27 nov 2025

COMPASS ROSE - Capítulo 44

Hola hola!!!!

¿Cómo están? Espero que muy bien y si no es así les mando un súper fuerte abrazo de oso y espero que éste nuevo capítulo les saque una gran sonrisa 🥰

Primero que todo muchas gracias por su continuo apoyo y amor a mis fanfics, no saben lo mucho que me alegra leer sus comentarios y me animan muchísimo 💕

Casi siempre mis historias las escribo sobre la marcha, puedo tener algunas cosas muy claras pero otras pueden variar y éste va a ser uno de los casos, espero puedan darle mucho amor a éste nuevo personaje que entra a la historia 💕

Gracias nuevamente y nos leemos en Diciembre 💕



Tema: COMPASS ROSE
Extensión: Serial 
Parejas: Varias
Autora: Akari-chan


Capítulo 44

*Yuya*

- Su majestad ¿qué le pareció el obsequio al joven Yuri? – Pregunta Takuto segundos después de entrar a mi despacho y reverenciarse, aprovechando el que había llegado temprano para hablar con él.

- Le encantó – respondo con una gran sonrisa, recordando el rostro completamente asustado de mi amado, mientras que yo trataba en lo posible de no delatarme e ir a abrazarlo y confesarle que aquel bello obsequio venía de mi parte – hiciste un buen trabajo, muchas gracias.

- Yo no hice mucho su alteza – sonríe – la flor que usted escogió es muy bella, sólo hice todo tal cual me lo ordenó ¿necesita que haga algo más?

- Sí, por eso te he llamado – digo extendiéndole un papelito – aquí están las indicaciones del siguiente regalo, por favor recuerda mantener el mayor anonimato posible.

- Claro que lo haré su majestad, puede confiar en ello.

- Listo, entonces ya puedes retirarte.

- Que tengas un agradable día su alteza.

- Igualmente – digo viendo a éste reverenciarse antes de salir del despacho, quedando solo en espera de Kei y mi adorable Yuri. Comenzando a preocuparme al notar la hora y Yuri no ha llegado, él siempre es muy puntual.

Después de meditarlo por unos segundos salgo del despacho tremendamente preocupado ¿y si le pasó algo? ¿O si está enfermo? Pregunto para mis adentros, recordando que a la hora del desayuno Hikaru no me había dicho algo al respecto así que podría no ser eso. Y mientras seguía pensando en un montón de escenarios posibles lo encuentro por fin en uno de los pasillos, junto con mi hermano Yuto, sintiendo cierta presión en mi pecho.

- Buenos días – digo interrumpiendo su conversación, sorprendiéndome de hacer tal cosa, ya que no suelo inmiscuirme en conversaciones ajenas.

- Buenos días hermano – responde Yuto con una sonrisa.

- Su majestad, buenos días – dice Yuri también sonriente.

- Que sorpresa encontrarlos por aquí – digo tratando de ocultar mi voz molesta, acercándome un poco más a Yuri.

- Estaba quedando con Yuri de conversar sobre algo importante cuando termine su trabajo – dice Yuto.

- Sí, eso estábamos haciendo – confirma Yuri.

- Entiendo – digo sintiéndome ahora apenado.

- Bueno, entonces así quedamos – dice Yuto – nos vemos más tarde.

- Hasta la tarde – responde Yuri viendo como éste se aleja con prisa - ya iba de camino al despacho ¿necesitabas algo? – Pregunta preocupado, a lo que yo lo tomo suavemente de la cintura y escondiéndonos detrás de un muro lo beso de manera apasionada, sintiendo sus brazos envolver mi cintura – su majestad… Alguien podría vernos… - Dice entre besos, sin intención de alejarme.

- Lo siento, es sólo que me preocupé de que no llegaras – digo avergonzado por comportarme de tal manera ¿será esto a lo que llaman celos? ¿Estaba celoso de la cercanía de mi novio con mi hermano más pequeño?

- ¿Estás celoso? – Pregunta sin titubeo alguno, sonriendo de una manera tan pícara que me hace estremecer por completo, pero al mismo tiempo haciéndome sentir más tranquilo.

- Quizás un poco… - Respondo resignado.

- Yo sólo tengo ojos para ti – dice sin apartar su mirada de la mía, tomando mi rostro con sus suaves manos – los he tenido desde el primer momento en el que te vi – susurra con su rostro enrojecido, sin poder evitar llenar de dulces besos cada rincón de éste – es mejor que vayamos a trabajar – dice apartándome un poco, pero vuelvo a acercar mis labios a los suyos besándolo con la misma intensidad de antes hasta separarnos por la falta de aire, sintiéndome complacido de ver su rostro enrojecido y jadeante.

- Será mejor que vayamos a trabajar – digo al separarnos, dándole un dulce beso en la frente contrastando con la acción anteriormente hecha, tomando nuestro camino de regreso a mi despacho mientras nuestros meñiques están entrelazados.


*Masaki*

Desde que tengo uso de razón mis padres viven constantemente viajando, llevándome con ellos a diferentes lugares, conociendo otros idiomas, gastronomías y culturas, sintiéndome parte del mundo y a la vez de ningún lugar, hasta que cierto día lo conocí a él, encontrando mi lugar al ser rodeado por sus brazos.

- Hijo mío ¿ya estás listo? – Pregunta mi madre asomándose por la puerta de mi habitación, con sus ojos notablemente hinchados quizás de tanto llorar.

- Mamá… - Digo acercándome a ella, dándole un fuerte abrazo al que soy correspondido de la misma manera - ¿por qué lloras? No es que me vaya a ir para siempre.

- Lo siento, es que no puedo asimilar que ya seas un adulto – dice entre sollozos.

- Sólo me iré por unos días, conoceré a mi prometido, pasaré tiempo con él y regresaré a ser el niño consentido de mi querida madre – digo dándole un beso en la mejilla.

- No te apresures por mí, tómate el tiempo para conocer a tu prometido – dice apartándose un poco de mí, para mostrarme una de sus más cálidas sonrisas - ¿cómo te sientes?

- Muy nervioso – río – no sé qué esperar realmente ¿crees que le gustaré?

- Eres hermoso mi niño – dice mientras acaricia mi mejilla – caerá rendido a tus pies cuando te vea.

- Ojalá así sea – suspiro, esperando que sea igualmente para mí - ¿y es guapo?

- No he tenido el honor de verlo actualmente, pero por lo que he escuchado y puedo recordar de cuando era un niño es muy buen mozo – dice con una gran sonrisa - además de que es un caballero real, así que tiene un alto estatus en la sociedad.

