Hola Hola!!!!!!!!
Hoy por fin después de tanta espera les traigo el primer capítulo de este nuevo serial!!!!!!!
En serio muchísimas gracias por todo su amor y apoyo a mis anteriores historias y espero que con ésta no sea la excepción.
Y quiero mandarle un abrazo super fuerte a Yojhannah Tomatito quién últimamente no ha pasado por un buen momento, en verdad lamento mucho lo que pasó y espero logres sentirte mejor prontamente, me alegra mucho saber que mis historias te animan, así que con muchísimas más ganas lo seguiré haciendo.
Muchas gracias siempre por todo y que disfruten de ésta nueva historia!!!!!
Capítulo 1
- ¡EL REY HA MUERTO!
Se escucha una y otra vez
a los alrededores del castillo. Mi padre, el rey de éste país ha muerto víctima
de una enfermedad incurable. Los gritos de agonía y de dolor no se hacen
esperar, pero al mismo tiempo los de gozo y alegría vienen hacía mí, quién
destrozado por la pérdida de mi amado padre tengo que aceptar todo lo que se
viene tras su pérdida.
- ¡QUE VIVA EL NUEVO REY!
- ¡QUE VIVA!
*Yuri*
-
Yuri, hijo, ¡no te alejes demasiado! – Gritaba mi mamá desde la puerta de la casa con una
enorme sonrisa.
-
No te preocupes mamá, no me alejaré – dije sonriente, corriendo de un lado a
otro por el verde pasto, persiguiendo a las hermosas mariposas que volaban
alrededor.
- ¡Despierta mocoso! –
Escucho el grito de un hombre, haciendo que me despierte de inmediato,
recibiendo luego un baldado de agua fría sobre mí - ¡No llores! – Vuelve a
gritar al verme sollozar un poco, cayendo en cuenta que lo anterior había sido
un sueño…
Vivía solo con mis padres
a las afueras de un pueblo, en una pequeña granja, la cual tenía gran variedad
de animales como gallinas, patos, cinco cerdos, tres vacas y un par de
caballos. Éramos muy felices ahí, hasta que llegaron estos hombres y lo
destrozaron todo. Robaron nuestras pertenencias y cruelmente asesinaron a mis
padres en frente de mis ojos y no contentos con eso me han llevado con ellos,
no entiendo para qué.
- ¡Por favor déjenme ir!
¡No quiero estar aquí! – Exclamo suplicante, tratando de golpear con todas mis
fuerzas a aquel hombre, pero recibo un empujón de su parte, haciéndome caer al
suelo.
- Agradece que no hemos
golpeado esa linda carita tuya – dice otro llegando a la celda en la que me
tienen - de hacerlo no podríamos venderte a un buen precio.
- Ven… Venderme… -
Susurro asustado - ¿a quién?
- Al que mejor pague por ti,
claro está – dice agachándose para quedar a mi altura, tomando mi rostro con
ambas manos - eres un niño muy lindo – dice con una sonrisa que me hace temblar
de miedo - ¿Cuántos años tienes?
- O… Ocho años – respondo
ante la mirada tan insistente y aterradora de éste.
- Esa es una buena edad –
sonríe - puedes servir para muchos trabajos – dice mirándome de pies a cabeza,
sintiendo un escalofrío por todo mi cuerpo y más al bajar una de sus manos para
acariciar mi pierna.
- Vamos Shin, deja eso
para el que vaya a comprarlo – dice el otro con burla – nos darán un buen
dinero si éste niño es virgen.
- Vi… ¿Virgen? – Pregunto
confundido.
- Sabrás que es eso
cuando estés con tu nuevo dueño – dice el tal Shin poniéndose de pie, sin apartar
su siniestra mirada de mí – Es una pena no poder estrenarte, eres justo como me
gustan – suspira – pero me gusta más el dinero, así que está bien.
- Dentro de unas horas ya
no estarás aquí con nosotros así que no te preocupes – ríe el otro – termina de
bañarte y ponte esto - tienes que estar presentable para la subasta.
- ¿Subasta?
- Ya deja de preguntar
todo y haz lo que se te dice – dice molesto, saliendo junto con Shin de la
celda, quedándome nuevamente solo y con mucho miedo de lo que pueda pasar.
