Capítulo 13
Me levanté con
una gran sonrisa en mi rostro, lo sucedido el día anterior con Kei-chan en el
cine fue realmente maravilloso, a veces me parecía tan increíble que alguien
cómo él me pudiera amar tanto, pero era una realidad y eso me hacía enormemente
feliz. Me levanté de la cama para luego entrar al cuarto de baño y ducharme,
esa noche sería muy especial y estaba ansioso por ver nuevamente a mi novio;
pero primero tenía que ir con mis padres al cementerio.
Bajé hasta el
comedor, en donde se encontraban mi padre y mis hermanos ya desayunando, los
saludé, me senté en mi lugar y de una vez
llegó una de las sirvientas con mi desayuno y comencé a comer de
inmediato.
- Padre –
interrumpió Kota - ¿a qué se debe la cena de esta noche? – nos quedamos mirando
a mi padre, en espera de la respuesta, a mi también me daba curiosidad -.
- Es una fecha
muy especial para mí y esta vez quiero celebrarlo con ustedes, que son mi
familia – sonrió, volviendo a tomar de su café -.
- ¿Y por qué
invitaste a Dai-chan? – preguntó Hikaru -.
- Porque
además de ser el novio de Kei, también le incumbe venir a esta cena.
- ¿Tiene que
ver con la persona a quién se parece? – pregunté -.
- Exactamente
hijo.
- ¿Entonces
por fin sabremos quién es? – Preguntó Hikaru emocionado, nuestro padre solo
asintió y haciendo una reverencia salió del salón, dejándonos a los tres con
las ganas de saber de quién se trataba -.
Fuimos a
comprar unas hermosas flores, antes de ir al cementerio el cual quedaba a las
afueras de la ciudad, todos los años en esa fecha íbamos los tres a visitar la
tumba de mi abuelo, nunca lo conocí y mi padre tampoco ya que él había muerto
meses antes de que mi padre naciera. El cementerio era bastante grande, así que
nos costaba un poco encontrar su tumba, al llegar por fin a ésta y como en
todos los años, ya había un enorme adorno de flores frente a la tumba, nunca
habíamos podido saber de quién provenían, pero al verlo tan hermosamente
decorado, de seguro era alguien que lo había apreciado muchísimo, no le dimos
más importancia al asunto y poniendo nuestro ramo en ella comenzamos a rezar.
El día pasó
bastante rápido y ya iba en el auto directo a la casa de mi amado Dai-chan,
tenía tantas ganas de verlo, abrazarlo y besarlo, lo amaba y no quería perder
ni un solo segundo de cada momento que pasaba con él, lo que más deseaba en la
vida era verlo sonreír y eso era lo que haría, ya que su felicidad era también
la mía. Toqué la puerta y rápidamente fue abierta por el chico que ocupaba gran
parte de mis pensamientos.
- Kei-chan -
dijo para luego besarme, beso al cuál correspondí con gusto, pero no duramos
mucho ya que sus padres nos veían con una gran sonrisa sobre sus rostros -.
- Tranquilos,
piensen que no estamos aquí – decía mi suegra -.
- ¡Mamá! –
exclamaba mi novio, se veía tan lindo sonrojado, notando que iba vestido con un
elegante traje negro con una corbata roja anudada en su cuello -.
- Te ves
hermoso Dai – dije dándole un dulce beso en la frente -.
- Gracias –
volvió a sonrojarse – tú te ves guapísimo – ambos sonreímos y olvidándonos por
un momento de que nos miraban, volvimos a besarnos -.
- Hacen bonita
pareja – dijo mi suegro, haciendo que nos volviéramos a separar -.
- Ya es
momento de irnos – dije tomando la mano de mi novio -.
- Que les vaya
muy bien chicos y salúdame a tu padre Kei-kun.
- Si señora –
le respondí sonriente -.
- No se
preocupen por la hora de llegada, si quieren pueden volver mañana – decía mi
suegro -.
- Y Kei-kun sé
gentil.
- Lo seré –
dije sonriente, sabía muy bien a que se refería y al parecer Dai-chan ni
enterado ya que me miraba confundido -.
- No es nada –
le sonreí –.
- ¡Hasta
luego! – dijimos ambos entrando de una vez al auto -.
Camino a la
mansión de mi padre nos besábamos dulcemente, nos habíamos extrañado demasiado
y eso que no llevábamos ni más de un día sin vernos, sus brazos rodeaban
delicadamente mi cuello y yo con mis manos acariciaba lentamente su cintura,
era una sensación realmente agradable y deseaba estar así para siempre pero
tuvimos que interrumpirlo ya que habíamos llegado a nuestro destino; salí del
auto y ayudé a mi novio a salir de éste, nos dimos un corto beso y tomándonos
nuevamente de las manos entramos a la mansión.
