28 ene 2025

COMPASS ROSE - Capítulo 36

 Hola, hola!!!! 

¡Cómo están todos? espero que muy bien y si no es así les mando un súper fuerte abrazo de oso y espero que éste nuevo capítulo les saque una gran sonrisa. 

Primero que todo les deseo un muy feliz inicio de año, que puedan cumplir todas sus metas aunque sean pequeñas, tienen todo mi apoyo de mi parte. 

Lamento muchísimo no haber podido publicar éste capítulo en diciembre, pero es que hubo muchísimo trabajo y no me dio la vida para escribir, así que he considerado dejar mis vacaciones para diciembre en lugar de enero. 

Muchas gracias a todos mis gaticos por éstar acompañándome un año más, comentando y leyendo mis escritos, no dimensionan lo feliz que me hace leer sus comentarios y hasta teorías, en verdad se los agradezco de todo corazón ya que son detalles que me animan mucho a seguir escribiendo.

También muchas gracias por la aceptación al Fanfic Omegaverse "Heat" y espero dentro de poco traerles la segunda parte, ya está cocinándose así que espero que se sostengan muy bien de esos calzones porque lo que se viene está candente jajajajaja

Que disfruten de éste capítulo y nos leemos dentro de poco. 



Tema: COMPASS ROSE
Extensión: Serial 
Parejas: Varias
Autora: Akari-chan


Capítulo 36

*Yuto*

- Creo que ésta es la primera vez que estamos solos tú y yo – digo mientras comienzo a garabatear con un carboncillo sobre el lienzo.

- Es verdad – dice después de intentar mover sus labios mínimamente para responder.

- Si quieres hablar puedes hacerlo, sólo mantente en la posición que te pedí.

- Lo siento – responde apenado – es la primera vez que hago algo como esto – dice ya un poco más relajado.

- Pensé que ya lo habías hecho antes.

- ¿Hacer qué?

- El ser retratado en una pintura – sonrío – como tú mismo te ofreciste a hacerlo desnudo.

- ¡No! ¡No he hecho nada de eso! – Exclama totalmente avergonzado.

- Entonces ¿por qué te ofreciste? – Pregunto curioso.

- Bueno, es que en mi reino se acostumbra mucho a ver pinturas de ese tipo, así que para mí fue fácil suponer que se trataría de algo así, pero si te he incomodado por favor perdóname príncipe.

- No te preocupes por eso – digo continuando con el boceto – y recuerda que puedes llamarme Yuto con toda confianza – sonrío mientras él asiente - me sorprendió un poco, pero fue un comentario divertido.

- Eso me deja un poco más tranquilo… Yuto… – dice manteniendo perfectamente la postura indicada con anterioridad.

- ¿Y en tu reino vives con tus padres? – Pregunto cambiando de tema para no avergonzarlo más, aunque la verdad sí que me gustaría seguirlo haciendo, es lindo.

- Vivo junto con mi padre en el castillo del reino, mi madre murió cuando yo tenía cinco años.

- Lo lamento mucho – digo dejando lo que estaba haciendo para mirarlo, notando aquel dejo de tristeza en sus ojos.

- No lo lamentes – sonríe levemente - aunque fue por corto tiempo y quizás no me acuerde de muchas cosas debido a mi corta edad, me sentí muy amado por ella – sonríe dulcemente.

- Me hubiese gustado mucho conocer a mi madre – digo dejando el carboncillo sobre una mesita que tengo al lado – ella murió minutos después de darme a luz – suspiro mientras Keito escucha atentamente cada una de mis palabras, acto que me hace sentir muy feliz, hacía mucho no conversaba así con alguien – la Señora Hitomi me contó que al salir de su vientre me acercaron rápidamente hacía ella, quién me tomó entre sus brazos y me abrazó con todas las fuerzas que le quedaban, antes de cerrar sus ojos para no abrirlos nunca más.

- Es una pena…

- Cuando tenía ocho años mi padre también murió, muchos dicen que fue a causa de una enfermedad incurable, pero yo pienso que murió de tristeza – digo con algo de amargura – por lo que puedo recordar nunca lo vi realmente feliz.

