Hola, hola!!!!
¿Cómo están todos? espero que muy bien y si no es así les mando un súper fuerte abrazo de oso y espero que éste nueva parte les saque una gran sonrisa.
Primero que todo felicidades a Yuyan por su cumpleaños número 35!!!! Que nos siga bendiciendo por muchísimos años más con su talento, su belleza y adorable personalidad y que lo consientan mucho en éste día.
Hago ésta entrada nuevamente rapidita porque tengo que ponerme a trabajar, pero nuevamente gracias a todos por sus lindos comentarios y amor a ésta historia.
Con ésta parte termina la de ésta preciosa pareja, que amé escribir un montón, de una vez les digo que para las siguientes partes puede que me demore un poco más en publicarlas, pero de éste año prometo que no pasa, estoy muy emocionada de escribirlas, sobre todo la última que es la de Kota y Ryosuke, así que espérenlas.
También les informo que puede que haya un pequeño atraso con el capítulo de Compass Rose y espero no demorarme tanto.
Muchas gracias y nos leemos nuevamente más adelante.
PARTE
III
*Yuya*
La boda se dio a cabo a
las dos semanas de comprometernos, pese a la negativa de nuestras familias que
esperaban que éste fuese el evento del año, pero la verdad ninguno de los dos
quería algo tan ostentoso, así que optamos por una ceremonia privada durante un
fin de semana en las hermosas playas de Okinawa, dando el tan ansiado “Sí,
acepto” al atardecer de una de éstas, mientras nos besamos dulcemente ante los
aplausos de nuestros invitados, sólo familiares y amigos muy cercanos a ambos.
Y aunque hubiésemos
deseado estar más tiempo disfrutando de la isla y por sobre todo de nosotros,
decidimos aplazar nuestra luna de miel para cuando llegara la fecha de su celo que
será dentro de unas semanas, la cual pienso aprovechar para marcarlo y hacerlo
completamente mío en todos los sentidos. Pero mientras llega el tan ansiado día
hemos estado gozando nuestra vida de recién casados, mudándonos al pent-house
que mis padres nos obsequiaron por nuestra unión, mirando siempre enternecido
el cuadro del primer ramo de flores que le regalé a mi ahora esposo, inflándose
mi pecho de orgullo de pensar en lo especial que fue nuestro primer encuentro
para mi omega, tanto como lo fue para mí, un amor tan precioso e incondicional
a primera vista.
- Bien, eso es todo por
la reunión de hoy - digo a todos los asistentes mientras recojo los papeles que
he dejado sobre la mesa.
- Mi Señor – dice Yabu
acercándose con cautela y con una mirada de preocupación.
- ¿Sucede algo?
- Bueno, no sé qué tan
bueno sea en estos momentos…
- Sólo dilo – digo
comenzando a preocuparme también, sintiendo el ligero olor a chicle de mi
esposo viniendo de mi asistente - ¿Yuri está aquí? – Pregunto cambiando mi
semblante a uno más alegre.
- Sí, llegó hace unos
momentos, pero…
- Voy ahora mismo – digo
saliendo con prisa de la sala de reuniones, dejando a mi asistente con la palabra
en la boca, cualquier cosa que quisiera decirme podrá hacerlo más tarde, ahora
lo más importante es llegar a mi encuentro con mi omega, recibiendo un fuerte
golpe de feromonas al abrir la puerta de mi oficina, encontrando a mi omega
acurrucado en mi silla - ¿Yuri? – Pregunto acercándome con cuidado, pero
también con dificultad, tomando en mis brazos a mi omega que gime ante mi
tacto, notando que está hirviendo en fiebre – Yuri ¿Estás bien? ¿Estás enfermo?
– Pregunto preocupado.
- Mi alfa… – dice en un
susurro, rodeando mi cuello con sus brazos, besándome demandante mientras frota
su cuerpo contra el mío – te necesito tanto…
- Yuri ¿Qué pasa? –
Pregunto después de apartarlo un poco con dificultad, comenzando a sentirme
mareado por su aroma, combinándose ahora con el mío en un intento de
tranquilizarlo, pero no creo que esté causando el efecto esperado.
- Te necesito mi alfa… -
Dice acariciando mi pecho con desesperación.
- Yuri… - Susurro viendo
como éste trata desesperadamente de quitar el nudo de mi corbata, mientras
murmura palabras que no logro entender, cayendo en cuenta por fin que mí adorado
esposo está entrando en celo – Yuri, mi amor… - Digo tomando sus muñecas, ante
su mirada desconcertada.
