¿Cómo están? Espero que muy bien y si no es así les mando un súper fuerte abrazo de oso y espero que éste nuevo capítulo les saque una gran sonrisa.
Muchas gracias a todos por su comprensión y ánimos ante la situación que estuve pasando el mes anterior, el despedirse tan repentinamente de un ser querido es muy doloroso, pero quedarán siempre los lindos recuerdos de los momentos que pasamos junto con ellas.
Capítulo 34
*Daiki*
Al terminar de cenar nos quedamos un rato largo hablando
con el señor Kyungsoo y su esposo quién había vuelto después de alimentar a su
bebé y dejarlo con su Nana.
- Entonces el rey Junmyeon apenas supo que Jongin estaba
en cinta, nos ordenó casarnos de inmediato – dice el señor Kyungsoo tomando otro
sorbo de su vino.
- ¿En serio? – Pregunto ya muy metido en la historia que
nos estaban contando.
- Sí, mi hermano dijo que no iba a permitir que su
sobrino naciera en pecado – ríe divertido el príncipe Jongin.
- Aunque la idea inicialmente era que nos casaríamos un
par de meses después de que lo hiciera el Rey, pero nos comimos el pastel antes
de la fiesta – ríe – bueno, nos lo comíamos ya desde…
- Kyungsoo – interrumpe el príncipe Jongin a su esposo
nerviosamente, mientras le quita con cuidado la copa que llevaba en su mano –
es mejor que vayamos a dormir, ya es un poco tarde y nuestros invitados deben
estar agotados ¿no es así?
- Es verdad, aunque dormimos toda la tarde todavía me
siento muy cansado – responde el señor Kei.
- Yo también – digo comenzando a bostezar – la
conversación ha sido muy agradable.
- Podemos continuarla mañana – dice el príncipe Jongin
poniéndose de pie junto a su esposo, quién lo abraza posesivamente, acomodando
su cabeza en su pecho.
- Kyungsoo… no hagas eso… - Se queja un poco, pero de
igual modo no lo aparta y sólo le acaricia la cabeza.
- Nosotros nos retiramos – dice Kei tomándome suavemente
del brazo, un poco avergonzado por tan íntima escena al igual que yo.
- Que pasen buena noche – dice el príncipe con una
sonrisa, mientras ambos salimos del recinto.
- Ellos… ¿Son siempre así?
- ¿Así cómo?
- Tan cariñosos… - Digo avergonzado después de haber
visto tantas demostraciones de amor entre los dos, aunque he de reconocer que
me provoca algo de envidia.
- Sí, siempre han sido así – sonríe Kei, notando que
hemos llegado a nuestra habitación. Abriendo éste la puerta y haciéndose a un
lado para dejarme entrar primero.
- No es necesario que hagas esto – digo cruzando la
puerta.
- Eres un príncipe – sonríe – debo tratarte con respeto.
- Pero no me gusta que seas tan formal conmigo – hago un
puchero – lo entiendo cuando estamos en nuestro reino, pero a solas me gustaría
que me trataras de una manera más normal, sin tanta etiqueta.
- ¿Eso es lo que quiere mi príncipe?
- ¿Podrías llamarme sólo Daiki? - Pregunto sintiendo mi
rostro enrojecerse un poco – cuando estemos solos, claro está…
- Como lo desees Daiki - dice haciendo una leve
reverencia, haciendo que mi corazón se acelere por un acto que pareciera tan
simple, pero tan significativo para mí.
- Bueno, creo que deberíamos acostarnos ya – digo cayendo
en cuenta luego de que lo que acabo de decir suena algo raro – a dormir.
- Claro, a dormir ¿Qué otra cosa sería? - Pregunta Kei
divertido.
- ¿Puedo ir al cuarto de baño a cambiarme primero? –
Pregunto yendo hacia mi maleta, buscando mi camisón para dormir.
- Claro, no te preocupes por eso – dice con una sonrisa,
yendo rápidamente a éste al encontrar lo que buscaba, sintiendo mi corazón
acelerado, mirándome completamente rojo frente al espejo.
- Cálmate Daiki, cálmate… - Digo en un susurro para que
él no pueda escucharme desde afuera – no es la primera vez que dormimos juntos,
inclusive lo hicimos en la tarde – digo mientras mojo mi rostro con el agua,
buscando así desaparecer si muy notable sonrojo.