- Ya veo…

- ¿Todavía piensas en ese chico? – Pregunta preocupada, pero a la vez comprensiva.

- A veces… - Suspiro profundo – pero ya me hice a la idea de que jamás lo volveré a ver, así que estoy dispuesto a seguir adelante, no puedo estar pensando eternamente en alguien que vi por unos minutos hace dos años.

- Lamento mucho que no hayas podido encontrarlo, me hubiese encantado mucho conocerlo y agradecerle por ayudarte.

- Masaki ¿ya estás listo? – Pregunta mi padre desde afuera de mi habitación – el carruaje ya está esperándote afuera.

- Sí ¡en un momento bajo! – Exclamo, terminando de alistarme con ayuda de mi madre, cerciorándome de que no se me haya quedado algo importante, para después si salir en compañía de ella de mi habitación a la puerta principal de nuestra casa.

- Que tengas un buen viaje hijo – dice mi padre mientras me da un abrazo.

- Gracias papá – sonrío correspondiendo al abrazo – voy a echarlos mucho de menos.

- Nosotros también – dice con algo de tristeza – pórtate bien y si quieres volver antes no dudes en hacerlo.

- Lo tendré en cuenta padre.

- ¿Estás seguro de ir solo? – Pregunta mi madre preocupada - ¿No quisieras que uno de nuestros sirvientes te acompañen?

- No te preocupes, estaré bien - sonrío - sé defenderme muy bien - río divertido, abrazándola por última vez al igual que a mi padre antes de subirme al carruaje, sintiendo una inquietud en el pecho, auto convenciéndome de que lo mejor será olvidarme de ese chico y abrirle las puertas de mi corazón al que será mi prometido y posteriormente mi esposo.


Caminaba con prisa por las solitarias calles de un pueblo, mis padres habían decidido que descansaríamos en éste por ese día para que al día siguiente a primera hora continuáramos con nuestro viaje. Así que desde que llegamos me dispuse a explorar éste, prometiendo que regresaría antes de que anocheciera, pero me distraje viendo una actuación de teatro callejero, que cuando quise darme cuenta ya me había pasado de la hora de regreso.

- Mi madre se va a molestar – susurré sin disminuir la velocidad de mi caminar, viendo a lo lejos a tres hombres de aspecto hostil de pie en una esquina, decidiendo de inmediato cruzar la calle para no toparme de frente con ellos, pero lastimosamente mi estrategia no funcionó.

- ¿Qué hace alguien tan lindo como tú tan solito? – Preguntó uno de ellos mirándome de arriba abajo como si fuese un pedazo de carne, sintiendo un escalofrío recorrer todo mi cuerpo.

- ¿Eres nuevo en el pueblo? No recuerdo haberte visto antes – dijo otro acercándose más de la cuenta, pero mi cuerpo no quería moverse preso del miedo.

- ¿Te ha comido la lengua los ratones? – Preguntó el tercero, llevando su mano a mi rostro, sintiéndome asqueado por su tacto - ¿no te gustaría pasar un buen rato con nosotros?

- No estoy interesado… - Dije apartándome un poco, queriendo escabullirme pero me tenían acorralado.

- Vamos, te va a gustar…

- ¿Acaso no están escuchando que no está interesado? – Dijo una cuarta voz, tumbando a uno de esos hombres de un puñetazo, al mismo tiempo que de una manera casi imperceptible me encontraba ya rodeado entre sus brazos.

- Qué… ¿Quién eres tú? – Preguntó uno de los tipos abalanzándose hacia nosotros siendo esquivado rápidamente, mientras que mi salvador misterioso me cargaba como a una princesa, propinándole una certera patada en su parte baja, haciéndolo caer al suelo junto al otro que se hallaba inconsciente.

- ¿Y tú? ¿No piensas hacer nada? – Dice mirando al otro hombre de una manera que hasta a mí me hizo temblar de miedo, pero también notando que se trataba de un joven muy apuesto.

- Yo mejor me voy – dijo aquel tipo escabulléndose como la rata que era, desapareciendo en la oscuridad de las calles.

- ¿Estás bien? ¿Te hicieron algo? – Preguntó en un tono más suave, observando todo mi cuerpo como si buscara alguna herida, haciéndome sentir nervioso ante su mirada.

- E… Estoy bien… - Respondí con voz temblorosa - ¿Usted también está bien? Esos golpes que les diste se vieron muy fuertes.

- Fue como la picadura de un mosquito para mí – rió divertido - ¿no eres de aquí cierto?- Preguntó con una leve sonrisa, a lo que yo asiento afirmativamente – Apenas cae el sol en éste lugar se vuelve muy peligroso para cualquiera, sobre todo para chicos tan hermosos como tú.

- Y si es tan peligroso ¿qué haces aquí?

- Bueno, si no hubiese estado aquí en estos momentos quién sabe que te hubiesen hecho esos tipos – respondió con seriedad.

- Tienes razón – suspiré - en ese caso, muchas gracias – dije apartando mi mirada de él, sintiendo mi corazón latir con fuerza, aunque no logré determinar en ese momento si era por lo acontecido anteriormente o porque aquel hombre me hacía sentir cosas que jamás había sentido por ningún otro – Pu… ¿Puedes bajarme?- Pregunté notando que todavía me encontraba siendo alzado por sus brazos.

- Cla… Claro, una disculpa – respondió bajándome con suavidad, viendo que somos casi del mismo tamaño - ¿estamos lejos de donde te estás quedando?

- No, de hecho dando la vuelta a ésta calle está el hotel.

- ¿Quieres que te acompañe? No podría dormir ésta noche de pensar que podría pasarte algo – dijo notablemente preocupado, haciendo que me sonroje por tan bellas palabras, pero dudé un poco de si aceptar su propuesta ¿y si se trataba de algún degenerado tratando de que bajara la guardia y violentarme después?- No soy ningún degenerado si es lo que estás pensando.

- ¡No estaba pensando en eso! – Exclamé avergonzado de que pudiese de alguna manera descifrar lo que pensaba – pero si deseas acompañarme no pondré objeción alguna.

- Está bien, así podré estar más tranquilo – dijo sonriente, comenzando a caminar ambos a la misma velocidad, la más lentamente posible, como si tratásemos de extender esos minutos antes de la inminente separación. Llegando más pronto de lo que hubiese querido al hotel en el que me estaba quedando junto a mis padres.

- Aquí es… - Dije al estar ambos frente al hotel – muchas gracias por acompañarme y por lo de hace un rato, me has salvado de algo muy aterrador.

