo esto me trae muy mala espina.

- Todo estará bien, te lo prometo.

- No sabes las ganas que tengo de conocer a Maru-chan.

- Lo conocerás cuando vuelvas a Japón – sonreí – bueno, tengo que dejarte Aiba-chan, hay otra llamada que tengo que hacer y ésta es muy cara.

- Que cruel eres – dijo con reproche – que te vaya muy bien en tu viaje y saludes a tu amorcito – dijo alegremente.

- Gracias Aiba-chan, eso haré, te llamaré luego.

- Esperaré tu llamada, hasta luego.

- Hasta luego – dije finalmente colgando el teléfono y luego volviéndolo a descolgar, marcando el número de la casa de mi amado, que de seguro ya estaba ahí.

- ¿Hola? – Escuché su voz al otro lado de la línea y mi corazón comenzó a palpitar como loco.

- Maru-chan, hola – dije emocionado.

- Hola Yoko-chan ¿Cuándo vuelves?- Preguntó de inmediato con la misma alegría, hacía más de tres semanas que no nos veíamos y para nosotros eran casi como mil años.

- Llegaré hoy en la tarde, pero pasaré el resto del día con mi padre revisando lo del nuevo proyecto.

- Se me olvidaba que ya eres todo un Arquitecto.

- No es para tanto – reí - ¿Cómo te ha ido en la Universidad? ¿Ya hiciste amigos? ¿Las clases son muy duras?

- Me ha ido muy bien, he conocido a nuevas personas y las clases están bien, aunque he de reconocer que es difícil trabajar y estudiar al mismo tiempo.

- Entiendo que es difícil, pero lo harás bien mi amor, eres fabuloso en todo lo que te propones – dije sonriente – por cierto, ¿estás libre mañana en la tarde?

- Sí, aunque la verdad es que me gustaría verte hoy.

- No sabes las ganas que tengo de verte, pero ya te dije que no puedo, tengo muchas cosas que hacer al llegar, tendremos que esperar hasta mañana en la tarde, además tengo algo muy importante que decirte.

- ¿Qué cosa? – Preguntó con curiosidad.

- Mañana lo sabrás.

- Eso no es justo – dijo en modo de reproche – con eso que me dices me dan muchas más ganas de verte.

- Guarda esas ganas para mañana en la noche – sonreí pícaramente.

- No me refería a esas ganas – dijo apenado y de seguro sonrojado hasta las orejas.

- Pero sabes muy bien que terminaremos en la cama.

- ¡Yoko! – Exclamó avergonzado.

- Está bien, si quieres que lo hagamos en otro lugar por mí no hay problema.

- ¡Kimitaka! – Volvió a exclamar usando mi nombre, sabía muy bien lo que me molestaba el que me llamara por él y lo hacía cuando se molestaba conmigo.

- Joven Yoko, el chofer lo está esperando afuera – dijo el Mayordomo al entrar en la sala en dónde me encontraba.

- Gracias, ya voy – dije apartando un poco el teléfono – Maru-chan ya tengo que irme, mañana te llamaré para acordar nuestra hora de encuentro.

- Ok, que te vaya muy bien durante el viaje.

- Gracias, te amo – dije en un susurro para que el Mayordomo no escuchara.

- Yo también te amo, hasta mañana.

- Hasta mañana – dije por último, colgando definitivamente el teléfono y luego tomé mi maleta, caminando rápidamente hasta la salida de la mansión.

El viaje hasta Osaka resultó ser muy rápido y en menos de nada ya me encontraba en la empresa, había dejado la maleta a cargo del chofer, quién se encargaría de llevarla hasta el apartamento que tenía en la ciudad. Caminaba por los pasillos de ésta, llegando por fin a la oficina de mi Padre, entrando de inmediato, viéndolo sentado en la silla de su gran escritorio, mirando seriamente unos papeles que tenía en las manos.

- Buenas tardes – dije al cerrar la puerta.

- Buenas tardes – dijo con seriedad, levantado la mirada y dejando los papeles en el escritorio.

- ¿No ha llegado el nuevo socio?- Pregunté extrañado de no verlo dentro.

- Siéntate – dijo serio, así que obedecí a su petición, él se levantó de su asiento, comenzando a dar vueltas alrededor de la oficina, se veía molesto, pero no me atrevía a decir nada – Estoy muy, pero muy decepcionado de ti Kimitaka.

- ¿Hice algo mal? – Pregunté preocupado de que algún proyecto no resultara como se esperaba y mi padre estuviese enojado por eso.