- ¿Por qué lo dices? – Pregunta Keito curioso.

- Siempre he escuchado de parte de mis hermanos y los demás residentes del castillo que era un Rey muy alegre y parlanchín – sonrío, volviendo a tomar el carboncillo y seguir con mi tarea – pero durante el corto tiempo que pude estar con él nunca lo vi de tal manera, no estoy diciendo que no me amara, pero sus ojos no reflejaban felicidad – suspiro profundamente – aunque no lo culpo, quizás de cierto modo al verme pensaba que yo había sido el causante de la muerte de su amada.

- No digas eso príncipe… digo, Yuto - dice levantándose rápidamente de su asiento, acercándose a mi lado, sólo interviniendo el lienzo entre nosotros – no creo que el difunto Rey tuviese esos sentimientos negativos sobre usted ¿cómo podría haberte odiado siquiera?

- No estoy diciendo que me odiara – río un poco ante lo intrépido que es el caballero a mi lado – es sólo que nunca lo vi genuinamente feliz, quizás le recordaba mucho a mi madre, de los tres soy el que más se le parece.

- Sin duda tuvo que haber sido una mujer muy hermosa.

- ¿Piensas que soy hermoso? – Pregunto curioso de saber su respuesta.

- Lo eres, en verdad lo eres – dice con firmeza, sin apartar su mirada de mí, haciéndome sentir como cosquillas en el estómago.

- Gra… Gracias… - Digo nerviosamente – vuelve a tu asiento por favor y trata de mantener la postura inicial.

- Cómo usted ordene – dice obedientemente, haciendo precisamente lo que le he pedido, esperando a que mi corazón se calme un poco para continuar.

- De todos modos no tienes que preocuparte por mí, mis hermanos y demás residentes del castillo me han brindado todo el amor y más de lo que pudiese necesitar – sonrío ampliamente, tratando de llevar el curso de la conversación a otro lado  – aunque no puedo evitar extrañarlos ahora que están tan ocupados, me hacen sentir un poco solo a veces, pero no hay nada que pueda hacer, cada uno está concentrado en sus cosas.

- Cuando te sientas solo puedes recurrir a mí – sonríe – estaré encantado de servirle.

- No hables de servirme – río – eres mi amigo, si quieres acompañarme es porque así lo deseas.

- Estaré encantado de hacerlo.

- ¿Y no hay algún problema con el príncipe Ryosuke?

- Pues como has podido notar el príncipe no desea recurrir a mis servicios como protector.

- ¿Entonces está bien que te tome prestado de vez cuándo?

- Por mí no hay ningún problema – sonríe dulcemente, sintiendo mis mejillas arder un poco, tratando de concentrarme en el trabajo que tengo por hacer.

 
*Daiki*

- Kei ¿te sientes mejor? – Susurro cerca de su oído al encontrarnos por fin un poco alejados de nuestros acompañantes.

- Sí, estoy mucho mejor mi príncipe – sonríe con ternura – no deberías preocuparte tanto por mí.

- Lo sé – suspiro – pero no puedo evitar sentirme culpable, me aterra demasiado pensar que quizás te he lastimado.

- No me has lastimado mi príncipe – dice mientras toma una de mis manos, entrelazando nuestros dedos – estoy muy bien, es sólo cuestión de acostumbrarse – sonríe avergonzado – fuiste muy gentil y la verdad es que estoy muy ansioso por la próxima vez.

- Yo también lo estoy – digo sintiendo mi rostro enrojecer a la par del suyo.

- Príncipe Daiki ¿Qué le han parecido los campos de algodón? – Pregunta el Rey Junmyeon de repente, haciendo que nos apartemos un poco.

- Son hermosos su majestad – respondo con una sonrisa – parecen nubes, sólo que éstas nacen de la tierra.

- Realmente lo son – sonríe ampliamente, mirando con orgullo el lugar – bien, creo que ya hemos paseado mucho por hoy, es mejor volver antes de que comience a anochecer.