- No es nada – dijo con una linda sonrisa – pero ten más cuidado de ahora en adelante.

- Lo tendré en cuenta – respondí con firmeza, dándole un último vistazo a ese joven antes de entrar al hotel, arrepintiéndome segundos después de no haber preguntado su nombre y cuando quise hacerlo éste ya se había esfumado.


Aquella noche recibí el gran regaño de mi vida de parte de mis padres, que al saber de mi propia boca lo que había ocurrido me prohibieron por varios meses salir solo, así que decidí entrenar por mi cuenta y volverme fuerte para no volver a pasar por algo así.

- ¿Dónde estarás ahora? ¿Pensarás en mí? – Digo mirando el paisaje a través de la ventana, con un dejo de tristeza en mi voz, permitiéndome una vez más pensar en él, antes de que mi corazón y mi cuerpo pertenezcan a otra persona.


*Keito*

- Me pregunto que habrá sido de ese chico – susurro mientras paseo por los campos, sin quitar la vista de encima del príncipe Ryosuke, quién se encuentra plantando zanahorias junto a su amado, el señor Hikaru.

Ésta mañana antes de despertar había soñado de nueva cuenta con aquel chico que salvé en un pueblo alejado de Ichigoland hace más de dos años, de vez en cuando ocurría, en ocasiones reviviendo ese momento y en otras yendo a situaciones un poco más íntimas y el de hoy justamente fue uno de esos subidos de tono.

En ese tiempo me habían dado unos días libres después de una misión que pude concretar con éxito, yendo a aquel pueblo junto con otros compañeros, mezclándonos entre la gente como civiles. Mis amigos habían decidido ir a beber, pero yo preferí devolverme al hostal donde nos hospedábamos, habíamos llegado ese mismo día en la madrugada y pues la verdad ansiaba descansar; siendo mis planes interrumpidos al ver a tres tipos acorralando a un jovencito que claramente se veía asustado ante estos.

Como caballero real mi prioridad es velar por la seguridad de los miembros de la realeza, así que pocas o nulas veces me metía en situaciones que no tuviera que ver con estos, pero simplemente no pude ignorarlo y como si algo me impulsara a hacerlo me acerqué a ellos y tomé al jovencito entre mis brazos, acabando con dos de ellos de un solo golpe a cada uno, mientras el tercero huía como un cobarde.

Ese chico era sin duda precioso, una belleza que podía cautivar a cualquiera y claramente yo no fui la excepción y no podía negar que aún a día de hoy añoraba de alguna forma volverlo a ver y me lamentaba mucho el no haber podido preguntarle siquiera su nombre, porque ni siquiera lo que siento por el príncipe Yuto hace que me olvide enteramente de él.

CONTINUARÁ...




30 oct 2025

COMPASS ROSE - Capítulo 43

Hola hola!!!!!

¿Cómo están? Espero que muy bien y si no es así les mando un súper fuerte abrazo de oso y espero que éste nuevo capítulo les saque una gran sonrisa 🥰

Hoy si hago la entrada súper rapidita porque estoy laburando, pero no sin antes agradecerles por todos sus lindos comentarios y apoyo a mis fics 💕

Muchas gracias, espero les guste y nos leemos nuevamente en el siguiente mes 🥰




Tema: COMPASS ROSE
Extensión: Serial 
Parejas: Varias
Autora: Akari-chan


Capítulo 43

*Yuri*

Varias semanas han transcurrido desde que iniciaron mis clases de idioma junto con el Rey, sintiéndome orgulloso al igual que él del gran avance que he tenido en el transcurso de éste, recibiendo como recompensa una sesión de besos y ligeras caricias después de cada clase; enterneciéndome de lo nervioso que se pone el Rey cada que se intensifican nuestras acciones, más específicamente cuando comenzamos a acariciarnos por debajo de la ropa, teniendo que detenernos siempre con la excusa de que ya se hace tarde para irnos a dormir, pero lejos de molestarme he de decir que adoro saber que todas esas sensaciones son provocadas por mí y que el Rey al igual que yo estamos loquitos por el otro.

- ¿Dormiste bien anoche Yuri?

- Sí, su majestad – respondo sonrojado, ya que anoche había sido una de las tantas en las que nos quedábamos juntos hasta altas horas de la noche - ¿Y usted? – Pregunto al ver todavía su rostro un poco cansado, aprovechando la posición en la que estoy para que el señor Kei no vea que estoy acariciando la mano del Rey.

- No creo que tan bien como tú - responde correspondiendo a mi tacto, besando el dorso de mi mano fugazmente – tratemos de no quedarnos hasta tan tarde ésta noche – dice en voz muy baja.

- Lo intentaremos – digo con picardía, recibiendo un gran sonrojo de su parte.

- Yuri ¿me puedes ayudar con esto? – Pregunta el señor Kei desde la estantería en donde está.

- Sí, señor – digo acercándome rápidamente a éste, ayudándole a sacar un libro que se había atorado.

- Muchas gracias – dice con una sonrisa – creo que estoy perdiendo algo de fuerza.

- ¿Seguro que estás bien señor Kei? – Pregunto un tanto preocupado, últimamente he notado a éste diferente, un poco más pálido e inclusive delgado.

- Claro que estoy bien ¿por qué lo preguntas?

- Por nada en especial, es sólo que…

- No te preocupes tanto por mí, estoy más que bien – dice con una sonrisa – es sólo que los años no llegan solos.

- Usted no es para nada viejo señor Kei.

- Me halaga escuchar eso – ríe – pero no te preocupes tanto por mí, estoy bien, en serio – dice en un tono más serio, pero sin borrar aquella genuina sonrisa de su rostro.

- Está bien…

- ¡Buenos días! – Exclama mi papá Hikaru abriendo la puerta de un tirón sin haber tocado antes, entrando con un cofre entre sus manos.

- ¡Hikaru! ¿Cuántas veces te he dicho que toques la puerta antes de entrar? – Pregunta el Rey notablemente molesto.

- Lo siento, lo siento – dice mi papá sin darle importancia, acercándose a mí.

- ¿Y éste cofre? – Pregunto al ver que extiendo sus brazos.

- Es un regalo para ti – dice con una enorme sonrisa.

- ¿Para mí? – Pregunto confundido - ¿De parte de quién?

- No lo sé, pero tal parece es de parte de uno de tus pretendientes misteriosos – sonríe.

- Pero papá, te dije que no recibieras más regalos de pretendientes desconocidos – digo un poco enojado.

