25 mar 2025

HEAT - Parte 3

Hola, hola!!!! 

¿Cómo están todos? espero que muy bien y si no es así les mando un súper fuerte abrazo de oso y espero que éste nueva parte les saque una gran sonrisa. 

Primero que todo felicidades a Yuyan por su cumpleaños número 35!!!! Que nos siga bendiciendo por muchísimos años más con su talento, su belleza y adorable personalidad y que lo consientan mucho en éste día. 

Hago ésta entrada nuevamente rapidita porque tengo que ponerme a trabajar, pero nuevamente gracias a todos por sus lindos comentarios y amor a ésta historia. 

Con ésta parte termina la de ésta preciosa pareja, que amé escribir un montón, de una vez les digo que para las siguientes partes puede que me demore un poco más en publicarlas, pero de éste año prometo que no pasa, estoy muy emocionada de escribirlas, sobre todo la última que es la de Kota y Ryosuke, así que espérenlas. 

También les informo que puede que haya un pequeño atraso con el capítulo de Compass Rose y espero no demorarme tanto. 

Muchas gracias y nos leemos nuevamente más adelante. 



Tema: HEAT
Extensión: Mini Serial
Parejas: TakaChii
Autora: Akari-chan


PARTE III

*Yuya*

La boda se dio a cabo a las dos semanas de comprometernos, pese a la negativa de nuestras familias que esperaban que éste fuese el evento del año, pero la verdad ninguno de los dos quería algo tan ostentoso, así que optamos por una ceremonia privada durante un fin de semana en las hermosas playas de Okinawa, dando el tan ansiado “Sí, acepto” al atardecer de una de éstas, mientras nos besamos dulcemente ante los aplausos de nuestros invitados, sólo familiares y amigos muy cercanos a ambos.

Y aunque hubiésemos deseado estar más tiempo disfrutando de la isla y por sobre todo de nosotros, decidimos aplazar nuestra luna de miel para cuando llegara la fecha de su celo que será dentro de unas semanas, la cual pienso aprovechar para marcarlo y hacerlo completamente mío en todos los sentidos. Pero mientras llega el tan ansiado día hemos estado gozando nuestra vida de recién casados, mudándonos al pent-house que mis padres nos obsequiaron por nuestra unión, mirando siempre enternecido el cuadro del primer ramo de flores que le regalé a mi ahora esposo, inflándose mi pecho de orgullo de pensar en lo especial que fue nuestro primer encuentro para mi omega, tanto como lo fue para mí, un amor tan precioso e incondicional a primera vista.

- Bien, eso es todo por la reunión de hoy - digo a todos los asistentes mientras recojo los papeles que he dejado sobre la mesa.

- Mi Señor – dice Yabu acercándose con cautela y con una mirada de preocupación.

- ¿Sucede algo?

- Bueno, no sé qué tan bueno sea en estos momentos…

- Sólo dilo – digo comenzando a preocuparme también, sintiendo el ligero olor a chicle de mi esposo viniendo de mi asistente - ¿Yuri está aquí? – Pregunto cambiando mi semblante a uno más alegre.

- Sí, llegó hace unos momentos, pero…

- Voy ahora mismo – digo saliendo con prisa de la sala de reuniones, dejando a mi asistente con la palabra en la boca, cualquier cosa que quisiera decirme podrá hacerlo más tarde, ahora lo más importante es llegar a mi encuentro con mi omega, recibiendo un fuerte golpe de feromonas al abrir la puerta de mi oficina, encontrando a mi omega acurrucado en mi silla - ¿Yuri? – Pregunto acercándome con cuidado, pero también con dificultad, tomando en mis brazos a mi omega que gime ante mi tacto, notando que está hirviendo en fiebre – Yuri ¿Estás bien? ¿Estás enfermo? – Pregunto preocupado.

- Mi alfa… – dice en un susurro, rodeando mi cuello con sus brazos, besándome demandante mientras frota su cuerpo contra el mío – te necesito tanto…

- Yuri ¿Qué pasa? – Pregunto después de apartarlo un poco con dificultad, comenzando a sentirme mareado por su aroma, combinándose ahora con el mío en un intento de tranquilizarlo, pero no creo que esté causando el efecto esperado.

- Te necesito mi alfa… - Dice acariciando mi pecho con desesperación.