- Es verdad, ya comienzan a dolerme las piernas – dice el señor Kyungsoo, quién ha venido junto con su bebé y su esposo.

- No te dolerían tanto si no te hubieses propuesto a cargar a Jongsoo durante todo el camino – dice tomando ahora éste a su bebé en brazos.

- No quería que te cansaras mi vida – dice dándole un dulce y fugaz beso en la mejilla.

- Hora de irnos – dice el Rey comenzando a caminar hacia el carruaje, seguido de nosotros, mientras que yo dudo un poco en si tomar nuevamente la mano de Kei.

- No tienen que fingir si están con nosotros – dice el señor Kyungsoo al pasar por nuestro lado, al mismo tiempo que su esposo nos sonríe.

- Hacen una hermosa pareja – dice en voz muy baja.

- Gracias – respondo con el mismo volumen de voz, tomando con orgullo la mano de mí ahora novio con firmeza, ayudándole a subir al carruaje, recibiendo una mirada de desaprobación.

- Mi príncipe, debí ser yo quién te ayudara a subir.

- Quería hacerlo – sonrío, invitándolo a sentarse a mi lado, a lo que él obedece un poco a regañadientes por la ofensa que le acabo de hacer.

- Recuerdo cuando el príncipe estaba todo el tiempo detrás de Kei cuando era niño, me alegra ver que ese cariño que se tienen se mantenga intacto.

- Sí, es una gran bendición – dice Kei, haciendo un ligero puchero con sus labios, todavía un poco molesto por lo anterior.

- Así será por siempre su majestad – digo llevando mi diestra a una de sus piernas, dando un par de ligeras palmadas, riendo al ver el rostro del dueño de mis afectos lleno de sorpresa.

- Es maravilloso poder escuchar eso – dice el Rey con una enorme sonrisa.

 
*Kei*

Los días pasaron rápidamente, llegando en un abrir y cerrar de ojos el de regresar a nuestro reino. Mi príncipe se había adaptado perfectamente a Cottonland, demasiado para haber sido su primera vez aquí; impresionándome con su perfecto manejo del idioma, aunque de vez en cuando los residentes del palacio real le hablaban con el nuestro, haciéndolo sentir un poco más cómodo. Sintiéndome completamente orgulloso de él, que aunque no me hablase de estas cosas me era fácil interpretarlo por medio de sus acciones; cuestionándome ahora del por qué no me había dado cuenta de los sentimientos que mi príncipe albergaba sobre mí, sintiéndome como un inútil por no notarlo, aunque no puedo culparlo, yo tampoco hice un buen trabajo en demostrarle los míos adecuadamente, imaginándome que para él también fue tortuoso no reconocerlos durante todos estos años.

Pero ahora que nos hemos confesado y expresado de la manera más íntima que un ser humano puede hacer, me he sentido como si estuviéramos pasando por nuestra luna de miel…

- ¿En qué tanto piensas? – Pregunta mi príncipe mientras rodea mi cintura en un abrazo, poniéndose de puntitas un poquito para besarme, correspondiendo con dulzura a tan adorable gesto.

- En nosotros – sonrío – en todo lo que hemos vivido durante nuestra estadía en éste reino.

- Espero que sigan siendo así de maravillosos cuando regresemos al nuestro – dice dándome otro besito – aunque tengamos que mantenerlo en secreto por ahora.

- Dile al príncipe Ryosuke que no demore tanto en tomar una decisión, podría traer problemas con su hermana de no concretarse algo – suspiro – porque por lo que sé ella es la más interesada en que se dé un compromiso.

- Se lo diré cuando regresemos – sonríe – así que hay que tener un poco más de paciencia.

- Aunque tampoco me molesta tener que ocultarlo por ahora, me da algo de temor que el Rey se entere ¿Y si reacciona de la peor manera? – Digo un poco asustado.

- No creo que mi hermano vaya a reaccionar así – ríe divertido – pero si quieres que nuestra relación se mantenga oculta por esa razón pues así será – dice besándome nuevamente, llevándome paso a paso hacia la cama.

