PARTE
II
*Yuya*
Siempre pensé de aquellos
alfas que complacían en todo a sus omegas que eran unos tontos y unos seres sin
personalidad que solo viven a través de los deseos de su pareja. O eso pensaba
hasta el día de hoy, en el que me he dado cuenta que ahora soy uno de ellos.
- ¿Irás a la presentación
del joven Chinen en la noche? – Pregunta Yabu mientras me ayuda a revisar unos
contratos.
- Por supuesto, no me
perdería por nada en el mundo una presentación de mi omega – sonrío ampliamente
– últimamente he desarrollado un gran interés en el baile.
- Diría que más bien en el
omega que se presenta – sonríe pícaramente.
- Por sobre todo eso –
suspiro dejando los papeles sobre el escritorio, viniendo a mi cabeza la
hermosa sonrisa de éste y su agradable aroma a chicle.
- Te gusta mucho ¿no es
así?
- Me encanta – sonrío
embobado – estoy enamorado de él, completamente enamorado.
- Me alegra mucho
escucharlo tan feliz mi Señor – sonríe sinceramente – el señor Chinen es un
omega excepcional y a pesar de las limitaciones que sufren los omegas en el
campo laboral él ha podido destacar maravillosamente.
- Es sorprendente – digo
mirando la hora en mi reloj de pulso – creo que ya es momento de comenzar a
prepararme para salir.
- ¿Deseas que te lleve en
el auto?
- No, muchas gracias,
ésta vez seré quien conduzca.
- Está bien, que pases
una excelente noche mi Señor, estaré al pendiente de lo que llegues a
necesitar.
- Muchas gracias, me
contactaré contigo si requiero de tu ayuda – digo mientras guardo mis pertenencias
en mi maleta – ¿sabes? Siento que cada vez es más insoportable el hecho de no
estar a su lado todo el tiempo.
- Cuando lo marques será
mucha más intensa esa necesidad – ríe divertido.
- ¿Más de la que siento
ahora?
- Bueno, no podría
decírtelo por experiencia ya que no tuve la oportunidad de marcar a un omega,
pero sólo hay que pensar en cómo es el señor Inoo con su esposo.
- Es verdad, apenas es la
hora de salida y ya tiene un pie fuera de la empresa y se pone ansioso e
insoportable cuando tenemos alguna reunión de emergencia – río - ¿eso me pasará
a mí?
- No lo dude mi Señor,
así que puedes ir preparándote para lo que te espera.
- Estoy decidido a
aceptar lo que se venga – sonrío con total alegría.
- Saluda al señor Chinen
de mi parte.
- Lo haré, que pases una
muy buena noche.
- Igualmente mi Señor –
dice haciendo una reverencia.
- ¿No vas a salir?
- Me quedaré a terminar
unos pendientes, es poco, así que no creo demorarme más de una hora.
- Está bien, nos vemos
mañana – digo finalmente saliendo por fin de mi despacho al encuentro con mi
amado omega.
Ha pasado un mes desde
que conocí a mi destinado, un lindo y pequeño omega llamado Yuri que me tiene a
sus pies desde el primer segundo que mis ojos se encontraron con los suyos. Al
que adoro cortejar debidamente con flores, joyas, dulces y salidas a cenar;
siendo su sonrisa, su dulce aroma a chicle y sus besos la mejor recompensa para
mí y todo lo que necesito para seguir trabajando fuertemente para proveerle de
todo lo que desee.
Pero así como es de lindo
y encantador, también es caprichoso, haciendo siempre pucheritos como niño
berrinchudo cuando decido molestarlo un poco y finjo no querer darle algo;
pensando en lo hermosa que es la secuencia en la que cruza sus brazos y frunce
sus preciosos labios, esos labios carnosos y dulces que se han convertido en mi
obsesión, los cuales beso inicialmente con ternura, deshaciendo poco a poco
aquel adorable puchero al adentrar mi lengua en su boca, haciéndolo mucho más
profundo y apasionado, hasta dejarlo sin aliento.
- Por favor Yuya,
contrólate – digo para mis adentros, mientras dejo mí auto en el estacionamiento
del teatro, saliendo del auto con un ramo de hermosas rosas rojas entre mis
manos.
Entro al auditorio con
prisa al notar que faltan pocos minutos para que empiece la presentación,
encontrando mi asiento correspondiente en la primera fila, sonriendo orgulloso
de pensar en aquella vez que mi omega me pidió que siempre estuviera lo más
cerca posible del escenario, ya que mi aroma hace que se sienta menos nervioso y
pueda desempeñarse mejor en su actuación y como el alfa obediente que soy
cumplo perfectamente con mi labor.
Las luces se apagan y con
éste simple acto el espectáculo se da por iniciado, fijando toda mi atención en
mí adorado omega, quién baila con gracia y una delicadeza impresionante, tan
preciso en cada uno de sus movimientos que hace que me sienta hipnotizado ¿y para
qué negarlo? Un poco excitado. Disfrutando no sólo de su destreza en el Ballet,
sino de cada parte de su cuerpo que resalta tan espléndidamente gracias a ese
traje hecho a medida para él, aquel cuerpo que cuando nos besamos delineo
lentamente con mis manos, ansioso por apretar con estas sus partes más suaves e
íntimas…
- ¿Señor está bien? –
Pregunta preocupada la señora que está sentada a mi lado.
