29 nov 2015

Guilty

Hola Hola a Tod@s :D
Como lo prometido es deuda, aquí traigo la segunda parte de Guilty, y para los que no han leído la primera aquí está Parte 1, al principio solo tenía pensado hacerlo un Oneshot, pero al ver que muchas me pidieron segunda parte, pues acá está, espero que les guste y espero traer pronto el capítulo 16 de Father's Love y también he estado pensando en hacerle un segundo especial de Seduciendo a mi profesor, pero bueno, a esperar como todo fluye, muchas gracias por leer y por sus comentarios, ya sean por facebook o por aquí en el blog.


Tema: Guilty
Extensión: Twoshot
Parejas: TakaChii
Autora: Akari-chan


PARTE II

Lo que había comenzado como un juego para mí, se convirtió en algo que jamás pensé que podría suceder, me había enamorado locamente de mi Padrastro, sí, del hombre que un día le juró a mi Madre amor eterno en un altar, pero que ahora se entregaba a mi como no lo hacía con ella. Han pasado más de dos años desde que tuvimos nuestra primera vez y con cada día que pasa ese amor que nunca pensé que llegaría a sentir por alguien ha crecido más y más, haciendo que nuestra convivencia con mi Madre se haga algo tensa para ambos.

- ¿Quieres algo especial para tu cumpleaños? – Pregunta Yuya interrumpiendo mis pensamientos, aprovechando que mi Mamá está en la cocina, para sentarse a mi lado y darme un fugaz beso en mis labios.

- No quiero nada en especial – digo soltando un suspiro.

- ¿Estás seguro?

- Bueno, la verdad es que si quisiera algo, pero es imposible para ambos – digo con algo de tristeza y sé muy bien que él sabe a qué me refiero.

- Yuri…

- ¿De que tanto hablan en secreto? – Pregunta mi Mamá saliendo de la cocina, haciendo que ambos nos apartemos un poco.

- Solo le preguntaba a Yuri que quería de cumpleaños – dice Yuya rápidamente.

- Pero se supone que debe de ser sorpresa – dice Mamá sentándose ahora a su lado, tomándolo del brazo, envidio no poder hacer eso libremente.

- Lo sé, pero no logro saber que sería adecuado para darle.

- Lo que escojas para él de seguro le encantará.

- En verdad no es necesario que te molestes con eso, de saber que los tengo a ambos me hace muy feliz – digo sonriente, aunque por dentro siento una gran culpa – bueno, tengo que ir a la universidad y de seguro llegaré tarde, tengo que trabajar – digo tomando mi mochila.

- Que te vaya muy bien hijo – dice mi Mamá abrazándome fuertemente.

- Te acompaño a la puerta – dice Yuya sonriendo gentilmente, viendo como mi Mamá vuelve rápidamente a la cocina.

- Gracias – respondo caminando junto con él hasta la puerta.

- Ve con cuidado – dice Yuya abrazándome – te amo – susurró cerca de mi oído, haciéndome estremecer de felicidad.

- También te amo – susurro también – ¿dormirás conmigo esta noche? No lo hemos hecho hace mucho – Digo esperando que su respuesta sea afirmativa.

- Solo ha sido una semana – ríe divertido – esta noche si dormiré contigo, me haces mucha falta – dice dándome otro fugaz beso que hizo acelerar más mi corazón – que tengas un buen día.

- Lo mismo para ti – digo finalmente y salgo de inmediato de la casa camino a la Universidad.

- Buenos días Yuri – dice animadamente mi amigo Ryosuke, desde que empezó mí relación con Yuya, él y yo dejamos de tener sexo y quedamos como los buenos amigos que siempre habíamos sido.

- Buenos días Ryosuke, te ves muy feliz hoy.

- Lo estoy realmente – dice sonriente y con un leve sonrojo en sus mejillas – Yuto y yo por fin hicimos el amor – dice con una gran sonrisa en su rostro, al verlo así nadie en verdad creería que él es todo un experto en el tema del sexo y que se demoró más de un año en entregarse a su novio.

- Por fin – sonrío divertido.

- Si, por fin – sonríe también – fue maravilloso y tan dulce – dice sin poder borrar esa gran sonrisa de su rostro.

- Buenos días – saluda felizmente el nombrado acercándose a nosotros, dándole un dulce beso a su novio, tomándolo enseguida de la mano y así comenzar a caminar a nuestro lado, siento mucha envidia al ver ese tipo de escenas, quisiera poder hacer eso libremente con Yuya.

Llegamos hasta la parada en la que debemos de tomar el autobús, llegando éste rápidamente, subimos tomando asiento yo solo al lado de la ventana, mientras mis amigos se sientan en frente de mí, coqueteándose y dándose besitos, que envidia les tengo.

- Bien, yo me bajo aquí – digo levantándome de mi asiento.

- Que tengas un buen día – dicen Ryosuke y Yuto sin soltarse de las manos.

- Lo mismo para ustedes – digo sonriente, bajando de inmediato de vehículo, de cierta forma quería huir de tanta melosería, aunque me siento muy feliz por ellos.

Cada día se me hace más difícil ocultar mis sentimientos por Yuya, muero de celos y de envidia cuando lo veo tomado de la mano de mi Madre o besándola dulcemente, no sé hasta cuando podré soportarlo.

- Estoy en casa – susurro suavemente al abrir la puerta, notando que todas las luces de la casa están apagadas, aunque eso es normal ya que son pasadas las doce – quizás Yuya ya esté dormido – digo subiendo despacio las escaleras hasta llegar a mi cuarto.