- Éste no me lo dieron en el pueblo – dice haciendo un puchero - llegó directamente al castillo, yo solamente pasaba por la entrada cuando escuché al mensajero decir tu nombre a uno de los guardias y me ofrecí amablemente a traerlo hacia ti.

- ¿Y qué es?

- No lo sé, eso tienes que averiguarlo – dice volviendo a extender el cofre hacia mí.

- ¿Está bien que lo reciba? – Pregunto mirando de reojo al rey, quién no tiene expresión alguna en su rostro ¿Y si está molesto?

- Ábrelo y salimos de dudas – dice mi papá muy emocionado, como si para él fuese el detalle. Suspiro profundo, tomando el cofre en mis manos, poniéndolo sobre una mesita que hay en el despacho, sintiéndome preocupado por lo que pueda pensar el Rey, no quiero tener problemas con él y menos cuando todo va demasiado bien entre nosotros, pero su nula expresión me tiene con los nervios de punta. Después de pensarlo por unos segundos, que se me hicieron eternos debido a lo expectantes que estaban cada uno de los asistentes, abro el cofre rápidamente, encontrándome con lo que parece un frasco, sacándolo con cuidado, maravillándome por su contenido.

- Esto es…

- ¡Es una rosa eterna! – Exclama mi papá con emoción.

- Está muy linda… - Digo en un susurro, pero siento que no debería de alegrarme por un regalo así viniendo de alguien que no conozco.

- Las rosas blancas simbolizan un amor puro y eterno, la persona que te lo ha mandado parece que tiene fuertes sentimientos por ti – dice el señor Kei.

- No sé si deba aceptarlo… - Digo volviendo mi mirada a su majestad, como si buscase alguna respuesta de su parte.

- Creo que deberías de recibirla – dice con una leve sonrisa – es un detalle muy bonito ¿no crees?

- Lo es pero… - Respondo todavía con dudas al respecto.

- Recíbelo hijo, de vez en cuando no está mal recibir uno que otro regalo.

- No seas tan duro contigo Yuri – dice el señor Kei con una amable sonrisa.

- Está bien, lo aceptaré – suspiro, volviendo a meter el frasco en el cofre que por dentro está tapizado de terciopelo rojo.

- ¿Quieres que lo lleve a tu habitación? – Pregunta mi padre, tomando nuevamente el cofre entre sus manos.

- Sí, por favor…

- ¿Puedo acompañarte? Quiero ir por unos bocadillos – dice el señor Kei a mi padre.

- Pero no hace mucho fue el desayuno – dice mi padre mirándolo con confusión.

- Sí, pero me está dando hambre ahora – dice mientras hace un puchero, de verdad que el señor Kei ha estado actuando extraño desde su regreso de Cottonland.

- Bien, vamos – dice mi padre resignado, saliendo ambos del despacho con prisa, volviendo a sentirme angustiado de estar a solas con su majestad, buscando las palabras correctas para tratar de explicarle lo ocurrido hace minutos, aunque la verdad no creo que tenga sentido explicarle algo que se sale completamente de mis manos. Sintiendo de repente sus brazos rodeando mi cintura, apoyando su mentón sobre mi hombro derecho.

- Yuya yo no…

- ¿Te gustó mi regalo? – Pregunta mientras deposita un dulce beso en mi cuello, haciéndome estremecer.

- Tu… ¿Tú regalo? – Pregunto confundido, acaso ese cofre…

- Perdón si te he asustado con mi expresión anterior – ríe divertido – es sólo que estaba evitando a toda costa no delatarme.

- En verdad estaba muy angustiado – digo entre risas nerviosas – pensé que quizás estabas molesto…

- Lamento mucho si he hecho que te angusties, no era mi intención, tampoco el que tu padre fuese el que lo recibiera – dice apenado, girándome para quedar ambos frente a frente - ¿Te gustó? – Pregunta nuevamente, mirándome con dulzura.

- Me encantó – digo sonriendo ampliamente, aunque lamentándome por no haber reaccionado como el Rey hubiese deseado al no saber qué tan bello obsequio venía de su parte – me gustó mucho – digo llevando mis labios a los suyos, queriendo transmitirle con éste todo lo que estoy sintiendo – aunque no debiste molestarte.

- No es molestia – sonríe – además si hay un centenar de hombres pretendiéndote y enviándote regalos ¿por qué no puedo hacerlo yo que soy tu novio? – Pregunta pegándome más a su cuerpo, sujetando mi cintura con sus manos, besándome nuevamente pero con fiereza, haciéndome perder el aliento por unos segundos…

- Su majes… Yuya… - Digo después de deshecho el beso, con mi cuerpo temblando por lo intenso que ha sido, pero anhelando más de éste…

- Es mejor dejar así por ahora - dice con una risa nerviosa, pero con su rostro tal vez más rojo que el mío.

- Sí… - Digo mientras nos apartamos un poco, sin querer hacerlo realmente, pero alguien podría llegar y sería desastroso si ocurriera, pero eso no evita que de vez en cuando le diera un beso sorpresa al rey, siendo cada uno recibido con la misma ternura, lo amo tanto que a veces siento que mi corazón va a salir de mi pecho.


*Kei*

- ¿Quién crees que habrá enviado esto? – Pregunto a Hikaru al momento en el que deja dicho objeto sobre el escritorio de Yuri.

- No tengo ni idea, pero sea quién sea esa persona ha de tener mucho dinero – dice con sus ojos brillantes de ilusión.

- Veo que te interesa mucho el nivel económico del que será su futuro esposo.

- Claro que me interesa, yo deseo lo mejor de lo mejor para mi hijo – dice con una amplia sonrisa – aunque no voy a infundirle de con quién debe estar, esa es una decisión que debe tomar él.

- Eres muy diferente a Kota en ese aspecto – digo entre risas.

- La verdad no somos muy diferentes – dice apenado – pero al menos trato de lidiar mejor con eso, aunque temo un poco por el yerno que vayamos a tener.

- Ambos han sido excelentes padres, no dudo que lleguen a ser muy buenos suegros.

- Haremos nuestro mejor esfuerzo – dice con una gran sonrisa, haciéndome sentir un leve escalofrío.

- ¿Y hoy no tenías que ir a los campos? – Pregunto cambiando de tema al salir de la habitación.

- No, tengo algunos asuntos que atender hoy – sonríe – mañana iré con el príncipe Ryosuke como ya es costumbre.

- Veo que desde su regreso al reino ambos se han vuelto muy cercanos.