*Hikaru*
- En serio no sé por qué
tengo que acompañarte a ese lugar tan nefasto – dice mi acompañante mientras
mira por la ventana del carruaje con total desagrado.
- Porque eres mi mejor
amigo y además no tenías nada mejor que hacer ¿o sí? – Pregunto con una enorme sonrisa.
- Estoy perdiendo tiempo
de calidad con mi prometido por estar aquí contigo – dice un poco molesto.
- Por favor Kota – digo haciendo
un puchero - sé que es un lugar horrible pero es el único en donde puedo
conseguir todo lo que necesito.
- ¿Y no puedes mandar a
otra persona para que lo haga?
- ¡Por supuesto que no! –
Exclamo ofendido – tengo que hacerlo yo mismo, la última vez que mandé a
alguien me trajo perejil en vez de cilantro – suspiro – además es mejor que yo
vea todas las plantas con más detalle, tengo que asegurarme de que sean de muy
buena calidad y a un precio razonable.
- La verdad es que si
eres muy complicadito, por eso no tienes novio – dice recibiendo una palmada en
la cabeza de mi parte – ¡Auch! ¿Pero qué te pasa?
- Eres un grosero, serás
mi mejor amigo pero no te permito que hables así de mi vida personal.
- Deberías considerarlo, lo
digo por tu bien.
- La verdad es que no
estoy interesado en casarme, ni siquiera considero el compartir mi vida con
alguien.
- ¿No piensas que eso es
muy triste?
- Más triste es que te
comprometan con un bebé.
- ¡Mi prometido no es un
bebé! Tiene cinco años.
- Sí, pero hace cinco años
era un bebé – digo con burla – todavía me acuerdo de la expresión de tu rostro
cuando tus padres anunciaron felizmente tu compromiso con él.
- No voy a negar que al principio
fue algo decepcionante, pero al verlo por primera vez y tenerlo en mi brazos
fue realmente maravilloso, pensé en que quería pasar el resto de mi vida con
él.
- Eso es muy romántico
Kota – digo enternecido.
- Gracias – sonríe sonrojado.
- ¡Hemos llegado! –
Exclama el chofer al mismo tiempo que detiene el carruaje, saliendo ambos de
éste para adentrarnos al mercado negro.
*Yuri*
Entre lágrimas me pongo
aquella prenda que me han dado esos hombres, que consiste solamente en un
camisón blanco que me llega hasta las rodillas, sintiéndome algo incómodo de
sólo llevar eso puesto.
- Pareces un angelito –
dice Shin, mirándome nuevamente de esa manera que me perturba.
- El que te compre estará
más que complacido – dice el otro hombre, poniéndome algo en el cuello, notando
luego de que se trata de una cadena – es para que no se te ocurra escapar.
- Por favor… Déjenme ir…
- Vuelvo a suplicar.
- Ya es muy tarde mocoso
¿además para dónde piensas ir? – Dice serio, y tiene razón, mis padres ya no
están y mi hogar fue reducido a cenizas - Si te dejamos con vida fue única y
exclusivamente para esto – dice ajustando un poco más la cadena en mi cuello.
- Ya dentro de poco es
nuestro turno – dice Shin – así que cuando estemos ahí arriba pórtate muy bien –
dice con intención de acariciar mi mejilla, pero yo aparto mi rostro antes de
que lo haga.
- ¡Oigan ustedes! ¡Es su
turno! – Dice el señor que al parecer está a cargo.
- Ya vamos – dice Shin
comenzando a caminar seguido de ese señor, mientras que el otro tira de la
cadena para que yo lo siga, llegando a lo que parece una tarima, sintiéndome
intimidado por todas las miradas que están sobre mí, tengo miedo, mucho miedo.
*Hikaru*
- Que suerte hemos tenido
hoy, ya sólo faltan un par de cosas y nos vamos – digo alegremente.
- Me alegra escuchar eso,
no soporto ni un segundo más estar en éste lugar – dice Kota un poco fastidiado
– sobre todo por eso de allá – dice señalando lo que parece una subasta de
esclavos, fijando mi mirada en un pequeño niño que llora desconsoladamente.