- Yuri… - Susurro viendo como éste trata desesperadamente de quitar el nudo de mi corbata, mientras murmura palabras que no logro entender, cayendo en cuenta por fin que mí adorado esposo está entrando en celo – Yuri, mi amor… - Digo tomando sus muñecas, ante su mirada desconcertada.

- ¿Mi alfa no me desea? – Pregunta al mismo tiempo que sus ojos empiezan a aguarse, apartando sus muñecas del agarre de mis manos, desabotonando los primeros botones de mi camisa, llevando sus pomposos labios a la piel que ha quedado descubierta, besando y lamiendo con vehemencia, dejando unas leves marcas sobre éste.

- Claro que te deseo mi amor – digo sentándolo sobre mi escritorio, abriendo sus piernas para confirmar que sus pantalones están húmedos por su lubricante natural, tragando saliva al desear poner mi rostro en medio de éstas y poder saborear todo de él. Pero por otro lado me siento molesto, muy molesto de que mi omega se arriesgara a venir en ese estado ¿y si alguien se hubiese aprovechado de él? Me hierve la sangre de ira de sólo pensar que otro estúpido alfa lo tomara.

- Alfa… - Vuelve a gemir en el momento que llevo mi diestra a su miembro hinchado, todavía atrapado entre sus pantalones, apretando con algo de fuerza sobre éste, sintiendo como mi lobo interior desea salir para hacerse cargo del celo de nuestra pareja.

- Déjame hacer una llamada primero – digo apartándome dificultosamente de él, sentándome sobre mi silla, cruzando mis piernas para disimular el bulto que comienza a sobresalir, mientras mi omega me mira con desaprobación, moviendo sus caderas desesperado para que vaya a fundirme con él.

- Alfa… - Dice haciendo un puchero, de esos que tanto adoro besar, pero me contengo de hacerlo, porque en el momento que vuelva a juntar mis labios con los suyos ya no habrá marcha atrás.

- Sólo será un momento – digo usando mi voz de mando, logrando que mi omega obedientemente cese sus movimientos, no me gusta mucho usarlo con él, pero en momentos como estos sin duda es lo mejor, adoro lo sumiso que se comporta ante ésta – cuando termine con ella seré todo tuyo ¿está bien? ¿Puedes ser paciente?

- Sí, mi alfa – sonrío divertido de ver a mi omega en ese estado, sacando el celular de mi bolsillo delantero, llamando a mi asistente, quién contesta de inmediato.

- ¿Desea algo mi señor?

- Lamento mucho no haber terminado de escucharte en la sala de reuniones.

- No hay problema con eso mi señor, entiendo muy bien el sentimiento de desear ver con urgencia a la persona que quieres - ríe - he pedido a los guardias que no permitan el ingreso de personas al piso en donde se encuentra su oficina y reservé la suite presidencial del hotel de al lado para que puedan estar más cómodos después de que logres estabilizarlo.

- Muchas gracias Yabu, no sé qué sería de mí sin ti.

- Sólo hago mi trabajo señor ¿y cómo está?

- Está ansioso, muy ansioso – río un tanto nervioso.

- ¿Y tú?

- Desesperado por meterme entre sus piernas – río nervioso y nuevamente avergonzado de hablar de estas cosas con mis amigos alfas más cercanos.

- No creo que sea adecuado que lo dejes esperar tanto – dice un poco entre risas – como alfa sabes que el celo es muy doloroso.

- Sí, lo sé – río nervioso, viendo como mi omega retuerce sus piernas sobre el escritorio, comenzando a tocar su parte baja por encima de la tela de su pantalón con desespero.

- Yuya… - Susurra sin apartar su mirada de mí, esparciendo más feromonas en busca de que vaya por él. Es la primera vez que estoy frente a un omega en celo, luchando contra las incontrolables ganas de tomar todo de él, pero a la vez me siento muy emocionado de por fin experimentar esto y más con el omega que amo, pero me atemoriza un poco dejarme llevar demasiado y lastimarlo.

- Todo va a salir bien mi señor, no te preocupes tanto.

- Me preocupa muchísimo más que haya llegado aquí solo y en ese estado ¿pero en qué rayos estaba pensando? – Digo sin poder ocultar mi molestia.

- Él no vino solo mi señor, lo trajo Ryosuke, dice que en la academia le dieron supresores, pero al parecer no le han hecho efecto alguno, además de que es completamente notable que su celo se ha adelantado.

- ¿Él está contigo ahora?

- Sí, estamos aquí en la cafetería al frente de la empresa ¿desea que lo pase al teléfono?