- Sí, lo estoy… -
Respondo rápidamente.
- Por favor señor
controle esas feromonas – dice en voz baja otro de los asistentes.
- Pe… Perdón – me
disculpo notando que las demás personas a mí alrededor me miran con
desaprobación, quizás pensando que soy un alfa idiota y pervertido. Me disculpo
nuevamente y me acomodo en mi asiento, respirando profundamente hasta tener
controladas mis feromonas, lográndolo con éxito a los pocos segundos, iniciando
un nuevo acto en la obra en la que no participa mi omega, sintiéndome un tanto
aburrido por su ausencia, así que comienzo a divagar en mis pensamientos – hay
muchos alfas aquí – digo para mis adentros, pensando en todos esos alfas que lo
vieron anteriormente, sintiéndome molesto de sólo imaginarlo ¿lo habrán visto
con deseo? ¿Con malas intenciones? ¡No quiero que lo hagan! ¡Es mi omega! ¡No
tienen derecho de verlo más que yo!
- ¡Señor!
- ¡Lo siento! – Digo
saliendo del auditorio como alma que lleva el diablo, avergonzado por las cosas
que estaban comenzando a invadir mi cabeza - ¿pero qué me pasa? – Pregunto
extrañado y muy molesto conmigo mismo, sorprendido de sentirme como un alfa de
las cavernas que no puede controlar apropiadamente sus instintos - ¿tendrá que
ver con la abstinencia? – Sonrío amargamente, entrando al baño para refrescar
mi rostro.
Pensé que cuando me
encontrara con mi omega iba a ser todo como había querido siempre, enredado
entre las sábanas junto a él después de una maravillosa sesión de sexo, pero por
más que ese sea mi deseo y que mis ganas de tomarlo son inmensas no he tenido
el valor de hacerlo, me gana el temor de rechazarle después de hacerlo y en
verdad que no quiero que eso suceda, no lo soportaría y menos cuando me siento
tan pleno a su lado.
Miro por última vez mi
reloj y me dirijo nuevamente al auditorio antes de que empiece el siguiente acto,
mentalizándome en mantener mis feromonas controladas y de no molestar a los
demás presentes, esperando ver de nueva cuenta a mi omega sobre el escenario y
esperar pacientemente a nuestro encuentro, quizás estando cerca de él pueda
tranquilizarme del todo.
*Yuri*
- Muchas gracias a todos
por su duro trabajo en el día de hoy, la presentación ha sido todo un éxito –
dice la directora mientras todos aplaudimos y celebramos el final de la
temporada de Ballet. Invitándonos también a la fiesta que se dará a cabo en un
bar muy exclusivo de la ciudad, pero la he rechazado con anterioridad ya que
prefiero pasar la noche con mi alfa.
- Estuviste espléndido mi
amor – dice mi alfa llegando a mi lado en el lobby del teatro, llevando un
precioso ramo de rosas en sus manos.
- Gracias – sonrío
recibiendo el ramo con ternura, recordando el de la primera vez que nos vimos,
aquel que sequé y ahora se encuentra enmarcado y colgado en la sala de mi
apartamento como mi más grande tesoro, el primer obsequio de mi alfa.
Recibiendo también un dulce beso en los labios y un fuerte abrazo de su parte.
- Me has hecho tanta
falta hoy – dice mientras aspira mi aroma profundamente, compartiéndome también
el dulce del suyo; sonriendo de satisfacción al haber notado a pocos días de
nuestro primer encuentro que su aroma a vino tinto cambia según su estado de
ánimo, a uno dulce y suave cuando está feliz, principalmente cuando está a mi
lado, cambiando a uno fuerte y amargo cuando se molesta, al parecer sólo yo
puedo notarlo y eso me hace sentir orgulloso.
- También te extrañé
mucho – digo disfrutando de estar tan cerca de mi alfa, cuidando de no aplastar
las flores. Éste último mes ha sido el más maravilloso de mi vida; el conocer
por fin a mi alfa me ha dado la mayor de las alegrías. Es un hombre guapo y muy
atento, más de lo que hubiese imaginado antes, muchísimo más de lo que soñé
alguna vez.
- ¿Vamos al auto? – dice
tomando mi mano, comenzando con nuestro camino hacia el estacionamiento.
- Sí, por favor, quisiera
descansar un poco mis piernas.
- ¿Quieres que te lleve
en brazos?
- No, no te molestes… – pero
antes de que pudiese decir algo más él ya me estaba cargando en sus brazos,
como a una princesa, sintiéndome algo avergonzado por cómo nos miran las
personas que pasan por nuestro lado, pero eso no es más grande que la alegría
que siento por ser tan mimado por mi pareja.