- Pobrecito… - Susurro
sintiendo una opresión en mi pecho. Estas cosas nunca me habían afectado en el
pasado, pero por alguna razón siento que debo hacer algo al respecto.
- Eso es lo que más detesto de éste lugar,
tratan a las personas como si fueran menos que basura.
- Kota…
- ¿Sí?
- ¿Tienes dinero?
- ¿Eh? ¿Por qué preguntas
eso?
- Respóndeme – digo serio
- ¿Tienes dinero?
- ¿Hikaru en qué estás
pensando?
- ¡Kota! – Exclamo ahora
sí que molesto.
- Sí – responde por fin - ¿pero qué piensas hacer?
- Ya lo sabrás ahora –
sonrío corriendo hacia la tarima, seguido de éste que seguramente estará
pensando que he enloquecido. Llegando justo en el momento en el que ha
comenzado la puja.
- Yo ofrezco Cien peras –
dice el primer interesado, comenzando así a aumentar el precio a pagar por ese
niño entre todos los compradores.
- ¿Cuánto traes?
- ¿Hasta ahora me lo
preguntas?
- Kota por favor, esto es
serio.
- Es que no puedo creer esto
¿de cuándo a acá te interesan las subastas?
- No sé cómo explicarlo,
pero…
- ¿Pero?
- Siento que debo ayudar
a ese niño.
- Hikaru esto no está
bien…
- Por favor Kota, te lo
pagaré con creces – digo suplicante.
- Está bien – dice suspirando
profundamente – pero que ésta sea la primera y la última vez que me pides algo
así – dice seriamente.
- ¿Alguien ofrece más de
Doscientas mil peras? – Pregunta el anfitrión.
- ¡QUINIENTAS MIL PERAS! –
Grita Kota, asustando a los que están a nuestro alrededor.
- ¿Alguien ofrece más de
Quinientos mil? – Pregunta nuevamente, pero nadie ofrece más – muy bien,
vendido a aquel elegante señor de allá – dice el anfitrión entusiasmado, de
seguro ganará una buena comisión por esto.
*Yuri*
- Que afortunado eres mocoso,
te ha comprado alguien con muchísimo dinero – dice aquel hombre muy feliz.
- Habíamos calculado que
ofrecerían Cincuenta mil, pero Quinientos mil es muchísimo más de lo que
habíamos imaginado – dice Shin igual de feliz o inclusive más que el otro. Mientras
que yo estoy sentado en el suelo, abrazando mis piernas mientras siento como mi
cuerpo tiembla de miedo.
Después de eso llegó el
señor de antes y les dio el dinero correspondiente a esos sujetos, quienes se
fueron alegremente, entrando luego la persona que me había comprado, acompañado
de otro señor quién me mira de manera cálida.
- Hola – dice éste
sonriente - ¿Cómo te llamas? – Pregunta con una dulce voz.
- Yu… Yuri – digo atemorizado.
- No te asustes, no vamos
a hacerte daño – dice acariciando mi cabeza – mi nombre es Hikaru y él es mi
amigo Kota – dirijo mi mirada hacia el hombre que me había comprado, quién me sonríe
amablemente, sintiendo luego mis ojos pesados, viendo sólo oscuridad.
*Hikaru*
- Se ha desmayado – digo sosteniéndolo
entre mis brazos.
- Quizás está
deshidratado y dudo que esos tipejos lo alimentaran siquiera.
- Pobre niño… - digo
mirándolo con tristeza, mientras lo cubro con una manta – pero ahora estarás en
un mejor lugar que éste – digo cargándolo sin problema alguno, se ve más
pequeño de lo que es normalmente un niño de su edad.
- Ya vámonos – dice saliendo
de la habitación – vayamos por lo que te hace falta y salgamos de una vez de
éste espantoso lugar.
- Sí – respondo alegremente
- Gracias Kota – digo mientras caminamos en busca de lo que me hace falta - ¿Pero
por qué traías tanto dinero?
- Pensaba en comprarle
algo a Ryutaro de camino al reino, pero después de esto ya no será posible.
- No te preocupes,
todavía me queda algo de dinero, de seguro podremos comprarle algo – digo sonriente
y realmente agradecido con Dios de tener al mejor amigo del mundo, aunque creo
que el nuevo Rey me va a reñir por esto.
CONTINUARÁ...