Comienzo a desvestirme lentamente, acercándome al closet para sacar mi pijama, pero de repente el chirrido de la puerta de mi habitación al abrirse me hace detenerme por unos segundos, pero seguí con lo mío, sé muy bien de quién se trata.

- Yuri… - susurra abrazándome por la espalda.

- Pensé que estabas dormido – digo volteándome para así poder verlo y abrazarlo, disfrutando de su calor.

- Te estaba esperando – dice acariciando con una de sus manos mis cabellos – Yuri, te amo, te amo más de lo que puedas imaginar, quiero que estés seguro de eso.

- Eso lo sé Yuya, pero ¿a qué viene todo esto? – Digo separándome un poco de él, mirando su rostro, se ve diferente, como si le doliera algo por dentro.

- Solamente quiero que lo sepas, que nunca dudes de mi amor por ti y que lo nuestro no es solo sexo – dice con la misma expresión.

- Yuya ¿te pasa algo? – Pregunto preocupado.

- No pasa nada, es solo que estoy algo cansado.

- ¿Eso quiere decir que hoy tampoco lo haremos? – Digo un poco desanimado, pero no estoy enojado con él, no podría estarlo y menos por eso.

- No te preocupes, yo también estoy cansado, tuve un día muy pesado – digo con una sonrisa – soy feliz con solo dormir a tu lado - digo abrazándolo con fuerza.

- Perdóname Yuri – dice con un tono mucho más triste, quiero preguntarle qué es lo que le preocupa, pero será dejarlo para después.

- No tienes de que disculparte – digo dándole un casto beso en los labios – te amo – digo terminando de quitarme la ropa, viendo como él se sonroja y sonríe levemente – al menos ponme la pijama – digo dulcemente.

Él asiente y toma la pijama que tengo en mis manos, poniéndomela con lentitud y con algo de timidez, es tan lindo.

- Gracias – digo al estar ya listo, nos tomamos de las manos y nos acostamos sobre mi cama, abrazándonos con mucha fuerza, de cierto modo lo necesitábamos.

Los días transcurrieron normalmente, en los cuales Yuya no ha parado de decirme que me ama, haciendo que mi corazón lata de mera alegría, pero no puedo dejar de preocuparme por esa inminente tristeza que veo en su mirada.

- Feliz cumpleaños hijo – dice mi Mamá abrazándome fuertemente apenas entré por la puerta.

- Gracias Mamá – digo felizmente, correspondiendo a su abrazo, viendo en un costado de la sala a mi amado Yuya.

- Feliz cumpleaños – dice acercándose a mí para abrazarme también, lo siento tembloroso, haciendo que me preocupe mucho más.

- Vamos a la cocina – dice mi Mamá haciéndome salir de mis pensamientos.

Nos dirigimos los tres al lugar indicado por mi madre, viendo un enorme pastel sobre el comedor con 20 velas encendidas sobre éste.

- Pide un deseo hijo – dice mi Madre felizmente y sin pensar mucho en el deseo que pedí, que de por cierto es algo obvio e imposible, apagué las velas de un solo soplo.

Después de apagadas las velas mi Mamá procede a cortar el pastel, mientras que yo no dejo de mirar a mi Padrastro, al hombre que amo, con la mirada apagada, haciendo que mi corazón se achique de solo verlo así.

- Toma hijo – dice mi Mamá ofreciéndome un trozo de pastel.

- Gracias Mamá – digo sin apartar mi mirada de Yuya.

- Por cierto hijo, tengo una noticia que darte – dice mi Mamá con cierta alegría.

- ¿Y qué es? – Pregunto curioso.

- Bueno, desde que me enteré quise esperar hasta hoy para decírtelo, Yuya ya lo sabe y por eso le pedí que no te dijera nada – miro nuevamente a dónde está él, haciéndome sentir una extraña sensación – Hijo, estoy embarazada.

¿Qué?

- Em… ¿Embarazada? – Pregunto, sintiendo luego un gran nudo en mi garganta y unas enormes ganas de llorar.

- Si, Yuri, tendrás un hermanito o hermanita – dice mi Mamá sin ocultar su dicha.

- Fe… Felicidades – digo con dificultad.

- ¿Te encuentras bien hijo? Te veo pálido – dice preocupada.

- Creo que necesito algo de aire, ya vuelvo – digo levantándome de la mesa sin haber probado un solo trozo de mi pastel, saliendo rápidamente de la casa para así comenzar a correr sin rumbo fijo, deteniéndome cerca de un callejón oscuro, me arrodillo en el suelo y dejo que mis lágrimas se desborden mojando todo mi rostro.

- Yuri – escucho su voz a pocos metros de mí.

- Vete… - digo entre sollozos.

- Yuri, perdóname, por favor – dice también sollozando – no sé cómo pudo pasar.

- Si lo sabes, te revolcaste con mi Madre y la embarazaste, no hay mucho que explicar, yo sé muy bien cómo se hacen los bebés – digo molesto.

- ¿Acaso piensas que eres el único que sufre? No he podido dormir bien de tan solo pensar en ello, de que he traicionado tu amor y de la peor manera.

- Por eso estabas tan extraño últimamente – digo levantándome con dificultad para así mirarlo a la cara.

- Lo siento… - dice acercándose a mí, queriendo abrazarme, pero por más que quiera en estos momentos evitar que lo haga, termino cediendo, mojando ahora su camisa con mis lágrimas.

- ¿Por qué Yuya? ¿Por qué nos tiene que pasar esto? – Pregunto sabiendo muy bien la respuesta a aquellas preguntas.