- Daiki ¿sucede algo? – Pregunta Kei dando suaves golpes
en la puerta.
- No, no pasa nada ¿por qué lo preguntas?
- Es que llevas un largo rato adentro y pues me
preocupaba un poco que te hubiese pasado algo.
- Estoy bien, es sólo que me distraje con unas cosas –
digo tratando de no sonar nervioso, quitándome rápidamente la ropa que llevo
puesta y ponerme mi camisón, suspirando profundo antes de salir – ya puedes
seguir – digo rápidamente, yendo directamente hacia la cama, cubriéndome por
completo con las sábanas, escuchando que la puerta del cuarto de baño se
cierra.
Me quedo ahí en silencio, todavía resguardado bajo las
sábanas y en completa quietud, me siento como un tonto comportándome de una
manera tan extraña frente al hombre que he amado toda mi existencia hasta ahora.
- Daiki ¿sigues despierto? – Pregunta Kei de repente,
haciéndome dar un pequeño brinco por la sorpresa, estaba tan absorto en mis
pensamientos que no me había dado cuenta de su presencia.
- Sí, todavía estoy despierto.
- ¿Estás molesto por algo?
- No ¿por qué lo preguntas?
- Es que siento que estás tratando de evitarme.
- Yo no te estoy evitando – digo asomando un poco mi
cabeza – es sólo me siento un poco cansado.
- ¿Seguro que es sólo eso? – Sonríe amablemente – si te
sientes mal por algo puedes decírmelo, somos amigos ¿no es así?
- Sí, lo sé – digo sintiendo mi corazón apretujarse por
esas palabras, yo no quiero ser sólo eso para él, sino muchísimo más, pero soy
un cobarde al no poder decírselo.
- Será mejor que descansemos, nos espera un día largo
mañana – dice revolviendo un poco mis cabellos antes de acostarse en su lado de
la cama, demasiado cerca, pero al mismo tiempo tan distante – Buenas noches
Daiki.
- Buenas noches Kei – respondo volviendo a cubrirme
enteramente con las sábanas, sintiendo mi corazón casi a punto de explotar, no
sé cuánto más pueda soportar.
*Kei*
Nos despertamos al día siguiente gracias al incesante
golpeteo hacia la puerta de parte de Kyungsoo quién nos informó que debíamos
estar en el comedor a las nueve de la mañana para desayunar con el Rey, quién
había llegado en la madrugada junto a su prometido.
- Se veía muy feliz el Señor Kyungsoo – dice mi príncipe
estirando un poco su brazos desde su lado de la cama.
- No quiero pensar en el por qué está tan feliz – digo
sintiendo un escalofrío recorrer mi espalda.
- ¿Por qué lo dices? – Pregunta curioso.
- No es necesario que lo sepas – digo negando con la
cabeza - ¿cómo amaneciste? ¿Pudiste dormir bien?
- Sí, ésta cama es muy suave y acogedora – dice con una
sonrisa que hace latir mi corazón de alegría.
- ¿Y ya te sientes mejor? Anoche me tenías muy
preocupado.
- Sí, ya estoy mejor, lamento mucho si te hice preocupar.
- Está bien, pero si algo te molesta no dudes en
decírmelo, mi deber es cuidarte también, no sólo porque seas un príncipe, sino
porque eres una persona muy importante para mí.
- Gracias – dice con una linda sonrisa - ¿te parece bien
si me preparo primero para ir a desayunar?
- Por supuesto, no hay problema – digo viendo cómo entra
con prisa al cuarto de baño, suspirando tranquilo de verlo con un mejor
semblante, espero que en algún momento tenga la confianza de decirme qué es lo
que lo aqueja tanto.
Al estar completamente listos, salimos de la habitación
para ir directo a la sala del comedor en donde seguramente nos estarían
esperando su majestad junto al resto de su familia. Sorprendiéndome en el
camino por la cantidad de gente que va y viene de un lugar a otro, recordando
de inmediato las palabras de Kyungsoo de que harían una fiesta para nosotros
como bienvenida.
- Buenos días – decimos ambos al unísono al entrar al
salón, encontrándonos con toda la familia real.
- Buenos días – responden todos. Viendo como el Rey se
levanta de su asiento para acercarse a nosotros.
- Bienvenidos a nuestro reino – dice con una enorme
sonrisa – lamento mucho no haber podido recibirlos ayer, pero me surgió algo de
improvisto.
