por fin día de actualización, pero al parecer los capis me están saliendo algo cortos >___< (bueno siempre los hago cortos XD) si los hiciera más largos me demoraría más en publicar y pues para no dejarlas esperar tanto hago las cosas así, cómo siempre este capi va dedicado a Mabe-chan, muchas gracias por sus comentarios y espero les guste el capi :'D
Tema: ~Seduciendo a mi profesor~
Extensión: Serial
Parejas: Takachii/Inoodai/Yamajima
Autora: Akari-chan
Capítulo 17
- Buenos días,
Yuto – decía mi amigo más bajo, mientras se acercaba a mi, sonriéndome
cálidamente -.
- Buenos días,
Yuri – respondí -.
- ¿Ya te
sientes mejor? – Preguntó -.
- Un poco –
tratando inútilmente de sonreír -.
Nos quedamos
en silencio por unos segundos, hasta que escuchamos unos murmullos que se
escuchaban a unos cuantos metros de donde estábamos, así que nos acercamos para
saber a que se debía tanto alboroto, pero hubiera sido mejor no haber ido y
menos para ver tal escenita, por un lado estaba feliz por ver a las dos
personas que más amaba y si, por fin después de tanto tiempo había reconocido
lo que sentía por mi mejor amigo y por otro lado odiaba verlos juntos y menos
al suponer que lo que tanto me temía había sucedido.
Vi cómo
entraban los dos al salón, Ryosuke siendo cargado por Keito en su espalda, para
seguidamente sentarlo con cuidado sobre su pupitre, se veían tan felices, pero
esa felicidad no la podía soportar, sonó el timbre y Yuri sin decirme nada se
fue, dándome antes de irse un par de palmadas sobre mi hombro, me sentía
desahuciado.
Caminaba a
paso lento, dirigiéndome al salón en el cual tendría que dar la primera clase
del día, el dolor en mi parte trasera era insoportable y si así estaba yo ¿cómo
estaría mi novio? No quería imaginar el dolor que estaba sufriendo, llegué hacía
mi destino, entrando por aquella puerta, viendo primero la hermosa sonrisa de
mi novio que se encontraba sentado en su puesto, de cierta manera verlo tan
sonriente me hacía sentir mucho mejor.
- Buenos días,
Sensei – se levantaron todos para luego hacer una reverencia, pero me
sorprendía que Daiki se pudiera mover sin problema -.
- Buenos días
– respondí, iniciando de una vez con la clase, más tarde hablaría con mi novio
-.
- Kou-chan,
nuestro padre nos podría ver – decía mi esposo entre besos, mientras lo tenía totalmente
desnudo aprisionado entre mis brazos, sobre el escritorio, el cual estaba totalmente
desordenado -.
- Anoche me
dejaste con las ganas y por eso este será tu castigo – dije maliciosamente,
para volver a devorar sus labios, aunque en realidad no fuera un total castigo
para él, adoraba ver su cara llena de terror al pensar en que seríamos
descubiertos -.
Bajé el cierre
de mi pantalón, dejando salir mi miembro que se moría de ganas por entrar en la
deliciosa entrada de mi esposo, abrí todo lo que pude sus piernas y lo penetré
de una sola estocada, haciendo que diera un fuerte grito lleno de placer, en
verdad amaba cada expresión que hacía con su rostro.
- Si sigues… gritando…
así… nos descubrirán – reí, viendo como con dificultad trataba de callar sus
gemidos, mientras que cada vez lo penetraba más rápido y fuerte -.
De un momento
a otro salí de su interior y lo volteé casi sin cuidado, dejándolo de espaldas
frente a mí, dándome una buena vista de su trasero y sin esperar más volví a
penetrarlo, entrando mucho más por aquella cavidad.
- ¡MUY BONITO!
- un escalofrío recorrió todo mi cuerpo al escuchar esa voz tan conocida para
nosotros, nos habíamos quedado totalmente quietos, sin poder articular palabra
alguna – Si van a hacer sus cochinadas, asegúrense de cerrar bien la puerta,
¿qué tal que hubiera sido un alumno y no yo? Ustedes si no cambian – y así sin
más nuestro padre se fue, cosa que nos extrañó demasiado, pero que agradecimos
que no nos regañara como lo hacía antes y viendo en esos momentos que no
seríamos castigados continuamos con lo que estábamos haciendo -.