Aquella era la
primera vez que iba a la mansión y por ende me sentía entre nervioso y
emocionado, era realmente grande e idéntica a las que se veían en los doramas.
- Es enorme –
susurré al entrar en ella-.
- De hecho es
la más pequeña que pudo comprar mi padre
- dijo Kei-chan mientras sonreía -.
- ¿La más
pequeña? – pregunté bastante asombrado -.
- Sí, las
demás eran realmente enormes – rió – ven, te mostraré cada rincón de la mansión
– dijo tomándome de la mano, empezando a caminar alrededor de ésta -.
Recorrimos
todo el lugar, viendo cada habitación que se hallaba dentro, excepto la
habitación de mis cuñados ya que ciertos sonidos algo vergonzosos para mí se
escuchaban desde dentro, mi novio solo se reía, llevándome por último a su
habitación, era tan amplia y tan bonita como las demás que me había mostrado,
necesitábamos nuestro momento a solas.
- ¿Ya te dije
que te ves hermoso? – me dijo para después besarme dulcemente en los labios -.
- Muchas veces
– sonreí, abrazándolo por el cuello, mientras que él me llevaba hacía la cama,
recostándome suavemente sobre ella, quedando él encima de mí -.
- Quiero que
nos besemos hasta que nos llamen para bajar a cenar, aunque tenga ganas de
quitarte la ropa no quiero desarreglarte – rió, yo solo asentí dejándome
envolver nuevamente por sus dulces labios -.
La hora de la
cena se estaba acercando, así que ya listo bajé hasta el comedor.
- Mizuki-chan,
ve y avísale a los chicos que ya pueden bajar – la sirvienta se fue de
inmediato, ahora solo faltaba esperar, así que me senté en mi puesto de
siempre, esperando pacientemente -.
Nos vestíamos
rápidamente, nos habíamos quedado dormidos después de nuestra “sesión” de la
tarde, me causaba mucha gracia las expresiones de Hikaru, cuando estaba apurado
se veía tan lindo.
- Es por tu
culpa Kou-chan – me decía mientras se ponía los zapatos -.
- No te hice
nada que no te gustara – dije tranquilamente poniéndome la corbata -.
- Lo sé, pero…
- se acercó a mí, besándome de manera desesperada – cuando acabe la cena ¿lo
repetimos? – me decía con esa sonrisa pervertida que tanto me encantaba -.
- Cuantas veces quieras.
- Yabu-sama,
Yaotome-sama ya pueden bajar a cenar – gritaban desde afuera, nadie se atrevía
a entrar a nuestra habitación -.
- Ya vamos,
gracias – dije para luego salir y dirigirnos al comedor -.
Dai-chan y yo
nos encontrábamos acostados uno al lado del otro sobre mi cama, hablando sobre
muchas cosas, besándonos de vez en cuando hasta que escuchamos unos suaves
golpes en la puerta, me levanté, de seguro era para avisarnos que bajáramos.
- Inoo-sama la
cena está lista, ya pueden bajar al comedor – dijo la sirvienta haciendo una
reverencia -.
- Gracias
Mizuki-chan – se retiró y luego de eso sentí como mi novio me abrazaba por la
espalda -.
- Vamos – se
puso delante de mí, dándome un corto y dulce beso, tomándome de la mano y yendo
juntos hasta el comedor y al llegar ya estaban mi padre y mis hermanos en sus
respectivos asientos, esperando a que nosotros llegáramos -.
- Perdón por
la demora – dije indicándole a mi novio donde debía de sentarse, que era justo
al lado mío, saludamos a los presentes -.
- ¿Ya
conociste toda la mansión, Dai-chan? – preguntó mi padre -.
- Si suegro,
Kei-chan me mostró todo el lugar, es muy grande y bonito – respondió Dai
sonriente -.
- Eres
idéntico – susurró mi padre, pero todos pudimos escucharlo -.
- ¿Idéntico?
¿A quién? – pregunté confundido -.
- A una
persona muy especial para mi.
- ¡¿Y quién
es?! – preguntaron mi novio y sus hermanos al unísono -.
- No sean
impacientes – rió – comenzaré con su nombre, de seguro cuando Daiki lo escuche,
sepa de quién se trata.
- ¿Y por que
tendría que saberlo?
- Porque esa persona tiene que ver contigo, su
nombre es Arioka Daichi - mis ojos se abrieron completamente al escuchar aquel
nombre y claro que sabía perfectamente quien era -.
- ¿Mi abuelo?
– Dije casi en un susurro debido a la impresión -.
- Si, tu
abuelo – sonrió dulcemente – y hoy se cumplen 45 años de su muerte – dijo con
algo de tristeza -.
- ¿Eso es
cierto Dai? – preguntó mi novio tomándome de la mano -.