- ¿Me puedes explicar qué significa esto? – Dijo aventándome un sobre, rápidamente lo abrí para ver cuál era el problema y mi cuerpo se heló al ver el contenido de ese sobre.

- Yo… - No podía articular palabra alguna, lo que pensé yo que jamás ocurriría, estaba pasando justo en ese momento y temía por las consecuencias.

- Me da vergüenza saber que mi único hijo haya resultado ser un asqueroso maricón – dijo molesto al mismo tiempo que me golpeaba un puñetazo en la cara, haciéndome caer al suelo con todo y silla – pero ya he tomado cartas en el asunto y he decidido que te casarás dentro de un mes.

- ¿Qué? Tú no puedes obligarme a hacer eso.

- Claro que puedo, vas a ser una persona normal quieras o no.

- Pero yo no voy casarme con alguien que yo no amo – dije levantándome del suelo, no podía permitir que me separaran de Maru-chan.

- No es ninguna desconocida para ti, así que no te preocupes.

- ¿Acaso no me estás escuchando? – Dije comenzando a molestarme – no me voy a casar con nadie que no sea Maru… - No pude terminar lo que iba a decir ya que había recibido otro golpe, pero esa vez en mi estómago, haciéndome retorcer del dolor en el suelo.

- A mí me importa poco si quieres casarte o no, la decisión ya está tomada y si no terminas tu aberrante relación con ese asqueroso, me veré en la obligación de desaparecerlo del mapa – dijo de manera demandante.

- Tú no puedes…

- Lo haré si es necesario, no quiero ser el hazme reír de la sociedad por tus cochinadas – me quedé en silencio por un rato, mirando a la nada, con una gran frustración y enojo conmigo mismo recorrer mi cuerpo.

- Si… si termino con él, no le harás nada ¿cierto? – Pregunté comenzando ya a resignarme, a mi padre le faltaba un poco para llegar a ser un Yakuza y sabía que cuando decía algo iba realmente muy en serio.

- Es un trato, así que ve pensando en que le vas a decir.

- Sí, Señor – dije finalmente luego de hacer una corta y forzada reverencia, saliendo rápidamente de la oficina, no soportaba estar ni un solo segundo más en ese lugar.

Al llegar a mi apartamento, mis lágrimas no demoraron en salir después de estar tanto tiempo conteniéndome, odiándome a mí mismo por ser un estúpido cobarde, por no luchar con uñas y dientes por el que consideraba el amor de mi vida, pero lastimosamente tenía que hacerlo, tenía que dejar ir lo que más atesoraba en el mundo, lo que más quería y necesitaba para vivir.

- Por favor perdóname por lo que voy a hacer… - susurré en el silencio de mi apartamento, acostándome sobre el suelo, pensando dolorosamente en las palabras que debía de decirle, para romperle el corazón y alejarlo para siempre de mi vida.

- ¡Yoko! – Maru-chan exclamó al verme y se abalanzó sin dudarlo a mis brazos, abrazo al que correspondí con fuerza y anhelo, sintiéndome desolado de pensar que ese sería el último - ¿para qué me llamabas con tanta urgencia?- Preguntó separándose un poco de mí, lo había llamado muy temprano en la mañana, cuando había encontrado el poco valor para encararlo.

- Maruyama-san, tengo algo que decirte, algo muy importante – me miró un poco preocupado y lo entendía, yo no solía llamarlo de una manera tan formal, tan distante.

- ¿Por qué me hablas de esa manera? – Preguntó extrañado.

- El mes que viene me casaré, así que lo nuestro terminó – dije de una buena vez, mirando con pena el rostro sorprendido de mi amado.

- ¿Qué? – Preguntó desconcertado, marcando un poco más la distancia entre ambos.

- Que me casaré con la persona que en verdad amo – dije seriamente, sintiendo un gran dolor al decir semejante mentira, deseando que todo esto fuera un sueño y que en verdad no estuviera diciéndole todo aquello, pero terriblemente esa era mi realidad.

- Esto es una broma, debe ser una broma – dijo comenzando a llorar, acto que me rompía internamente el alma.

- ¿En verdad creíste que me enamoraría de alguien cómo tú? – Pregunté tratando de ser lo más cruel posible, de manera que así él no volviera a buscarme, que pensara que había sido un monstruo que se había burlado de sus sentimientos.

- Yoko por favor dime que esto es una broma – y en verdad que deseaba que todo esto lo fuera, que fuera tan solo una broma.