- Yo te amo a ti – dice abrazándome con fuerza, sin intenciones de soltarme.

- Ya no me ames Yuya, tienes que volver a amarla a ella, a mi Madre.

- No puedo hacer eso – dice tomándome ahora de los hombros, mirándome con aquellos ojos hinchados y rojizos de tanto llorar.

- Pues tendrás que volver a hacerlo, te dará un hijo y eso es algo con lo que jamás podré competir.

- No lo quiero.

- Yuya no digas eso, un hijo es una bendición muy grande.

- Pero si eso significa tener que dejarte no puedo, no quiero hacerlo.

- Es tu hijo Yuya, yo nunca podré darte uno.

- Yuri…

- Nunca debí de haberte seducido, nunca debí permitirme enamorarme de ti, el traicionar a mi Madre, no debí hacerlo – digo volviendo a soltar mis lágrimas, me arrepiento tanto de todas esas cosas que he hecho.

- Yuri, tú no tienes la culpa, yo soy el que se dejó llevar, debí ser yo el que no lo permitiera.

- Es mejor que lo nuestro termine… ahora – digo soltándome de su abrazo.

- Yuri, no podemos dejar las cosas así – dice con desesperación.

- Ya está todo terminado, no hay más que hacer, así que no vuelvas a buscarme a mi habitación y yo tampoco lo haré a la tuya – digo con seriedad, pero la verdad es que me duelen todas y cada una de esas palabras que salen de mi boca – Te amo Yuya, pero no podemos seguir – digo finalmente, caminando nuevamente para la casa, de seguro mi Madre debe estar preocupada por mí.

Pasaban los meses rápidamente, viendo cómo día tras día la pancita de mi Madre se hace cada vez más grande y aunque me duele todavía en el alma haber terminado mi relación con Yuya, no puedo evitar sentirme feliz de que tendré un hermanito, aquel que desde pequeño siempre he querido tener.

- Después de que nazca mi hermanito, me iré a vivir solo – digo mientras almorzamos, notando la mirada sorprendida de mi Madre y sobre todo la de él.

- Yuri, tampoco te estamos echando de la casa – dice mi Madre.

- La decisión ya está tomada Mamá – digo serio – igual me iré cuando termine tu dieta, de todos modos el bebé nacerá en verano y pues estaré de vacaciones, así que eso hará un poco más fáciles las cosa, además quiero vivir en un lugar más cerca de la Universidad y mi trabajo y así no gastar tanto en transporte.

- Bueno, ya eres mayor de edad, así que puedes hacer lo que quieras, pero no te olvides de mí y de tu hermano – dice mi Madre sonriente.

- No es que me vaya a desaparecer del mapa, vendré a visitarlos.

- No te has ido y ya te comienzo a extrañar – dice mi Madre levantándose de su asiento para luego abrazarme.

- Yo también los extrañaré.

Y por fin el día había llegado, el día en que vería por primera vez a mi hermanito, pero ver a mi Madre sufriendo por las contracciones no era muy agradable, pero ahí estaba Yuya para tranquilizarla.

Entran todos a la sala de maternidad, mientras que yo me quedo en el pasillo, caminando de lado a lado, me siento muy ansioso, nunca había visto a Yuya tan intranquilo y aunque no lo admite por completo sé muy bien que él está muy emocionado por tener un hijo.

- Yuri – veo a Yuya salir por la puerta caminando rápidamente hasta llegar a donde estoy – Yuri, ya nació el bebé – dice con alegría para después abrazarme, acto que me hizo estremecer completamente, hace tanto que no nos abrazamos.

- ¿Tan rápido? – Pregunto alejándome de su abrazo.

- Sí y es un bebé precioso, Ryutaro es precioso – dice alegremente.

- Ya quiero verlo – digo sonriente, embelesado de ver su hermosa sonrisa.

Al día siguiente salimos del hospital con mi Madre y mi hermanito en sus brazos, en verdad que es hermoso y grande también, Takaki está muy feliz, pero me duele ver esa felicidad en su rostro, me duele no haber sido el causante ella.

- Yuri ¿seguro que puedes quedarte solo con Ryu-chan? – Dice mi Madre con algo de preocupación.

- Tranquila Mamá, de todos modos Yuya llegará en una hora, así que estará todo bien hasta que él llegue – digo tomando en mis brazos a mi hermanito.

- Muchas gracias hijo, bueno, ya es hora de irme, cualquier cosa que necesites saber me llamas.

- Claro que sí Mamá, que te vaya muy bien – digo viendo como ella sale rápidamente por la puerta.

Había dicho que me iría apenas y terminara la dieta de mi Madre, pero decidí hacerlo para una semana antes de que acaben las vacaciones, ya todos los trámites del apartamento en el que viviré están listos, así que solo es cuestión de que llegue el día de la mudanza e irme, aunque la verdad lo que quiero es huir de mis sentimientos por él.

- Estoy en casa – dice Yuya entrando por la puerta, sonriendo al verme con mi hermanito en brazos - ¿cómo está el pequeño príncipe? – Dice haciéndome una seña de que quiere sostenerlo, así que delicadamente se lo acerco, rozando accidentalmente una de mis manos con la suya, sonrojándome como idiota por ese tacto.

- Voy a prepararle el biberón, no demorará en sentir hambre – digo yendo hasta la cocina, tratando de tranquilizarme y como bien había dicho, en unos minutos Ryutaro comenzó a llorar de hambre, así que ya listo su biberón, voy nuevamente hasta la sala, viendo a Yuya arrullándolo, esa imagen se me hace tan tierna.