- ¿Mi alfa no me desea? –
Pregunta al mismo tiempo que sus ojos empiezan a aguarse, apartando sus muñecas
del agarre de mis manos, desabotonando los primeros botones de mi camisa,
llevando sus pomposos labios a la piel que ha quedado descubierta, besando y
lamiendo con vehemencia, dejando unas leves marcas sobre éste.
- Claro que te deseo mi
amor – digo sentándolo sobre mi escritorio, abriendo sus piernas para confirmar
que sus pantalones están húmedos por su lubricante natural, tragando saliva al
desear poner mi rostro en medio de éstas y poder saborear todo de él. Pero por
otro lado me siento molesto, muy molesto de que mi omega se arriesgara a venir
en ese estado ¿y si alguien se hubiese aprovechado de él? Me hierve la sangre
de ira de sólo pensar que otro estúpido alfa lo tomara.
- Alfa… - Vuelve a gemir
en el momento que llevo mi diestra a su miembro hinchado, todavía atrapado
entre sus pantalones, apretando con algo de fuerza sobre éste, sintiendo como
mi lobo interior desea salir para hacerse cargo del celo de nuestra pareja.
- Déjame hacer una
llamada primero – digo apartándome dificultosamente de él, sentándome sobre mi
silla, cruzando mis piernas para disimular el bulto que comienza a sobresalir,
mientras mi omega me mira con desaprobación, moviendo sus caderas desesperado para
que vaya a fundirme con él.
- Alfa… - Dice haciendo
un puchero, de esos que tanto adoro besar, pero me contengo de hacerlo, porque
en el momento que vuelva a juntar mis labios con los suyos ya no habrá marcha
atrás.
- Sólo será un momento – digo
usando mi voz de mando, logrando que mi omega obedientemente cese sus
movimientos, no me gusta mucho usarlo con él, pero en momentos como estos sin
duda es lo mejor, adoro lo sumiso que se comporta ante ésta – cuando termine
con ella seré todo tuyo ¿está bien? ¿Puedes ser paciente?
- Sí, mi alfa – sonrío divertido
de ver a mi omega en ese estado, sacando el celular de mi bolsillo delantero,
llamando a mi asistente, quién contesta de inmediato.
-
¿Desea algo mi señor?
- Lamento mucho no haber
terminado de escucharte en la sala de reuniones.
-
No hay problema con eso mi señor, entiendo muy bien el sentimiento de desear
ver con urgencia a la persona que quieres - ríe - he pedido a los guardias que no permitan el
ingreso de personas al piso en donde se encuentra su oficina y reservé la suite
presidencial del hotel de al lado para que puedan estar más cómodos después de
que logres estabilizarlo.
- Muchas gracias Yabu, no
sé qué sería de mí sin ti.
-
Sólo hago mi trabajo señor ¿y cómo está?
- Está ansioso, muy ansioso
– río un tanto nervioso.
-
¿Y tú?
- Desesperado por meterme
entre sus piernas – río nervioso y nuevamente avergonzado de hablar de estas
cosas con mis amigos alfas más cercanos.
-
No creo que sea adecuado que lo dejes esperar tanto –
dice un poco entre risas – como alfa
sabes que el celo es muy doloroso.
- Sí, lo sé – río
nervioso, viendo como mi omega retuerce sus piernas sobre el escritorio,
comenzando a tocar su parte baja por encima de la tela de su pantalón con
desespero.
- Yuya… - Susurra sin
apartar su mirada de mí, esparciendo más feromonas en busca de que vaya por él.
Es la primera vez que estoy frente a un omega en celo, luchando contra las
incontrolables ganas de tomar todo de él, pero a la vez me siento muy
emocionado de por fin experimentar esto y más con el omega que amo, pero me
atemoriza un poco dejarme llevar demasiado y lastimarlo.
-
Todo va a salir bien mi señor, no te preocupes tanto.
- Me preocupa muchísimo
más que haya llegado aquí solo y en ese estado ¿pero en qué rayos estaba
pensando? – Digo sin poder ocultar mi molestia.
-
Él no vino solo mi señor, lo trajo Ryosuke, dice que en la academia le dieron
supresores, pero al parecer no le han hecho efecto alguno, además de que es
completamente notable que su celo se ha adelantado.
- ¿Él está contigo ahora?
-
Sí, estamos aquí en la cafetería al frente de la empresa ¿desea que lo pase al
teléfono?
- No, es sólo que no
pensé que fueran tan cercanos, como ahora lo llamas por su nombre.
-
Es una larga historia mi señor.