- No tiene que preocuparse por eso su majestad, fuimos
muy bien recibidos el día de ayer por el Señor Kyungsoo – dice mi hermoso
príncipe sonriendo ampliamente.
- Me alegro mucho – sonríe – por favor sigan y tomen
asiento, estábamos esperándolos para servir el desayuno.
- Gracias – respondo haciendo una ligera reverencia,
yendo junto con mi príncipe a los asientos que nos habían asignado, justo al
lado del Rey. Siendo amablemente recibidos por los demás presentes,
presentándonos a cada uno de ellos, comenzando con el príncipe heredero
Baekhyun, su hijo, luego a sus hermanos los príncipes Jongdae y Minseok, que
son esposos y Jongin junto a su esposo Kyungsoo.
- Me da mucho gusto conocerte por fin príncipe Daiki, me
han hablado mucho de usted – dice éste abrazando a mi príncipe con demasiada
emoción y confianza, más de la que considero debería de ser permitida.
- El gusto también es mío príncipe Baekhyun – dice mi príncipe
con una radiante sonrisa, correspondiendo a su abrazo – espero podamos
convertirnos en muy buenos amigos.
- De eso puedes estar seguro – sonríe ampliamente.
- Y por último, pero no menos importante, Sehun – dice
con una deslumbrante sonrisa - príncipe
de Sheepland, mi prometido y dentro de unos meses será mi esposo.
- Gusto en conocerlos – dice sonriente – es la primera
vez que nos vemos ¿no es así?
- Efectivamente – respondo – no tenemos mucho contacto
con su reino debido a la lejanía de éste.
- Espero algún día puedan ir, es un reino hermoso, me
encargaré de que sean bien recibidos.
- Muchas gracias por su invitación, estaremos muy
complacidos de ir a visitarlo en algún momento – responde mi príncipe con esa
resplandeciente sonrisa que hace que no pueda retirar mi mirada de él,
sorprendido de la manera tan natural con la que se desenvuelve ante el Rey.
- Por favor avísenme con anticipación cuando decidan
visitarnos, mi hermana, la reina Xiaoting estará complacida de recibirlos y
también si llegado el caso quieren hacer negocios con nosotros son más que
bienvenidos.
- Se lo agradezco mucho, lo consultaré con mi hermano al
regresar a mí reino para ver si puede considerarse que se lleve a cabo.
- Estaré atento – sonríe, acomodándose mejor en su
asiento al ver que comienza a llegar la comida.
- Que disfruten de la comida – dice el Rey amablemente
mientras comenzamos a degustar de los deliciosos platillos.
- Lamento dejarlos tan pronto, pero tengo muchas cosas
que hacer para la fiesta de hoy – dice el príncipe Minseok al terminar
rápidamente su comida – espero verlos bien guapos y elegantes para la noche de
hoy – dice alegremente.
- Gracias – dice mi príncipe – pero no debieron
molestarse.
- Para nada es una molestia, rara vez recibimos visitas
de ustedes así que siempre será motivo para celebrar – sonríe alegremente,
despidiéndose de todos y finalmente de su esposo para luego retirarse.
- Yo también me voy, tengo mucho trabajo por hacer – dice
el príncipe Jongdae – nos vemos en la fiesta – dice saliendo por el mismo lugar
que lo había hecho antes su esposo, siguiéndolo el príncipe Jongin y por último
el prometido del Rey quién se despidió de éste con un beso en la frente.
- Daiki ¿quieres venir conmigo a conocer el reino? –
Pregunta el príncipe Baekhyun con total ilusión.
- Me encantaría, pero tengo un negocio que cerrar con el
Rey.
- Por lo nuestro no te preocupes, se puede hacer en
cualquier momento, de todos modos no es algo que vaya a llevar mucho tiempo –
dice el Rey sonriente.
- ¿Entonces puedo ir? – Pregunta dirigiendo su mirada a
la mía por un instante, como buscando mi aprobación también.
- Por supuesto mi príncipe, yo me quedaré aquí hablando
con el Rey y con Kyungsoo mientras ustedes pasean.
- ¿Y no quieres venir con nosotros?
- Me siento un poco cansado todavía, vayan y disfruten
del paseo – sonrío.
- Además pueden aprovechar ésta oportunidad para
conocerse mejor – dice el Rey – es bueno que comiencen a formar buenas
relaciones.
- Está bien, nos veremos más tarde entonces – sonríe lindamente
mi príncipe.