- ¿Ya está listo? – Dice levantándose del sillón – siéntate aquí – dice y haciendo caso a su petición me siento, recibiendo nuevamente a mi hermano en mis brazos, acercando el biberón a su boca, callando por fin sus quejidos.

- Se parece mucho a ti – dice Yuya sonriente.

- Al menos sabemos que será muy guapo de grande – digo devolviéndole la sonrisa.

- Será tan hermoso como la persona que amo – dice con tristeza.

- Yuya, por favor no arruines este momento – digo suplicante.

- Yuri, te amo y quisiera que todo fuera diferente, que Ryutaro fuera hijo nuestro, que fuera el fruto del amor tan grande que sentimos.

- Yuya, no sigas.

- Yuri, para mi es imposible dejar de amarte, te necesito tanto – dice levantándose de la silla en la que está, acercándose demasiado a mí.

- Yuya… - susurro antes de sentir sus labios sobre los míos, besándome con desesperación, beso al cual correspondo de la misma manera, pero aquel momento fue interrumpido por el llanto de mi hermanito.

Nos quedamos mirando por unos segundos más antes de poner nuevamente el biberón en su boca, me siento tan sucio, tan culpable de sentir todo esto por él y besarme con él al frente del bebé me parece de lo más horrible, pero no puedo evitarlo, lo amo, lo deseo, lo necesito, pero tengo que irme, no puedo estar más tiempo aquí, no puedo volver a caer en sus brazos, en ese calor que tanto extraña mi cuerpo.

Después de ese día, apenas y nos dirigimos la palabra, estoy ansioso porque llegue el día de la mudanza y éste rápidamente llegó.

- ¿Seguro que estarás bien hijo? – Pregunta mi Madre con los ojos llorosos.

- No te preocupes Mamá, estaré bien, no me iré tan lejos tampoco – digo abrazándola – vendré a visitarlos.

- Es una pena que Yuya no esté para despedirse.

- Así está bien – en verdad es un alivio que no esté – bien, ya me voy, nos vemos este fin de semana - digo abrazándola nuevamente y luego beso la frente de mi hermanito – hasta luego Ryu-chan – digo subiéndome en el asiento de copiloto del camión de la mudanza, el cuál comienza a moverse, llevándome a mi nuevo hogar.

Pensé que al estar lejos de él me sería más fácil olvidarlo, pero ha sido todo lo contrario, no puedo sacármelo de la cabeza, no puedo dejar de anhelar sus besos, sus caricias, su forma tan apasionada de hacerme el amor, todas esas veces en las que me decía “Te amo”, extraño todo de él, hasta su torpe sonrisa, lo amo tanto y por más que intente darle oportunidades a mis pretendientes al final nunca lo hago, él está demasiado grabado en mi cuerpo y en mi mente. Aunque agradezco que cada vez que quedo de ir a casa de mi Madre o de encontrarme en algún lugar con ella, él no está presente, pero al menos, aunque sea de lejos, me gustaría contemplarlo, aunque me duela saber que lo nuestro no puede ser.

Despierto de mi agradable siesta al escuchar los incesantes golpes en la puerta de mi apartamento, así que con algo de molestia me acerco a ella para saber de una vez por todas quién es el que se atreve a interrumpir mi sueño.

- ¡Ya voy! ¿Me vas a tumbar la puerta o qué? – Digo molesto frotándome los ojos, quitándole el seguro a ésta y abrirla rápidamente, quedándome en completo shock.

- Yuri… ya no puedo soportarlo más – dice la persona que está al frente de mí, tomándome entre sus brazos y besándome con la misma desesperación de la última vez que juntamos nuestros labios.

Sobran las palabras para todo aquello que sentimos en estos momentos, sé que está muy mal el corresponderle, pero yo tampoco lo aguanto, lo deseo tanto, así que simplemente me dejaré llevar.

Me separo por unos momentos de su lado, cerrando la puerta del apartamento para así tomar una de sus manos y conducirlo hasta mi habitación, en donde volvemos a besarnos como segundos antes, acariciándonos con desenfreno, quitándonos la ropa en un santiamén sin preocuparnos de en qué rincón de la habitación caerán, disfrutando de ver nuestros cuerpos desnudos, sintiendo ese roce exquisito entre ellos.

Dirijo mi mano hasta su miembro que ya está erecto, mordiéndome el labio de tan solo pensar en que nuevamente lo tendré dentro de mí, brindándome ese placer incontrolable que tanto me hace jadear, doy leves masajes sobre su miembro, sintiendo esa dureza y ese líquido preseminal que escurre sobre éste y sin contenerme más, me pongo de rodillas e introduzco aquel pedazo de carne en mi boca, saboreándolo por completo hasta sentir su semen mojar mi cavidad.

- Lo siento – dice acariciando mis cabellos – estoy muy emocionado – dice para ponerse a mi altura, besándome con dulzura y luego cargarme con sus brazos hasta acostarme suavemente sobre la cama.

Sus labios recorren cada rincón de mi cuerpo, marcándolo nuevamente como suyo, apretando mis tetillas hasta hacerme jadear y siento como mi miembro vuelve a endurecerse y es envuelto por sus labios, besándolo y chupándolo con suma delicadeza, sintiendo dos de sus dedos entrar por mi ano, dilatándolo para lo que pronto vendrá, hasta correrme en su boca, viendo cómo se traga mi semen y me sonríe dulcemente mientras se acomoda sobre mí, besando mis labios.