- Sí, demasiado cercanos – sonríe – es un joven muy inteligente y es agradable trabajar con él, me ha ayudado mucho a decir verdad.

- En verdad es un buen chico.

- Señor Kei, señor Hikaru muy buenos días – dice mi príncipe al encontrarnos en el pasillo.

- Buenos días príncipe – respondemos al unísono, haciendo una leve reverencia, sintiendo mi corazón latir emocionado de verlo nuevamente después de varios días que estuvo fuera del reino por un compromiso importante, siendo ésta vez acompañado por Kota.

- ¿Cómo les fue en su viaje príncipe? – Pregunta Hikaru.

- Muy bien – sonríe – las negociaciones fueron todo un éxito, el señor Kota es demasiado bueno en ello.

- Kota es muy perspicaz y no da puntada sin dedal – dice Hikaru - me alegra mucho escuchar que todo salió cómo se esperaba – dice Hikaru - ¿Y dónde está él?

- Dijo que iría a casa de Ryutaro para entregarle unos regalos y que más tarde vendría con éste y Rihito.

- ¿Pero el joven Rihito no se estaba quedando aquí en el castillo? – Pregunto confundido.

- Sí, pero Kota decidió dejarlo en casa de Ryutaro mientras estaba fuera – responde Hikaru.

- Ya veo, con razón el príncipe Yuto estuvo saliendo durante las tardes después de terminar sus clases.

- Al parecer algo se está cosechando por ahí – dice Hikaru con una enorme sonrisa - bueno, entonces tendré que esperar a molestar a Kota más tarde – ríe – así que de momento me retiro, que pasen un gran día – dice despidiéndose de ambos no sin antes reverenciarse ante mi príncipe.

- ¿Tienes algo de tiempo? – Pregunta mi príncipe al ya no divisar a Hikaru en los alrededores.

- No sé si deba…

- Por favor – dice tomando suavemente mi mano, besándola con una delicadeza que me hace suspirar.

- Está bien, pero sólo un ratito, que tengo mucho trabajo por hacer – digo comenzando a caminar junto con mi príncipe, llegando a su habitación que es la más cercana a dónde estábamos, besándonos con anhelo al cerrar la puerta de ésta.

- Te extrañé tanto – dice besando dulcemente mi rostro, poniéndose de puntitas para poder hacerlo sin mayor conflicto, acto que me causa mucha gracia y ternura.

- Yo también te extrañé mucho, muchísimo – sonrío mientras me dejo hacer por él, siendo llevado hasta su cama, acostándonos sobre ésta con suavidad, notando cómo mi príncipe apoya su cabeza sobre mi pecho, notablemente agotado por el viaje - ¿quieres que me retire para que puedas descansar?

- No, no te vayas – dice mirándome con sus preciosos ojos, de una manera en la que me es muy difícil decirle que no.

- Pero tengo que trabajar – digo acariciando suavemente sus cabellos, arrullándolo para que pueda dormir mejor.

- Le inventaré alguna excusa a mi hermano – dice somnoliento – pero por favor quédate conmigo.

- Está bien, no me iré a ningún lado – digo completamente rendido ante la petición de mi príncipe, viendo que se ha quedado dormido después de dicha su última frase – espero el rey no se vaya a enojar – digo en un susurro, velando por el sueño de mi amado, tendré que esperar a bajar a comer algo más tarde.


*Keito*

- ¡Adelante! – Exclamo al escuchar unos golpecitos desde la puerta que conecta mi habitación con la del príncipe, totalmente seguro de que se trata de éste.

- ¿Te interrumpo en algo? – Pregunta éste asomando su cabeza por la puerta.

- Claro que no su alteza – digo levantándome de la cama rápidamente – sólo estaba descansando un poco – digo haciendo una reverencia ante éste - ¿En qué puedo ayudarle?

- No vine a verte porque requiera de darte alguna orden – dice con una cálida sonrisa – es sólo que me encuentro preocupado.

- ¿Sucedió algo con el señor Hikaru?

- No, claro que no – sonríe - ¿Puedo? – Pregunta señalando uno de los muebles que se encuentran en la habitación.

- No tienes ni por qué preguntármelo su alteza, por supuesto que puede sentarse.

- Gracias – dice tomando asiento de una manera muy elegante, digna de un príncipe como lo es él.

- ¿Entonces a qué se debe su visita príncipe? – Pregunto, notando cómo él hace una señal de que debería sentarme, cosa que hago pero en el borde de mi cama.

- Estoy muy preocupado por ti Keito.

- ¿Preocupado? ¿Pero por qué? – Pregunto sin entender a lo que se refiere, aunque la verdad sólo finjo no saberlo.

- Es que estás muy distante, más de lo que eres normalmente y eso me preocupa, sobre todo porque ya varios en el castillo me lo han comentado, incluido el príncipe Yuto.

- ¿El príncipe Yuto también? – Pregunto con sorpresa.

- Sí, ésta mañana me preguntó por ti y la verdad no quería hacerte sentir presionado con el tema, pero en verdad quiero saber qué te sucede.

- Su alteza yo… - Suspiro profundamente – lamento si lo he hecho preocupar.

- No te lamentes, es lo menos que puedo hacer por mi caballero y también amigo – sonríe con dulzura - ¿Esto tiene algo que ver con la carta que te envió el señor Kenichi la última vez?

- Sí.

- Lo suponía – suspira – a partir de ahí comenzaste a comportarte así - ¿te dieron alguna mala noticia?

- No sé si decir que es algo bueno o algo malo a decir verdad.

- ¿Y qué decía en la carta? Si es que se puede saber.

- Mi padre me ha comprometido con alguien de nuestro reino – digo bajando un poco la mirada.

- ¿Comprometido? ¿Con quién? ¿Lo conoces siquiera?

- La primera y última vez que lo vi fue cuando yo tenía cinco años y él uno – río al pensar en aquel vago recuerdo que se alberga en mi cabeza – a partir de ese día no volví a tener algún tipo de contacto con él ya que en su familia son todos mercaderes y se la pasan viajando constantemente, así que por eso me sorprendí de que mi padre me diera tal noticia.

- ¿Pero el compromiso es recién?

- Así es – sonrío amargamente – y la verdad no quiero aceptarlo.

- Es por el príncipe Yuto ¿verdad? – Pregunta recibiendo un asentimiento de mi parte – lo sabía.

- Creo que fui muy obvio su alteza – río apenado – Si he mantenido la distancia con todos es porque me siento muy confundido de lo que debería hacer – digo con sinceridad – y tampoco quiero que mi padre se moleste conmigo si lo rechazo.