- Bueno, al menos saber
que Yuri no vino solo me deja un poco más tranquilo – digo suspirando aliviado,
sonriendo al ver a mi omega mirándome con súplica y deseo, expectante ante
cualquier petición que le haga.
Me levanto de mi asiento,
acercándome lo suficiente para poder llevar mis labios a su oreja izquierda y ordenarle
dulcemente que se desnude, para luego morder un poco el lóbulo de ésta,
sintiendo su cuerpo estremecerse mientras asiente animadamente, obedeciendo
rápidamente a la orden dada, quedando completamente desnudo en cuestión de segundos,
llamándome con la mirada, mientras que llevo mi mano que está libre hacia uno
de sus pezones, pellizcándolo suavemente.
-
Nunca pensé que iba a decir esto pero… - río
por la tontería que estoy pensando en decir, pero la realidad es que soñé
muchísimas veces con hacer esto con mi omega y el que sea aquí en mi oficina lo
hace mucho más excitante - Nos hablamos más tarde, tengo un omega en celo que
atender – digo escuchando una risita de parte de mi asistente antes de que
colgara sin decir nada más, guardando el teléfono en uno de los cajones de mi
escritorio, centrando ahora toda mi atención en mi necesitado omega.
- Alfa… - Murmura
abriendo nuevamente sus piernas, mostrándome su entrada palpitante,
desbordándose en lubricante – quiero tu gran…
- Todavía no – digo
besando su frente, quitándome la corbata que llevo puesta para envolverla en su
cuello – tengo que castigarte, has sido un omega muy malo.
- ¿Por qué? – Pregunta
mirándome con curiosidad y preocupación - no he hecho nada malo, he sido un
omega obediente y bueno – dice mientras se pone de rodillas sobre el
escritorio.
- ¿Y te parece poco haber
paseado por las calles en ese estado? – Pregunto mientras tiro un poco de la
corbata en su cuello, recibiendo un jadeo de su parte.
- No vine solo… - Dice
con dificultad, notando como su miembro comienza a levantarse, sonriendo de
satisfacción por tal reacción.
- Debiste llamarme para
que fuera por ti – digo mientras acaricio la parte interior de sus piernas – no
debiste arriesgarte a que otros alfas te tomaran ¿entiendes lo grave que es? –
Pregunto apretando un poco su miembro – los hubiese matado a todos – digo con
rabia, afianzando mi agarre en su miembro, haciéndolo jadear de dolor.
- No lo volveré a hacer
mi alfa… – dice con sus ojos llorosos – yo sólo soy tuyo… Por favor… Ponlo
dentro… - Gime llevando una de sus manos a su entrada, estirándola un poco,
mostrándome que está completamente lista para recibirme.
- ¿La quieres? – Pregunto
acercando la punta de mi pene a ésta, rozándola suavemente mientras mi omega se
estremece de placer – ¿Debería hacerlo? – Pregunto apartándolo nuevamente,
disfrutando de su mirada de decepción, con una que otra lágrima resbalando por
su rostro, pero creo que ya lo he hecho sufrir demasiado – pero primero déjame
hacer algo primero – digo esbozando una pícara sonrisa, abriendo más sus
piernas.
Llevo mi rostro hasta su
entrada, lamiendo y saboreando el exquisito líquido que sale de ésta, mientras
mi omega enreda los dedos de sus manos en mis cabellos, incentivándome a
continuar, subiendo mis labios hasta su miembro, besando con dulzura toda la
extensión de éste, pensando en que todo el cuerpo de mi omega debe ser amado y
venerado siempre por mis labios, por todo mi ser.
- ¡Alfa! – Jadea
fuertemente al sentir su pene envuelto en mi boca, chupando con fuerza hasta
lograr que se corra a los pocos segundos, tragando todo de éste.
- Eres precioso… -
Susurro, dándole un corto y tierno beso en la punta de su pene antes de
apartarme y admirar su hermoso cuerpo, perlado por el sudor y esparciendo ese
delicioso aroma que hace que me enloquezca, pensando en que no podré contener más
mis deseos de penetrarlo hasta desfallecer, así que abro uno de los cajones con
desesperación, sacando un condón de éste, dispuesto a abrirlo.
- ¡No! ¡No lo uses! –
Exclama con desesperación, sentándose con algo de dificultad, apartando dicho
objeto de mi mano.
- ¿Por qué no? – Pregunto
curioso, observando con atención cada movimiento de mi omega, aunque sé muy
bien por dónde puede ir esto
- Quiero… Quiero tener
cachorros, quiero darte cachorros, lindos y fuertes cachorros – dice suplicante
pero también tan ilusionado, moviendo sus caderas como invitación para que lo
tome.