- Si, hoy
fuimos al cementerio a dejarle flores – y de repente cierto adorno de flores se
me vino a la cabeza – entonces ¿tú eres el que siempre deja esas hermosas
flores en su tumba? – pregunté, necesitaba saber la respuesta -.
- Si, de hecho
todos los meses voy a dejarle flores – sonrió -.
- ¿Y cómo era
él? – pregunté con ilusión -.
- Físicamente
igual a ti y una muy buena persona, pero a diferencia tuya era muy reservado,
no era fácil que mostrara sus sentimientos – dijo sacando una pequeña foto de
su billetera, la tomé y mi novio y sus hermanos se acercaron para verla, era
muy antigua, pero se podía ver con claridad a dos jóvenes sonrientes en ella -.
- Se parecen
muchísimo – Dijo Yabu-san -.
- Bastante,
Papá era guapo – dijo Hikaru-san -.
- ¿Lo amabas?
– Preguntó Kei-chan de repente, nos quedamos los cuatro mirando a mi suegro, en
espera de una respuesta -.
- Les contaré
cómo fue todo – sonrió, cada uno volvió a su asiento y así él comenzó a hablar
-.
Hace mucho tiempo
Me encontraba
solo y llorando, sentado en una banca en un parque alejado de mi casa, en ese
tiempo era un chico bastante caprichoso y discutía con mis padres por casi
cualquier cosa, no me iba bien en los estudios y ese era el motivo de nuestras
discusiones y ese día había dicho cosas realmente horribles, pero mi orgullo no
me permitía disculparme apropiadamente con ellos, aún sabiendo que tenían
razón.
- ¿Te
encuentras bien? – escuché una dulce voz, haciendo que levantara la mirada,
viendo la sonrisa más hermosa del mundo -.
- S…si – dije
con dificultad debido al llanto -.
- Pues esas
lágrimas me dicen lo contrario – dijo aquel chico sentándose a mi lado, yo no
dejaba de mirarlo, llevaba un uniforme de Instituto, eso me indicaba que era
mayor que yo, ya que apenas iba a terminar la secundaria -.
Al parecer no
era mala persona así que le conté lo sucedido, nunca antes había hablado con
alguien sobre lo que me pasaba y nunca pensé que ese alguien sería un total
desconocido para mí, pero aún así algo me decía que podía confiar en él. Luego
de ese día nos hicimos muy buenos amigos, viéndonos casi a diario al terminar
las clases ya que estudiábamos en lugares distintos, yo había mejorado en mis
estudios y por ende ya no discutía con mis padres, Dai-chan había llegado a mi
vida cuando más lo necesitaba, haciendo que me enamorara poco a poco de él.
Pasó el tiempo
y con ello la graduación de Daichi, yo apenas cursaba el primer año de
Instituto, le había insistido a mis padres que me dejaran cursarlo en el mismo
que mi amigo, pero se negaron, ya que tenía que hacerlo en el Instituto que
heredaría algún día. Ese día quedamos de encontrarnos en el mismo parque en
donde nos conocimos, él me dijo que tenía algo muy importante que decirme, así
que lo esperé pero nunca llegó.
Fui a mi casa
y lo llamé a la suya, necesitaba saber si le había ocurrido algo, pero no me
contestaron, pensé que tal vez estaban celebrando en familia así que no insistí
más. Pasó una semana y no sabía nada de él, así que fui a su casa, con la
esperanza de encontrarme con él allá y efectivamente ahí estaba.
- Dai-chan –
lo abracé apenas abrió la puerta, me alegraba de que estuviera bien – por fin
te encuentro pensé que te había sucedido algo – dije aliviado -.
- Lamento no
haberme comunicado contigo pero tuvimos que hacer un viaje imprevisto, lo
siento si hice que te preocuparas Yu-chan – me dijo dulcemente, pero aún así
podía ver que su mirada no era la misma -.
- Te ves
diferente ¿pasó algo? – pregunté preocupado -.
- No pasa
nada, estoy bien, solo que algo cansado por el viaje, llegamos en la madrugada.
- Ya veo,
entonces me iré para que descanses – dije para luego retirarme -.
Después de ese
día aparentemente todo había vuelto a la normalidad entre los dos, pero
presentía que algo no andaba bien, lo sentía un poco distante conmigo y eso me
lastimaba. Pasó un año y Daichi me había pedido que nos viéramos en una
cafetería, tenía algo importante que decirme.
- Hola Yu-chan
– dijo él respirando algo agitado, al parecer había corrido hasta acá -.
- Hola
Dai-chan – sonreí – ¿qué es eso tan importante que debes decirme? – pregunté,
desde el fondo de mi corazón deseaba que fuera aquello que tanto quería
escuchar de sus labios -.