- Baekhyun, dile a Chanyeol que vaya con ustedes.
- Sí Señor – responde tomando de la mano a mi príncipe y
saliendo junto con él del salón.
- ¿Y cómo están todos en su reino? – Pregunta al
quedarnos los tres solos en el comedor – es una pena que Kota no hubiese
venido, tenía muchas ganas de verlo.
- Él ahora está ocupado con unos asuntos, pero ha mandado
obsequios para usted su majestad y espera verlo el día de su boda.
- Espero que ésta vez sí pueda venir mi ahijado Yuri, me imagino
que ha de haber crecido mucho, no lo veo desde su bautizo y eso fue hace más de
ocho años.
- Está saludable, es un chico muy trabajador y es más la
mano derecha del Rey Yuya que yo últimamente.
- Me alegra mucho escuchar eso, mandaré algunos regalos
para él para que se los entregues al regresar.
- Sí su alteza, Yuri estará encantado de recibirlos.
- ¿Y el Rey Yuya todavía no se ha casado? – Pregunta
Kyungsoo.
- No, está bastante reacio a hacerlo – suspiro – se ha
dedicado completamente a su trabajo como Rey.
- ¿Y no saben de alguna persona en la que pueda estar
interesada? – Pregunta el Rey Junmyeon.
- No lo sabemos, pocas veces sale del castillo y ni
siquiera podemos pensar en arreglar una fiesta o un encuentro porque nos
mandaría a la horca.
- No creo que los vaya a mandar a la horca, Yuya no es un
tirano – dice el Rey.
- Sólo estaba exagerando un poco, pero si se daría cuenta
de nuestras intenciones y se enojaría mucho con nosotros.
- ¿Y qué piensan hacer? – Pregunta Kyungsoo.
- Esperar a ver si ocurre un milagro y se interese en
alguien.
- Pues por lo que dices Yuri es el que ahora se la pasa
más tiempo junto a él, no sea y quizás termine enamorándose de éste – dice
Kyungsoo riendo divertido.
- Eso es imposible – digo negando con la cabeza – entre
ellos hay una relación de total respeto, además no lo veo probable y si llegase
a ser así Kota lo mata primero, antes de que algo siquiera pudiese ocurrir.
- Kota tampoco es un mal hombre – dice el Rey.
- Lo es cuando la situación lo requiere – digo recordando
las palabras de Hikaru de cómo Kota mandó a acabar con los tipos que estaban
vendiendo a Yuri en el mercado negro de la frontera, Kota es capaz de todo.
- Bueno, de todos modos la sucesión en su país es
diferente a la nuestra, aquí el primogénito del Rey es quién heredará la
corona, en cambio en Nasuland no necesariamente tiene que ser el primogénito de
éste, puede ser el de alguno de los príncipes – dice el Rey.
- Es verdad, si se llegase a concretar el compromiso del
príncipe de Ichigoland con el príncipe Daiki antes de que lo haga el Rey, muy
probablemente su hijo sea el próximo heredero… ¡Auch! – Exclama Kyungsoo luego
de que lo golpeara en su pierna por debajo de la mesa.
- ¿Sucede algo? – Pregunta el Rey.
- No, nada, sólo me picó un mosquito – responde Kyungsoo
mirándome con un gesto de reproche.
- De todos modos espero que pronto Yuya encuentre a
alguien con quien compartir su vida, yo demoré varios años en volverme a dar la
oportunidad, pero creo que ha valido completamente la pena.
- Eso esperamos todos – digo con una sonrisa.
- Kei, si algún día tienes un hijo deberíamos
comprometerlo con mi Jongsoo – dice Kyungsoo emocionado.
- No estoy seguro de querer que mis nietos tengan tu
sangre – digo recibiendo un golpe en mi pierna de su parte, aguantándome el
dolor.
- Me parece una muy buena idea – dice el Rey – eso haría
muchísimo más fuertes nuestros lazos.
- Así que date prisa Kei, antes de que sea demasiado
tarde – dice Kyungsoo mirándome seriamente, sé a lo que se refiere, pero no
creo poder estar listo para ello o ¿tal vez sí?
*Daiki*
- Príncipe ¿no crees que deberíamos descansar aunque sea
un poco? Veo al príncipe Daiki algo agotado – dice Chanyeol, el caballero real que
está a cargo de la protección de Baekhyun, dirigiéndose a éste con una amable
sonrisa.