- No, es sólo que no pensé que fueran tan cercanos, como ahora lo llamas por su nombre.

- Es una larga historia mi señor.

- Bueno, al menos saber que Yuri no vino solo me deja un poco más tranquilo – digo suspirando aliviado, sonriendo al ver a mi omega mirándome con súplica y deseo, expectante ante cualquier petición que le haga.

Me levanto de mi asiento, acercándome lo suficiente para poder llevar mis labios a su oreja izquierda y ordenarle dulcemente que se desnude, para luego morder un poco el lóbulo de ésta, sintiendo su cuerpo estremecerse mientras asiente animadamente, obedeciendo rápidamente a la orden dada, quedando completamente desnudo en cuestión de segundos, llamándome con la mirada, mientras que llevo mi mano que está libre hacia uno de sus pezones, pellizcándolo suavemente.

-  Nunca pensé que iba a decir esto pero… - río por la tontería que estoy pensando en decir, pero la realidad es que soñé muchísimas veces con hacer esto con mi omega y el que sea aquí en mi oficina lo hace mucho más excitante - Nos hablamos más tarde, tengo un omega en celo que atender – digo escuchando una risita de parte de mi asistente antes de que colgara sin decir nada más, guardando el teléfono en uno de los cajones de mi escritorio, centrando ahora toda mi atención en mi necesitado omega.

- Alfa… - Murmura abriendo nuevamente sus piernas, mostrándome su entrada palpitante, desbordándose en lubricante – quiero tu gran…

- Todavía no – digo besando su frente, quitándome la corbata que llevo puesta para envolverla en su cuello – tengo que castigarte, has sido un omega muy malo.

- ¿Por qué? – Pregunta mirándome con curiosidad y preocupación - no he hecho nada malo, he sido un omega obediente y bueno – dice mientras se pone de rodillas sobre el escritorio.

- ¿Y te parece poco haber paseado por las calles en ese estado? – Pregunto mientras tiro un poco de la corbata en su cuello, recibiendo un jadeo de su parte.

- No vine solo… - Dice con dificultad, notando como su miembro comienza a levantarse, sonriendo de satisfacción por tal reacción.

- Debiste llamarme para que fuera por ti – digo mientras acaricio la parte interior de sus piernas – no debiste arriesgarte a que otros alfas te tomaran ¿entiendes lo grave que es? – Pregunto apretando un poco su miembro – los hubiese matado a todos – digo con rabia, afianzando mi agarre en su miembro, haciéndolo jadear de dolor.

- No lo volveré a hacer mi alfa… – dice con sus ojos llorosos – yo sólo soy tuyo… Por favor… Ponlo dentro… - Gime llevando una de sus manos a su entrada, estirándola un poco, mostrándome que está completamente lista para recibirme.

- ¿La quieres? – Pregunto acercando la punta de mi pene a ésta, rozándola suavemente mientras mi omega se estremece de placer – ¿Debería hacerlo? – Pregunto apartándolo nuevamente, disfrutando de su mirada de decepción, con una que otra lágrima resbalando por su rostro, pero creo que ya lo he hecho sufrir demasiado – pero primero déjame hacer algo primero – digo esbozando una pícara sonrisa, abriendo más sus piernas.

Llevo mi rostro hasta su entrada, lamiendo y saboreando el exquisito líquido que sale de ésta, mientras mi omega enreda los dedos de sus manos en mis cabellos, incentivándome a continuar, subiendo mis labios hasta su miembro, besando con dulzura toda la extensión de éste, pensando en que todo el cuerpo de mi omega debe ser amado y venerado siempre por mis labios, por todo mi ser.

- ¡Alfa! – Jadea fuertemente al sentir su pene envuelto en mi boca, chupando con fuerza hasta lograr que se corra a los pocos segundos, tragando todo de éste.

- Eres precioso… - Susurro, dándole un corto y tierno beso en la punta de su pene antes de apartarme y admirar su hermoso cuerpo, perlado por el sudor y esparciendo ese delicioso aroma que hace que me enloquezca, pensando en que no podré contener más mis deseos de penetrarlo hasta desfallecer, así que abro uno de los cajones con desesperación, sacando un condón de éste, dispuesto a abrirlo.

- ¡No! ¡No lo uses! – Exclama con desesperación, sentándose con algo de dificultad, apartando dicho objeto de mi mano.

