28 feb 2021

Amor Carmesí - Capítulo 19

 Hola Hola!!!!

Aquí les traigo el nuevo capítulo!!!!
Espero les guste y muchas gracias por sus lindos comentarios y amor a ésta historia. 
Y como siempre éste capítulo va dedicado a Yojhannah Tomatito. 

Nos leemos a finales de marzo!!!!

(Perdón por lo corto, pero no había tiempo X'D)



Tema: Amor Carmesí
Extensión: Serial
Parejas: Varias 
Autora: Akari-chan


Capítulo 19

*Yuri*

- Está bien… Lo haré… – Digo mirando a los ojos a mi hermano, aunque no del todo convencido  – pero con una condición.

- La que quieras – dice mirándome con atención.

- No quiero que le hagan daño – digo con mi voz a punto de quebrarse.

- Yuri, creo que eso es imposible…

- ¡Por favor! – Exclamo suplicante, levantándome del sillón – al menos permíteme hablar con él, necesito hacerlo…

- Yuri… - Suspira – está bien, pero si él se resiste no tendremos otra opción que atacar – dice seriamente.

- Entendido… – Respondo bajando un poco la mirada.

- Sé muy bien cómo te sientes, pero también sé que eres más fuerte que nadie – dice dándome un fuerte abrazo – pase lo que pase, tienes que seguir adelante ¿de acuerdo?

- Sí, hermano – respondo, secando las lágrimas que han logrado salir de mis ojos, tengo que ser fuerte, aunque ésta situación me está hiriendo por dentro.

 

*Daiki*

Acaricio suavemente los cabellos de mi hermanito, apartándome de él para escucharlo atentamente, anotando en una libreta la localización del escondite. Tratando al mismo tiempo de mantener la calma, rezando internamente porque Ryutaro esté bien y que no haya sido víctima de aquellos monstruos.

- Muy bien – suspiro aliviado al por fin haber conseguido que Yuri cediera, arrancando la hoja de la libreta - necesito que alguien vaya por Ryosuke y Keito.

- ¡Yo puedo ir señor! – Exclama enérgicamente Marius Yo, uno de los aprendices más jóvenes que tenemos y quién se había quedado con nosotros.

- Gracias Marius – digo dándole el papel – contamos contigo – sonrío - nosotros vamos a ir adelante, así que los esperamos allá.

- Sí señor – dice guardando el papel en el bolsillo de su abrigo, saliendo rápidamente de la casa para ir en busca de ellos.

- Yo volveré a la casa – dice Kaoru entristecida - por si Ryutaro aparece…

- No te preocupes, te mantendremos informada por si tenemos alguna novedad.

- Les deseo lo mejor en ésta misión y que regresen sanos y salvos – dice haciendo una reverencia, retirándose rápidamente sin siquiera despedirse de los demás presentes.

- En verdad que está muy afectada – digo preocupado.

- Eso es cierto – dice Hikaru – pero supongo que tú lo estarás mucho más, eres su tutor legal desde que fue abandonado en la iglesia, cuando recién te recibías como sacerdote.

- Estoy haciendo todo lo posible por mantener la calma – digo dando un largo suspiro - Hikaru ¿has traído el botiquín?

- Aquí lo tengo listo – dice levantando un poco la maleta que tiene en el suelo, los conocimientos médicos de Hikaru nos serán de gran ayuda en caso de encontrar todavía con vida a Ryutaro o por si alguien cae herido en batalla.

- Bueno, no perdamos más tiempo y vámonos – digo tomando mi guadaña, seguido por mi hermano y Hikaru.

- ¿Y Fujigaya no va a venir con nosotros? – Pregunta Hikaru al estar los tres afuera, viendo que el carruaje ya nos está esperando.

- Dijo que iría a su casa por unas cosas pero ya se ha demorado demasiado y no hay tiempo para esperarlo – digo haciendo que Yuri suba primero al carruaje.

- ¡Chicos esperen! – Grita desde la otra esquina el recién nombrado - ¿A dónde van? – Pregunta al llegar hacia nosotros.

- Conseguimos que Yuri nos diera la ubicación de la guarida de los vampiros – respondo.

- Que suerte – suspira aliviado.

- Pensamos que ya no ibas a volver – dice Hikaru.

- Siento mucho la demora pero no encontraba las llaves del baúl – dice apenado.

- ¿Baúl? – Pregunto, notando que Fujigaya lleva puesta la gabardina negra que usamos los cazadores en nuestras misiones - Esa gabardina… - Susurro mirándolo ahora sorprendido - ¿Es la de tu padre?

- Sí – sonríe – pensé que sería un buen momento para usarla y también traje su ballesta – dice mostrando ésta colgando de su hombro.

- ¿Sabes usarla? – Pregunta Hikaru curioso.

- Sí, él mismo me enseñó.

- ¿El padre de Fujigaya-san también fue un cazador? – Pregunta Yuri asomando su cabeza por la puerta del carruaje.