- Te amo Yuri – dice introduciendo su pene en mi interior, hacía tantos meses que no lo hacíamos que me sentía como si fuera mi primera vez, es doloroso y sé que me arrepentiré más tarde de esto, pero es tan grande mi amor por él que el volver a tenerlo entre mis piernas es un gozo que no puedo negarme.

- Yu… ya – jadeo al sentir como comienza embestirme lentamente y besa mis mejillas empapadas por las lágrimas, estoy llorando pero no tan solo de dolor sino también de alegría.

Envuelvo su cintura entre mis piernas, dejando que su miembro entre mucho más, pero de un momento a otro cambiamos de posiciones, quedando yo encima de él, cabalgando gustoso sobre su miembro, haciendo también movimientos circulares sobre éste, al mismo tiempo que poso mis manos sobre su pecho, acariciando sus tetillas. Tiene sus ojos entrecerrados y sus dos manos en mi cintura, ayudándome a subir y bajar, sintiendo minutos después su semen mojar mi entrada, haciéndome estremecer y correrme también sobre su abdomen, cayendo exhausto sobre él, pero nuevamente mis lágrimas vuelven a salir.

- No llores Yuri – dice abrazándome protectoramente, acariciando mis cabellos.

- Yuya, te amo, pero no podemos…

- No puedo soportar estar lejos de ti.

- Yo tampoco, pero lo nuestro no puede ser – digo con tristeza, todavía acurrucado en su pecho.

- Pero pronto lo será – dice cariñosamente.

- ¿Qué? – Pregunto sorprendido, levantando mi rostro para mirarlo.

- ¿No te lo ha dicho tu Madre?

- ¿Decirme? ¿Decirme qué? – Pregunto todavía más confundido.

- Debe ser que todavía no se ha hecho a la idea – dice soltando un suspiro.

- Yuya no te entiendo – digo con algo de desesperación.

- Que nos divorciaremos – dice esbozando una sonrisa.

- Yuya ¿cómo pudiste? – Digo levantándome de encima suyo, totalmente confundido y asombrado por sus palabras.

- Yuri, tu eres la persona que quiero a mi lado a la que amaré toda mi vida y créeme que intenté de todas las maneras volver a amar a tu Madre, pero no puedo, no puedo hacerlo porque en mi corazón estás tú – dice sentándose a mi lado sobre la cama, abrazándome por la espalda, apoyando su cabeza en mi hombro – le dije que ya no la amo, que no podía vivir así con ella, al principio se negó, pero terminó cediendo, no es justo para ambos.

- ¿Lo dices en serio? – Pregunto con algo de felicidad – ¿en verdad harás eso por qué me amas?

- Si Yuri – dice besando mi mejilla – solo puedo amarte a ti.

- Con razón ya no te veía cuando salía con ella, debe estar devastada – digo con preocupación - ¿Y Ryu? – Pregunto por mi hermano, tampoco es que podamos dejarlo de lado.

- No lo desampararé, es mi hijo y mi adoración.

- Yuya… - volteo para abrazarlo, todavía con mis ojos llorosos.

- Tu Mamá todavía no sabe lo nuestro, pero tenemos que prepararnos para cuando eso suceda – dice tomando mi rostro con sus manos, mirándome fijamente – Te amo Yuri y solo espera un par de meses más y estaré libre para ti, para disfrutar de nuestro amor – dice besando mis labios y correspondo con gusto.

- ¿Y dónde te estás quedando? Porque supongo que Mamá te corrió de casa.

- De hecho me quedaré aquí conti… las maletas – dice levantándose estrepitosamente de la cama, corriendo desnudo seguido de mí.

- ¿Dejaste tus maletas afuera? – Pregunto riéndome de verlo tan angustiado.

- Estaba tan emocionado de verte que se me olvidó – dice riendo torpemente, abriendo un poco la puerta – todavía están – suspira aliviado, le acerco una bata para que así pueda taparse y meter las maletas a mi apartamento

- Eres un tonto - digo abrazándome nuevamente a él – Te amo Yuya – digo rodeando su cuello con mis brazos y lo beso apasionadamente.


Sé que nuestro camino de ahora en adelante será difícil, pero estoy seguro de que nuestro amor triunfará, aún si comenzó de una manera tan desastrosa, llena de culpa.


FIN

12 nov 2015

Father's Love

Hola Hola :D

Nuevamente perdonen la demora, pero aquí estoy de nuevo, no sé que tan bien me quedó, pero creo que lo hice bien XD espero les guste mucho y muchas gracias por sus comentarios y cómo siempre este fic está dedicado a mi querida amiga Mari y a Shizuka, que lo disfruten >3<

P.D. Ya puedo por fin concentrarme en la segunda parte de Guilty que sé que muchas lo esperan con ganas, así que esperénlo para el cumpleaños de Yuri.



Tema: Father's Love
Extensión: Serial
Parejas: Varias 
Autora: Akari-chan


Capítulo 15

*Yokoyama You*

- Maru… - susurro su nombre al verlo parado frente a mí, mirándome igual o inclusive más sorprendido de lo que yo estoy, sintiendo un escalofrío recorrer todo mi cuerpo y unas ganas inmensas de querer abrazarlo, pero hace mucho tiempo dejé de tener ese privilegio y me parece que es una broma muy cruel la que nos está haciendo la vida.

- Maru-sensei, te presento a mi Papá – dice Keito entusiasmado, sin estar consciente de lo que está pasando a su alrededor.