De vez en
cuando nuestras miradas se encontraban, haciéndome sonrojar muy notablemente,
cosa que mi novio al verme así me sonreía dulcemente y sentía como mi corazón
latía rápidamente, la noche anterior habíamos hecho el amor y al haber sido mi
primera vez, lo hacía demasiado especial, pero el dolor en mi parte trasera,
aunque era molesto aún así no me quitaba esa enorme sonrisa que tenía en mi rostro,
me sentía muy feliz de estar a su lado, pero aún así no dejaba de pensar en Yuto,
quién nos miraba con suma tristeza pero entre miradas y sonrisas pasaron
rápidamente las horas hasta que llegó el momento de almorzar.
- ¿Estás
seguro de que puedes caminar? – preguntó mi novio con preocupación -.
- Claro que si
– dije mientras trataba de levantarme lentamente - ¡AY! – exclamé al sentir una
punzada en aquella parte -.
- Al parecer
te tengo que cargar de nuevo – reía burlonamente -.
- No es
necesario, yo puedo solo, ya verás – dije para después levantarme de una vez, tratando
de ser fuerte para soportar el dolor -.
- Lo siento,
no debí ser tan brusco – dijo agachando la cabeza, en verdad que se sentía mal
de verme así -.
- El dolor
pasará, pero lo que hicimos ayer estará siempre grabado en mi memoria y en mi
piel – le sonreí y luego lo besé, al separarnos pude notar como estaba su
rostro totalmente sonrojado, amaba ver esa parte tan dulce de él y que solo me
la mostraba a mí -.
- Entonces
vamos a comer – sonreímos, tomándonos seguidamente de las manos y caminamos
despacio hacia el patio del colegio a comer nuestros almuerzos -.
Esperaba impacientemente
a que llegara mi niño a la oficina, tenía tantas ganas de besarlo y acariciarlo
que la espera se me hacía horriblemente larga, no podía evitar sonreír
tontamente al recordar todo por lo que habíamos pasado, lo conocía
prácticamente desde que había nacido, inclusive en una ocasión le cambié el
pañal, era un bebé demasiado hermoso y lo amé desde el primer momento en que
mis ojos se encontraron con los suyos. De repente la puerta se abrió, dejándome
ver a la persona que ocupaba mis pensamientos, mirándome con deseo, mientras
cerraba con seguro la puerta de mi oficina.
- Estaba
ansioso por verte – dije luego de levantarme y acercarme hacía él,
arrinconándolo contra la puerta, apegando mi cuerpo al suyo -.
- Yo también
estaba ansioso – entrelazando sus brazos alrededor de mi cuello, dejando su
rostro muy cerca al mío, podía sentir como su respiración chocaba con la mía -.
- No sabes
cómo me tienes – susurré en su oído, tomándolo de las caderas y haciendo una
leve fricción entre nuestros miembros, saliendo un provocativo gemido de
nuestros labios -.
- Te a… - no
dejé que terminara la frase ya que me había apoderado de sus labios, besándolo con
lascivia, lo deseaba demasiado y me alegraba que me correspondiera de la misma
manera -.
Rodeó mi
cintura con sus piernas, así que aprovechando eso, lo llevé hacía mi escritorio, sentándolo ahí delicadamente,
sin dejar de comerle la boca, quitándole rápidamente el saco de su uniforme y
desabotonando luego su camisa, me separé de sus labios para dedicarme a ver su
hermoso torso, que me llamaba para que le diera un poco de atención, llevé mis
labios a su cuello, comenzando a chuparlo y morderlo un poco, pudiendo escuchar
muy cerca de mi oído, los excitantes gemidos de mi amado niño, quién con
rapidez abrió el cierre de mi pantalón e introdujo su mano, acariciando mi pene
por encima de la tela del bóxer.
- Qui… quiero
tenerlo dentro – decía jadeante, mientras lo apretaba un poco más, haciéndome
gemir -.
- Cuando sea
el momento indicado, te prometo que pronto te estaré embistiendo como loco y lo
vas a disfrutar mucho – le dije mientras le quitaba los pantalones, mi niño se
sonrojó hasta parecer un tomate y asintió alegremente, me encantaba lo obediente
que era en algunas ocasiones, lo dejé solamente con su camisa abierta, quedé
fascinado por lo mucho que había crecido ese cuerpo, aunque había quedado de
una estatura baja, podía apreciar muy bien su cuerpo que estaba muy bien
formado a pesar de su edad -.