- Sí, él junto con nuestros padres y los de Keito formaban un gran equipo – sonrío nostálgico – bueno, cualquier cosa que quieran saber podrán preguntárselo durante el camino – digo, subiendo todos de inmediato al carruaje y después de darle las indicaciones al cochero, éste comienza a moverse con prisa.

- Yuri ¿Cómo sigues? – Pregunta Fujigaya notablemente preocupado.

- No sabría que responderte… - Dice bajando la mirada entristecido, a lo que Fujigaya con una sonrisa amable acaricia suavemente la cabeza de mi hermanito, en señal de apoyo.


*Ryosuke* 

Un escalofrío recorre todo mi cuerpo al escuchar esa desagradable voz, esa horrorosa voz que nunca en mi vida hubiese querido volver a escuchar. Dirijo mi mirada hacía ese ser inmundo, que sonríe de manera siniestra ante nosotros.

- Veo que no has perdido el tiempo en todos estos años – ríe con burla, bajando de un salto del techo en dónde se encontraba, quedando a escasos metros de nosotros – pero al parecer el castigo que te di no fue… - Calla luego de esquivar una bala que desafortunadamente no pudo incrustarse en su frente.

- ¿Pero qué dices? Tú tampoco has perdido el tiempo, sigues haciendo las mismas porquerías – digo volviendo a disparar, pero éste vuelve a esquivarla.

- Supongo que tendré que volver a castigarte – dice mirando a Keito, quién observa la situación con confusión.

- ¡NI LO INTENTES! – Exclamo furioso dando otro disparo, rozándole el brazo derecho.

 

Daiki y yo somos mellizos. Nacimos bajo la cuna noble de una familia de cazadores de vampiros y desde que tengo uso de la razón hemos sido entrenados para dicha labor, siendo Daiki el que más destacaba entre los dos, pero lejos de sentirme celoso por su creciente popularidad, me sentía orgulloso por todos sus logros. Naciendo 13 años después de nosotros nuestro hermanito Yuri, el niño más precioso del mundo.

Junto a nosotros siempre estaban Keito y Hikaru, el primero era el único hijo de los mejores amigos de mis padres, quienes también se dedicaban a la caza de vampiros y el segundo era hijo de un par de médicos que servían en el Hospital del pueblo, a quién conocimos en la escuela primaria y tiempo después se unió a nosotros en la pequeña escuela de cazadores. Keito estaba comprometido en matrimonio con Daiki desde que eran muy pequeños. Los dos hacían una pareja espléndida, pero con el pasar de los años se dieron cuenta de que lo que sentían el uno por el otro era simplemente un gran cariño.

Tiempo después y por boca de mí hermano, me enteré que realmente Keito estaba enamorado de mí y que quería que él estuviera comprometido conmigo, pero pese a mi negativa, Daiki aun así habló con nuestros padres, pero ellos rechazaron su petición, porque según la tradición familiar, el primogénito debe ser siempre el primero en casarse y que ya el compromiso estaba muy avanzado como para desmoronarlo así de repente.  Nunca en mi vida había visto a Daiki maldecir tanto el haber nacido 10 minutos antes como aquella vez.

Y no es que no me gustara Keito, la verdad es que desde niños siempre me sentí atraído por él, pero debido al compromiso con mi hermano dejé esos sentimientos de lado y más al conocer en la secundaria al que sería el dueño absoluto de mi corazón, Nakajima Yuto.

Yuto era espléndido, un chico muy alegre y escandaloso, pero también elegante y un gran amante de las artes, por sobre todo de la música, sabía tocar una gran cantidad de instrumentos y siempre que tenía oportunidad no dudaba en demostrarme su gran talento con ellos. Como deportista también era muy sobresaliente y como estudiante muchísimo más. Era como un niño, demasiado curioso, demasiado hiperactivo y con un corazón enorme, siempre dispuesto a ayudar a quién lo necesitara, era como un príncipe y ese asombroso príncipe era mi novio.

- ¿Entonces no podemos salir hoy? – Preguntó decepcionado.

- En verdad lo siento mucho mi amor – dije abrazándolo en medio del andén, ante la mirada de los transeúntes, íbamos de camino a casa después de un largo día en el colegio.

- Pero ya habíamos quedado en que tendríamos nuestro picnic nocturno en la colina ésta noche – dijo haciendo un adorable puchero,

- Lo sé amor, pero tengo que ir a ese viaje con mis padres, ya sabes que ellos no aceptan un no como respuesta – dije dándole un dulce beso en los labios - ¿me perdonas?

- Está bien – respondió luego de mirarme por un rato, dándome otro beso – pero tendrás que compensármelo.

- Claro que lo haré – respondí sonrojado.

- ¿Y a dónde irán? – Preguntó, continuando el camino hacía nuestros hogares.

Yuto era ajeno a todo lo que me rodeaba, nunca había tenido el valor de decirle que mis repentinos viajes en familia eran en realidad para cumplir alguna misión de exterminio de aquellos seres sobrenaturales y pensaba que era mejor así, no quería que se viera involucrado en algo peligroso.