- ¿Por qué no? – Pregunto curioso, observando con atención cada movimiento de mi omega, aunque sé muy bien por dónde puede ir esto

- Quiero… Quiero tener cachorros, quiero darte cachorros, lindos y fuertes cachorros – dice suplicante pero también tan ilusionado, moviendo sus caderas como invitación para que lo tome.

- ¿En verdad lo deseas? – Pregunto sintiendo mi corazón latir fuertemente de la emoción que me da escuchar esas palabras.

- Sí… Lo deseo tanto… - Gime al momento en que lo bajo con cuidado de mi escritorio, poniéndolo de espaldas frente a mí, acariciando sus glúteos con deseo, deleitándome de lo firmes y a la vez tan suaves que son, comenzando a entrar lentamente en su delicioso agujero, sintiéndolo estremecer  - quiero tener cachorros que se parezcan a ti…

- No… Nuestros cachorros serán tan lindos como tú… - Digo llevando mis labios a su espalda, lamiendo y mordiendo a su alrededor, dando una fuerte embestida al estar ya completamente dentro, siendo abrazado por sus húmedas y apretadas paredes.

- Es… Tan grande… - Jadea gustoso, comenzando a mover ligeramente sus caderas - quiero que me preñes… - Dice con total dulzura, demasiado dulce y adorable a comparación de lo casi salvajes que son sus movimientos, apretando mi pene de una manera exquisita, haciéndome perder completamente en la lujuria.

Las embestidas se tornan cada vez más fuertes y precisas al transcurrir de los segundos, embriagándome por la mezcla de nuestros aromas, afianzando un poco más el agarre de la corbata que rodea su hermoso cuello, sintiendo como su cuerpo se tensa por el placer ¿quién diría que alguien tan pequeño y lindo como Yuri disfrutaba del sexo rudo? Es simplemente adorable y me enorgullece muchísimo más el haber sido el primero y el único en descubrirlo.

- Alfa… Quiero tener a tus cachorros… - Jadea perdido en el placer, intensificando el movimiento de sus caderas.

- Voy a darte todos los que quieras… - Digo jadeante, embistiéndolo sin piedad alguna, sintiendo que pronto llegaré a mi clímax.

- Es lo que más deseo… - Dice ladeando un poco su rostro, pidiendo con su mirada que lo bese, lo cual hago de inmediato, siendo éste un beso bastante corto, ya que su boca está muy ocupada gimiendo por más, mientras que yo sigo embistiendo, sosteniendo con fuerza sus caderas hasta correrme finalmente dentro suyo, apoyando mi frente en su hombro izquierdo, tratando de estabilizar mi respiración, sintiendo cómo el nudo empieza a formarse en su interior.

- Duele… - Jadea adolorido.

- Ya pronto va a pasar – Susurro besando dulcemente su nuca, sintiéndome tentado a morderlo, pero no quiero hacerlo sin su consentimiento.  

- Alfa…

- ¿Sí? – Digo acariciando suavemente sus piernas.

- Márcame… Quiero ser tuyo para siempre…

- ¿Estás leyéndome la mente o algo así? – Río enternecido ante lo absurdamente sincronizados que son nuestros pensamientos.

- Eres mi destinado… - Sonríe – algo debe de significar… - Gime, mientras comienza a mover nuevamente sus caderas al haberse deshecho el nudo, embistiéndolo de vuelta.

Y haciendo caso a su petición, mientras lo penetro salvajemente, quito con agilidad la corbata que se encuentra envolviendo su cuello, sonriendo complacido de ver ligeras marcas alrededor de éste, acercando mi rostro a su nuca y delinear con mis colmillos que acaban de salir aquella piel tan tentadora. Había pensado hacerlo para nuestra luna de miel, pero dada la situación y por seguridad de mi omega es mejor hacerlo ahora, para que a ningún  estúpido alfa se le dé por tomar lo que me pertenece, y con ese pensamiento en mi cabeza procedo a enterrar mis colmillos en aquella zona dónde se encuentra su glándula de aroma, marcándolo finalmente como mío para siempre, lamiendo la sangre que ha quedado desbordando de la herida, volviendo a correrme en su interior y anudándolo en el proceso, haciéndolo una y otra vez hasta que se desmayó entre mis brazos.

 

*Yuri*

Me despierto sintiendo un dolor intenso en todo mi cuerpo al intentar estirarme un poco, como si me hubiese atropellado un camión y pasado luego por encima una aplanadora. Abriendo mis ojos lentamente, notando que me encuentro en lo que parece ser una habitación de hotel, sentándome con cuidado, buscando a mi alfa por ésta, asustándome de no verlo.