- Mi príncipe… Todavía hay mucho por empacar – digo poniendo cero resistencia en evitar que me acueste sobre la cama, acomodándose entre mis piernas que están abiertas y ansiosas de recibirlo, sintiendo algo duro rozar mi ingle.

- Todavía tenemos algo de tiempo – dice seductoramente, soltando cada botón de mi camisa, besando cada centímetro de piel que va quedando expuesta, mordiendo suavemente uno de mis pezones, sacándome un fuerte jadeo – trata de no hacerlo tan fuerte – sonríe llevando sus labios a los míos, mientras que con sus manos acaricia mi cuerpo hasta lograr desvestirme por completo, comenzando a prepararme para lo que se viene y anhelo tanto sentir.

- Hazlo ya… - Digo en medio de un gemido, moviendo mi cadera en señal de querer recibirlo.

 - Pero… - Susurra preocupado, apartando su mano de mi entrada.

- Voy a estar bien – digo con una sonrisa, besándolo en los labios mientras rodeo su cuello con mis brazos, al mismo tiempo que se adentra despacio en mi interior, estremeciéndome un poco por el dolor, pero tan complacido al mismo tiempo, esperando unos segundos para acostumbrarme y pedirle con desesperación y deseo que se mueva. Acallando nuestros gemidos y jadeos entre besos hasta llenarse mi interior de su esencia, respirando agitados al terminar, escuchando un par de golpes en la puerta.

- Justo a tiempo – besa mi frente mientras sale despacio de mi interior, acomodándose sus ropas para ir a abrir la puerta, cubriéndome con las sábanas.

Resultó que el que tocaba la puerta era uno de los sirvientes, preguntando por si necesitábamos ayuda, a lo que respondió mi príncipe que avisaríamos cuando llegue el momento de llevar nuestro equipaje al carruaje, concentrándonos en empacar y tener todo listo para la hora de salida.

- Fue un gusto poder recibirlos en nuestro reino – dice el Rey Junmyeon – espero que su estadía haya sido agradable.

- Realmente lo fue su majestad – dice mi príncipe haciendo una leve reverencia – espero prontamente pueda visitarnos también.

- Me encantaría mucho visitarlos, quizás durante mi luna de miel podamos pasar por ahí – sonríe - ¿Qué opinas Sehun?

- No he tenido la oportunidad de conocer Nasuland, así que pienso que será emocionante hacer una pequeña parada por ahí en medio de nuestro recorrido.

- Los recibiremos con los brazos abiertos – dice mi príncipe con una gran sonrisa.

- Pero primero tienen que venir a nuestra boda – dice el Rey – por favor no olviden mandar con quienes van a asistir, tenemos tantos invitados que necesitamos hacer un censo, porque no todos pueden quedarse en el palacio.

- Lo notificaremos cuando lleguemos de nuestro largo viaje su alteza – respondo.

- Que tengan un buen viaje y saluden a todos de mi parte – dice dándonos un abrazo a cada uno, retirándose junto con su prometido quién se despide de nosotros con una reverencia.

- Espero podamos vernos pronto Daiki – dice el príncipe Baekhyun dándole un fuerte abrazo, habían logrado hacerse de una gran amistad durante estos días.

- Eres más que invitado a mi reino también – dice con una enorme sonrisa, correspondiendo al abrazo de la misma manera, haciéndome sentir un poco celoso.

- No olvides considerar lo del compromiso – dice Kyungsoo interrumpiendo mis pensamientos.

- ¿Cuál compromiso?

- El de nuestros hijos – dice con obviedad.

- Yo no he dado autorización para tal cosa, además todavía no tengo hijos – digo tratando de no alzar la voz demasiado.

- Pero los tendrás, no creas que no me he dado cuenta de que ambos…

- Eres siempre bienvenido Kei, fue un gusto volver a verte después de tanto tiempo – dice el príncipe Jongin interrumpiendo a su esposo, cosa que agradezco.

- Igualmente príncipe Jongin y que el pequeño Jongsoo siga creciendo hermoso y saludable.

