Me siento muy feliz y emocionada, por lo del nuevo album de Jump que casualmente será lanzado el 24 de Junio que es mi cumpleaños, en verdad que está que se me sale el corazón de tanta emoción y espero poder comprarlo XD
Como siempre este fic va dedicado a mi querida amiga Mari que hace poco cumplió añitos, te quiero mucho y muchísimas gracias por todos sus comentarios *o*
Tema: Father's Love
Extensión: Serial
Parejas: Varias
Autora: Akari-chan
Capítulo 7
*Uchi Hiroki*
Desde que conocí a Murakami-san, algo dentro de mí
despertó, una atracción que hacía mucho no sentía por alguien y aunque fuera
mayor que yo y ya tuviera un hijo, eso no sería un obstáculo para conquistarlo,
aunque en realidad si había uno, y ese era que con toda esa hoja de vida que
tiene, era casi imposible que él se fijara en alguien como yo.
- Buenos días – dije alegremente al ver que se abría
la puerta y era él quién la abría.
- Buenos días – dijo, notando cierto brillo en sus
ojos, que me hacía sentir muy bien - ¿En qué puedo ayudarte?
- Siento mucho tocar tan temprano, pero es que
necesito un favor – dije con algo de súplica.
- Si es por ti, hago cualquier cosa – dijo, haciendo
que me ruborizara por completo.
- Esto… Bueno, cómo verás, he tenido mucho trabajo que
hacer últimamente y no me ha quedado tiempo para hacer las compras, así que me
preguntaba si tenías algo para ofrecerme de comer, cualquier cosa estaría bien,
hasta la semana siguiente tengo día libre, así que te lo pagaré hasta entonces.
- Pues si quieres pasa y desayuna conmigo – dijo
sonriendo ampliamente.
- ¿No sería mucha molestia?
- No, para nada, sería un verdadero gusto, además mi
hijo hoy se fue sin desayunar, así que no sería bueno desperdiciar esa comida.
- Gracias Murakami-san – dije totalmente aliviado y es
cierto, trabajo en una empresa y en estos días tenía que ayudar con el
inventario y todo un montón de cosas más y sumándole lo de la mudanza a mi
nuevo apartamento, no me había quedado ni tiempo para algo tan básico como el
hacer las compras.
*Murakami Shingo*
Esta es la primera vez que Uchi-san entra a mi
apartamento, y por ende no puedo evitar sentirme entusiasmado y más al saber
que podía ayudarlo en algo, haciendo que mí corazón lata de la alegría tan
grande que siento en estos momentos, porque si de algo estoy seguro es que
siempre lo ayudaría en lo que pudiera.
Después de haber servido el desayuno, nos sentamos
ambos en las sillas del comedor, notando que realmente él estaba muerto de
hambre, al ver como se comía todo lo que había preparado con tantas ansias.
- No pensé que estuvieras tan hambriento – dije sin
quitarle la mirada de encima.
- Es que anoche llegué tardísimo y sobretodo muy
cansado, así que me dormí sin probar bocado alguno – dijo apenado.
- Se ve que tu trabajo es muy duro – dije con algo de
preocupación.
- Es que estoy cubriendo dos turnos mientras llegan
los nuevos empleados, mis compañeros y yo hemos estado trabajando así desde
inicios de este mes.
- ¿Y no hay restaurantes cerca de donde trabajas?
- Si, en la empresa hay uno, pero no me gusta mucho la
comida que allá preparan, aunque igualmente siempre se hacen filas
interminables para conseguir algo, así que ni me molesto, esa es mi realidad en
estos momentos.
- Ya veo – dije pensativo, cruzándose cierta idea por
mi mente – pues si quieres, yo te puedo hacer las tres comidas, para que las
lleves y puedas comer a gusto, mientras se soluciona tu situación.
- En verdad que no quiero ser una molestia – dijo todavía
apenado.
- Ya te dije que estoy encantado de ayudarte – dije tomando
de manera inconsciente su mano.