- ¿Y qué piensas hacer?

- Le dije que podría mandarlo a éste reino para conocerlo, ya hablé con el Rey y me ha dado el permiso de que pueda alojarse aquí en el castillo – suspiro nuevamente – pero tengo pocas ganas de conocerle y perder alguna oportunidad que pudiese tener con el príncipe Yuto.

- ¿Y es recíproco de parte del príncipe?

- Me gustaría decir que sí, pero parece que no es el caso y menos cuando ha llegado ese otro chiquillo de quién parece no quiere despegarse – digo con algo de molestia.

- Suena bastante complicado – dice con una leve sonrisa - ¿Y cuándo llega tu prometido?

- La siguiente semana.

- ¿Y qué piensas hacer?

- No lo sé – digo preocupado, con un montón de posibles escenarios rondando por mi cabeza.

- Pues sea lo que sea que decidas trata de no lastimar a ninguno de los dos.

- Haré lo que crea que será lo mejor para todos.

CONTINUARÁ...



29 sept 2025

COMPASS ROSE - Capítulo 42

Hola hola!!!

¿Cómo están todos? Espero que muy bien y si no es así les mando un súper fuerte abrazo de oso y espero que éste nuevo capítulo les saque una sonrisa 🥰

Primero que todo, lamento mucho el no haber publicado el mes pasado, pero como sabrán, Yuto dejó de manera muy sorpresiva a JUMP y por ende estuve muy mal anímicamente.

Pero ya estoy bien!!!! Desconcertada todavía y aunque hay muchas teorías rondando por ahí, lo único que podemos hacer es apoyarlos en sus nuevos proyectos y pues que sea lo que haya sucedido sólo quedará entre ellos.

Por mi parte mi amor por JUMP incrementa con cada día que pasa y será por siempre y para siempre mi grupo favorito 💕

Muchísimas gracias a todos por la paciencia y el amor a mis fics, no saben lo feliz que me hace leer sus comentarios ❤️

Nos leemos en el siguiente mes 🤭



Tema: COMPASS ROSE
Extensión: Serial 
Parejas: Varias
Autora: Akari-chan



Capítulo 42

*Yuya*

Despierto con una gran alegría recorriendo todo mi cuerpo, convenciéndome de nueva cuenta de que lo ocurrido la noche anterior no había sido sólo uno más de mis sueños, sino todo lo contrario, fue tan real que todavía puedo sentir el roce de sus labios sobre los míos, el tacto de sus manos sobre mi cuerpo y sus ojos expresando deseo por mí, pidiéndome que lo tomara aquí mismo en mis aposentos, tan lindo y tan dispuesto a entregarse…

- ¡No es hora de pensar en eso! – Exclamo levantándome rápidamente de mi cama, tratando de disipar esos pensamientos impuros de mi cabeza – no es correcto hacerlo y menos si no estamos casados – digo yendo con prisa hacia el cuarto de baño, dejando que el agua fría me baje un poco la calentura…

Después de estar completamente limpio y con mi fuego interior en calma, me visto con una de mis mejores prendas, rociándome con uno de mis perfumes favoritos y del cual ahora que lo pienso, siempre que me lo aplicaba Yuri se la pasaba más cerca de mí durante el día, más de lo que se podría considerar normal en una relación de trabajo; pensando nuevamente en lo idiota que había sido por no darme cuenta de sus sentimientos con anterioridad.

- ¡Siga! – Exclamo segundos después de escuchar unos leves toques en la puerta desde afuera de mi habitación.

- Su majestad, buenos días – dice entrando con cautela uno de mis caballeros más leales, Takuto, reverenciándose ante mí.

- Buenos días Takuto – respondo indicándole que cierre la puerta.

- ¿En qué puedo servirle su alteza? – Pregunta amablemente, atento a cualquier petición que pueda hacerle.

- Sí, esto… – Respondo tratando de ocultar lo emocionado y nervioso que estoy – es una tarea muy muy importante la que quiero asignarte.

- En ese caso soy todo oídos su majestad – sonríe.

- Muy bien – suspiro profundamente antes de continuar – si he decidido darte éste trabajo es porque confío en que eres una persona honesta y discreta.

- Me halaga profundamente escuchar esto de su parte, su alteza – dice conmovido por mis palabras.

- Por eso espero y deseo que esto que voy a encomendarte no vaya a parar a oídos de otras personas – digo con seriedad, no quiero que esto pueda divulgarse, no por ahora.

- Puede confiar en ello su majestad, mis labios estarán sellados.

- También te pediré que trates de ir de incógnito, que nadie sepa que eres un caballero real o que siquiera vienes de éste castillo.

- Como ordene su alteza, seré lo más discreto posible.

- Teniendo eso claro, esto es lo que necesito que hagas.

Luego de encomendarle aquella misión tan importante a mi caballero, me dirijo hacia la sala del comedor, con la esperanza de encontrarme con mi adorado Yuri ya en ésta, encontrándolo efectivamente, pero con el agregado de que se encuentra desayunando junto a sus padres, el príncipe Ryosuke, el pequeño ya no tan pequeño Ryutaro y su amigo Rihito.

- Buenos días – digo entrando con naturalidad.

- Buenos días su majestad – dicen todos los presentes al unísono, levantándose por unos momentos de sus sillas para reverenciarse, siendo Yuri quién recibe toda mi atención, sonriéndome al sentirse observado por mí; deseando con todas mis fuerzas ir a su lado para abrazarlo y besarlo, pero de sólo ver a sus padres me contengo, así que me dirijo a mi silla habitual, feliz de que Yuri se ha sentado en la que está ubicada al lado derecho de la mía.

- ¿Pasaste una buena noche su majestad? – Pregunta Hikaru – te ves muy contento.

- Sí, fue una noche bastante agradable – digo mirando de reojo a Yuri quién tiene su rostro levemente sonrojado, luchando internamente con las incontrolables ganas de besar sus mejillas - ¿Y piensan salir a algún lado? – Pregunto tratando de desviar el tema – es que no es común verlos tan temprano.

- La verdad es que a quién no es tan común ver tan temprano es a usted su majestad – dice Kota mirándome con curiosidad.

- Oh ¿en serio? – Río nerviosamente, dándome cuenta de que tiene razón.

- Es que me desperté muy motivado para trabajar – digo volviendo mi mirada a Yuri quién me sonríe tan dulcemente.

- Me alegra escuchar eso su alteza – dice Kei entrando junto con mi hermano Daiki - porque hoy tenemos mucho trabajo por hacer – dice sentándose en su silla habitual seguido de éste.