- ¿En verdad lo deseas? –
Pregunto sintiendo mi corazón latir fuertemente de la emoción que me da
escuchar esas palabras.
- Sí… Lo deseo tanto… - Gime
al momento en que lo bajo con cuidado de mi escritorio, poniéndolo de espaldas
frente a mí, acariciando sus glúteos con deseo, deleitándome de lo firmes y a
la vez tan suaves que son, comenzando a entrar lentamente en su delicioso
agujero, sintiéndolo estremecer - quiero
tener cachorros que se parezcan a ti…
- No… Nuestros cachorros serán
tan lindos como tú… - Digo llevando mis labios a su espalda, lamiendo y
mordiendo a su alrededor, dando una fuerte embestida al estar ya completamente
dentro, siendo abrazado por sus húmedas y apretadas paredes.
- Es… Tan grande… - Jadea
gustoso, comenzando a mover ligeramente sus caderas - quiero que me preñes… -
Dice con total dulzura, demasiado dulce y adorable a comparación de lo casi salvajes
que son sus movimientos, apretando mi pene de una manera exquisita, haciéndome
perder completamente en la lujuria.
Las embestidas se tornan
cada vez más fuertes y precisas al transcurrir de los segundos, embriagándome
por la mezcla de nuestros aromas, afianzando un poco más el agarre de la
corbata que rodea su hermoso cuello, sintiendo como su cuerpo se tensa por el
placer ¿quién diría que alguien tan pequeño y lindo como Yuri disfrutaba del
sexo rudo? Es simplemente adorable y me enorgullece muchísimo más el haber sido
el primero y el único en descubrirlo.
- Alfa… Quiero tener a tus
cachorros… - Jadea perdido en el placer, intensificando el movimiento de sus
caderas.
- Voy a darte todos los
que quieras… - Digo jadeante, embistiéndolo sin piedad alguna, sintiendo que
pronto llegaré a mi clímax.
- Es lo que más deseo… -
Dice ladeando un poco su rostro, pidiendo con su mirada que lo bese, lo cual
hago de inmediato, siendo éste un beso bastante corto, ya que su boca está muy
ocupada gimiendo por más, mientras que yo sigo embistiendo, sosteniendo con
fuerza sus caderas hasta correrme finalmente dentro suyo, apoyando mi frente en
su hombro izquierdo, tratando de estabilizar mi respiración, sintiendo cómo el
nudo empieza a formarse en su interior.
- Duele… - Jadea
adolorido.
- Ya pronto va a pasar – Susurro
besando dulcemente su nuca, sintiéndome tentado a morderlo, pero no quiero
hacerlo sin su consentimiento.
- Alfa…
- ¿Sí? – Digo acariciando
suavemente sus piernas.
- Márcame… Quiero ser
tuyo para siempre…
- ¿Estás leyéndome la
mente o algo así? – Río enternecido ante lo absurdamente sincronizados que son
nuestros pensamientos.
- Eres mi destinado… -
Sonríe – algo debe de significar… - Gime, mientras comienza a mover nuevamente
sus caderas al haberse deshecho el nudo, embistiéndolo de vuelta.
Y haciendo caso a su
petición, mientras lo penetro salvajemente, quito con agilidad la corbata que
se encuentra envolviendo su cuello, sonriendo complacido de ver ligeras marcas
alrededor de éste, acercando mi rostro a su nuca y delinear con mis colmillos
que acaban de salir aquella piel tan tentadora. Había pensado hacerlo para
nuestra luna de miel, pero dada la situación y por seguridad de mi omega es
mejor hacerlo ahora, para que a ningún estúpido alfa se le dé por tomar lo que me
pertenece, y con ese pensamiento en mi cabeza procedo a enterrar mis colmillos
en aquella zona dónde se encuentra su glándula de aroma, marcándolo finalmente como
mío para siempre, lamiendo la sangre que ha quedado desbordando de la herida, volviendo
a correrme en su interior y anudándolo en el proceso, haciéndolo una y otra vez
hasta que se desmayó entre mis brazos.
*Yuri*
Me despierto sintiendo un
dolor intenso en todo mi cuerpo al intentar estirarme un poco, como si me
hubiese atropellado un camión y pasado luego por encima una aplanadora.
Abriendo mis ojos lentamente, notando que me encuentro en lo que parece ser una
habitación de hotel, sentándome con cuidado, buscando a mi alfa por ésta,
asustándome de no verlo.