- Yo… Yo… - alcanza a susurrar antes de comenzar a desmayarse, pero a pesar de lo consternado que todavía estoy, logro sostenerlo en mis brazos antes de que su cuerpo toque bruscamente el suelo.

- Keito ¿Dónde está la enfermería? – Pregunto con algo de desesperación, levantando su cuerpo como si de una princesa se tratara, disfrutando de ese dulce aroma que tanto añoré volver a oler.

- Yo te llevo – dice saliendo rápidamente del salón, mientras que yo lo sigo.


Era otro día aburrido en la empresa de mi familia, desde que nací había sido educado para que algún día fuera el dueño de ésta y pues la verdad no me sentía muy emocionado de serlo, pero al ser hijo único toda esa responsabilidad recaía en mí y eso hacía que las cosas se complicaran, estaba cursando el cuarto semestre de Arquitectura, tal y como mi Padre quería y aunque él fuera muy estricto le tenía mucho respeto y trataba lo más posible de complacerlo aunque por dentro estuviera con ganas de huir de ahí.

Me encontraba en la cafetería de la empresa, tratando inútilmente de leer el libro que tenía sobre la mesa, pero por alguna razón no lograba concentrarme, así que me puse de pie, guardando el libro en mi mochila y comenzando a caminar por los alrededores en busca de alguna distracción.

- Buenas tardes Yokoyama-kun, que suerte encontrarte por aquí – dijo uno de los socios de la empresa y muy amigo de mi Padre, Katori Shingo.

- Buenas tardes Katori-san – dije haciendo una reverencia,  fijando luego mi mirada en el chico que estaba a su lado.

- Él es Maruyama-kun, trabajará como obrero en la empresa a partir de mañana.

- Mucho gusto, Maruyama Ryuhei – dijo reverenciándose levemente, quedándome embobado con él, con su tímida sonrisa.

- El gusto es mío, Yokoyama kimitaka, pero por favor llámame solo Yoko – dije apenado, en verdad que mi nombre no me gustaba.

- Maruyama-kun es hijo de un gran amigo mío y por eso no dudé ni un segundo en aceptarlo, es un muchacho trabajador – dijo alegremente.

- Me alegra mucho escuchar eso – dije sin dejar de sonreír, no entendía por qué, pero me sentía muy feliz.

- ¿Estás muy ocupado?

- No, de hecho estoy dando un paseo para des aburrirme un poco.

- Perfecto, es que me gustaría que le enseñaras a Maruyama-kun las instalaciones de la empresa ya que ahora estoy algo ocupado, bueno, si no es molestia para ti.

- Claro que no, lo haré con gusto y así de paso me entretengo y conozco mejor a Maruyama-san.

- Entonces ya podré hacer mis obligaciones sin tener que preocuparme – suspiró aliviado - Yokoyama-kun es el hijo del Presidente de la empresa, así que trátalo bien – dijo para finalmente despedirse, dejándonos solos.

- No deberías de molestarte en mostrarme la empresa, yo puedo hacerlo solo.

- Ya te dije que no es ninguna molestia.

- Pero el hijo del Presidente no debería de hacer esas cosas y menos con un simple obrero – dijo apenado.

- Vamos, yo te acompañaré – dije comenzando a caminar.

- Gracias Yokoyama-san – dice caminando tras de mí.

- Llámame Yoko solamente.

- ¿Yoko-san?

- Así está mejor – sonrío amablemente - ¿por qué has decidido trabajar de obrero? Es un trabajo muy pesado para alguien tan joven cómo tú.

- Tampoco soy tan joven – sonrió nervioso – mi Padre también fue obrero, así que me enseñó todo lo que tenía que saber.

- Entonces ¿en verdad deseas ser obrero?- Pregunté curioso.

- La verdad es que necesito trabajar y ahorrar dinero para ir a la Universidad, ya que mis padres no pueden costeármelo.

- ¿Y qué quieres estudiar?

- Quiero ser profesor de Japonés – dijo emocionado, pagaría cualquier cosa solo por ver esa sonrisa siempre.

- Trabaja duro para conseguirlo, serás un gran profesor.

- No me conoces del todo y ya me andas diciendo ese tipo de cosas, pero muchas gracias por confiar en mí.

- Puedo saberlo con tan solo verte – dije haciendo que él se ruborizara un poco  seguimos nuestro camino, disfrutando por primera vez de la compañía de alguien que acababa de conocer.


Al llegar a la enfermería acosté de inmediato a Maru en la camilla, notando que no está el Doctor adentro.

- Keito, ve y busca al Doctor, yo me quedaré con él – digo con algo de desesperación y para qué negarlo, quiero estar aunque sea unos momentos a solas con él.

- Voy enseguida – dice saliendo rápidamente.

- Maru-chan, te he extrañado mucho – digo al mismo tiempo que acaricio sus cabellos, sentándome en la orilla de la camilla, se ve tan hermoso así durmiendo, quiero decirle tantas cosas, suplicarle que me perdone por lo que le hice, decirle una y otra vez que mi corazón solo le pertenece a él, pero sé que nada de lo que le diga hará que todo cambie, tal vez debería de dejar las cosas como están y alejarme, pero no puedo, no quiero hacerlo, recuesto mi cabeza sobre su pecho, escuchando los leves latidos de su corazón, se siente tan bien.

- Que… Qué pa… - Me levanto rápidamente al escuchar su voz – ¿Qué pasó? – Pregunta rascándose la cabeza, pero al verme su expresión cambió a una de furia - ¿Qué haces aquí? – Dice levantándose estrepitosamente de la cama, cayendo al suelo - ¡No me toques! – Dice molesto al ver que yo quería ayudarlo.