- Ya despertaste – dice mi alfa sonriente, entrando a la habitación con una bandeja entre sus manos, haciéndome sentir aliviado.

- Yuya… - Susurro su nombre, queriendo abrazarlo, pero mi cuerpo se siente demasiado adolorido como para poder acercarme.

- ¿Estás bien? – Pregunta preocupado, dejando la bandeja en la mesita de noche, sentándose con algo de dificultad en el borde de la cama a mi lado, posando su mano en mi mejilla izquierda, besando mis labios dulcemente.

- Me duele todo – sonrío apenado luego de corresponder al tierno beso y pero completamente feliz de estar cerca de mi alfa nuevamente.

- Creo que fui demasiado duro contigo – ríe avergonzado – aunque no te quedas atrás, también me siento adolorido de la cadera.

- Lo siento mucho…

- No, no te disculpes – sonríe – fue muy bueno – dice acercando su rostro para besarme profundamente, acariciando suavemente una de mis piernas – han sido los mejores cinco días.

- ¿Cinco días? – Pregunto con sorpresa.

- ¿Sucede algo?

- Es que normalmente mi celo dura tres días – digo sintiéndome preocupado, pero la sonrisa de mi alfa hace que me sienta mejor.

- Debe ser porque era la primera vez pasando tu celo con un alfa – dice besando ahora mi frente.

- Mi alfa – sonrío mientras llevo una de mis manos a la nuca, sintiendo el ligero relieve de la marca que hizo mi alfa; haciéndome sentir emocionado de pertenecerle en todos los sentidos en lo que un omega puede aspirar.

- Te he traído algo para que comas y también medicamentos para el dolor – sonríe, acercándome la bandeja, posicionándola sobre sus piernas - ¿quieres que te ayude?

- Por favor – digo dejándome consentir por mi alfa, recibiendo gustosamente de su parte la comida que ha traído para mí.

Después de cerciorarnos de que mi celo se había ido por completo y de pasar un par de días más en compañía y con las atenciones de mi alfa, volvimos a nuestras actividades normales, con un nuevo sentimiento floreciendo desde nuestro interior, una necesidad de querer estar juntos todo el tiempo, el poder sentir sus emociones con claridad, inclusive más que antes de obtener la marca y el ya no sentirme afectado por los asquerosos aromas de los demás alfas con los que convivo ¿esto es lo que conlleva tener una? Pregunto siempre para mis adentros, pero tratando en lo posible y felizmente de adaptarme a todos estos cambios que han ocurrido en cuestión de meses desde el primer encuentro con mi alfa, sintiéndome casi como en un sueño a día de hoy, pensando en que volvería a pasar por toda esa tortuosa espera sólo por el hecho de volver a encontrarme con él.

Me remuevo sobre la cama y sin abrir todavía los ojos busco el cuerpo de mi alfa, llevando mis manos a dónde se supone es su lado de la cama, notando que éste está vacío, haciendo que abra los ojos con lentitud, viendo que inclusive hace ya un buen rato ha amanecido al mirar el reloj que se encuentra en la pared del frente, marcando que ya son más de las diez de la mañana.

- Ya es tarde – suspiro acercándome al lado de la cama de mi esposo, aspirando su aroma a vino tinto que se desprende de su almohada, haciéndome sentir a gusto, pero no del todo como quisiera. Así que levantándome con pesadez de la cama me acerco hacia el armario que compartimos, sacando prenda por prenda de mi esposo, inclusive su ropa interior, sus calcetines y corbatas, acomodándolas con cuidado sobre la cama hasta formar como una especie de guarida y al estar completamente satisfecho con mi creación me acuesto plácidamente, cayendo en un profundo sueño por lo cómodo que me siento, al estar rodeado del aroma de mi alfa.


*Yuya* 

Vuelvo a casa después de un día ajetreado de trabajo, con la ilusión de ser recibido por mi omega al abrir la puerta, sorprendiéndome de no ver a mi pequeño esposo dándome la bienvenida con un fuerte abrazo y un dulce beso en los labios.