- ¿A dónde quieres ir a
cenar hoy? – Pregunta caminando con firmeza y prisa.
- Quisiera ir a comer
algo más casual, como una pizza o una hamburguesa – respondo recostando mi
cabeza en su hombro, disfrutando de la cercanía del otro.
- Lo que desees mi amor –
dice besando con ternura mi frente, llegando hasta donde se encuentra
estacionado su auto, bajándome delicadamente y dándome un beso lento y profundo
en los labios, abriendo luego la puerta del copiloto e invitarme a sentar,
cerrando ésta para ir a su asiento correspondiente.
- Por cierto, pude sentir muy claramente tu
aroma entre el público – digo sonriente y más por el hecho de que mi alfa
estaba haciendo caso a mis peticiones, en verdad que sentirlo cerca me relaja
mucho – Aunque... ¿Pasó algo? ¿Por qué se hizo tan fuerte por momentos? –
Pregunto curioso y un poco preocupado; en lo que llevamos juntos nunca había
sentido su aroma tan inestable.
- He de confesar que me
sentía demasiado cautivado por uno de los hermosos bailarines – dice comenzando
a conducir hacía la salida del estacionamiento, saliendo de éste a los pocos
minutos, fundiéndonos con las ajetreadas calles de la ciudad.
- ¿En serio? ¿Era muy
hermoso? – Pregunto sabiendo perfectamente que está hablando de mí, pero me
encanta escucharlo de sus labios una y otra vez.
- Sí – sonríe coqueto – y
me lo he traído conmigo – dice acariciando suavemente mi pierna derecha
mientras el semáforo está en rojo, haciendo que me estremezca por su leve
contacto, queriendo sentir más de sus caricias, pero se detuvieron al cambiar
la luz a verde, retirando su mano, volviendo ésta a la palanca de cambios.
- Estabas celoso también
– digo volviendo mi mirada a él, luciendo tan atractivo haciendo algo tan
simple como conducir un auto, sonriendo avergonzado por hallarse descubierto. Además
de apreciar y amar sus cualidades, también he podido notar muy bien lo celoso
que es, el cómo aferra su mano en mi cintura, apegándose más a mi cuerpo cada
que otro alfa me mira aunque sea de reojo. Me gusta esa sensación de sentirme
de su propiedad.
- De repente comencé a
sentir celos de todos lo que te miraban – ríe – lamento mucho haber fastidiado
a tu público.
- Eso no importa ahora –
sonrío, llevando mi diestra a su mejilla para acariciarla con suavidad,
mientras Yuya recuesta un poco su cabeza sobre ésta, sin dejar de prestar
atención a la carretera.
Al poco tiempo llegamos
al lugar que mi alfa escogió para cenar, un restaurante de comida rápida
bastante popular, pero nada parecido a los restaurantes con estrellas Michelin a
los que acostumbra él a llevarme. Pero para ser sincero me siento demasiado
cómodo al estar en un lugar con un ambiente más alegre y familiar.
- ¿Te gusta? – Pregunta
mi novio sentándose a mi lado.
- Me encanta, hace mucho
no venía a éste lugar.
- ¿Venías mucho a éste lugar?
- Cuando era niño siempre
venía después de cada presentación junto con mis padres – sonrío con nostalgia –
pero como bailarín de Ballet tengo que mantener una dieta, así que ya lo hago
muy de vez en cuando.
- ¿Entonces he hecho mal
en regalarte dulces?
- No es malo pecar de vez
en cuando – digo finalizando con un guiño coqueto – además eso lo compenso con
ejercicio.
- Para mí te vez muy bien
– dice besando mi mejilla, acercándose un poco más al notar que un mesero alfa
se acerca a nuestra mesa.
- Muy buenas noches –
dice con una enorme sonrisa - ¿Desean pedir algo? – Pregunta acercándonos la
carta.
- En un momento te avisamos
– dice toscamente, haciendo que el mesero se retire presuroso.
- No seas grosero Yuyan –
digo haciendo un pucherito, llamándolo con ese apodo tan adorable que sé que a
él le encanta, porque se ha sonrojado.
- No estoy siendo
grosero, sólo quería que ese joven supiera cuál es su lugar – dice besándome
despacio en los labios, afianzando su agarre en mi cintura, bajando poco a poco
hasta mi cadera en donde aprieta un poco, haciéndome estremecer un poco.
- Yuya… Las feromonas –
digo apartándolo un poco sin realmente querer hacerlo – aquí hay niños – digo
viendo cómo los padres de éstos nos miran con molestia.
- Lo siento – dice
apenado mientras mira la carta, llamando al mesero de hace unos momentos para
que anote nuestro pedido.
Al llegar nuestras
hamburguesas nos disponemos a comerlas mientras conversamos de cualquier
trivialidad o de cómo nos fue durante el día, recibiendo uno que otro beso en
mis labios y una sutil caricia en mis piernas o espalda, mientras el aroma de
mi alfa se alternaba entre el dulce y el amargo.