- Si es una broma, haber salido contigo fue una gran broma – dije con la misma seriedad que había adoptada desde que llegué a nuestro lugar de encuentro, por un momento quise decirle la verdad, quise abrazarlo y llenarlo de besos, decirle que nada de lo que salía de mi boca en esos momentos era cierto, que huyéramos juntos lo más lejos posible, pero aun así mi padre nos encontraría  – no te quiero volver a ver, ya me aburrí de ti.

Dije fríamente, alejándome rápidamente de su lado, sintiendo mi corazón romperse en mil pedazos a cada paso que daba, sacando de mi bolsillo derecho una pequeña cajita, con un bonito anillo adentro, lamentándome por no haberle dicho lo que en verdad quería decirle en nuestro encuentro, decirle que era él la persona con la que quería compartir el resto de mi vida, que era tan importante para mí como lo era también mi fallecida Madre, pero eso ya no podía ser, tenía que alejarlo de mí, si quería que siguiera con vida.

- Luego de eso me casé con tu madre, habíamos sido buenos amigos desde niños, así que eso había hecho menos difícil mi pena, ella sabía muy bien que no la amaba, pero aun así quiso quedarse conmigo hasta decidir divorciarnos finalmente cuando mi Padre murió.

- Eso explica por qué no hubo tanto drama con lo de su divorcio – Keito rió un poco, limpiándose las lágrimas que habían caído durante mi relato.

- ¿Me odias? – Pregunté sintiéndome avergonzado de contarle aquella penosa parte de mi vida.

- ¿Por qué lo haría? Lo hiciste para protegerlo, yo hubiese hecho lo mismo, no soportaría saber que la persona que amo muere por mi culpa y conociendo a mi abuelo, no lo hubiese dudado.

- ¿Sabes qué es lo único que me alegra de que pasara todo esto?

- ¿Qué? – Pregunta curioso.

- Mis dos amados hijos – sonrío orgulloso, abrazándolo fuertemente.

- Tu eres el mejor Papá del mundo – dice correspondiendo a mi abrazo - ¿Y sabes qué sería más perfecto? – Niego con la cabeza – que Maru-sensei también sea mi Papá, que seamos los cinco una hermosa familia.

- ¿En verdad eso quieres? – Pregunto entusiasmado y sorprendido.

- Yo estoy segurísimo de que todavía te ama, así que cuenta conmigo para lo que sea.

- Gracias Keito, pero ya sabes, ni una sola palabra de esto a tu hermano.

- Mis labios están sellados – sonreímos ambos, terminándonos de comer las galletas que nos habían traído, sentía como si me hubieran quitado un gran peso de encima y mi motivación de volver a conquistar a Maru-chan se hacía cada vez más fuerte.


*Maruyama Ryuhei*

- ¿Dónde estará ese libro? – Digo para mí mismo, buscando en las cajas que todavía no había abierto desde que me había venido a vivir a Tokyo junto con mi hijo – Aquí está – suspiro aliviado tomando en mis manos aquel pesado libro de historia de la literatura japonesa.

- Felicidades por tu ingreso a la Universidad – dijo Yoko llevando entre sus brazos una caja envuelta en papel regalo.

- ¿Y eso?

- Es un regalo para ti – dijo emocionado.

- Yoko, no debiste molestarte – dije tomando la caja.

- No es ninguna molestia, además es algo que te servirá de mucho – dijo sonriente – ábrelo - Y bajo su mirada expectante comencé a rasgar el papel cuidadosamente, sorprendiéndome de ver lo que había dentro.

- ¿Cómo lo conseguiste? – Pregunté sorprendido, de éstos ya no se encontraban casi ni de segunda y si los habían estaban casi por las nubes.

- ¿Te gusta?

- Me encanta – dije dejando el libro sobre la mesa, dándole un beso lleno de ternura.

- Sabía lo mucho que lo querías, así que moví cielo y tierra para conseguírtelo.

- En verdad gracias.

- Te mereces esto y mucho más mi amor – dijo volviéndome a besar, abrazándonos con fuerza.

- Creo que esto es lo único que conservo de él – digo un poco nostálgico – pero eres muy bonito y maravilloso como para botarte – digo abrazando el libro, sin dejar de pensar en la persona que me lo había dado, aunque eso me molestara.

CONTINUARÁ...