- Muchas gracias, no sé cómo pagarte todo esto,
pensarás que soy un aprovechado.
- No tienes por qué preocuparte.
- Ya se me está haciendo tarde – dijo al mismo tiempo
que miraba su reloj.
- ¿Ya te vas? – Pregunté desanimado.
- Si, muchas gracias por el desayuno – dijo levantándose
de su asiento, dispuesto a salir, pero con la misma se devolvió – por cierto,
toma – dijo entregándome una llave.
- ¿Y esto? – Pregunté un poco confundido.
- Es una copia de la llave de mi apartamento, llegaré
pasadas las diez de la noche, así que puedes dejar la cena en el mesón de la
cocina.
- Está bien, que tengas un buen día – dije sonriente,
recibiendo una sonrisa y un sorpresivo beso en la mejilla de su parte,
dejándome totalmente atónito por lo que acababa de pasar.
*Ryosuke*
- ¡Feliz cumpleaños! – Exclamó mi Papá al verme entrar
por la puerta de la sala del comedor, para enseguida abrazarme fuertemente.
- Gracias Papá – dije correspondiendo alegremente a
aquel abrazo.
- Feliz cumpleaños hijo – dijo mi Mamá al salir de la
cocina, llevando en sus manos un enorme pastel con muchas fresas, esas que
tanto me encantan, con una vela ya encendida en medio del pastel.
- Muchas gracias Mamá – dije entusiasmado, sin
quitarle la vista de encima a ese pastel que se ve tan apetitoso.
- Primero apaga la vela y pide un deseo – dijo mi
Papá, así que cerré mis ojos, pensando seriamente en lo que desearía,
apagándola de un solo soplo al ya haber pensado en cuál era mi deseo.
Luego de eso comimos algo de pastel, dejando el resto
para la noche y despidiéndome de mis padres, me encaminé hacía el Instituto,
ignorando por completo al que es mi vecino, al llegar me felicitaron algunos de
mis maestros y varios de mis compañeros.
- Feliz cumpleaños Ryosuke – dijeron Fuma y Kento,
abrazándome con fuerza.
- Gracias chicos – dije con dificultad, tratando de zafarme
del abrazo.
- ¿Ya cuantos cumples? – Preguntó Fuma.
- Dieciocho años – dije con orgullo.
- Ya casi eres un adulto – dijo Kento.
- No seas tonto – reí.
Comenzó la clase normalmente, sintiéndome tan feliz de
ser tan querido, hasta había sido felicitado por Hikaru, quién últimamente se
veía muy decaído y pensativo, esperaba poder hablar con él lo más pronto
posible y saber qué es lo que tanto le atormenta, pero aun así trataré de
disfrutar este día tan especial para mí.
*Nishikido Ryo*
Todavía me puedo acordar con claridad del día en el
que tuve a mi hijo por primera vez entre mis brazos, se veía tan pequeñito, tan
frágil, hasta tenía miedo de que en algún momento se me fuera a caer, pero poco
a poco mis miedos y preocupaciones se fueron desvaneciendo, dejándome disfrutar
de eso tan hermoso como lo es ser un Papá.
- Hoy está cumpliendo años Ryosuke ¿cierto? – Preguntó
Subaru, al verme entrar al restaurante.
- Si, dieciocho años para ser exactos – dije alegremente,
no tan solo por el cumpleaños de mi hijo, sino por la persona que tengo al
frente.
- Ha crecido bastante, se parece a ti.
- ¿Igual de guapo?
- No tanto – rió.
- Que gracioso – dije tratando de sonar molesto, pero
me es imposible enojarme con él.
- Esto es para Ryosuke – dijo dándome una pequeña
caja, envuelta en papel regalo.
- ¿Y por qué no se lo das personalmente? Ni que viviéramos
tan lejos – dije un poco extrañado.
- Es que tengo una salida importante hoy y pues no sé
si tenga tiempo para entregárselo.