- ¿Quieres que vayamos a
algún otro lado? – Pregunta al estar nuevamente ambos dentro del auto.
- Deseo ir a casa, estoy
algo cansado.
- Está bien, entonces te
llevaré a tu apartamento – dice acariciando un poco mi cabeza antes de encender
el auto, comenzando éste a moverse.
Aunque nuestra relación
va viento en popa, hay algo que me preocupa y no sé si será correcto
comentárselo o de plano no hacerlo y esperar a que las cosas fluyan
correctamente y vayan por el camino deseado. Tampoco quiero parecer un omega al
que sólo le interesa tener sexo, porque aunque lo desee tantísimo, estoy
completamente a gusto con él, con sus detalles, su compañía y en su forma tan
intensa de quererme ¿debería preguntarle qué sucede?
-
¿Todavía no lo han hecho? – Preguntó Ryosuke consternado mientras almorzábamos
en el restaurante frente a la academia.
-
No… - Respondo bajando la mirada, apenado por recurrir a pedirles consejo por
algo tan personal.
-
¿Pero por qué? – Preguntó Hikaru con preocupación – si en el Hospital estaban
que se devoraban.
-
No digo que Yuya no me desee – suspiré – porque de verdad puedo sentirlo en su
mirada, en la forma que me besa y en la intensidad de sus caricias.
-
¿Entonces? ¿Cuál es el problema?
-
No sé cómo explicarlo, es sólo que cuando pareciera que quiere llegar a más
algo lo detiene, como si eso le angustiara.
-
¿Tendrá alguna clase de trauma? – Preguntó Hikaru pensativo.
-
¿Disfunción eréctil? – Dijo Ryosuke riendo divertido, ganándose una mala mirada
de mí parte y de la de Hikaru - ¿Qué? Eso también le ocurre a los alfas.
-
No creo que ese sea el caso…
-
¿Y has intentado en hablar con él sobre eso?
-
¿Crees que estaría bien hacerlo?
-
Pues no lo sabrás si no le preguntas – suspiró Hikaru - Yuri – dijo sentándose
a mi lado con una reconfortante sonrisa – él es tu alfa, el que ha elegido la
madre luna especialmente para ti, si le dices lo que sientes de seguro te
comprenderá – sonrió dulcemente – aunque sean destinados la comunicación es muy
importante para cualquier pareja.
-
¿Y si se molesta?
-
¿Él te ha dado motivos como para que pienses eso?
-
No…
-
Confía en tu alfa Yuri.
- ¿Te ocurre algo Yuri? –
Pregunta Yuya preocupado al estar a pocos metros de la puerta de mi apartamento
¿en qué momento habíamos llegado siquiera al edificio?
- Lo siento, creo que
quedé muy absorto en mis pensamientos – digo avergonzado.
- ¿Estás bien? – Pregunta
acariciando mi mejilla derecha.
- Yuya… - Susurro
abrazándolo con fuerza, aspirando su delicioso aroma en busca de poder
relajarme - ¿Quieres quedarte conmigo un rato más? – Pregunto sintiendo todo mi
rostro arder por proponer tal cosa.
- Yuri…
- Por favor – digo
suplicante, ocultando mi rostro en su pecho – sólo un ratito.
- Yo también deseo estar
contigo – dice en un susurro que sólo yo puedo escuchar, sintiendo mi corazón
acelerarse por su respuesta, yendo a abrir la puerta rápidamente, invitándolo a
seguir.
- Bienvenido – digo con
una enorme sonrisa.
- Estoy en casa – dice
entrando lentamente a ésta, observando con atención cada detalle de ésta, ya
que es la primera vez que entra a mi hogar.
- Perdona un poco el
desorden – digo apenado de ver algunas cosas fuera de lugar.
- Es adorable – dice
abrazándome por la espalda, besando dulcemente mi coronilla – y huele a ti –
dice llevando sus labios hacia mi mejilla, haciéndome temblar al sentir sus
manos acariciando mi pecho y en un arrebato de deseo me volteo para acercar su
rostro al mío y besarlo con pasión, esa pasión que llevo conteniendo desde que
nos conocimos.
- Yuyan… - Jadeo al
sentir sus manos apretar mis nalgas, alzándome un poco para apoyar mi espalda
en la pared, haciendo que rodee mis piernas alrededor de su cintura,
profundizando muchísimo más aquel beso, tocando desordenadamente nuestros
cuerpos sobre nuestra ropa.
- Yuri… Creo que…
Deberíamos parar – dice mientras su respiración es agitada, apoyando su frente
sobre la mía.
- ¿Por qué? – Pregunto
desconcertado y más al momento en el que mi alfa se aparta un poco,
asegurándose de que deje mis pies en el suelo – No te gusto… ¿Es eso?
- No, no es eso – dice
mirándome con tristeza.
- ¿Entonces? ¿Aunque soy
tu destinado no me consideras lo suficiente para ti? – Digo comenzando a sentir
mis lágrimas bajar abundantes sobre mi rostro.