Lo que no sabía en ese entonces, es que ese viaje traería consigo un gran cambio en mi vida, un cambio que ni a mi peor enemigo hubiese deseado, una desgracia.

Después de un largo proceso de espionaje, dimos con la guarida del vampiro que acechaba la zona, encontrándolo dentro de una casa abandonada, aquel ser nos miraba con fiereza y superioridad. Siempre me pregunté cómo unos seres tan despreciables eran tan malditamente hermosos ¿Quizás para atraer más fácilmente a sus víctimas? Dejé de pensar en tonterías y comencé atacarlo, disparando hacia éste, pero era demasiado escurridizo.

Con la ayuda de mi padre, quién logró inmovilizarlo con unas cadenas, pude propinarle varios disparos a su cabeza, dejándolo inerte en el suelo de aquella casa abandonada, dando por terminada con éxito la misión.

Un par de meses pasaron después de aquella noche, mi hermano se encontraba en una misión junto con Keito, mis padres habían ido con Yuri, quién tenía 3 años en ese entonces, a visitar a una tía que vivía en un pueblo lejano, Hikaru se encontraba fuera haciendo un curso de primeros auxilios y yo me había quedado en el pueblo, disfrutando de mis días libres con mi novio.

Pero toda felicidad se desvaneció una de esas noches, en la que iba de camino al parque principal, en dónde había quedado de verme con mi novio para ir al teatro y de un momento a otro sentí un fuerte dolor en mi nuca, cayendo inconsciente en medio de la calle.

- Qu… ¿Qué pasó? – Pregunté adolorido, dándome cuenta de que estaba sentado en el suelo y amarrado a la columna de una casa que se veía en un deplorable estado de abandono, siendo iluminada en el interior por varias velas esparcidas en ésta.

- ¿Ya despertaste? – Preguntó una voz desconocida para mí, sintiendo un escalofrío recorrer mi cuerpo al ver a un hombre con un aura espeluznante frente a mí.  

- ¿Quién eres? ¿Y por qué me tienes amarrado? – Pregunté tratando de aflojar la cuerda pero estaba demasiado apretada.

- Me llamo Yabu Kota – sonrió de una manera siniestra, agachándose  para quedar a mi altura – y después de ésta noche estoy seguro de que nunca olvidarás mi nombre y tampoco mi rostro – sonrío poniéndose nuevamente de pie, yendo hacia lo que parecía una habitación, trayendo consigo a Yuto, quién se encontraba desnudo, atado de manos y pies, con algunos cuantos moretones en su cuerpo, con la boca siendo tapada por un trapo, sollozando asustado - ¿Es éste tu novio? – Preguntó aún con esa sonrisa, mostrándome sus colmillos, dándome a entender de que es un vampiro.

- ¿QUÉ LE HAS HECHO? – Grité desesperado.

- Sólo lo amordacé y lo golpeé un poco – sonrió lamiendo la mejilla derecha de Yuto – tu novio es muy lindo ¿no crees?

- ¡QUITA TUS AQUEROSAS MANOS DE ÉL! – Forcejeé sin éxito alguno, sintiéndome impotente ante la situación.

- ¿Te acuerdas de aquel vampiro que asesinaste hace unos meses? – Preguntó mientras comenzaba a acariciar el cuerpo de Yuto, quién se removía débilmente, adolorido por los golpes que había recibido anteriormente - ¡RESPONDE! – Gritó molesto, a lo que yo asentí, sin dejar de forcejear, preocupado por lo que pueda hacerle a Yuto – oh mi Tottsu, mi preciado Tottsu – dijo en un murmullo – ¡TÚ LO MATASTE, MATASTE A MI AMADO! – Exclamó con furia, tumbando a Yuto al suelo – y ahora te haré pagar por lo que hiciste – dijo sonriendo de una manera siniestra – tu novio tiene su mismo color de cabello, tan negro como la noche – dijo acariciándolo.

- ¡Si quieres vengarte hazlo conmigo! ¡PERO NO LE HAGAS DAÑO A ÉL! – Exclamo desesperado, comenzando a llorar por la impotencia.

- Eso hubiese sido muy fácil – dijo poniendo en cuatro a Yuto – veo que todavía eres virgen por aquí – dijo lamiendo la parte de atrás de su oreja, quitando el trapo de su boca.

- ¡RYOSUKE! ¡SÁLVAME! – Gritó desesperado, con sus ojos empapados en lágrimas, pero yo no podía soltarme.

Al otro día desperté en aquella casa abandonada, no supe en qué momento había perdido de nuevo el conocimiento, reaccionando al ver el cuerpo de Yuto a mi lado, tan pálido e inerte, volviendo de golpe los recuerdos de la noche anterior, los gritos, las lágrimas, los gemidos y las risas de aquel monstruo… 


CONTINUARÁ...