Hola, hola!!!!!
¿Cómo están todos? Espero que muy bien y si no es así les mando un super fuerte abrazo de oso y espero que éste capítulo les saque una gran sonrisa.
Muchas gracias a todos los que me desearon unas felices vacaciones de semana santa, en verdad las necesitaba, comí un montón y me la pasé casi que todo el tiempo viendo televisión mientras me asaba como pollo por el calor tan abrasador del pueblo. Sólo una vez fui a misa y terminé besando una cruz.
Cada día amo más esta historia y espero les esté gustando el como se van desarrollando las parejas, todavía hay muchísimo por pasar entre estas, pero poco a poco, se vienen cositas.
Como siempre muchas gracias por leer y amar tanto esta historia, no saben lo feliz que me hace el leer sus comentarios y el gran recibimiento que ha tenido, así que espero que lo disfruten y nos leemos en el siguiente mes.
Capítulo 29
*Ryosuke*
Ha pasado más de un mes desde que Hikaru y yo confesamos nuestros
sentimientos, iniciando así una relación clandestina, de la cual los únicos que
son conscientes de ésta son mi leal caballero Keito y el príncipe Daiki, quién
al día después de mi confesión no me dejó salir de su habitación hasta que no
le diera todos los detalles de ésta, felicitándome finalmente por haber
encontrado el amor, aunque fuese de alguien tan excéntrico como Hikaru.
Las plantaciones habían mejorado muchísimo y a los pocos días la plaga ya
había desaparecido, siendo un gran alivio para los campesinos y para el reino
ya que no hubo muchas pérdidas. Igualmente Hikaru se comprometió a verlas una
vez a la semana, aprovechando esas salidas para acompañarlo y de vez en cuando
tomarnos de las manos y robarnos uno que otro beso mientras nadie nos miraba.
Todos los días después de cenar nos encontramos en el jardín para hablar
sobre nuestro día, paseando por este, escondiéndonos detrás de algún arbusto
para besarnos, así como lo estamos haciendo justo ahora, al inicio siempre es lento,
dulce y al pasar de estos se vuelven demandantes y apasionados, con mis manos
en sus hombros y las suyas en mi cintura, aferrándose a ésta como si quisiese
evitar pasearlas por otro lado de mi cuerpo.
- Hikaru… - Susurro mientras mis manos bajan hacía su pecho, regodeándome
de sentir su corazón latiendo fuertemente.
- Sí… - Suspira besando mi frente, llevando nuevamente sus labios a los
míos.
- ¿Quisieras venir a mi habitación? – Pregunto después de juntar todo el
valor que tenía dentro de mí ser, una parte de mí quiere más, desea más
contacto.
- No podemos hacer eso príncipe – dice apartándome un poco, pero sin quitar
sus manos de mi cintura.
- ¿Por qué no? – Pregunto haciendo mi mirada más lastimera, en busca de
lograr que ceda ante mi petición.
- No hagas eso – ríe, dando un dulce beso en la punta de mi nariz – sabes
que se me dificulta negarme.
- ¿Entonces por qué lo haces? ¿Por qué te niegas?
- Porque no es correcto que lo hagamos, no por ahora, es muy pronto
todavía.
- Pero sólo será por un ratito, yo sólo quiero sentirte un poco más…
- Ryosuke, no quiero hacer algo que pueda perjudicarte, ya demasiado nos
estamos arriesgando con estar aquí escondiéndonos – dice besando mi mejilla –
pero eso no quiere decir que no me haga feliz saber que me deseas.
- ¿Por qué no iba a desearte? Lo hago desde casi el primer día – digo
apenado, sintiéndome ahora avergonzado por lo recién dicho y ahora más por lo
que minutos antes le estaba proponiendo.
- Eres tan lindo – dice mientras me abraza dulcemente – todavía hay tiempo
para pensar en ello, no hay que apresurarse.
- Hikaru ¿También me deseas? – Pregunto curioso, sin apartar mis ojos de
los suyos.
- Si me controlo es porque estamos en un lugar casi que público – ríe
apenado – pero si estuviésemos en alguno de nuestros aposentos no sé hasta
dónde podríamos llegar.
- En ese caso estaré ansioso porque llegue ese día – digo con una amplia
sonrisa, rodeando su cuello entre mis brazos, dándonos un último beso antes de
volver al castillo, separando nuestros caminos en la entrada que da del jardín
a éste, despidiéndonos con una reverencia de su parte.
- Príncipe Ryosuke, lo estaba buscando – dice la señora Hitomi mientras voy
de camino a mi habitación.