- No es justo
Yuyan – esa frase me sacó de mis pensamientos -.
- ¿Qué no es
justo? – pregunté algo confundido -.
- Es que estoy
casi semidesnudo y tú no te has quitado nada – me decía haciéndome un adorable
puchero -.
- Entonces,
quítame tu la ropa – le dije apretando una de sus tetillas, mientras que con mi
otra mano rodeaba su miembro, moviéndolo de arriba abajo sobre toda su
extensión -.
Pero algo que
no esperaba y que temía nos interrumpió, unos suaves golpes en la puerta desde
la parte de afuera, lo que hizo que me detuviera.
- ¡Yuyan!
¿Estás ahí? – aquella era la voz de la que era mi prometida en ese entonces,
pero al parecer a mi niño eso no le importó, ya que sin darme cuenta ya tenía
los pantalones hasta mis tobillos y él ya comenzaba a acariciar mi miembro
totalmente erecto -.
- No le
respondas – dijo en un susurro, apretando mi pene entre sus manos -.
- Pero… - no
pude decir nada más ya que mi niño me besaba de manera demandante y así que lo
seguí en aquel excitante juego, ignorando por completo los golpes que venían de
afuera -.
- ¿Será que no
está?
- Tanaka Haruna,
¿buscas a Takaki? – pregunté -.
- Sanada-san,
que gusto verlo – me sonrió con esa sonrisa hipócrita que tenía, ella y yo nunca nos habíamos llevado bien -.
- No sé como
has entrado, pero debes estar informada de que gente particular no puede entrar
a este Instituto, a no ser que sea el familiar de un alumno.
- Pero si yo
soy la prometida de uno de sus profesores.
- Seas lo que
seas para Takaki, no está permitido que entres, está en el reglamento del
Instituto, aquí no se permiten visitas conyugales.
- Pero solo
vengo a saludarlo.
- Eso no me
importa, incumples con las reglas que con tanto esfuerzo he hecho seguir en
este lugar, así que si quieres ver a tu prometido, tendrás que hacerlo en otra
parte, pero no aquí – dije de manera demandante -.
- Está bien me
voy.
- Te acompaño
a la salida – le dije, no entendía como Takaki pensaba en casarse con alguien
tan despreciable como ella, por esa actitud la habían dejado plantada en el
altar, esperaba que Takaki recapacitara de su decisión -.
- Dai-chan
¿cómo hiciste para que estés caminando sin dificultad? – pregunté de una vez que
mi novio entró a mi oficina -.
- Esto… - se
sonrojó – es vergonzoso – decía apenado -.
- Quiero
saber, es que ya no me aguanto el dolor – en eso una hermosa sonrisa se asomó
por su rostro -.
- Es que
cuando llegué ayer a casa, mi madre vio que caminaba extraño y sin preguntarme
nada, me dio unos medicamentos para el dolor y una pomada – dijo avergonzado -
aunque todavía me duele, pero solo un poquito – me sonrió al mismo tiempo que
me daba una pequeña bolsa, la cual recibí con curiosidad -.
- ¿Y esto? –
pregunté -.
- Son los
medicamentos y la pomada que me recetó mi mamá, como se acabaron, los compré para
ti.
- No te
hubieras molestado.
- No es ninguna
molestia, pensé que también estarías sufriendo por el dolor y no podía dormir
bien de pensar en eso.
- Gracias Dai-chan – lo abracé y lo besé
dulcemente, todavía no podía creer que un ser tan hermoso como él me amara
tanto -.
- Aunque, me
quedé con las ganas de más – me dijo de repente de manera pícara -.
- Yo también,
pero tenemos que seguir con las tutorías, no te puedes descuidar de tus estudios.
- Ok – dijo desanimado
-.
- Pero
prepárate para este fin de semana, que no te voy a dejar levantarte de nuestra
cama – sonreí pervertidamente -.
- Eso suena
bien – y sin más nos volvimos a besar, para luego continuar con la tutoría,
ambos esperábamos con ansias a que llegara el fin de semana para volvernos
entregar a ese hermoso acto de amor -.
CONTINUARÁ…