- Lo siento mucho Daiki – dice apenado, hemos estado
caminando por el pueblo por más de una hora, inclusive podría decir que casi
dos - ¿Quieres beber algo? Conozco un lugar que te puede encantar.
- Por favor – digo con una sonrisa, me siento un poco
dolorido de las piernas.
- Por aquí hacen unos pasteles deliciosos – dice Baekhyun
tomándome del brazo y arrastrándome hasta dicho lugar, seguidos por su
caballero, yendo hacia la parte más lejana del lugar, casi como una zona
privada indicándome en que asiento acomodarme – Toma asiento tú también
Chanyeol.
- Gracias su alteza, pero prefiero dejarlos solos para
que puedan hablar más cómodamente.
- Está bien, pero no te alejes mucho – dice haciéndole un
puchero.
- No lo haré – sonríe, haciendo una reverencia antes de
retirarse.
- ¿Y qué te ha parecido nuestro reino hasta ahora? –
Pregunta Baekhyun curioso.
- Es muy hermoso, aunque un poco diferente al mío –
respondo sonriente.
- Espero que cuando vayas a ver los campos de algodón te
termine gustando mucho más, pero habrá que hacerlo otro día, hoy tenemos que
estar descansados para la fiesta de ésta noche – sonríe – por cierto Daiki, he
escuchado por parte de mi padre que vas a comprometerte con el príncipe de Ichigoland
¿Eso es verdad?
- No del todo – suspiro – ninguno de los dos estamos
interesados en comprometernos, aunque si te puedo decir que somos muy buenos
amigos.
- Como me encantaría conocerlo también, al igual que a tú
hermano Yuto y el ahijado de mi padre – suspira – cuando fue su bautizo no pude
ir porque enfermé.
- Creo que ellos también estarán encantados de conocerte,
espero puedas visitarnos en algún momento.
- Puedes contar con ello, mi padre dice que Nasuland es
muy lindo también – sonríe – perdón, pero me emociona mucho poder hablar con
alguien de mi edad, aunque seas un poco mayor que yo, todos son mayores que yo
en el castillo.
- Si en algún momento deseas enviarme una carta puedes
hacerlo, todas las que quieras, estaría bien si podemos mantener la
comunicación.
- Eso me encantaría, muchas gracias.
Luego de descansar seguimos paseando por el pueblo,
haciendo algunas compras para llevar a mis amigos en el reino, pudiendo sentir
una sensación extraña entre Baekhyun y su caballero real, como una especie de
tensión, pero no quiero indagar mucho en eso. Y cuando se vinieron las dos de
la tarde, nos devolvimos al palacio para poder descansar para antes de la fiesta.
Dormí durante todo el resto de la tarde, siendo despertado amablemente por Kei,
quién me decía que debía de prepararme para la fiesta, viendo que éste ya
estaba totalmente arreglado, sintiendo mi corazón dando un vuelco al verlo tan
hermoso.
- Estaré con el Rey mientras te cambias, en un rato
vuelvo por ti – dice acariciando suavemente mi cabello, apartando los mechones
que estaban cubriendo mi rostro.
- Te esperaré – digo todavía somnoliento, sosteniendo su
mano antes de que pudiese retirarla, sentándome cómo puedo en el borde de la
cama sin apartar mi vista de él, llevando la palma de su mano hacia mi mejilla,
disfrutando de lo cálido que se siente su tacto.
- ¿Sucede algo? ¿Te sientes bien? – Pregunta, pero sin
apartar su mano de donde la tengo aprisionada.
- Estoy bien, es sólo que quiero estar un rato así –
sonrío - ¿te molesta?
- No, no me molesta – sonríe dulcemente, dejándose hacer
por un buen rato, pero demasiado nervioso como para mantener mi mirada con la
suya. Hasta que finalmente decido apartarme.
- Perdón por eso – digo avergonzado de lo que acababa de
hacer.
- No tienes por qué disculparte – sonríe - nos vemos en
un rato entonces.
- Está bien – digo levantándome por completo de la cama –
aquí te estaré esperando – Kei me dedica una bella sonrisa antes de retirarse,
sintiendo que mi corazón el algún momento estallará.
*Kei*
- Casi me muero… - Digo al estar ya varios metros lejos
de la habitación que comparto con mi príncipe, no entiendo el motivo de ese
momento tan íntimo, pero en todo ese tiempo no dejaba de pensar en lo mucho que
deseaba besarlo.