- Señora Hitomi ¿Ha ocurrido algo?
- No, joven príncipe, es sólo que le ha llegado esto hoy – dice
entregándome una caja, con un sobre de papel encima.
- ¿Es de mi hermana? – Digo al ver el sello con forma de fresa,
característico de mi reino, tanto en la caja como en el sobre – esto deben ser
fresas digo abriendo la caja con prisa pero con cuidado, encontrando un frasco
de vidrio lleno de estas - ¿Podrías llevar esto a la cocina?
- Claro que sí príncipe – dice tomando el frasco entre sus manos - ¿Desea
que prepare algo en especial con ellas para mañana?
- Un pastel estaría bien, para compartir mañana en la cena.
- Me parece una muy buena elección joven príncipe – dice con una sonrisa -
¿Desea algo más?
- Así está bien por hoy, muchas gracias.
- Es un placer servirle joven príncipe – sonríe - en ese caso me retiro,
que pases muy buena noche – dice haciendo una reverencia.
- Igualmente Señora Hitomi – sonrío entrando rápidamente a mi habitación, sentándome
en uno de los bordes de la cama y abriendo la carta de inmediato. Hacía un par
de semanas había enviado una carta para notificarle a mi hermana el cómo estaba
y ésta es seguramente la respuesta a ella.
Querido hermano,
También te extraño tanto…
Todos aquí en el castillo
extrañamos tu sonrisa y tus pequeñas travesuras, pero me reconforta mucho saber
que estás en un lugar en donde eres más que bienvenido.
Me alegra leerte tan contento y
que estás pasando momentos muy
agradables en el reino de Nasuland y por sobre todo que tu relación con el príncipe
Daiki sea tan cercana y linda, espero que pronto esto lleve a algo más.
Quisiera poder escribirte un poco
más, pero últimamente hemos tenido mucho trabajo aquí en el reino, pero no te
preocupes, estoy durmiendo y comiendo muy bien, mi esposo y el Señor Kenichi
han sido un gran m apoyo en estos momentos.
Por favor cuídate mucho y que
disfrutes las fresas que han sido cuidadosamente escogidas para ti, estaré
esperando ansiosa por tu próxima carta.
Con cariño,
Chihiro.
Sonrío al terminar de leer la carta, mi hermana al igual que el Rey Yuya se
preocupa mucho por el bienestar de nuestro reino, trabajando casi hasta el
cansancio para que todo marche tal y como se espera. Pero aunque la adoro con
todo mi corazón y quisiese que todo saliera como ella desea, sólo hay una cosa
que no puedo cederle y eso son mis sentimientos por Hikaru y menos ahora cuando
estos han sido tan bellamente correspondidos.
- A mi hermana no le va a gustar cuando se entere – suspiro profundamente,
dejándome caer sobre la cama, pensando en cuando sería un momento adecuado para
decirle, pero lo más probable es que no sea pronto.
*Hikaru*
- ¿Dónde puedo poner los bocadillos señor? – Pregunta una de las empleadas
con una bandeja repleta de bocadillos entre salados y dulces.
- Ponlos en medio de la mesa – digo terminando de acomodar las tacitas para
el té.
- ¿Necesita algo más señor? – Pregunta la muchacha.
- No, así está bien – sonrío - cuando termine la reunión avisaré para que
recojan todo.
- Estaré al pendiente mi señor, que pasen una agradable tarde – dice
haciendo una reverencia.
- Gracias – digo viéndola retirarse con prisa.
Desde que Yuya se había convertido en rey, acordamos entre los cuatro el
reunirnos para hablar de cosas más triviales y relajarnos un poco, una tarde cada
tres meses y hoy es uno de esos días.
- ¿Puedo pasar? – Pregunta Kota asomando su cabeza por la puerta del
pequeño salón.
- Claro, sigue – digo mirando mi reloj de bolsillo – tan puntual como
siempre.
- Es mi mayor virtud – sonríe.
- Me gustaría decir que es la única virtud que tienes – río.
- Muy gracioso Hikaru, muy gracioso – ríe divertido.
- ¿Cómo has estado? ¿Cómo van las cosas con Ryutaro? Aunque estemos en
habitaciones conjuntas no nos vemos mucho últimamente – suspiro - he tenido
muchas obligaciones y desde lo de la plaga de la última vez tengo que estar más
pendiente ¿quieres té de jengibre?
- Sí, por favor – responde mientras que rápidamente le voy sirviendo en una
tacita – va todo muy bien, Ryutaro es encantador – dice con una dulce sonrisa.