1 oct 2016

SPECIAL LOVE

Hola, muy buenas tardes <3
En el día de hoy les traigo un Oneshot muy especial, que he escrito con mucho amor y cariño para alguien que es muy importante en mi vida, que aunque todavía no nos conozcamos en persona, nuestros corazones siempre están conectados y en verdad estoy muy agradecida con Dios por ponérmela en mi camino, en verdad que te adoro San-chan <3 ya llevamos 5 años de conocernos y cada día me siento más ansiosa por ir a visitarte, estoy trabajando muy duro para lograrlo >///<
Espero que les guste este Oneshot y de una vez les digo que de éste saldrá un serial, que si todo sale bien lo comenzaría a publicar en el 2018, así que espero paciencia de su parte X///D
Muchas gracias por sus lindos comentarios y espero traerles pronto el capitulo 27 de Father's Love.



Tema: Special Love
Extensión: Oneshot
Parejas: OkaJima
Autora: Akari-chan


- Que aburrido… - suspiro con desgano mirando por el balcón de la ventana de mi cuarto, viendo a la gente correr de un lado para el otro con adornos, flores y demás cosas para éste día tan especial, el día en el que mi hermano mayor y también Rey de este reino, se casará con la persona que ama.

Salgo de mi habitación en busca de algo con que entretenerme, ya que por más que quiera ayudar con las cosas de la boda, ninguno de los sirvientes me lo permite, siempre con la bendita excusa de que esas labores no han sido hechas para los príncipes como yo.

- Me gustaría que estuvieras aquí – digo en un susurro, pensando en mi persona especial, aquel chico que tanto me desvela.

- ¡Yuto! – Exclama mi hermano Daiki abalanzándose sobre mí, haciendo que caigamos ambos al suelo.

- Dai-chan ¿pero qué te pasa? – Digo molesto y un poco adolorido por el golpe.

- Es que pensaba que estabas enfermo o algo, ya que no habías salido de tu habitación en todo el día, pero estoy tan feliz de que te encuentres bien – dice alegremente.

- Estoy bien, así que quítate de encima – digo viendo cómo éste se levanta rápidamente, ayudándome a ponerme de pie - ¿no deberías de estar con Inoo-san?

- Kei está ayudándole a Yuya con su traje – dice haciendo puchero, sé lo mucho que le gusta estar con su novio y lo entiendo, yo también quisiera estar ahora con el mío.

- No te preocupes, cuando termine todo este alboroto podrás estar con Inoo-san – digo sonriente, alborotando sus cabellos.

- Soy mayor que tú, yo debería de hacer eso – dice haciendo otro puchero, ligeramente molesto.

- Pero yo soy más alto.

- Eso no es justo, entiendo que Yuya lo sea porque es el mayor ¿pero tú?

- Príncipe Daiki, hasta que te encuentro – dice Hitomi-chan acercándose a nosotros, respirando agitada.

- ¿Qué pasó? ¿Por qué vienes tan apurada? – Pregunta Daiki un poco preocupado.

- Es que Yuri necesita verte, está muy nervioso – dice ella sonriente.

- ¿Y por qué está nervioso? Si mi hermano lo adora.

- Eso lo sabe, es que le causa temor ser observado por tanta gente y pidió que viniera a buscarte.

- Ya veo, entonces iré de inmediato – dice sonriente – Yuto ¿vienes?

- Es mejor que sólo vayas tú, es tu mejor amigo de todos modos.

- Pero no quiero que te quedes solo – dice preocupado.

- Estaré bien, no te preocupes.

- Nos veremos en la ceremonia entonces – dice dándome un cálido abrazo.

- Con su permiso – dice Hitomi-chan comenzando a caminar rápidamente junto con mi hermano.

Suspiro nuevamente y retomo mi camino hacía los jardines del castillo, allí en dónde lo conocí a él. Sonrío al recordar lo torpe y temeroso que era cuando éramos niños, aunque en ocasiones todavía lo es, lo amo tanto y me hace tanta falta ¿por qué no vuelves pronto?

- ¿Pensando nuevamente en él? – Pregunta Hikaru, el hechicero del reino y mi mejor amigo en el mundo.

- Hikaru… - digo abrazando fuertemente a mi amigo.

- ¿Por qué siempre te pones así cuándo él no está cerca? – Pregunta divertido.

- Simplemente no puedo soportar estar lejos de él, ya han pasado 4 meses desde que se fue.

- ¿Pero te ha escrito?

- Claro que lo hace y yo también, pero no es lo mismo Hikaru, yo lo quiero aquí conmigo.

- Pero él está en una misión importante, volverá en cuanto menos te lo imagines – sonríe amablemente.

- Pero lo quiero ya – digo con desgano.