- Me casaré el
próximo mes – me lo dijo enseguida, en ese momento sentí como mi corazón se
desgarraba poco a poco, pero debía de ser fuerte para no llorar ahí mismo -.
- Apenas vas a
cumplir 20 años ¿No estás muy joven para eso? – En verdad no lo podía creer,
tenía que ser una broma -.
- Estoy
hablando en serio – dijo cambiando su expresión a una seria, mis lágrimas poco
a poco comenzaban a salir de mis ojos y sin pensarlo un segundo me levanté de
mi asiento y acercándome a él lo besé, pero fue un beso corto, me sentía tan
dolido que no pude esperar a ver su reacción y salí corriendo de ahí -.
Ese mismo día
tomé la decisión de irme al extranjero sin decirle ni siquiera a mis padres a
donde iba, no quería estar cerca de él y pensaba que de pronto la distancia me
haría olvidarlo, pero no fue así, cada día lo extrañaba más y eso me hacía
sentir peor. Así que meses después decidí volver, necesitaba hablar con él,
aunque ya estuviera casado y eso me hiriera profundamente, quería que fuera
feliz.
Fui saliendo
del aeropuerto a casa de sus padres para preguntar en donde vivía con su
esposa, pero al llegar me encontré con una noticia bastante desagradable.
Daichi había muerto hace un mes atrás en un accidente de trabajo, sentí como
nuevamente mi mundo se desarmaba, ahora no tan solo el matrimonio me había
alejado de él, sino que también la muerte hizo de las suyas, pero lo que más me
dolía era que no me había disculpado con él. Llegué a mi casa llorando, no
quería hablar con nadie, pero fui interrumpido por una de las sirvientas.
- Yuma-sama,
supongo que ya se enteró ¿verdad? – Dijo mirándome con preocupación, mis
lágrimas no dejaban de salir y sin poder contenerme la abracé, necesitaba tanto
de un abrazo – joven hace cuatro meses llegó esta carta, es del joven Arioka,
pero como no sabíamos donde estabas no pudimos entregártela – dijo dándome
aquel sobre, yo estaba anonadado, así que dándole las gracias subí a mi
habitación, acostándome sobre la cama, tratando de no romper la carta debido a
la desesperación -.
“Querido Yuma
Lamento todo el sufrimiento que te he hecho pasar,
de seguro en estos momentos debes de estarme odiando, pero no tenía opción, mis
padres insistían con esa boda y yo no pude negarme ¿te acuerdas del día de mi
graduación? No pude encontrarme esa vez contigo en el parque ya que mis padres
me habían dado la inesperada noticia de mi compromiso, me sentía muy triste ya
que eso impedía que estuviera con la persona que amo y si, esa persona eres tú,
eso era lo tan importante que te quería decir ese día, lo siento por hacerte
llorar el día que te dije que me casaría y no esperé que hicieras lo que
hiciste, aquel beso inesperado que me diste lo atesoraré por siempre en mi
corazón, pero por favor no quiero que te alejes de mi, no soportaría un día más
sin verte, sé que es doloroso para ti, pero quiero verte, tenerte cerca aunque
sea solo cómo los amigos que siempre hemos sido y por favor, nunca olvides que
Te amo y nunca amaré a nadie cómo te amo a ti.”
Mis
lágrimas volvieron a caer, mojando aquel papel, pero era una mezcla de dolor y
felicidad, dolor por haber huido sin disculparme y volver y saber que ya no te
encontrabas en este mundo y felicidad de saber que sentía exactamente lo mismo
que yo.
Nos quedamos
todos en silencio viendo como finas lágrimas mojaban el rostro de mi padre, nos
sentíamos tristes de escuchar aquella historia.
- Sabía que su
esposa había quedado embarazada, pero se fue lejos y no supe nada más de ella,
hasta que llegó Kei contigo ese día a mi oficina, en ese momento supe que eras
su nieto y fue como verlo nuevamente en vida – dijo limpiándose las lágrimas
con un pañuelo – y aunque Kei no lleve mi sangre, en ustedes veo realizado el
amor que Daichi y yo nos tuvimos – dijo ahora sonriente -.
- Me alegra
mucho que alguien cómo tú amara tanto a mi abuelo, mi abuela no solía hablar
mucho de él.
- Un día de
estos seguiremos hablando de él, ahora si todos a comer – y sin más trajeron la
comida y entre anécdotas y sonrisas continuamos con aquella cena. Al finalizar
la cena nos despedimos de todos, subiendo junto con Daiki al auto.
- ¿Adónde
vamos? – preguntó Dai-chan -.
- Lo sabrás
cuando lleguemos – el auto comenzó a moverse, mientras que yo comenzaba a darle
dulces besos a mi novio -.
CONTINUARÁ…