- ¿Qué pasó? ¿Por qué estás tan pálido? – Pregunta
Kyungsoo al encontrarnos en el pasillo de camino a la habitación del Rey.
- Nada, no ha pasado nada – digo tratando de recuperar
inútilmente la compostura.
- Pensé que habías visto a un fantasma o quizás… -
Susurra pensativo - ¿un príncipe?
- Ya deja de molestarme por favor – digo con un poco de
molestia y vergüenza.
- Eres tan fácil de leer Kei – ríe divertido, entrando
ambos a la habitación, encontrándonos al Rey siendo ayudado por el príncipe
Minseok para vestirse.
- ¿Vienen a ver cómo termino mi obra maestra? – Pregunta
con una gran sonrisa.
- Se supone que la fiesta es para nuestros invitados de
honor, no para mí – dice el Rey sin apartar su mirada del espejo.
- No creo que mi príncipe necesite de tantos arreglos, se
verá hermoso con lo que decida ponerse.
- ¿Me estás diciendo feo? – Pregunta el Rey ofendido.
- No, no es eso, usted es muy hermoso su majestad.
- El príncipe Daiki ha crecido tan hermosamente – dice el
príncipe Minseok – de seguro tiene un montón de pretendientes tras de él.
- Eso no lo dudes – dice Kyungsoo mirándome con picardía
y la verdad es que mi príncipe si tiene muchos pretendientes y cada vez que
paseamos por el pueblo, ahuyento con mi fulminante mirada a todo aquel que
quiera acercarse con esas intenciones hacia él.
Me quedé hablando
y bromeando con ellos por un buen rato, hasta que consideré era el momento
adecuado para ir por mi príncipe, despidiéndome momentáneamente de ellos para
volver a mi habitación, notando que la puerta está completamente abierta y
encontrándome con mi amado príncipe sentado en uno de los sillones que se encuentran
en el cuarto, mirando hacia la ventana. Quedándome observándolo en silencio
desde donde estoy ¿cómo puede existir alguien tan hermoso cómo él?
- ¿Por qué no me
dijiste que habías llegado? – Pregunta luego de haber dado un pequeño brinco en
el sillón al verme tan absorto en mis pensamientos.
- Perdón – río haciendo una reverencia – es que me quedé
realmente pasmado por lo hermoso que estás – digo con total sinceridad.
- ¿En serio? No creo que sea para tanto – sonríe
lindamente, levantándose de su asiento.
- ¿Cómo no va a ser para tanto? Dejarás a más de uno
boquiabierto.
- ¿Tú lo estás? – Pregunta desde donde está, acercándose
lentamente a mí sin apartar sus ojos de los míos.
- Sería un mentiroso si te dijera que no… - Digo
nerviosamente por su cercanía, apartándome un poco – es mejor que vayamos yendo
para la fiesta, el Rey debe estar esperándonos en el pasillo.
- Entonces vamos de una vez, sería de mala educación
hacerlos esperar – dice enganchando su brazo con el mío, sintiéndome tan
nervioso, pero a la vez como si estuviese sobre una nube, la calidez del
príncipe es tan reconfortante.
*Daiki*
Tal como había dicho Kei, nos encontramos con el Rey, su
prometido y su hijo en el pasillo antes de llegar al gran salón, saludándonos
cordialmente y entrando de una vez al lugar en donde sería la fiesta,
haciéndose el silencio entre los invitados que estaban hablando animadamente
ante la presencia del Rey, quién nos presentó ante todos estos como los
invitados de honor, dando por fin inicio a la celebración.
- ¿Me concedería el honor de bailar ésta pieza con usted
príncipe? - Dice el Rey con una amable sonrisa, a lo que yo asiento brindándole
una igual.
Y así dio inicio a una travesía en la que al parecer
medio reino de Cottonland quería bailar conmigo, aceptando con mucho gusto
todas y cada una de las invitaciones a bailar, pero aunque me sienta encantado
por tantas atenciones y halagos, quisiera estar haciendo solamente esto con
Kei, mi adorado Kei. Sintiéndome nuevamente inquieto por la lejanía de éste
¿acaso no quiere bailar conmigo también?
*Kei*
- ¿No piensas beber? – Pregunta Kyungsoo, ofreciéndome
una copa de vino, la cual rechazo amablemente.