- ¿Habrá salido? – Pregunto para mí mismo mientras me quito los zapatos, dejando mi maleta sobre el sofá, recordando que la noche anterior me había dicho que hoy no iría a trabajar, pero puede que haya salido a verse con un amigo o a visitar a su madre, pienso al mismo tiempo que camino hacía nuestra habitación, percibiendo el aroma de mi esposo provenir de ésta, entrando rápidamente a ésta, encontrándome con una escena un tanto extraña pero adorable al mismo tiempo. Mi lindo esposo acurrucado sobre la cama, rodeado de todo lo que parece ser mi ropa y abrazando fuertemente uno de mis buzos, el que más suelo usar.

- ¿Yuya? – Pregunta levantando un poco la cabeza, sonriendo al verme, pero sin moverse de su lugar.

- Estoy en casa – sonrío, acercándome con lentitud a la cama.

- Bienvenido – dice con dulzura, haciendo un ademán de que me acueste a su lado.

- ¿Qué es todo esto? – Pregunto curioso, acomodándome a su lado, tomando una posición de cucharita.

- Te extrañaba mucho y fue la única manera en la que pude sentirme más tranquilo.

- ¿Y has comido algo? – Pregunto preocupado de que sólo se haya quedado aquí todo el día.

- Sólo un poco, la verdad es que no he tenido mucha hambre que digamos.

- No es bueno que te saltes las comidas ¿quieres que pida algo?

- Quiero berenjena asada – dice volteándose, hundiendo su rostro en mi pecho.

- ¿Berenjena? Pero si no te gustan – digo extrañado.

- Eso quiero comer – dice apartándose un poco para mirarme con sus ojos de cachorrito que tanto me gustan, no puedo negarle nada a esos ojitos.

- Está bien, lo que mi querido esposo ordene – digo llenando todo su rostro de besitos, pensando en que si sigue así tendré que llevarlo al doctor.

Me despierto con una sonrisa al hallarme entre los brazos de mi precioso omega, pensando en lo ocurrido durante la noche anterior, sorprendiéndome de ver a mi pareja que tanto decía odiar las berenjenas sin hacer un gesto de desagrado mientras las comía, admirándolo por unos minutos más antes de apartarme con cuidado de no despertarlo, yendo hacia el cuarto de baño para comenzar a alistarme e ir a trabajar, quitándome la ropa y dejándola sobre una silla antes de entrar y tomar una ducha, saliendo con una toalla sujetada a mi cintura y secándome el cabello con otra, viendo que la ropa que me había quitado antes ya no estaba en la silla, llevando mi mirada a donde está la cama, viendo que ahora mi omega la tiene entre sus brazos.

Suspiro resignado, yendo hacia la cama para buscar entre la montaña de prendas un traje y ropa interior para ponerme, recibiendo un gruñido de parte de mi omega quién me mira molesto.

- Mi amor, tengo que ir a trabajar – digo dejando las prendas que había alcanzado a tomar nuevamente sobre la cama.

- Deja eso ahí – dice todavía con molestia ¿pero qué le ocurre?

- ¿Te sientes bien?

- Estoy bien – suspira – es sólo que no quiero que te lleves nada de lo que está aquí.

- Pero Yuri ¿acaso quieres que vaya desnudo a trabajar? ¿Qué me vean otros omegas?

- No, tú eres mío – dice haciendo un puchero – pero tampoco quiero que te lleves la ropa, la necesito aquí conmigo.

- ¿Tanto me extrañas cuando no estoy en casa? – Pregunto acomodándome entre sus piernas, besando su cuello, recibiendo un gemido de su parte.

- Sí… - Responde deshaciendo el nudo de mi toalla y enredar sus piernas en mi cintura, tomando esto como una señal para hacerle el amor, lo cual hago con toda la pasión y dedicación del mundo, Kei y Yabu me tendrán que perdonar por llegar tarde otra vez.

Después de darle amor a mí omega, vuelvo a tomar una ducha rápida y aprovechando que está dormido tomo rápidamente las prendas que iba a ponerme con anterioridad y salgo de la habitación no sin antes impregnarla de mi aroma, para que mi esposo pueda estar más cómodo.

- Agradece que eres el jefe y puedes darte el lujo de llegar tarde, de no serlo ya te hubiese despedido hace mucho por irresponsable.

- Lo siento Kei, es sólo que surgió una emergencia – digo avergonzado.

- No quiero saber el tipo de emergencia - dice mirándome como si fuera un depravado.

- Bueno, sí - afirmo - pero la verdad estoy un poco preocupado, Yuri ha estado comportándose muy extraño desde ayer.

- ¿Extraño? ¿En qué sentido? – Pregunta serio.