- Muchas gracias – sonríe agradecido, despidiéndonos finalmente de la feliz pareja y su bebé, antes de subirnos al carruaje de camino hacía nuestro hogar.


*Ryosuke* 

- Me alegra ver que las plantaciones están en perfectas condiciones señor Carlos – dice Hikaru mientras recorremos los campos, como nuestra rutina de una o dos veces a la semana.

- Es todo gracias a usted y sus grandes conocimientos mi señor – dice alegremente – aunque no dudo que la presencia del príncipe haya influido en tal mejoría.

- Me halaga muchísimo escuchar eso señor Carlos – espero seguirlos honrando por más tiempo con ésta.

- De seguro así será cuando contraiga matrimonio con alguno de los príncipes – dice sonriente – sé que no debería de entrometerme pero estamos muy felices de que se vaya a llevar a cabo una unión tan importante.

- Espero poder cumplir con las expectativas de todos los ciudadanos del reino – digo mirando de reojo a Hikaru.

- Estoy seguro de que lo harás – sonríe entusiasmado – espero que sigan disfrutando de su paseo, tengo que dejarlos porque hay asuntos que atender.

- No se preocupe señor Carlos, de todos modos muchas gracias por su compañía, ha sido muy agradable hablar con usted.

- Que pasen una muy feliz tarde – dice haciendo una reverencia, volviendo a sus quehaceres.

- ¿Así que piensas cumplir con todas las expectativas? – Pregunta divertido.

- Por supuesto que sí, tengo a mi lado al hombre más guapo, inteligente y maravilloso del reino – digo rozando sutilmente mi mano con la suya, asegurándome antes de que no haya alguien cerca que pueda observarnos.

- En eso tienes toda la razón – sonríe con orgullo.

- Hikaru ¿has pensado en lo que te dije? – Pregunto un tanto dudoso, pero con un atisbo de ilusión en mis palabras, esperando que su respuesta sea afirmativa.

- Sí, he pensado mucho en eso pero…

- ¿No quieres? – Digo posando mis manos sobre sus mejillas, cuidando de que no aparte su mirada de mí.

- No es que no quiera, pero que no creo que sea correcto visitarte en tus aposentos – ríe nervioso - ¿y si alguien nos ve?

- Nadie va a vernos, puedes confiar en ello – sonrío, mirándolo con algo de súplica para que ceda a mi indecoroso deseo – yo no tendría problema en escabullirme a la tuya durante la noche, pero ésta queda entre la habitación de Yuri y el señor Kota.

- En eso tienes un punto – dice apartando mis manos de su rostro, continuando con nuestra caminata – pero no es necesario apresurarnos.

- No te estoy pidiendo que lo hagamos – río divertido – sólo quiero poder besarte con un poco más de libertad, sin preocuparnos de que alguien nos vea – digo sintiendo mi corazón latiendo frenéticamente – no tenemos que llegar a más si no lo quieres.

- ¿Y si en verdad lo quiero? – Pregunta mirándome fijamente, como si buscara alguna expresión de duda en mi rostro.

- Nada me haría más feliz que ser tuyo – sonrío robándole un pequeño beso en los labios – ¿eso quiere decir que aceptas?

- No te rindes hasta que lo consigues ¿no es así? – Ríe divertido.

- Por eso es que te gusto tanto – respondo victorioso, la primera de muchas batallas que seguramente le ganaré a mi amado.

- Me tienes completamente atrapado en tus garras – ríe – muchísimo más de lo que quisiera reconocer.

- De todos modos iremos con cuidado, no creas que no llevo planificando esto con anticipación.

- Eres un príncipe muy listo – dice llevándome atrás de un árbol, tomando mi cintura posteriormente besar mis labios con dulzura - ¿estás seguro de que es lo que deseas?

- Nunca he deseado nada más en mi vida.

- Podríamos ir a una cabaña…

- En mi habitación me parece más cómodo – sonrío – ya nos estamos arriesgando demasiado – digo volviendo a besar sus labios, totalmente feliz de estar cerca de lograr mi objetivo. 

CONTINUARÁ