- Que bien, me alegra que te alegre.

- No te preocupes su majestad, como siempre estaré ahí para ayudarle – dice Yuri haciendo que mi corazón se acelere, queriendo tomar su mano y sujetarla con fuerza…

- Buenos días – dice Yuto entrando de repente, con su apariencia todavía somnolienta.

- Buenos días – respondemos todos, recibiendo mi desayuno junto con el de los recién llegados.

- Bueno, y respondiendo a su pregunta de hace unos minutos su majestad – dice Kota volviendo a tomar la palabra – después del desayuno pienso salir con Ryutaro y Rihito al pueblo para que pueda conocerlo.

- ¿Puedo ir también? – Pregunta Yuto ahora sí más despierto que hace unos segundos.

- Por supuesto príncipe, estaremos encantados de contar con su agradable compañía – dice Kota con una sonrisa - ¿te parece bien Ryutaro?

- Sí, claro que sí, entre más seamos será mucho más divertido.

- ¿Te gustaría venir con nosotros hijo? – Pregunta Kota sonriente a Yuri, sintiéndome un poco preocupado de que aceptase, aunque no debería de estarlo, él es su padre de todos modos.

- No creo que vaya a aceptar – responde Yuto en voz baja, pero lo suficientemente alta para que todos en la mesa podamos escucharlo, creándose cierta tensión…

- Muchas gracias padre – responde Yuri con una sonrisa – pero prefiero quedarme trabajando con el rey – dice mientras dirige su mirada hacía mí - quizás otro día si lo prefieres podemos salir a algún lado.

- Está bien – responde también sonriente – pero que no pase demasiado tiempo, hace mucho que no salimos los dos.

- Te prometo que será pronto – sonríe nuevamente.

- ¿Y tú Hikaru? ¿Vas a ir a los campos? – Pregunto, desviando el tema totalmente.

- Sí, iré en compañía del príncipe Ryosuke – dice sonriente – estaremos todo el día allá, así que esperamos estar de vuelta ante de que anochezca.

- Es bueno saber que el príncipe Ryosuke está muy interesado y comprometido con las cosas de éste reino.

- No voy a negar que extraño el mío, pero aquí realmente me siento muy a gusto – sonríe – los siento como una segunda familia.

- Espero que pronto seas realmente parte de ésta.

- Eso también espero su majestad.

Y así, la hora del desayuno transcurrió entre risas y demás conversaciones triviales, sintiéndome realmente feliz de compartir de un momento tan agradable con todos los residentes del castillo, sobre todo porque son pocas las veces en las que podemos reunirnos todos para algo tan sencillo como esto. Después de terminar nos despedimos, tomando cada grupito su propio camino.

- Creo que olvidé algo en mi habitación – dice Kei de repente mientras caminábamos hacía mi despacho junto con Yuri – ya en un momento regreso – dice yendo rápidamente al lugar antes mencionado.

- Es nuestra oportunidad – digo en un susurro el cual Yuri no alcanzó a escuchar, tomando firmemente una de sus manos, halándolo rápidamente hasta mi despacho, en el cual al estar ya dentro y cerrar la puerta lo abrazo con fuerza, disfrutando del calor de su cuerpo que moría por tener nuevamente en mis brazos – te extrañé tanto…

- Yo también… Yuya… - Susurra correspondiendo al abrazo con la misma intensidad, disfrutando de la cercanía del otro de una manera que no creía posible – estás muy guapo hoy.

- No más que tú – Sonrío besando su frente, disfrutando del aroma floral de su cabello, continuando abrazados, como si quisiera reponer con esto todo el tiempo perdido, sin tener realmente plena consciencia del tiempo que estuvimos así de juntos, hasta que llegó Kei, quién gracias a Dios siempre toca la puerta antes de entrar, haciéndonos apartar rápidamente.

- ¡Adelante! – Exclamo al estar ya en mi escritorio, mientras que Yuri finge buscar algún libro en la estantería.

- Siento un poco la demora – dice apenado, llegando con unos documentos en sus manos.

- No te preocupes, todavía estamos justo a tiempo para comenzar… - Me levanto rápidamente al ver que Kei se tambalea un poco, siendo sostenido por Yuri que se encontraba más cerca.

- ¿Estás bien Señor Kei? – Pregunta Yuri preocupado.

- Sí, es sólo que sentí un ligero mareo, creo que no tengo buena condición física – ríe apenado.

- ¿Deseas que mi padre te revise cuando vuelva?

- No, no es necesario – dice sonriente.

- ¿Estás seguro? – Pregunto.

- Sí, no se preocupen es sólo que vine con mucha prisa.

- Está bien, pero si vuelves a sentirte mal por favor no dudes en hablar con Hikaru.

- Eso haré su alteza – dice haciendo una leve reverencia, iniciando por fin con nuestro trabajo habitual, esperando con ansias la noche para así poder estar a solas con mi adorado Yuri.


*Ryosuke*

- ¿Dónde está Keito? – Pregunta Hikaru mientras esperamos a que carguen el carruaje con algunos materiales que quiere llevar a los campos.

- Dijo muy temprano que debía de hacer algo en el pueblo… - Digo pensativo – al parecer llegó una carta de su padre, pero no me quiso decir qué ocurrió.

- Ya veo… También llegó una de tu hermana la reina ¿cierto?

- Sí… - Suspiro.

- ¿Y cómo va su embarazo?

- Va muy bien, ya está pronto a terminar el segundo trimestre de su embarazo – sonrío – estoy pensando en ir a visitarla después de que dé a luz.

- Se alegrará mucho de verte después de tanto tiempo.

- Yo también ansío verla, aunque todavía está esperanzada en que haya algún avance en lo de mi supuesto compromiso…

- ¿No le has insinuado algo en cartas?

- No creo que sea algo que deba comunicarlo de tal manera, así que aprovecharé mi regreso al reino para hablar con ella y comentarle lo nuestro – digo con una sonrisa, deseando tomar su mano, pero me abstengo de hacerlo porque hay muchas personas alrededor.

- ¿Quieres que te acompañe?

- Me encantaría, pero prefiero hacerlo solo - digo un poco nervioso, no quisiera que Hikaru se enfrentara a la ira de mi hermana.

- Si no quieres está bien, pero si llegas a cambiar de opinión estaré más que encantado de poder acompañarte – sonríe con dulzura, aguantándome las ganas de querer llenar su carita de besitos.

- Lo tendré en consideración – digo devolviéndole una sonrisa.