- Maru, me alegra mucho verte…

- Pues a mí me pasa todo lo contrario – dice sin siquiera mirarme – me voy, no soporto estar cerca de ti – dice dirigiéndose a la puerta, pero yo tomo su brazo, haciendo que se moleste más – Suéltame.

- No, tenemos que hablar.

- ¿Hablar? ¿Hablar de qué? Ya todo lo que me tenías que decir lo dijiste hace muchos años y me quedó muy claro todo, eres un maldito mentiroso.

- Maru, por favor escúchame…

- Papá encontré al Doctor Ninomiya-san – dice Keito alegremente entrando a la enfermería con el susodicho.

- Bueno, veo que el paciente ya está mejor, pero de todos modos voy a revisarte, siéntate.

- Doctor, yo estoy bien.

- Que te sientes – dice con seriedad, haciendo que se Maru se sentara de una vez.


*Maruyama Ryuhei*

En verdad pensé que todo esto era un sueño, pero no es así, quiero salir corriendo pero ya estoy muy grandecito como para estar huyendo como una niñita asustada, no puedo creerlo, lo odio, pero no dejo de sentirme nervioso al estar cerca de él, de verlo de nuevo.

- Tu pulso está algo acelerado, pero no es para alarmarse – dice Ninomiya-san – aunque le recomiendo que duerma y coma bien, posiblemente por falta de esas cosas se desmayó.

- Gracias.

- Me preocupé mucho Sensei – decía Keito abrazándome fuertemente – ¿ahora sí puedes atendernos? – Pregunta suplicante, en verdad que él había estado muy emocionado de que conociera a su padre pero…

- Creo que deberíamos dejar lo de la reunión para otro momento – dice el verdadero causante de que me desmayara.

- Papá tiene razón, es mejor que Sensei descanse – dice con algo de desilusión.

- No te pongas triste – digo volviéndolo a abrazar, sabiendo ahora que Keito es su hijo y me he encariñado mucho con él, no me siento capaz de odiarlo – ya tendremos otra oportunidad para reunirnos – digo sonriendo amablemente.

- Gracias Maru-sensei.

- Es mejor que me vaya ahora – digo levantándome y acomodando un poco mi ropa – nos veremos el Lunes Keito – digo saliendo rápidamente de ahí, ignorando por completo a la otra persona que estaba dentro.

Al pisar la entrada de mi casa, aquellas lágrimas que con tanto esfuerzo había logrado contener durante todo el camino comenzaron a caer, empapando mi rostro, subo rápidamente las escaleras llegando hasta mi cuarto, para luego tumbarme sobre mi cama y llorar desconsoladamente.


- Maru-chan, me dijiste que me ayudarías con la maqueta – dijo Yoko haciendo un puchero, de esos que desde hacía un tiempo comenzaban a gustarme demasiado.

- Sé que te lo prometí, pero tengo trabajo que hacer.

- Pero soy el hijo del Presidente, así que tienes que obedecerme – dijo para finalmente tomarme del brazo y llevarme junto con él hacía la oficina que le había asignado su Padre, de seguro recibiría un regaño por faltar al trabajo.

- Si lo que te preocupa es que te castiguen, ya hablé con Katori-san para que no suceda – dijo sonriente.

- ¿Y qué le dijiste?

- La verdad, que necesito que me ayudes con una maqueta ¿o pensabas que era para otra cosa?

- No – dije de inmediato, ya llevaba siete meses trabajando en la constructora y la verdad era que con el pasar de los días me había enamorado de Yoko-san, pero era una tontería siquiera pensar en que él también sintiera lo mismo.

Al llegar a la oficina comenzamos de inmediato con el trabajo, disfrutaba demasiado poder ayudarlo con sus cosas y siempre que había oportunidad él me enseñaba cosas sobre su carrera y de su vida, me sentía muy feliz de al menos ser cercano para él.

- Maru-chan.

- ¿Qué sucede?- Pregunté dejando lo que estaba haciendo para mirarlo, pero a cambio de eso, sentí sus labios rozar los míos, haciéndome sonrojar por completo.

- Me gustas Maru-chan – dijo y sin salir de mi estado de shock, volvió a besarme, pero con más ternura.

- Yoko…

- Tú también me amas ¿cierto?

- ¿Acaso me lees la mente?

- Eso quiere decir que me amas – dice dándome otro beso.

- Yoko, esto no está bien, somos hombres.

- Pero ya te he besado tres veces y no te has quejado – dijo sonriente, para luego besarme por cuarta vez.

- Te amo, te amo mucho – dije finalmente, abrazándolo con fuerza, besándonos por quinta vez, sintiendo aquellas maripositas volar dentro de mi estómago.


*Yokoyama You* 

- Lamento mucho que no hayas podido conocer cómo se debía a Maru-sensei – decía Keito todavía decepcionado.

- No te lamentes hijo, ya será en otra oportunidad.

- Por cierto Papá ¿tú ya conocías a Maru-sensei?

- ¿Por qué lo preguntas?

- Porque cuando entramos al salón tu dijiste “Maru” y que yo recuerde nunca te dije su nombre.

- Quizás escuchaste mal – río nervioso.

- Si, de seguro escuché mal.

- Y hablando de eso ¿por qué nunca me habías dicho el nombre de tu profesor?

- Te lo diré, pero no le digas que yo te lo dije.

- Prometo que no se lo diré.

- Tío Aiba.

- ¿Aiba? – Ahora entiendo por qué me insistió tanto en que fuera, ese tonto lo sabía y no me lo había dicho.