- Yuri no, no pienses eso
– dice abrazándome con fuerza, mientras trato inútilmente de apartarlo, pero
nunca seré tan fuerte como un alfa, así que me resigno y lo abrazo de vuelta,
todavía sollozando, sin decirnos nada por un largo rato.
- ¿Me deseas? – Pregunto
apartándolo un poco para mirarlo a los ojos.
- Muchísimo – dice besando
mi frente - más de lo que crees.
- ¿Cuál es el problema?
¿No te parezco atractivo?
- Es una tontería que
pienses así Yuri – ríe divertido – tuve una erección de sólo verte bailar hoy –
dice besando castamente mis labios – tú no eres el problema, soy yo – dice
avergonzado.
- ¿Puedes decírmelo? –
Pregunto curioso y un poco aliviado por sus anteriores palabras, si está en mis
manos ayudarle lo haré con todo el gusto.
- No estoy seguro de sí
desees escucharlo.
- ¿Por qué?
- Los omegas son muy
celosos.
- No creo que tanto como
un alfa – digo mirándolo desafiante, indicándole que nos sentemos en el sofá
que se encuentra en la sala – te escucho.
- Bien… - Suspira
profundamente, tomando mis manos entre las suyas, acariciando suavemente mis
dedos – antes de conocerte estuve con varios omegas, pero con ninguno tuve una
relación seria – ríe apenado – aunque claro, era imposible dado a lo que
ocurría después del sexo.
- ¿Y qué ocurría? –
Pregunto intrigado, escuchando a mi lobo rugir por los celos de saber que su
alfa había estado con otros omegas.
- ¿Tu lobo está molesto? El
mío me lo está diciendo.
- Sí – respondo – aunque
a mí no me molesta realmente, eres un alfa muy guapo y es normal tener tantos
omegas detrás de ti.
- Ahora todos ellos son
insignificantes a tu lado – dice besando el dorso de mi mano derecha, sin
apartar su mirada de mí.
- ¿Y qué era lo que
ocurría después del sexo? – Pregunto sonrojándome al sentir la punta de su
lengua rozar la piel de mi mano.
- Los rechazaba – dice
avergonzado, acercándose un poco más a mi lado – me venía la primera vez y los
sacaba casi que a patadas de donde estuviésemos, los repudiaba después de eso.
- Eso es muy cruel.
- Lo sé y créeme que esa
nunca fue mi intención – dice arrepentido – pero simplemente sucedía, no era
algo que pudiese controlar – suspira – por eso desde hace varios meses antes de
encontrarnos había decidido no tener nada con ningún otro omega.
- ¿Y hay alguna razón por
la que eso suceda?
- Con mi médico llegamos
a la conclusión de que quizás se deba a que ninguno de ellos era mi destinado y
que por eso mi lobo hacía que los rechazara.
- Algo parecido a lo que
hacía el mío antes de conocerte – sonrío - tu aroma es el único que se me hace
agradable, aparte del de mi padre, hubiese sido terrible repudiarlo a él también
– reímos ambos ante mi comentario.
- Yuri, te amo – dice
acercando su rostro al mío, apoyando su frente sobre la mía, pudiendo sentir demasiado
cerca su respiración – todo éste tiempo junto a ti ha sido lo mejor de mi vida
– sonríe – eres hermoso, divertido, amable y muy trabajador, te deseo tanto que
no tienes idea de lo mucho que me estoy conteniendo ahora mismo – dice besando
mis labios lentamente, finalizando con una suave mordida en mi labio inferior –
pero tengo miedo – dice con su mirada llena de tristeza – tengo miedo de
repudiarte y de no querer verte nunca más, no quiero echar a la basura todo
esos momentos, ni lo que siento por ti.
- Yuya… - Jadeo al sentir
su mano adentrándose por debajo de mi buzo, acariciando mi abdomen, haciendo
que me acueste sobre el sofá.
- No soportaría tal cosa
– dice comenzando a besar mi cuello – prefiero morirme si llego a repudiarte –
dice acomodándose en medio de mis piernas.
- Muramos juntos entonces
– digo sin titubear, haciendo que él me mire con asombro – tampoco quisiera
vivir si soy rechazado por mi alfa – beso la punta de su nariz – no sabremos si
aquello sucederá si no lo intentamos.
- Yuri, yo no…
- Yuya, te necesito –
digo en un susurro cerca de su boca – necesito tanto estar con mi alfa – digo
moviendo un poco mis caderas, sonriendo extasiado de sentir su miembro duro y
ansioso por entrar.
- Estás tan húmedo ahí
abajo – sonríe con picardía, simulando un par de embestidas en esa zona,
haciéndome retorcer y gemir de placer.
- No te contengas – digo
volviendo a besarlo con desesperación, con todo el deseo que tengo reprimido –
no me importa si eres rudo, quiero sentirte por completo aunque llegue a doler.
- Yuri ¿estás seguro de
querer tomar el riesgo?
- ¿No te parece romántico
el querer morir juntos?