- No, no tengo mucha tolerancia al alcohol – suspiro –
además de que la última vez que bebí hice algo muy vergonzoso, que no quisiera
por nada en el mundo hacerlo por aquí.
- ¿Qué? ¿Te desnudaste? ¿Vomitaste en medio del salón de
baile?
- No hice nada de eso.
- ¿Entonces?
- Me aferré como un oso a mi príncipe mientras lloraba
como un niño – digo avergonzado, pero si no se lo digo ahora él buscará la
manera de saberlo – diciéndole que no se casara – digo finalmente, viendo como
mi amigo se ríe a carcajadas de mi humillante momento.
- Me gustaría ver eso ahora ¿bebes?
- No lo voy a hacer y menos para que sólo te rías de mí.
- Eres un aburrido – dice bebiendo de la copa - ¿Y no
piensas bailar con él?
- No sé si deba acercarme, creo que está bien que tenga
contacto con otras personas aparte de mí.
- La verdad que eres muy extraño – ríe divertido – ya
eres un adulto, deberías de sincerarte con él ¿acaso tienes miedo a que te
rechace?
- Un poco… No quiero que las cosas se vuelvan incómodas
entre nosotros.
- ¿No crees que ya lo son un poco? Mira Kei – vuelve a
tomar otro sorbo de vino – te aprecio mucho y eres mi amigo desde la infancia,
pero he de decirte que eres un tonto.
- ¿Gracias?
- Mejor ve y baila con él, no deja de mirar hacia acá –
dice empujándome un tanto brusco, buscando valor desde algún rincón de mi ser
para acercarme a él y pedirle aunque sea una pieza de baile. Pero al estar a
pocos metros de éste, me encuentro con un joven bailando muy cerca de él para
mi gusto y puedo notar la incomodidad en el rostro de mi príncipe, cosa que me
molesta mucho.
- Perdonen si los interrumpo – digo tomando de la cintura
a mi príncipe, haciendo que aquel sujeto se aparte de inmediato – pero necesito
hablar con usted de algo importante príncipe – digo afianzando mi agarre en su
cintura.
- E… Está bien… - Responde aquel sujeto antes de hacer
una pequeña reverencia y alejarse de una vez por todas. Llevándome a éste a un
lugar fuera del salón.
- ¿Estás bien mi príncipe? – Pregunto sin haber apartado
mi mano de su cintura, sintiéndolo demasiado cerca.
- Sí, muchas gracias – dice mirándome con extrañeza - ¿de
qué quieres hablar?
- Pues realmente de nada, es sólo que vi que ese tipo
intentaba propasarse contigo – digo con un tono molesto, me hierve la sangre de
sólo pensar en eso.
- No, él no estaba propasándose – dice tranquilamente –
es que tropezó y por eso se apegó más a mi cuerpo, para evitar que cayésemos.
- ¿Eh? ¿Fue por eso? – Pregunto consternado, dándome un
golpe en la frente por la estupidez que acababa de hacer.
- ¿Por qué te golpeas? ¿Estás bien? – Pregunta
preocupado, sosteniendo mi rostro entre sus manos.
- Es que hice algo tonto, sin pensar que fuese por otra
cosa – digo avergonzado, avergonzado de actuar como un celoso por alguien que
no es mío, a quién no he tenido el valor de decirle lo mucho que lo amo
siquiera.
- No pasa nada – sonríe – ya estaba cansado de bailar
tanto – dice bajando mi rostro hasta depositar un dulce beso en mi frente,
dónde me había golpeado anteriormente, sintiendo mi cuerpo temblar por el sólo
tacto de sus labios.
- Siento mucho lo que pasó – digo mientras llevo mis
manos a las suyas, no quiero que las aparte.
- No tengo que perdonarte nada – sonríe dulcemente –
deberías disculparme a mí por lo que quiero hacer – dice acercando más mi
rostro al suyo – por todas las cosas que siento cuando estoy contigo – susurra
haciéndome estremecer ¿qué está pasando?
- ¿Qué quieres decir con eso? – Pregunto sin apartar mi
mirada de la suya, tratando de ignorar que nuestros labios están tan cerca.
- Te quiero Kei, te quiero más que a cualquier otra cosa
– dice mientras observo cómo de sus ojos comienzan a salir lágrimas – te amo
tanto y me duele pensar que quizás no vayas a corresponderme… - Comienza a
llorar más fuerte – pero… Ya no puedo… Ocultarlo más… Siento que tarde o
temprano mi corazón va a estallar… - Dice entre sollozos, partiéndome el
corazón de verlo en ese estado.