- ¡Hikaru! – Exclama alguien muy conocido por ambos, corriendo hacia nosotros, abrazando a mi amigo, al mismo tiempo que lo besa en los labios.

- Pensé que no vendrías – dice Hikaru besándolo de vuelta.

- No iba a perderme la boda de Yuyan por nada, además también tenía muchas ganas de verte – dice Ryosuke abrazando por el cuello a mi amigo.

- A mí también me alegra mucho verte Ryosuke – digo al ver cómo éste me ignora.

- Lo siento Yuto – sonríe despegándose de mi amigo, para abrazarme a mí, Ryosuke es el príncipe del país vecino con el cual tenemos buenas relaciones y también es un gran amigo nuestro y novio de mi mejor amigo.

- No pasa nada, hace mucho que no veías a Hikaru, es normal que el resto del mundo desaparezca cuando estás con él.

- ¿Y tú novio? – Pregunta mirando hacia todos lados.

- Está en una misión, volverá dentro de una semana – digo desanimado.

- Ya veo… Hika-chan, quiero ver a Yuyan – dice Ryosuke tomando a Hikaru por el brazo.

- No creo que tenga tiempo para recibir visitas ahora – dice Hikaru.

- Vayan, mi hermano estará muy feliz de ver a Ryosuke.

- Gracias Yuto, vamos Hika-chan – dice tomándolo de la mano.

- Nos vemos más tarde - dice Hikaru yéndose junto con su novio en busca de mi hermano.

Sonrío volviendo con mi camino, adentrándome cada vez más en los jardines, disfrutando del agradable aroma que desprenden las flores, ese olor que tanto me recuerda a él. Sigo caminando viendo más adelante bajo de un árbol a Yabu-san comiéndose prácticamente a besos a su prometido Ryutaro, así que trato de hacer el menor ruido posible para que no me noten.

- Creo que es mejor que vaya a alistarme – digo resignado, encaminándome de nuevo a mi habitación.

Al llegar a ésta me recuesto en mi cama, mirando al techo, con mis pensamientos sumidos en una sola persona, pasando por mi cabeza cada momento vivido con él, sus besos, sus abrazos, sus caricias…

- Te extraño Keito – digo en un susurro, cerrando los ojos.

- Yo también te extrañé – escucho su voz de repente, haciéndome sentar en la cama del susto, viéndolo de pie en la puerta de mi habitación.

- ¡Keito! – Exclamo sorprendido y levantándome rápidamente de la cama, corro hasta sus brazos, dándole dulces besos sobre su rostro - ¿cómo es que estás aquí? ¿No qué ibas a llegar la siguiente semana? – Pregunto extrañado de verlo tan pronto.

- Quería darte una sorpresa, me alegra que Ryosuke no te dijera nada.

- ¿Él lo sabía? – Pregunto todavía más sorprendido.

- Sí, de hecho me vine con él – dice rodeando mi cintura con sus brazos.

- Eres malo – digo sin querer separarme de él, abrazándolo con la misma intensidad con la que él lo hace.

- Lo siento, no quería hacerte sufrir – dice comenzando a caminar hasta la cama, recostándome suavemente en ella.

- Keito… No te vuelvas a separar así de mí – digo rodeando su cuello con mis brazos, sintiendo su respiración chocar contra mi rostro – me has hecho mucha falta en las noches – digo por fin rozando mis labios con los suyos, completamente ansioso de fundirlos en un apasionado beso que no demoró en llegar.

- No lo volveré a hacer, todos estos meses sin poder tocarte han sido una tortura – dice volviéndome a besar, paseando sus manos por debajo de mi camisa, llevándolas hasta mis tetillas, apretándolas un poco hasta ponerlas duras. Rodeo mis piernas alrededor de su cintura, sintiendo ese placentero roce entre nuestros miembros, saliendo suspiros de mis labios cada que los separamos para tomar aire.

Cambiamos de posiciones quedando yo arriba, quitándome la estorbosa camisa y de inmediato desabotonar la de mi amado, tocando con deseo esa piel que tanto extrañaba, notando esas pequeñas cicatrices adornando su cuerpo, aquellas pruebas de sus constantes entrenamientos y batallas, mi amado es un caballero real y diariamente está arriesgando su vida, por proteger la nuestra.

- No llores – dice haciéndome caer en cuenta de las lágrimas que empapan mis mejillas.

- Es que si te llega a pasar algo yo…

- No me va a pasar nada – dice sentándose, besando dulcemente mis labios – es mi trabajo proteger al reino, pero más que todo a ti – besando mi frente – además estamos en tiempos de paz, no hay de qué preocuparse – sonríe dulcemente.