- Creo que no podría
esperar menos de mi omega – sonríe aliviado – entonces ¿puedo?
- Tienes mi permiso desde
el primer día – sonrío coqueto – en verdad que deseaba que me tomaras ahí mismo
en la camilla del hospital – digo apartándolo un poco, poniéndome de pie
mientras él se acomoda sentado sobre el sofá, desvistiéndome lentamente ante su
mirada llena de deseo, quedando finalmente desnudo para él a su completa
disposición.
- Eres hermoso… - Susurra
mirándome de pies a cabeza, extendiendo sus brazos para tomarme de las caderas
y llevarme hasta su regazo, sintiendo todo mi cuerpo arder - ¿estás seguro de
que quieres hacerlo? – Pregunta cerca de mi oído, recorriendo mi cuerpo con
suaves caricias, como si fuera el tesoro más preciado.
- Completamente seguro –
respondo besándolo con vehemencia, tratando torpemente de quitarle sus ropas,
lográndolo a los pocos minutos gracias a su ayuda. Tocando con admiración su
torso, bajando lentamente mis manos hacía su entrepierna, ruborizándome de
sentirlo tan grande y duro, apartándolas de éste de inmediato.
- Eres libre de tocarlo
todo lo que quieras – ríe ante aquel acto tan inocente de mi parte – es sólo
tuyo de ahora en adelante – sonríe tomando una de mis manos para llevarla
nuevamente hacía su miembro palpitante - ¿te gusta? – Pregunta expectante hacía
mi respuesta.
- Mucho – digo comenzando
a mover mi mano sobre éste, mordiéndome el labio ante la idea de querer tenerlo
dentro, jadeando al sentir sus manos adentrándose en mis nalgas, rozando con
uno de sus dedos mi entrada ya demasiado húmeda.
- Estás muy mojado –
sonríe llevando sus labios a uno de mis pezones, lamiendo y chupando, mientras
masturba mi pene con la mano que tiene libre haciendo que gima fuertemente,
corriéndome a los pocos segundos, apoyando mi cabeza sobre su hombro,
respirando agitado, embriagado totalmente por la unión de nuestras feromonas en
el aire de mi sala, mientras mi alfa acaricia mi espalda dándome tiernos besos
en mi mejilla, sintiéndome reconfortado pero deseando mucho más.
- Yuya por favor… - Digo
suplicante luego de recobrar nuevamente las fuerzas, tomando su rostro entre
mis manos para besarlo y mover mis caderas, al mismo tiempo que mi alfa las
sostiene, intensificando más aquel contacto, disfrutando de sentir su pene
entre mis nalgas, sonriendo de escucharlo gruñir y jadear.
- ¿Tanto lo deseas? –
Pregunta besando mi cuello, a lo que yo asiento perdido en el placer que estoy
sintiendo, adentrando un primer dedo con facilidad en mí agujero, moviendo mis
caderas en busca de poder sentirlo más, besándolo mientras introduce un
segundo, un tercero, un cuarto… Corriéndome de nueva cuenta, volviendo a caer
entre sus brazos - ¿estás bien?
- Sí… - Susurro.
- Si quieres podemos
dejar así por ahora – dice dándome un casto beso en los labios – no quiero que
te sobre esfuerces.
- Puedo seguir – digo con
reproche – peores cosas he tenido que aguantar con el Ballet, podré ser un
omega que parece frágil pero mi cuerpo es muy resistente.
- Yo no pienso que seas
débil – sonríe acariciando mi rostro.
- Pero sigues estando
duro y no te has corrido ni una sola vez – digo haciendo un pucherito – y no me
parece justo después de todo lo que me has hecho sentir.
- Con la limitada vida
sexual que he tenido aprendí a aguantar un poco más - dice besando y lamiendo
mi cuello, continuando con las caricias alrededor de mi cuerpo por un tiempo
más hasta que he descansado lo suficiente para retomar nuestro momento íntimo,
besándonos nuevamente con mucha más intensidad que antes, indicándome que
levante un poco las caderas, sintiendo algo presionando mi entrada.
- ¿Todavía está en pie
eso de que deseas que sea rudo? – Pregunta mirando fijamente mis ojos, con el
deseo ardiendo dentro de los suyos – porque una vez que esté dentro no tendré
compasión alguna – jadea sosteniendo mis caderas con fuerza, sintiendo su
miembro adentrarse poco a poco, sosteniéndome de sus hombros hasta el punto de
enterrar mis uñas en estos al sentirlo completamente dentro de mí, es tan
doloroso, pero se siente tan bien…
Y aun cuando en un inicio
dijo que no tendría compasión, esperó un tiempo a que me acostumbrara, sintiéndome
tan conmovido por la gran consideración de mi alfa, sintiendo la imperiosa
necesidad de corresponderle a todas sus atenciones, recompensándole de la misma
manera, comenzando a mover mis caderas lentamente, disfrutando del doloroso
placer de ser penetrado no sólo por mi alfa, sino mi destinado, el que la madre
luna me había hecho esperar con tanto recelo y creo que ha valido totalmente la
pena.