- Ya despertaste – dice
mi alfa sonriente, entrando a la habitación con una bandeja entre sus manos,
haciéndome sentir aliviado.
- Yuya… - Susurro su
nombre, queriendo abrazarlo, pero mi cuerpo se siente demasiado adolorido como
para poder acercarme.
- ¿Estás bien? – Pregunta
preocupado, dejando la bandeja en la mesita de noche, sentándose con algo de
dificultad en el borde de la cama a mi lado, posando su mano en mi mejilla
izquierda, besando mis labios dulcemente.
- Me duele todo – sonrío
apenado luego de corresponder al tierno beso y pero completamente feliz de
estar cerca de mi alfa nuevamente.
- Creo que fui demasiado
duro contigo – ríe avergonzado – aunque no te quedas atrás, también me siento
adolorido de la cadera.
- Lo siento mucho…
- No, no te disculpes –
sonríe – fue muy bueno – dice acercando su rostro para besarme profundamente,
acariciando suavemente una de mis piernas – han sido los mejores cinco días.
- ¿Cinco días? – Pregunto
con sorpresa.
- ¿Sucede algo?
- Es que normalmente mi
celo dura tres días – digo sintiéndome preocupado, pero la sonrisa de mi alfa
hace que me sienta mejor.
- Debe ser porque era la
primera vez pasando tu celo con un alfa – dice besando ahora mi frente.
- Mi alfa – sonrío
mientras llevo una de mis manos a la nuca, sintiendo el ligero relieve de la
marca que hizo mi alfa; haciéndome sentir emocionado de pertenecerle en todos
los sentidos en lo que un omega puede aspirar.
- Te he traído algo para
que comas y también medicamentos para el dolor – sonríe, acercándome la bandeja,
posicionándola sobre sus piernas - ¿quieres que te ayude?
- Por favor – digo
dejándome consentir por mi alfa, recibiendo gustosamente de su parte la comida
que ha traído para mí.
Después de cerciorarnos
de que mi celo se había ido por completo y de pasar un par de días más en
compañía y con las atenciones de mi alfa, volvimos a nuestras actividades
normales, con un nuevo sentimiento floreciendo desde nuestro interior, una
necesidad de querer estar juntos todo el tiempo, el poder sentir sus emociones
con claridad, inclusive más que antes de obtener la marca y el ya no sentirme
afectado por los asquerosos aromas de los demás alfas con los que convivo ¿esto
es lo que conlleva tener una? Pregunto siempre para mis adentros, pero tratando
en lo posible y felizmente de adaptarme a todos estos cambios que han ocurrido
en cuestión de meses desde el primer encuentro con mi alfa, sintiéndome casi
como en un sueño a día de hoy, pensando en que volvería a pasar por toda esa
tortuosa espera sólo por el hecho de volver a encontrarme con él.
Me remuevo sobre la cama
y sin abrir todavía los ojos busco el cuerpo de mi alfa, llevando mis manos a
dónde se supone es su lado de la cama, notando que éste está vacío, haciendo
que abra los ojos con lentitud, viendo que inclusive hace ya un buen rato ha
amanecido al mirar el reloj que se encuentra en la pared del frente, marcando
que ya son más de las diez de la mañana.
- Ya es tarde – suspiro acercándome
al lado de la cama de mi esposo, aspirando su aroma a vino tinto que se
desprende de su almohada, haciéndome sentir a gusto, pero no del todo como
quisiera. Así que levantándome con pesadez de la cama me acerco hacia el armario
que compartimos, sacando prenda por prenda de mi esposo, inclusive su ropa
interior, sus calcetines y corbatas, acomodándolas con cuidado sobre la cama
hasta formar como una especie de guarida y al estar completamente satisfecho
con mi creación me acuesto plácidamente, cayendo en un profundo sueño por lo
cómodo que me siento, al estar rodeado del aroma de mi alfa.
*Yuya*
Vuelvo a casa después de
un día ajetreado de trabajo, con la ilusión de ser recibido por mi omega al
abrir la puerta, sorprendiéndome de no ver a mi pequeño esposo dándome la
bienvenida con un fuerte abrazo y un dulce beso en los labios.
- ¿Habrá salido? –
Pregunto para mí mismo mientras me quito los zapatos, dejando mi maleta sobre
el sofá, recordando que la noche anterior me había dicho que hoy no iría a
trabajar, pero puede que haya salido a verse con un amigo o a visitar a su
madre, pienso al mismo tiempo que camino hacía nuestra habitación, percibiendo
el aroma de mi esposo provenir de ésta, entrando rápidamente a ésta, encontrándome
con una escena un tanto extraña pero adorable al mismo tiempo. Mi lindo esposo
acurrucado sobre la cama, rodeado de todo lo que parece ser mi ropa y abrazando
fuertemente uno de mis buzos, el que más suelo usar.