- Te amo, te amo, te amo – digo volviendo a capturar sus labios, tumbándolo nuevamente sobre la cama, besando y lamiendo la piel de su cuello, pecho, abdomen, queriendo borrar con eso aquellas marcas en su cuerpo.

Llevo mi cabeza hasta su entrepierna, notando el bulto que se hace bajo el pantalón, me relamo los labios y quito sin pensar más aquella estorbosa prenda, viendo por fin lo que tanto he anhelado volver a tener dentro de mí. Le doy una ligera lamida, recorriendo con mis labios la extensión de ésta, disfrutando de escuchar sus gemidos y más al adentrarlo completamente en mi boca, siguiendo el mismo vaivén hasta sentir su semen mojar mi cavidad.

Me levanto de la cama para quitarme el resto de mi ropa, ante la atenta mirada llena de deseo de mi amado, volviendo rápidamente hasta sus brazos, siendo rodeado por estos, de ese calor que tanto me conforta.

- ¿Ya te he dicho que amo tus piernas? – Dice acariciándolas con descaro, pasando levemente sus uñas por ellas.

- Keito… Dejarás marcas… - digo en un jadeo.

- Pero a mí me gusta marcar lo que me pertenece – dice mordiendo suavemente mi cuello, sin dejar de aruñar mis piernas, haciendo más notables aquellas marcas rojizas.

- No tienes por qué hacerlo… – Digo tomando una de sus manos, llevándola hasta mi miembro que se encuentra totalmente erecto – todo mi ser es tuyo…

- Lo sé, pero me encanta hacértelo de todos modos – apretando un poco mi miembro – ver tus reacciones cuando te miras en el espejo, el cómo te masturbas de tan solo pensar en que esas marcas fueron hechas por mí.

- Keito… no sigas… - jadeo al sentir su dedo pulgar apretarse contra mi glande.

- ¿Con qué no quieres que siga? – Pregunta mirándome con curiosidad, sabe exactamente a qué me refiero, pero siempre se hace el que no sabe y eso me molesta, pero en estos momentos siento que no vale la pena reclamarle.

- Métemela Keito, no me hagas sufrir más – digo moviendo mis caderas, intensificando el roce entre nuestros miembros.

- Yo tampoco creo poder aguantar más – dice haciendo que me ponga en cuatro, dejando mi trasero delante de él, dirigiendo su lengua hasta mi entrada y lubricándola con su saliva, preparándome para lo que vendrá a continuación – Yuto… ¿Está bien si lo hago ahora? – dice rozando la punta de su miembro con mi entrada.

- Hazlo ya… - Digo jadeante, disfrutando de sentirlo entrar en mí, sintiendo ese dolor que al principio es molesto, pero que pronto me llevará a ese placer que tanto quiero.

Keito comienza a moverse lentamente, intensificando cada vez más sus embestidas, al mismo tiempo que mis jadeos y gemidos se hacen mucho más sonoros, temiendo por momentos ser escuchados por alguien de afuera. De un momento a otro Keito sale de mi interior y ante mi queja, me voltea dejándome boca arriba, abriendo a plenitud mis piernas, entrando bruscamente en mí, llegando a ese punto que tanto me vuelve loco de placer.

- Te… amo… Yuto… - Jadea embistiéndome con cada vez más fuerza, mientras llevo mis brazos hacia su espalda, apegándolo más a mí, quiero estar lo más unidamente posible a él.

Las embestidas no cesaron hasta sentir su semen mojar mi entrada y el mío derramarse entre nuestros cuerpos, jadeando exhaustos, con nuestros sudores mezclándose, felices de por fin volver a estar juntos.

- No vayamos a la boda – digo sonriente, quiero seguir estando así con él.

- Tenemos que ir, es la boda de tu hermano – dice dando un suave beso en la punta de mi nariz.

- Está bien, pero esta noche no te dejaré dormir – sonrío divertido, viéndolo levantarse de encima de mí.

- Tomaré el riesgo – dice volviéndome a besar – pero primero hay que tomar un baño – dice tomándome en sus brazos, alzándome como si fuera una princesa.

- Asegúrate de lavar muy bien todo mi cuerpo – digo con picardía, lamiendo su mejilla.

- Lo haré – sonríe, caminando hasta mi cuarto de baño, sintiéndome realmente feliz de tenerlo nuevamente a mi lado, porque mi vida no es la misma sin él a mi lado.

FIN