- Ha tomado toda mi ropa y la ha puesto sobre la cama, pasando horas ahí acostado porque según él es la única manera de sentirse tranquilo en mi ausencia.

- ¿Eso te dijo? – Pregunta mirándome con curiosidad y como si evitara reírse.

- ¿Por qué? ¿No debería creerle?

- Tú eras de los que se quedaban dormidos en las clases de biología ¿verdad?

- ¿Qué tiene que ver eso con lo que te estoy contando? – Pregunto confundido y hasta molesto.

- Mejor tómate el día libre y lleva a tu esposo a la clínica.

- ¿Es grave lo que tiene? – Pregunto asustado.

- Bueno, no sé qué tan grave pueda ser para una pareja de recién casados, pero llévalo.

- Está bien, lamento mucho las molestias.

- Tranquilo – dice con una sonrisa – ya Yabu y yo tenemos que hacernos a la idea de que estas cosas van a ocurrir de manera recurrente.

- En verdad lo lamento – digo haciendo una leve reverencia.

- Ve con cuidado y mantenme al tanto de lo que te digan.

- Lo haré, muchas gracias – digo saliendo con prisa de la oficina y de la empresa, de camino nuevamente a mi hogar, encontrando a mi amado todavía dormido entre mis ropas, sacándolo de ésta aún ante su negativa, ayudándole a alistarse entre dulces besos y palabras de amor, deseando que mi omega no tenga nada malo.

- ¿A dónde vamos? – Pregunta al estar ya ambos dentro del auto.

- A la clínica.

- ¿Por qué? ¿Estás enfermo? – Dice con preocupación.

- Yo no – río – estoy preocupado por ti así que quiero que te revisen a ver si todo está bien.

- Entiendo… - Suspira, quedándose dormido a los pocos segundos de comenzar a conducir, llegando a la clínica más cercana, pasando primero con un doctor para que le autorice unos exámenes de sangre y después de esperar por unas horas los resultados de éstos pasamos con otro doctor quién nos informará lo que sucede.

- Felicidades a ambos – dice mientras mira los resultados en su computadora - están esperando un bebé.

- ¿Cómo? – Pregunto sorprendido, todavía sin creer lo que recién estoy escuchando.

- Que su esposo está embarazado señor, muchas felicidades a ambos - dice mientras teclea algo en su computadora y sale del lugar dejándonos solos, quedándome totalmente en blanco, dirigiendo mi mirada a mi omega quién comienza a sollozar, haciendo que salga de mí trance.

- Mi amor ¿Qué pasa? – Pregunto preocupado, limpiando las lágrimas que salen de sus ojitos.

- ¿Es cierto lo que dijo? – Pregunta igual de desconcertado que yo - ¿voy a tener un cachorro?

- Sí, mi amor ¿no te hace feliz la noticia? – Pregunto tomándolo entre mis brazos, sentándolo sobre mis piernas para que pueda estar más cerca de mí, esparciendo mis feromonas para que pueda sentirse tranquilo.

- Claro que me hace feliz – dice con una linda sonrisa – que tonto soy, estaba haciendo un nido y no había caído en cuenta.

- ¿Eso era un nido? – Pregunto sintiéndome un idiota por no saber algo tan indispensable para un omega – no debí quedarme dormido en las clases de biología – río apenado.

- Está bien, no te preocupes – dice juntando su frente con la mía – voy a tener un cachorro – dice sonriente, acariciando su vientre todavía plano.

- Será el más hermoso de todos - digo besando su mejilla, al mismo tiempo que el doctor vuelve a entrar con varias hojas entre sus manos.

- Estos son unos exámenes que tienes que realizarte – dice entregándole las hojas a mi omega, quién las recibe con atención - también he autorizado las vitaminas y el hierro que debes de tomar durante la gestación y te pasaré con un especialista que te verá durante éste proceso – dice con una enorme sonrisa – felicidades nuevamente.

- Muchas gracias – respondemos al unísono, saliendo de la oficina, dándonos un fuerte abrazo y muchos besos por la feliz noticia, regresando a casa para acostarnos en nuestro nidito de amor, ansiosos por darle las buenas nuevas a todos nuestros seres queridos, pero por éste día lo disfrutaríamos sólo nosotros dos.

El primer trimestre pasó rápidamente, entre nauseas matutinas y antojos extraños con berenjenas como plato principal. Recibiendo la gran noticia del nacimiento de Yukari, la hija del señor Yaotome junto con su esposo el señor Nakajima, una niña sin duda preciosa. Emocionándonos muchísimo más por la llegada de nuestro cachorro, admirando con amor la hermosa pancita de mí esposo, besándola cada que tengo oportunidad y diciéndole palabras bonitas al ser que se está formando ahí dentro.