- ¿Yuya? – Pregunta
levantando un poco la cabeza, sonriendo al verme, pero sin moverse de su lugar.
- Estoy en casa – sonrío,
acercándome con lentitud a la cama.
- Bienvenido – dice con
dulzura, haciendo un ademán de que me acueste a su lado.
- ¿Qué es todo esto? –
Pregunto curioso, acomodándome a su lado, tomando una posición de cucharita.
- Te extrañaba mucho y
fue la única manera en la que pude sentirme más tranquilo.
- ¿Y has comido algo? –
Pregunto preocupado de que sólo se haya quedado aquí todo el día.
- Sólo un poco, la verdad
es que no he tenido mucha hambre que digamos.
- No es bueno que te
saltes las comidas ¿quieres que pida algo?
- Quiero berenjena asada
– dice volteándose, hundiendo su rostro en mi pecho.
- ¿Berenjena? Pero si no
te gustan – digo extrañado.
- Eso quiero comer – dice
apartándose un poco para mirarme con sus ojos de cachorrito que tanto me
gustan, no puedo negarle nada a esos ojitos.
- Está bien, lo que mi
querido esposo ordene – digo llenando todo su rostro de besitos, pensando en
que si sigue así tendré que llevarlo al doctor.
Me despierto con una
sonrisa al hallarme entre los brazos de mi precioso omega, pensando en lo
ocurrido durante la noche anterior, sorprendiéndome de ver a mi pareja que
tanto decía odiar las berenjenas sin hacer un gesto de desagrado mientras las
comía, admirándolo por unos minutos más antes de apartarme con cuidado de no
despertarlo, yendo hacia el cuarto de baño para comenzar a alistarme e ir a
trabajar, quitándome la ropa y dejándola sobre una silla antes de entrar y
tomar una ducha, saliendo con una toalla sujetada a mi cintura y secándome el
cabello con otra, viendo que la ropa que me había quitado antes ya no estaba en
la silla, llevando mi mirada a donde está la cama, viendo que ahora mi omega la
tiene entre sus brazos.
Suspiro resignado, yendo
hacia la cama para buscar entre la montaña de prendas un traje y ropa interior
para ponerme, recibiendo un gruñido de parte de mi omega quién me mira molesto.
- Mi amor, tengo que ir a
trabajar – digo dejando las prendas que había alcanzado a tomar nuevamente
sobre la cama.
- Deja eso ahí – dice
todavía con molestia ¿pero qué le ocurre?
- ¿Te sientes bien?
- Estoy bien – suspira –
es sólo que no quiero que te lleves nada de lo que está aquí.
- Pero Yuri ¿acaso
quieres que vaya desnudo a trabajar? ¿Qué me vean otros omegas?
- No, tú eres mío – dice
haciendo un puchero – pero tampoco quiero que te lleves la ropa, la necesito
aquí conmigo.
- ¿Tanto me extrañas
cuando no estoy en casa? – Pregunto acomodándome entre sus piernas, besando su
cuello, recibiendo un gemido de su parte.
- Sí… - Responde
deshaciendo el nudo de mi toalla y enredar sus piernas en mi cintura, tomando
esto como una señal para hacerle el amor, lo cual hago con toda la pasión y
dedicación del mundo, Kei y Yabu me tendrán que perdonar por llegar tarde otra
vez.
Después de darle amor a
mí omega, vuelvo a tomar una ducha rápida y aprovechando que está dormido tomo rápidamente
las prendas que iba a ponerme con anterioridad y salgo de la habitación no sin
antes impregnarla de mi aroma, para que mi esposo pueda estar más cómodo.
- Agradece que eres el
jefe y puedes darte el lujo de llegar tarde, de no serlo ya te hubiese
despedido hace mucho por irresponsable.
- Lo siento Kei, es sólo
que surgió una emergencia – digo avergonzado.
- No quiero saber el tipo
de emergencia - dice mirándome como si fuera un depravado.
- Bueno, sí - afirmo -
pero la verdad estoy un poco preocupado, Yuri ha estado comportándose muy
extraño desde ayer.
- ¿Extraño? ¿En qué
sentido? – Pregunta serio.
- Ha tomado toda mi ropa
y la ha puesto sobre la cama, pasando horas ahí acostado porque según él es la
única manera de sentirse tranquilo en mi ausencia.