- Ese idiota – digo un tanto molesto, pero tuve que calmarme ya que llegó un mensaje a mi celular de mi secretaría, recordándome de la reunión que tendría dentro de una hora – Keito, tengo que irme, nos vemos en la noche – digo dándole un beso en la frente de mi hijo, ya tendría tiempo para hablar luego con Aiba.


*Keito*

Veo como mi Padre se aleja rápidamente de mí, mientras yo estoy ansioso por tener más respuestas y en verdad que si había escuchado muy bien que había dicho el nombre de mi Sensei.

- No me puedes engañar Papá, tú lo conoces, lo pude ver en tus ojos, nunca habías mirado a alguien como lo hiciste con él, ni siquiera a mi Madre.


*Yokoyama You*

Al terminar la reunión me dirigí a mi oficina, tengo la cabeza dándome vueltas por lo ocurrido el día de hoy, abro uno de los cajones en busca de algún medicamento que me pudiera servir, pero encuentro aquel sobre que semanas atrás me había negado en abrir, envolviéndome esa curiosidad de leer lo que está adentro, igual no tengo nada que perder.


- Maru ¿te puedo preguntar algo? – Dije apegándome más al cuerpo de mi novio, nos encontrábamos desnudos, exhaustos y sudorosos después de habernos entregado como tantas veces ya lo habíamos hecho, con el mismo amor y deseo.

- Dime – dijo al mismo tiempo que me sonreía dulcemente.

- Si tuviéramos un hijo ¿qué nombre le pondrías? – Al terminar la pregunta, Maru se quedó mirándome extrañado, soltando luego una leve risa.

- Yoko, nosotros no podemos tener hijos, bueno, al menos no entre nosotros.

- Pero podríamos adoptar, estoy seguro de que serías un buen padre – dije sonriente.

- ¿En verdad quieres eso? ¿Tener hijos conmigo?

- Por supuesto que sí, con la única persona con la que quiero conformar una familia es contigo, pero todavía no me has respondido ¿qué nombre te gustaría?

- Pues… Kei me gusta mucho y Daiki es un nombre muy bonito también.

- ¿Kei? ¿Daiki? ¿Por qué esos nombres? – Pregunté curioso.

- Siempre me han gustado esos nombres – dijo sonrojado – no pensé que lo nuestro fuera tan enserio que hasta ya estamos hablando de nombres para nuestros hijos.

- Claro que lo nuestro es enserio – dije tomando sus manos – Maru, yo te amo – dándole un dulce beso en ellas.

- Yo también te amo Yoko – besándome dulcemente.

- Luego pensaremos el nombre de nuestro tercer hijo – dije posicionándome encima de mi novio.

- ¿Tendremos tres hijos? – Preguntó Maru sorprendido.

- Si, tres hijos, pero ya te dije que luego hablaremos de eso, ahora quiero hacer otras cosas – dije volviendo a besar sus labios.

- ¿No es que estabas cansado?

- Para hacer el amor contigo nunca estaré cansado.

- No digas esas cosas – dijo sonrojado, dejándose hacer.


No puede ser, Dai-chan es su hijo, tal y como lo supuse la primera vez que lo vi, abrazo aquel papel, arrepintiéndome de no haberlo leído antes, mi hijo y el suyo están enamorados, tal y como nosotros en nuestra juventud y eso me hace muy feliz, pero lo que más me alegra además de eso, es que está divorciado, quizás y pueda luchar por tener su amor nuevamente.


*Maruyama Ryuhei*

- Yoko – me abalancé hacía sus brazos, siendo correspondido, pero sentía algo extraño, como si algo malo fuera a suceder, pero quizás y eran imaginaciones mías – ¿para qué me llamabas con tanta urgencia?

- Maruyama-san, tengo algo que decirte, algo muy importante.

- ¿Por qué me hablas de esa manera? – Pregunté extrañado, en esos tres años que teníamos de relación Yoko nunca me decía Maruyama-san.

- El mes que viene me casaré, así que lo nuestro terminó.

- ¿Qué? – Pregunté sorprendido, aquello me había caído como un balde de agua fría o más que eso, la sentía caliente.

- Que me casaré con la persona que en verdad amo – dijo seriamente, rompiendo mi corazón en mil pedazos.

- Esto es una broma, debe ser una broma – dije para mí mismo, comenzando a llorar.

- ¿En verdad creíste que me enamoraría de alguien cómo tú?

- Yoko por favor dime que esto es una broma.

- Si es una broma, haber salido contigo fue una gran broma – dijo con la misma expresión en su rostro – no te quiero volver a ver, ya me aburrí de ti.

- Fui un idiota al pensar en que alguien como él se enamoraría realmente de mi – susurré viendo cómo él se alejaba sin decir ni una sola palabra más y caí al suelo dejando que mis lágrimas mojaran todo a su alrededor, él se había llevado lo mejor de mí, fui un tonto al enamorarme de él y creer ciegamente en sus mentiras.


He llorado toda la tarde y más por el hecho de recordar todos aquellos momentos que había pasado junto con él y que creía que había olvidado, pero los tenía muy grabados en mi corazón, sobre todo esas palabras que me habían destruido por completo, por suerte Daiki no está para que me vea en este estado tan deprimente.

- Daiki… Espera un momento, si él es el padre de Keito y éste último es hermano del novio de mi hijo, eso quiere decir que, no puede ser cierto… - digo sintiendo un fuerte mareo, viendo todo muy oscuro.

CONTINUARÁ...