- ¿Entonces no vienes a trabajar hoy? – Pregunté con
algo de tristeza.
- No, solo te estaba esperando para darte el regalo.
- Ok, que te vaya bien – dije, caminando rápidamente
hacía la oficina del restaurante, tratando de no llorar, sé que es una reacción
exagerada, pero no me gusta que él se aparte de mí.
*Yuto*
En verdad no estaba muy seguro de hacer lo que tenía
pensado, pero haría hasta lo imposible para ganarme el amor de Ryosuke, aunque
éste en verdad me odiara sin razón aparente, así que armándome de valor y
aprovechando la hora de receso, entré al salón de clase al que asiste él y puse
un ramo de rosas junto con una nota sobre su escritorio, retirándome
rápidamente.
*Ryosuke*
Al terminar la hora de descanso me dirigí junto con
mis amigos a nuestro salón, encontrándome con que alguien había dejado un ramo
de rosas sobre mi escritorio, cosa que en vez de alegrarme me puso de muy mal
humor, ya que no necesito de ser adivino para saber quién había dejado eso ahí.
Tomé aquel ramo con una de mis manos y con la otra
tomé la nota, arrugándola por completo, no me interesaba leer lo que tenía
escrito. Salí del salón yendo al de al lado, en el que se encontraba él y
viendo que todavía no había llegado el maestro, lo saqué de un solo tirón,
llevándolo hasta la azotea del Instituto.
- ¿Te gustó el ramo? – Preguntó al detenernos,
sonriendo como tonto.
- ¡IDIOTA! – Grité, al mismo tiempo que le arrojaba el
ramo y la nota en su cara - ¿Cuántas veces tengo que decirte que me dejes en
paz?
- Ryosuke, yo te amo – dijo tratando de acercarse a
mí, pero lo esquivé de inmediato.
- Eso del amor es una tontería – dije burlonamente –
si en verdad me amas como dices, vete y no vuelvas a dirigirme la palabra.
- ¿Eso es lo que quieres? – Preguntó con tristeza,
hasta podía ver como sus lágrimas amenazaban con salir, pero eso no lograba
conmoverme.
- Si, eso quiero – dije decidido.
- Está bien, me iré, dejaré de fastidiarte y deseo que
seas muy feliz – dijo casi sollozando.
- Eso espero Shibutani.
- Adiós Nishikido – dijo para después irse corriendo,
al parecer mi deseo se había cumplido.
*Shibutani Subaru*
Si pudiera mirar a Ryo eternamente, sin ninguna duda
lo haría, amo todas y cada una de las expresiones de su rostro, esos ojos
tristes, cautivadores, esa sonrisa que hace mi corazón palpitar, enmarcada por
esos labios que tanto aclaman ser besados por los míos, esa nariz que con tanto
anhelo deseo acariciar con la mía, esas orejas a las que le susurraría palabras
de amor y esos suaves, negros y hermosos cabellos con los cuales enredaría mis
dedos entre ellos con gusto. Pero la realidad es tan dolorosa, tan asfixiante,
no sé hasta cuando podré soportar estos sentimientos que luchan día a día por
salir, para hacer todas aquellas cosas que solo he podido hacer en mis sueños y
pensamientos, tengo que hacer algo pronto, así llegue a perder todo lo que he
conseguido hasta ahora.
*Uchi Hiroki*
Camino despacio, totalmente exhausto y hambriento,
abro la puerta de mi apartamento, dirigiéndome hacía la cocina, viendo sobre el
mesón un recipiente junto con una pequeña nota sobre éste, la cual tomo con una
de mis manos, ansioso por leer lo que hay en ella.
Espero
que la cena
sea de tu agrado…
Nos
vemos en el desayuno.
Att.
Murakami Shingo
Sonrío como tonto, besando la nota y luego de abrir el
recipiente, comienzo a comer lo que hay en él, dándole gracias al cielo por
haberme permitido conocerlo.
CONTINUARÁ...