- ¿Eso te dijo? –
Pregunta mirándome con curiosidad y como si evitara reírse.
- ¿Por qué? ¿No debería
creerle?
- Tú eras de los que se
quedaban dormidos en las clases de biología ¿verdad?
- ¿Qué tiene que ver eso
con lo que te estoy contando? – Pregunto confundido y hasta molesto.
- Mejor tómate el día
libre y lleva a tu esposo a la clínica.
- ¿Es grave lo que tiene?
– Pregunto asustado.
- Bueno, no sé qué tan
grave pueda ser para una pareja de recién casados, pero llévalo.
- Está bien, lamento
mucho las molestias.
- Tranquilo – dice con
una sonrisa – ya Yabu y yo tenemos que hacernos a la idea de que estas cosas
van a ocurrir de manera recurrente.
- En verdad lo lamento –
digo haciendo una leve reverencia.
- Ve con cuidado y
mantenme al tanto de lo que te digan.
- Lo haré, muchas gracias
– digo saliendo con prisa de la oficina y de la empresa, de camino nuevamente a
mi hogar, encontrando a mi amado todavía dormido entre mis ropas, sacándolo de
ésta aún ante su negativa, ayudándole a alistarse entre dulces besos y palabras
de amor, deseando que mi omega no tenga nada malo.
- ¿A dónde vamos? – Pregunta
al estar ya ambos dentro del auto.
- A la clínica.
- ¿Por qué? ¿Estás
enfermo? – Dice con preocupación.
- Yo no – río – estoy
preocupado por ti así que quiero que te revisen a ver si todo está bien.
- Entiendo… - Suspira,
quedándose dormido a los pocos segundos de comenzar a conducir, llegando a la
clínica más cercana, pasando primero con un doctor para que le autorice unos
exámenes de sangre y después de esperar por unas horas los resultados de éstos
pasamos con otro doctor quién nos informará lo que sucede.
- Felicidades a ambos –
dice mientras mira los resultados en su computadora - están esperando un bebé.
- ¿Cómo? – Pregunto
sorprendido, todavía sin creer lo que recién estoy escuchando.
- Que su esposo está
embarazado señor, muchas felicidades a ambos - dice mientras teclea algo en su
computadora y sale del lugar dejándonos solos, quedándome totalmente en blanco,
dirigiendo mi mirada a mi omega quién comienza a sollozar, haciendo que salga
de mí trance.
- Mi amor ¿Qué pasa? –
Pregunto preocupado, limpiando las lágrimas que salen de sus ojitos.
- ¿Es cierto lo que dijo?
– Pregunta igual de desconcertado que yo - ¿voy a tener un cachorro?
- Sí, mi amor ¿no te hace
feliz la noticia? – Pregunto tomándolo entre mis brazos, sentándolo sobre mis
piernas para que pueda estar más cerca de mí, esparciendo mis feromonas para
que pueda sentirse tranquilo.
- Claro que me hace feliz
– dice con una linda sonrisa – que tonto soy, estaba haciendo un nido y no
había caído en cuenta.
- ¿Eso era un nido? –
Pregunto sintiéndome un idiota por no saber algo tan indispensable para un
omega – no debí quedarme dormido en las clases de biología – río apenado.
- Está bien, no te
preocupes – dice juntando su frente con la mía – voy a tener un cachorro – dice
sonriente, acariciando su vientre todavía plano.
- Será el más hermoso de
todos - digo besando su mejilla, al mismo tiempo que el doctor vuelve a entrar
con varias hojas entre sus manos.
- Estos son unos exámenes
que tienes que realizarte – dice entregándole las hojas a mi omega, quién las
recibe con atención - también he autorizado las vitaminas y el hierro que debes
de tomar durante la gestación y te pasaré con un especialista que te verá
durante éste proceso – dice con una enorme sonrisa – felicidades nuevamente.
- Muchas gracias –
respondemos al unísono, saliendo de la oficina, dándonos un fuerte abrazo y
muchos besos por la feliz noticia, regresando a casa para acostarnos en nuestro
nidito de amor, ansiosos por darle las buenas nuevas a todos nuestros seres
queridos, pero por éste día lo disfrutaríamos sólo nosotros dos.
El primer trimestre pasó
rápidamente, entre nauseas matutinas y antojos extraños con berenjenas como
plato principal. Recibiendo la gran noticia del nacimiento de Yukari, la hija
del señor Yaotome junto con su esposo el señor Nakajima, una niña sin duda
preciosa. Emocionándonos muchísimo más por la llegada de nuestro cachorro,
admirando con amor la hermosa pancita de mí esposo, besándola cada que tengo
oportunidad y diciéndole palabras bonitas al ser que se está formando ahí
dentro.