- De verdad que estás enamorado – digo de forma cantarina – jamás pensé que
te vería así por alguien.
- No vayas a empezar de nuevo con que era un mujeriego u hombreriego, que
eso no es cierto, bueno, no del todo, no como ustedes lo pintan – dice un poco molesto.
- Ay, sólo bromeo – digo burlonamente.
- Estás muy alegre últimamente – dice comenzando a tomar de su té.
- Sí, aunque el trabajo es duro lo estoy disfrutando plenamente.
- ¿En serio es sólo eso?
- ¿Qué más podría ser? – Pregunto riendo nerviosamente.
- No sé si tenga algo que ver el príncipe Ryosuke con esa desbordante
felicidad tuya.
- No digas tonterías Kota, sólo tenemos una linda relación de amistad.
- Bueno, hasta donde yo sé los amigos no se besan a escondidas en el jardín
– dice tomando otro sorbo de su té mientras que yo me quedo mirándolo
horrorizado.
- Como…
- Sólo pasaba por ahí y los vi.
- ¿Estabas con alguien más?
- Con Ryutaro, pero tranquilo, él no dirá nada, yo mismo le he pedido que
guarde el secreto.
- Sabes si alguien más…
- No, no he escuchado nada sobre eso, pero deberías tener más cuidado –
suspira – tuvieron suerte de que se tratara de nosotros y no de alguien más que
si fuera a soltar la lengua.
- Lo siento mucho – digo avergonzado.
- ¿Por qué lo sientes? No considero que sea algo grave.
- Es por lo del trato que se tiene con la reina, el príncipe me ha dicho
varias veces que ella está bastante interesada en que la unión entre los
príncipes se lleve a cabo.
- El mismo Yuya ha dicho que no es obligación a menos de que los príncipes
así lo deseen y créeme, que a ninguno lo veo interesado en el otro.
- Pero aun así…
- De todos modos no estoy molesto contigo, me siento muy feliz por ti, en
verdad hacen una pareja muy linda, desde el inicio supe que había algo muy
fuerte entre ustedes.
-¿En verdad lo crees?
- Totalmente – sonríe – ¿ya se conocían desde antes? Porque me dio esa
sensación la primera vez que vino al castillo.
- Sí, es una no tan larga historia, en otro momento te la contaré – suspiro
– por favor no le digas a nadie.
- Mis labios están sellados – dice haciendo una seña.
- ¿Interrumpo? – Pregunta Kei entrando al salón.
- No, para nada – dice Kota, ya hemos terminado nuestra pequeña
conversación secreta.
- ¿Secreta? ¿Y no me lo piensan decir?
- No – dice Kota secamente - ¿Y el rey?
- Se fue a cambiar de atuendo, Yuri tropezó y regó algo de tinta en la ropa
del rey.
- ¿Yuri está bien? – Pregunto preocupado.
- Sí, por suerte cayó en brazos de su majestad, aunque su ropa también se
manchó un poco, gracias por preguntar por el rey.
- ¿Por qué iba a preguntar por él si me acabas de decir que se fue a
cambiar?
-Tienes razón – ríe, acercándose a la mesa para servirse una taza de té y
tomar un pastelillo de frambuesa.
- Bueno, ya que estamos aquí sin la presencia de su majestad quisiera
preguntarte algo – digo sentándome a su lado, ante la atenta mirada de Kota.
- ¿Preguntar qué cosa?
- Todavía no he tenido el valor de decírselo a Yuya porque ya sabes cómo es
con esos temas, pero la gente del reino está preocupada porque no ha contraído
matrimonio.
- Algo así me han dicho también – dice Kota.
- ¿Y qué es lo que quieren saber exactamente?
- Ya que prácticamente eres el que ha estado más tiempo con él ¿sabes si
tiene algún interés en alguien?
- Bueno, si les soy sincero, nunca le he conocido una pareja o sabido que
al menos estuviese interesado en alguien de esa manera.
- Eso quiere decir… - Digo en un susurro.
- ¿Decir qué cosa? – Pregunta Kei curioso.
- Que el rey es virgen - digo tapando mi boca del asombro.
- Co… ¿Cómo voy a saber yo eso?
- Bueno, ya que me estás diciendo que nunca ha tenido interés romántico en
alguien pues…
- Hikaru ya deja de decir tanta tontería – dice Kota levantándose de su
asiento – aquí lo único que es cierto y que deberíamos de hablarlo con el rey,
es de que su gente está muy preocupada por su soltería, un rey tiene que
infundir respeto y que tenga una familia simboliza prosperidad.