*Yuya*
Todo mi cuerpo se
estremece al sentirlo rebotar sobre mi pene, extasiado por la maravillosa
sensación de estar dentro de él, algo nunca antes experimentado, como si todo
encajara a la perfección entre nuestros cuerpos, sosteniendo con fuerza sus
caderas para ayudarle con su placentera acción, besando cada parte de su cuerpo
que tengo cerca.
- Yuya… gime desesperado
sin dejar de moverse, suplicando por mucho más, pero al mismo tiempo notando
que su cuerpo está comenzando a agotarse.
- Buen chico – digo
besando su frente – ahora es mi turno - digo mientras lo levanto hasta salir de
su interior, ante su mirada confusa.
- ¿Dónde está tu
habitación? – Pregunto mientras lo alzo en brazos.
- Al fondo a la
izquierda… - dice mirándome expectante, caminando rápidamente hacía el lugar
indicado, agradeciendo internamente que la puerta está abierta.
- Pensé que tu cama era
más pequeña – río divertido, recibiendo un suave golpe en mi hombro de parte mi
omega por tan tonta broma de mi parte, yendo hacía ésta.
- Es que me revuelco mucho
cuando duermo - dice mientras hace un puchero.
- Eso tendré que
confirmarlo luego – digo besándolo fogosamente antes de estamparlo de espalda
sobre la cama y abriendo sus piernas sin cuidado alguno vuelvo a estar dentro
de él, embistiéndolo tal y como le había recalcado anteriormente. Derritiéndome
entre lo húmedas y apretadas que son sus paredes, mientras nuestros alientos se
mezclan entren jadeos, sonriendo complacido al escuchar a mi omega pidiendo por
más, luchando con las ganas de voltearlo y marcarlo, pero todavía no es el
momento, corriéndose éste por tercera vez, haciéndolo yo también luego de unas
cuantas embestidas, derramándome en su interior, sintiendo de repente que mi pene
se hincha.
- Du… Duele… - Se queja
Yuri aferrándose a mi espalda, removiéndose adolorido, lo estoy anudando,
sorprendiéndome de inmediato al recordar que es la primera vez que sucede.
- No te muevas – digo
limpiando las lágrimas que resbalan por sus mejillas con mis labios, dándole a
su paso tiernos besitos mientras acaricio sus caderas despacio – va a pasar
pronto, sólo tienes que relajarte – sigo besándolo hasta que el nudo
desaparece, saliendo de su interior lentamente y acostándome a su lado sobre la
cama, tomándolo entre mis brazos con cuidado, completamente feliz de no sentir
asco o repudio hacía él, sintiéndome ligero, como si un peso se me hubiese
quitado de encima.
- ¿No me repudias? –
Pregunta acariciando mi pecho, sintiéndolo ansioso por mi respuesta.
- No, claro que no –
sonrío volviendo a llenar su rostro de besos, demasiado eufórico por el
maravilloso acontecimiento.
- Yuya ¿lo de hace un
momento era un nudo? - Pregunta con curiosidad, pero con una leve sonrisa de
satisfacción en sus labios.
- Sí – sonrío - es la
primera vez que lo hago y no… No me puse el condón… - Digo apoyando mi frente
en su hombro, avergonzado por tal metida de pata.
- ¿Traías condones? –
Pregunta curioso, riendo un poco ante mi reacción, acariciando mis cabellos
tiernamente.
- En mi maleta los
traigo, eran tantas las ganas que tenía de estar contigo que pensé que en
cualquier momento ocurriría y justo cuando sucede no los uso – sonríe todavía
apenado.
- ¿Te preocupa tanto si
quedo embarazado? – Pregunta con algo de tristeza, volviendo mi mirada hacía
él.
- Nada me haría más feliz
que tener cachorros contigo – sonrío – pero tienes una carrera en el Ballet y
no quiero que la tengas que pausar por tenerlos y menos cuando lo he hecho sin
tu consentimiento.
- ¿Y qué te hace pensar
que yo no los quiero? Te preocupas demasiado Yuya – dice con una cálida sonrisa
– esto es todo lo que había deseado desde hacía mucho tiempo y ahora que lo tengo
no voy a soltarlo y… Quiero seguir…
- ¿Estás seguro? –
Pregunto besando sus labios – porque yo tampoco quiero soltarte ésta noche, ni
nunca – sonrío – pero primero hay que limpiarnos e ir por los condones.
- ¿Me llevas? – Pregunta
de manera adorable, extendiendo sus brazos para que lo cargue, lo cual hago con
toda la delicadeza que mi omega se merece, viéndolo desnudo y aún después de
todo lo ocurrido logra verse todavía tan lindo e inocente. Él también es todo
lo que necesito.
Despierto al escuchar el
sonido de llamada entrante de mi teléfono que se encuentra todavía en mi
maletín, levantándome de la cama con pereza en busca de éste que se encuentra
en algún lugar del suelo, asustándome al ver que son las once de la mañana y contestando
de inmediato al nombre de Yabu en la pantalla.