- Yuya ¿todavía te
parezco atractivo? – Pregunta mi omega de repente, mientras acaricia su panza
de ya siete meses de gestación.
- Claro que sí mi amor –
digo invitándolo a sentarse a mi lado en el sofá, cosa que hace con cuidado –
eres el omega más hermoso que han visto mis ojos.
- ¿No crees que estoy
gordo? – Pregunta, haciendo que sienta su inseguridad ¿pero cómo puede pensar
algo así? Él es todo lo que más deseo en el mundo.
- Mi amor – sonrío
mientras hago que se acueste de lado con cuidado sobre el sofá – gorda me la
pones – digo posicionándome detrás de él y rozar mí pene ya endurecido contra
sus nalgas - ¿puedes sentirlo? – Pregunto seductoramente, disfrutando de
escuchar sus gemidos.
- Sí… - Responde en un
jadeo.
- Eres el omega más
hermoso y eres mío – susurro en su oído, comenzando a desvestirlo lentamente,
deleitándome con la vista de su hermoso cuerpo desnudo, lo anchas que se han
puesto sus caderas, haciendo su trasero mucho más prominente, más delicioso y
ni hablar de sus pechos que han comenzado a prepararse para alimentar a nuestro
cachorro cuando nazca, tomando cada uno con mis manos, acariciándolos,
prestándole mayor atención a sus pezones tan sensibles, disfrutando de
escucharlo gemir, bajando una de mis manos a su entrepierna, acariciando un
poco, bajando un poco más hasta su entrada, preparándolo lo suficiente para
entrar con cuidado, embistiendo suavemente, intensificando mis movimientos a
medida que mi omega lo pide, corriéndome en su interior, besándonos por un rato
más antes de quedarnos dormidos y abrazados.
Y finalmente, el tan
esperado día llegó, el día en que nuestro cachorro nacería, sintiéndome
completamente ansioso y más al haber visto a mi omega adolorido y angustiado
por los dolores de parto, trayéndolo a la clínica a una velocidad para nada
permitida, pensando en que quizás tenga que pagar una multa por ello, pero eso
no importa ahora, lo más importante es el bienestar de las personas más importantes
para mí. Así que entro junto con él a la sala de parto, poniéndome una bata,
guantes y una mascarilla. Tratando con toda mi voluntad de ser un buen alfa y
brindarle apoyo, sosteniendo su mano durante todo el tiempo que estuvimos en la
sala de parto, sintiendo mis ojos aguarse al escuchar el llanto de mi cachorro,
viendo cómo éste es puesto sobre el pecho de mi omega, sonriendo enternecido
por tan linda escena, guardándola con cariño dentro de mi memoria.
- Hiciste un buen trabajo
– susurro besando la frente de mi esposo en el momento que apartan a nuestro
cachorro para bañarlo y pesarlo.
- También lo hiciste muy
bien – dice con una sonrisa, viéndose bastante agotado, siendo llevado a otra
habitación, en espera de que nos traigan a nuestro cachorro nuevamente.
- Voy a avisarle a todos
que ya nació Yuu – digo viendo a mi omega asentir suavemente, quedándose dormido
al instante, acariciando sus cabellos antes de salir de habitación,
encaminándome a la sala de espera, en donde se encuentran nuestros familiares y
amigos más cercanos, dándoles la feliz noticia.
- Es tan hermoso… - Dice
mi adorado omega mirando a nuestro cachorrito con cariño, como si fuera el
tesoro más grande, tal y como lo son ambos para mí.
- Se parece a ti – sonrío
sentándome en la silla que está al lado de la camilla, después de que ya había
terminado el horario de visitas y todos nuestros conocidos se han ido a sus
casas, acariciando con suavidad la naricita de mi bebé.
- Simplemente no puedo
dejar de mirarlo, es tan irreal – sonríe dulcemente, entrelazando mi mano con
la suya – estoy tan feliz de poder estar viviendo esto, pensé que nunca
pasaría.
- Yo también pensaba igual antes de conocerte, pero aquí estamos – sonrío ampliamente - casados, enlazados y con un hermoso cachorro al cual cuidar y brindarle mucho amor – digo acercando mi rostro al suyo, besándolo con ternura, agradeciendo internamente a la madre luna por estar aquí y ahora con mi amado destinado y nuestro pequeño Yuu.
FIN.