- Eso es muy cierto – suspira Kei – no se los había dicho antes, pero
realmente la intención de la reina de Ichigoland era que Yuya contrajera
matrimonio con su hermano – dice mientras que yo siento una pequeña punzada en
mi corazón – pero él se negó de inmediato y por eso ofreció que mejor lo
hiciera con alguno de sus hermanos.
- Por eso te molestaste con el rey en ese entonces ¿verdad? – Dice Kota sin
cambiar su semblante tan apacible.
- ¿De qué hablas? – Pregunto sin entender.
- Entre Kota y yo también tenemos secretos – dice Kei con una sonrisa –
pero volviendo al tema principal, créanme que he hecho todo lo posible por
persuadir al rey de que consiga una pareja, pero se niega a más no poder y me
frustra realmente.
- Lo mejor será por ahora no decirle nada y pensar en qué hacer para solucionar
ese problema.
- ¿Y si organizamos un baile? – Pregunto entusiasmado.
- Pues no suena mal, pero habría que inventar alguna buena excusa para
hacerlo, ya sabes que a él no le agradan mucho los bailes y menos sin algún
motivo importante – dice Kei.
- No creo que vaya a hacer un cambio significativo – dice Kota – si fuera
por el rey no asistiría ni a su fiesta de cumpleaños.
- Creo que va a ser más complicado de lo que pensamos – digo recostándome
sobre el sillón.
- ¿Cómo logramos que se enamore de alguien sin que salga del castillo? –
Dice Kei pensativo.
- Pues tampoco está bien que lo obliguemos, se daría de cuenta de inmediato
si intentamos meterle a alguien por los ojos – dice Kota seriamente.
- ¿Entonces qué hacemos? – Pregunto preocupado.
- Pues rezar a Dios y que se haga un milagro – dice Kei resignado.
- ¿De qué milagro están hablando? – Pregunta el rey entrando al salón con
bastante prisa.
- De nada en particular – respondo con una sonrisa nerviosa - ¿Quieres té?
- Sí, por favor – dice tomando asiento en uno de los sillones, se ve un
poco agitado, más de lo normal pero es mejor no preguntar nada por nuestro
bien.
*Yuya*
- Lo siento mucho su majestad – dice Yuri mientras me acompaña hasta mi
habitación.
- No te disculpes, los accidentes pasan y me alegro que no te haya ocurrido
nada malo.
- Pero he manchado una de sus túnicas favoritas – dice con arrepentimiento
en sus ojos, acto que hace que mi corazón se estruje un poquito.
- No pasa nada, la señora Hitomi es experta en desaparecer cualquier tipo
de mancha, además no es la primera vez que sucede algo así – sonrío tratando
así de tranquilizarlo y parece que está funcionando.
- No era mi intención.
- No te preocupes – sonrío acariciando sus cabellos - deberías ir a
cambiarte también.
- Primero permítame ayudarle su majestad – sonríe – de todos modos no me
manché tanto como usted - dice llevando ambas manos hacía el botón superior de mi
túnica, haciéndome temblar un poco por el ligero contacto. Clavando mi mirada
en sus manos que lentamente desabotonan la prenda manchada, hasta quitármela
con tal rapidez que me ha dejado un poco anonadado, dejándola sobre una pequeña
cesta al lado de mi cama, yendo luego hacia el armario.
- ¿Qué túnica quisiera ponerse su majestad?
- Yuri no tienes que…
- Sólo quiero ayudarle – dice con una dulce sonrisa – por favor, permíteme
hacer eso por usted.
- La morada a la izquierda – digo totalmente rendido, viendo como éste la
toma entre sus manos y se acerca nuevamente, poniéndola con una agilidad que
sigue sorprendiéndome, viendo como ahora toma uno de los botones para ponerlo
en el ojal correspondiente y así con todos estos hasta terminar – muchas gracias
– digo sonriente, tomando ambas manos de éste entre las mías, notando lo suaves
y pequeñas que son – puedes ir a cambiarte y tomarte el resto de la tarde
libre.
- Muchas gracias a usted su majestad, para mí es un gusto poder ayudarle –
dice con una sonrisa – que pases una buena tarde.
- Igualmente – sonrío, soltando suavemente sus manos para tomar su rostro y
darle un corto beso en la mejilla - nos vemos mañana – digo finalmente antes de
salir de mi habitación, con el corazón completamente acelerado por lo que acabo
de hacer y no entiendo por qué.