- Príncipe… – digo, comenzando a llorar junto con él -
¿Es cierto lo que me estás diciendo? ¿Me amas de verdad? – Pregunto todavía
incrédulo ante su confesión, asegurándome de que esto no sea un malentendido de
nuevo.
- Es verdad… Es la verdad más absoluta que tengo… - Dice
apartando sus manos, tratando inútilmente de limpiar sus lágrimas con éstas –
Está bien si no me correspondes, yo sé que quizás a tus ojos sigo siendo un
niño…
-Príncipe…
- No te preocupes, no voy a odiarte ni acusarte con mi
hermano, puedes confiar en eso – dice queriendo alejarse, pero lo tomo del
brazo, abrazándolo fuertemente, no quiero que se aleje de mí, no ahora.
- A quién deberías de disculpar es a mí – digo susurrando
en su oído – he sido un completo idiota en todo éste tiempo – sonrío, siendo yo
el que toma su rostro entre mis manos ahora.
- Kei… - Susurra mirándome con sus ojitos rojizos y
vidriosos por tanto llorar.
- Yo también te amo – digo acercándolo lo suficiente para
rozar nuestros labios, hasta fundirnos en un apasionado beso, sonriendo como
tontos al finalizar éste por la falta de aire, abrazándonos fuertemente, como
si nuestras vidas dependieran de ello. Comenzando a caminar hacía un lugar lejos
del bullicio de la fiesta, en donde pudiésemos estar juntos sin distracción
alguna.
*Daiki*
Los besos continuaron al llegar a nuestra habitación,
mientras mi corazón palpita de gozo por lo que está pasando ahora mismo,
todavía no puedo creerlo ¿en verdad esto no es un sueño? ¿En realidad Kei está ahora
entre mis brazos?
Nos dirigimos hacia la enorme cama, tumbándonos sobre
ésta entre pequeñas risas, besándonos nuevamente, dejándonos embriagar por
nuestros desbordantes sentimientos, que no dudaron en salir a flote al momento
de dejarlos salir. Comenzando a acariciar nuestros cuerpos por encima de la
ropa, debatiéndome internamente en si sería correcto tocarlo por debajo de
ésta. Recibiendo una respuesta inmediata a mis lascivos pensamientos en el
momento que él se aparta un poco para desabotonarse la camisa, dejando al
descubierto su blanco pecho desnudo, el cuál no espero ni un segundo para
saborearlo con mis labios y mi lengua, sin dejar ni un solo milímetro sin
explorar.
De un momento a otro nuestras estorbosas ropas yacieron
en el suelo, envolviéndonos solamente con el calor de nuestros cuerpos
desnudos, disfrutando del roce de nuestros miembros endurecidos, ahogando
jadeos y gemidos beso tras beso. No tengo mucha idea sobre esto fuera de lo que
pude leer en libros, pero ante cualquier duda y como si Kei pudiese leer mi
mente, éste me guía en silencio cada que me siente dubitativo.
- ¿Estás nervioso? – Pregunta, acariciando mi rostro con
su diestra – si no quieres… Podemos esperar.
- Quiero hacerlo – digo totalmente seguro ¿por qué
esperar más por algo que a éste punto ya es inevitable?
- Tienes que estar tranquilo, lo harás muy bien – dice
con una tierna sonrisa, besándome dulcemente, para luego acostarse sobre la cama
con sus piernas abiertas en plenitud.
Por suerte había una botellita de aceite corporal encima
de la mesita de noche, con la cuál pude adentrar un primer dedo, luego un
segundo, un tercero… Hasta que finalmente fueron reemplazados por mi miembro,
adentrándolo lentamente, teniendo temor de lastimarlo. Pero tal parece que a mi
amado eso no le preocupa, porque comenzó a mover sus caderas lentamente, como
si estuviese necesitado, completamente necesitado de mí, así que sin dejar
cabida a cualquier temor me dejo llevar, gozando de lo apretado y cálido que es
su interior, del vaivén intenso de nuestras caderas, al mismo tiempo que
mantenemos el contacto de nuestros labios ya rojos e hinchados, estallando
ambos al mismo tiempo en el tan esperado clímax.
CONTINUARÁ...