- Yuya ¿todavía te parezco atractivo? – Pregunta mi omega de repente, mientras acaricia su panza de ya siete meses de gestación.

- Claro que sí mi amor – digo invitándolo a sentarse a mi lado en el sofá, cosa que hace con cuidado – eres el omega más hermoso que han visto mis ojos.

- ¿No crees que estoy gordo? – Pregunta, haciendo que sienta su inseguridad ¿pero cómo puede pensar algo así? Él es todo lo que más deseo en el mundo.

- Mi amor – sonrío mientras hago que se acueste de lado con cuidado sobre el sofá – gorda me la pones – digo posicionándome detrás de él y rozar mí pene ya endurecido contra sus nalgas - ¿puedes sentirlo? – Pregunto seductoramente, disfrutando de escuchar sus gemidos.

- Sí… - Responde en un jadeo.

- Eres el omega más hermoso y eres mío – susurro en su oído, comenzando a desvestirlo lentamente, deleitándome con la vista de su hermoso cuerpo desnudo, lo anchas que se han puesto sus caderas, haciendo su trasero mucho más prominente, más delicioso y ni hablar de sus pechos que han comenzado a prepararse para alimentar a nuestro cachorro cuando nazca, tomando cada uno con mis manos, acariciándolos, prestándole mayor atención a sus pezones tan sensibles, disfrutando de escucharlo gemir, bajando una de mis manos a su entrepierna, acariciando un poco, bajando un poco más hasta su entrada, preparándolo lo suficiente para entrar con cuidado, embistiendo suavemente, intensificando mis movimientos a medida que mi omega lo pide, corriéndome en su interior, besándonos por un rato más antes de quedarnos dormidos y abrazados.

Y finalmente, el tan esperado día llegó, el día en que nuestro cachorro nacería, sintiéndome completamente ansioso y más al haber visto a mi omega adolorido y angustiado por los dolores de parto, trayéndolo a la clínica a una velocidad para nada permitida, pensando en que quizás tenga que pagar una multa por ello, pero eso no importa ahora, lo más importante es el bienestar de las personas más importantes para mí. Así que entro junto con él a la sala de parto, poniéndome una bata, guantes y una mascarilla. Tratando con toda mi voluntad de ser un buen alfa y brindarle apoyo, sosteniendo su mano durante todo el tiempo que estuvimos en la sala de parto, sintiendo mis ojos aguarse al escuchar el llanto de mi cachorro, viendo cómo éste es puesto sobre el pecho de mi omega, sonriendo enternecido por tan linda escena, guardándola con cariño dentro de mi memoria.

- Hiciste un buen trabajo – susurro besando la frente de mi esposo en el momento que apartan a nuestro cachorro para bañarlo y pesarlo.

- También lo hiciste muy bien – dice con una sonrisa, viéndose bastante agotado, siendo llevado a otra habitación, en espera de que nos traigan a nuestro cachorro nuevamente.

- Voy a avisarle a todos que ya nació Yuu – digo viendo a mi omega asentir suavemente, quedándose dormido al instante, acariciando sus cabellos antes de salir de habitación, encaminándome a la sala de espera, en donde se encuentran nuestros familiares y amigos más cercanos, dándoles la feliz noticia.

- Es tan hermoso… - Dice mi adorado omega mirando a nuestro cachorrito con cariño, como si fuera el tesoro más grande, tal y como lo son ambos para mí.

- Se parece a ti – sonrío sentándome en la silla que está al lado de la camilla, después de que ya había terminado el horario de visitas y todos nuestros conocidos se han ido a sus casas, acariciando con suavidad la naricita de mi bebé.

- Simplemente no puedo dejar de mirarlo, es tan irreal – sonríe dulcemente, entrelazando mi mano con la suya – estoy tan feliz de poder estar viviendo esto, pensé que nunca pasaría.

- Yo también pensaba igual antes de conocerte, pero aquí estamos – sonrío ampliamente - casados, enlazados y con un hermoso cachorro al cual cuidar y brindarle mucho amor – digo acercando mi rostro al suyo, besándolo con ternura, agradeciendo internamente a la madre luna por estar aquí y ahora con mi amado destinado y nuestro pequeño Yuu. 

FIN.