- Mi Señor, ya está todo listo para irnos – dice de repente uno de los caballeros, interrumpiendo nuestra conversación.

- En un segundo vamos – dice Hikaru – hoy también nos espera un día largo de trabajo ¿estás listo?

- Más que listo – sonrío ampliamente, caminando ambos hacía el carruaje que nos está esperando.


*Rihito*

Llegamos al pueblo en poco tiempo, maravillado de poder ver más de cerca lo que había podido notar escasamente el día anterior mientras estaba subido en el carruaje, sintiéndome feliz de ver a mi amigo tan feliz, caminando sujeto al brazo de su prometido.

- ¿No crees que se ven muy lindos juntos? – Pregunto en voz baja a mi acompañante, que durante todo el trayecto ha estado en silencio, nada que ver con el apuesto y animado príncipe que había conocido.

- Sí, hacen una linda pareja… – responde brevemente, viendo como la parejita de delante se detiene, seguido de nosotros.

- Ryutaro quiere comprar algo en ésta tienda – Dice el señor Kota señalando lo que parece una tienda de antigüedades - ¿desean acompañarnos?

- Gracias, pero prefiero quedarme aquí – responde el príncipe, poco interesado en el lugar.

- ¿Y tú? ¿Rihito?

- Deseo acompañar al príncipe aquí afuera – respondo rápidamente, mirando de reojo a éste que me mira con un gesto de sorpresa.

- Está bien – dice Ryutaro.

- Prometemos no demorar demasiado – dice el Señor Kota – aunque si gustan pueden esperarnos en la cafetería que hay aquí al lado.

- Me parece muy buena idea – respondo con una sonrisa, tomando de la mano al príncipe para encaminarnos a dicho lugar y esperar a nuestros acompañantes.

- Rihito, pero si viniste a conocer…

- ¿Te sucede algo? – Pregunto preocupado – no es que quiera ser entrometido, pero has estado actuando extraño desde que salimos del castillo, durante el desayuno más específicamente.

- No me pasa nada – dice desviando la mirada.

- ¿Te molestó que Yuri no viniera con nosotros?

- Cómo…

- Sólo lo deduje por como reaccionaste, por el simple hecho de cómo sabías que su respuesta iba a ser negativa.

- Es algo predecible viniendo de Yuri – ríe nervioso, hallándose descubierto.
- ¿Pero por qué te molesta si para ti es tan predecible? – Pregunto muy serio, curioso por saber su respuesta, notando cómo sus ojos se abren anonadados, pensando que quizás me estoy metiendo en cosas que no me incumben – siento mucho si te he incomodado – digo rápidamente – si no deseas hablarlo…

- No, no, está bien – sonríe, pero ésta vez con alivio – no pensé que fueras tan observador.

- Lo soy cuando algo o alguien me interesa mucho – digo para después sentirme como un idiota por decir tal barbaridad a alguien con quién apenas llevo un día de conocer.

- ¿Entonces te intereso? – Pregunta sonriente, como si de un momento a otro los papeles se hubiesen intercambiado.

- Me pareces alguien muy agradable – digo tomando un sorbo del té que había pedido con anterioridad – así que me pareció extraño verte actuar de esa manera.

- La verdad es que sí me molesta – dice cambiando su semblante a uno más serio - pensé que ya estaba bien con eso…

- ¿Te gusta? – Pregunto, notando un leve sonrojo en sus mejillas, sintiendo una leve presión en mi pecho.

- No sabría decirlo… - Susurra, intensificándose un poco más el sonrojo en sus mejillas.

- ¿Y se lo has dicho?

- No… Nunca he pensado en hacerlo – suspira pesadamente – no creo que haya caso en hacerlo de todos modos.

- ¿Por qué? ¿Piensas que va a rechazarte?

- Eso es lo más seguro – ríe amargamente.

- Ya veo… – digo desviando la mirada hacia otro lado, lamentando el hecho de que la conversación se tornara un poco incómoda.

- ¿Piensas que debería hacerlo? – Pregunta luego de varios segundos en silencio, notándose pensativo.

- ¿Cómo una manera de cerrar el círculo?

- Puede ser…- Suspira – pienso que si no lo hago, que si no escucho el rechazo proviniendo de sus labios, seguiré aferrándome a algo que sé que nunca podrá ser.

- Te aconsejo que hagas lo que sientas que te hará sentir mejor – digo sonriendo amablemente, recibiendo también una sonrisa de su parte.


*Yuri*

Al cerrar la puerta de mi habitación, me tumbo sobre la cama completamente agotado. Tal y cómo lo había dicho el Señor Kei, hoy nos esperaba un día largo y cansado de trabajo, teniendo apenas tiempo para almorzar, pero aún con todo eso en contra no pude evitar aprovechar cada oportunidad que tuviera de acercarme al Rey, de acariciar alguna de sus manos u cualquier otra parte del cuerpo que pudiese estar a mi alcance, como sus hombros, espalda y de vez en cuando una de sus piernas, disfrutando de notar el cómo temblaba por mi tacto, mientras luchaba contra las inmensas ganas de besarlo, pero no hubo ni un solo momento en el que pudiésemos estar a solas para llevarlo a cabo, así que tuve que conformarme con percibir el delicioso aroma de ese perfume que tanto me encanta.

- ¿Se habrá dado cuenta de lo mucho que me gusta? – Pregunto a mis cuatro paredes, con una gran sonrisa adornando mi rostro, recordando lo ocurrido la noche anterior, en la que su majestad confesó que tenía sentimientos por mí, algo que hasta ese momento yo lo creía tan lejano e improbable, pero para sorpresa y alegría mía ese sentir era recíproco, pero también no dejo de pensar en el cómo me envolvía en sus brazos con fuerza y esa manera tan inocente y torpe de besarme.

Me levanto de un salto al ver que casi era hora de mi clase con el Rey ¿en verdad me había quedado divagando por tanto tiempo? Me alisto lo más rápidamente posible, bajando hacía la cocina y comer algo con prisa porque ni tiempo me daba para cenar, recibiendo un regaño de la Señora Hitomi, pero sin tomarle importancia alguna me dirijo hacia el despacho del rey, dando un par de golpes a la puerta, recibiendo un “adelante” de su parte y cómo si nada más me importara, después de cerrar la puerta con seguro, me dirijo a sus brazos, siendo recibido con entusiasmo, pudiendo sentir el latir de su corazón tan frenético como el mío, tomando su rostro entre mis manos para besarlo por fin, siendo correspondido con la misma intensidad.

CONTINUARÁ...