-
Mi Señor, estaba tan preocupado ¿dónde está?
- Hola Yabu – carraspeo
un poco para aclarar un poco mi garganta – estoy bien, más que bien, no te
preocupes – digo caminando de vuelta a la cama, en dónde todavía se encuentra
mi omega durmiente – estoy en el apartamento de Yuri.
-
Oh, entiendo – ríe ante mi respuesta – de seguro pasaron una muy buena noche.
-
Te dije que lo más probable es que estaba con el maestro Chinen –
puedo escuchar a Kei a lo lejos, acercándose cada vez más al teléfono – ponlo en altavoz – le dice a Yabu - sabía que éste día llegaría y que ibas a
arruinar a ese pobre omega ¿cómo está?
- No lo he arruinado,
tanto – río, acariciando suavemente la cadera de mi omega que está durmiendo de
lado.
-
Pues se te escucha muy contento – dice Kei.
- Lo estoy – digo
recostándome en la cama, apegándome al cuerpo de mi amado, quién se remueve un
poco, buscando mi calor – sé que no es propio de mí pero ¿podría no ir a
trabajar hoy?
-
Está bien, pero sólo por hoy, que no se te haga costumbre –
dice Kei - al menos no hasta que se
presente su celo ¿ya le has preguntado sobre eso?
- No, todavía no –
suspiro – lo hablaré con él cuando despierte.
-
Que no se te olvide – dice Kei luego de dar un suspiro – que la sigan pasando maravillosamente, Yabu
y yo nos encargaremos de tus asuntos, saluda al maestro Chinen de mi parte.
- Gracias.
-
Mi señor, estaré al pendiente por si necesitas algo.
- De hecho si necesito
pedirte un favor.
Una semana ha pasado
desde nuestra primera noche juntos, pasando todas las siguientes en compañía
del otro, ya fuese en su apartamento o en el mío, agradecido con la madre luna
porque ahora estoy viviendo todo esto que siempre había anhelado y aunque
todavía faltan muchos pasos que dar, estoy completamente seguro de que quiero
darlos todos junto con él.
- Mi Señor, tiene visita
– dice Yabu asomando su cabeza por la puerta de mi oficina después de tocar un
par de veces.
- ¿De quién? – Pregunto
apartando mi mirada de los documentos que tengo que mano, percibiendo un suave
olor a chicle viniendo desde afuera – hazlo pasar – digo levantándome para
recibir a mi adorado omega quién entra observando el lugar curioso.
- Nunca había venido a tu
oficina – dice acercándose darnos un fuerte abrazo y besarnos con dulzura – es
muy bonita y elegante.
- ¿Por qué no me dijiste
que vendrías?
- No quería molestarte
así que le pedí al señor Yabu que me ayudara a entrar.
- No eres ninguna molestia
mi amor – digo llevándolo hasta donde se encuentra el escritorio, sentándome en
la silla en la que estaba anteriormente sentado, indicándole que se siente
sobre mis piernas, lo que él hace de inmediato – puedes venir siempre que
quieras, voy a mandarte a hacer una identificación para que puedas hacerlo sin
problemas – digo acercando mi nariz a su cuello, disfrutando de su aroma.
- ¿Y si no te encuentro
aquí?
- Puedes esperarme hasta
que regrese – sonrío - ¿Y a qué se debe el honor de tu visita? – Pregunto
acariciando sus piernas, lo siento algo angustiado.
- Fui a hacerme un examen
de embarazo – dice nerviosamente, bajando la mirada.
- ¿Ya viste el resultado?
– Pregunto acariciando su espalda mientras él asiente lentamente, con sus
ojitos a punto de estallar en lágrimas, haciéndome preocupar – estás…
- No… No lo estoy… -
Susurra rodeando mi cuello con sus brazos, llorando desconsolado, sintiendo mi
corazón arrugarse por la tristeza de mi omega.
- ¿Tanto querías un
cachorro? – Sonrío al sentir un asentimiento de su parte, dejando que llore
hasta que logre calmarse, haciéndolo a los pocos minutos
- Sí… Desde la primera
vez que te vi pensé en que deseaba que fueras el padre de mis cachorros – dice todavía
sollozante.
- No te angusties mi amor
– digo besando su mejilla – podemos intentarlo más adelante, con más fuerza –
sonrío, comenzando a besarlo demandante, mientras saco algo de uno de mis
cajones y sin que pueda percatarse del todo, coloco un lindo anillo con un
diamante rosa en el medio, en su dedo anular izquierdo.
- Yuya… - Susurra mirando
aquel anillo con total asombro – tú…
- Fuese cual fuese el
resultado, creo que a éste punto ya es inevitable nuestro destino – sonrío,
besando su mano cerca de donde está el anillo – estuve mucho tiempo esperándote
y no quiero esperar más para hacerte mi esposo ¿Quieres casarte conmigo? –
Pregunto finalmente, mientras mi omega asiente emocionado, recibiendo un gran
beso como confirmación.