Hola, Hola!!!!
¿Cómo están todos? Espero que muy bien y si no es así les mando un muy fuerte abrazo de oso y que éste nuevo capítulo les saque una sonrisa.
El mes pasado puse que iba a publicar un nuevo serial en Wattpad pero como podrán verlo más adelante no pasó X'D Pero a cambio de eso publiqué un Oneshot de mi pareja favorita que es el Kaisoo, después de haber tenido un atacazo artístico mientras leía otro fanfic, de otra pareja y pues de ahí nació Let me in, espero puedan darle mucho amor, me ha gustado el cómo quedó, aunque hace tanto que no escribo un lemon que me sentí algo oxidada al respecto. Pondré el link al final de éste capítulo, espero les guste y esperaré leer sus opiniones.
Ya para septiembre u octubre les traeré el primer capítulo de Love Fool, así que espérenlo!!!!!
Muchas gracias por sus lindos comentarios y por todo el amor que le dan a mis fanfics, no saben lo feliz que me hacen.
Nos leemos en septiembre!!!!!
Capítulo 22
*Ryosuke*
- Hermana, no era necesario organizar una fiesta para despedirme – digo
abrazándome fuertemente a ella.
- Es que no sé cuánto tiempo no podré verte y quería que al menos
tuviéramos un muy lindo recuerdo antes de tu partida.
- Y créeme que te lo agradezco, pero no era necesario invitar a casi todo
el reino.
- Eres muy querido por todos aquí – sonríe – aunque también están
expectantes por lo que pueda traer la próxima unión matrimonial.
- Hermana sobre eso…
- Sé que necesitas algo de tiempo, pero confío en que ambos podrán tener
una hermosa y sólida relación – dice sonriente – pero no demores demasiado.
- Sí, haré todo lo posible.
- Ahora ve y disfruta de la fiesta – dice dándome un leve beso en la
mejilla, antes de retirarse de mi lado, sentándose sobre su trono.
- Que aburrido…
- Príncipe ¿No te gustan las
fiestas? – Pregunta Keito llegando a mi lado con una copa de vino.
- Sí me gustan – sonrío un poco cansado, ha sido un día muy largo de
ultimar detalles para el viaje - es sólo que ésta me parece totalmente
innecesaria.
- Pero la reina lo hace con las mejores de las intenciones.
- Me alegra volver a Nasuland, pero no por las razones que ella desea.
- Sea cual sea su decisión príncipe, lo apoyaré – dice con firmeza – mi
lealtad está con usted.
- Ya eres todo un caballero Keito – río al recordar lo llorón que era éste
de niño – me alegra contar contigo.
- No sólo eres la persona a la que debo proteger, también eres mi amigo.
- Muchas gracias – sonrío.
- ¿Podemos ir a la mesa de los bocadillos? tengo mucha hambre – dice
sonriendo apenado.
- Yo también – río divertido, yendo rápidamente hacía ésta.
La fiesta transcurrió con total normalidad, entre bailes, brindis y risas.
Todos los presentes me dieron sus mejores deseos para éste nuevo viaje, con la
esperanza de que pudiera traer prosperidad al reino con una unión de la que no
estaba del todo de acuerdo y menos ahora que mi corazón se aferraba a amar a
cierto hombre que no salía de mi cabeza desde hacía varios años.
- Te voy a extrañar muchísimo – dice mi hermana abrazándome con fuerza.
- Yo también te extrañaré hermana, por favor no te sobre esfuerces.
- Estaré bien, tengo a los mejores asistentes que una reina puede pedir –
sonríe – por favor saluda al Rey de mi parte y pórtate bien.
- Lo haré – sonrío – confía en mí.
- Lo intentaré – ríe divertida – en uno de los carruajes hay obsequios para
el Rey y su familia, así que asegúrate te entregarlos.
- Sí señora, los entregaré como corresponde.
- Su majestad, los carruajes ya están listos para partir.
- Muchas gracias – sonríe al caballero dirigiendo nuevamente su mirada
hacía mí – que tengas un buen viaje y por favor no olvides escribirme.
- No lo olvidaré hermana – sonrío dándole un fuerte abrazo.
- Cuídate – dice correspondiendo a mi abrazo, quedándonos así por unos
cuantos segundos más para finalmente separarnos.
- Por favor Keito, no despegues la vista de mi hermano ni un segundo.
- Como ordene su majestad – dice éste haciendo una reverencia.
- Cuida de que el príncipe no cometa alguna imprudencia – dice el señor
Kenichi mirándome con algo de desaprobación.
- Puede confiar en ello padre.
- Es mejor que subamos al carruaje – digo haciendo una leve reverencia.
- Cuídate mucho – dice mi hermana con una enorme sonrisa, pero con sus ojos
casi a punto de derramar sus lágrimas.
- Tu también – digo finalmente, entrando al carruaje seguido por mi
caballero.
- Será un largo viaje de ida – dice éste sentándose al frente mío.
- Me pregunto qué nos traerá éste nuevo viaje – Digo en casi un susurro,
sintiéndome emocionado por volver.
*Kota*
Precioso, sin duda alguna Ryutaro es precioso.
- El reino ha cambiado un poco – dice Ryutaro mirando el exterior desde la
ventana de la cafetería – pero no lo suficiente como para no ubicarme.
- Me alegra saber eso, sería un problema si te perdieras.
- ¿Saldrías a buscarme si llegase a suceder? – Sonríe mirándome fijamente.
- Te buscaría hasta por debajo de las piedras e iría hasta el fin del mundo
para encontrarte – sonrío ante la sonrisa aliviada de mi prometido – pero por
si acaso no vayas a darme esos sustos.
- ¡Por supuesto que no! – Exclama, haciendo que los demás clientes de la
cafetería volteen a vernos – lo… lo siento… - Dice apenado.
- Eres tan lindo – digo con total ternura, notando rápidamente cómo Ryu me
mira con sorpresa, avergonzándome un poco al haberlo dicho en voz alta.
- ¿En verdad crees que soy lindo? – Pregunta mirándome curioso y con sus
mejillas levemente enrojecidas.
- Lo eres – río nervioso – lamento si te incomodé por lo que te dije.
- No, no te disculpes – sonríe dulcemente – no me molesta que me digas esas
cosas, de hecho me gusta – ríe tímido – Además… estamos comprometidos ¿no es
así?
- Lo estamos – sonrío.
- Así que no hay problema en que me digas que soy lindo – ríe – además,
para estar en igualdad de condiciones diré que eres muy guapo – dice con su
rostro totalmente enrojecido y puedo sentir que el mío también lo está.
- Gra… Gracias – río nervioso - ¿Quieres ir al castillo después de terminar
de desayunar? – Digo después de varios segundos de total silencio.
- Sí, eso estaría bien, estoy ansioso por ver a los chicos – sonríe
ampliamente, todavía con sus mejillas ruborizadas.
Desde que mis ojos volvieron a encontrarse con los de él no he dejado de
sonreír tontamente como alguien a quien ve a su primer amor y en mi caso no voy
a negar de que es así. Ryutaro es la primera persona de la que me he sentido
verdaderamente enamorado. Mis amigos siempre me molestan con que fui todo un
mujeriego u hombreriego en mi adolescencia, pero aunque si tuve varios amantes,
con ninguno tuve ésta clase de relación, porque en mis planes no estaba el
querer casarme, por eso, siempre fingí el no estar enterado de los sentimientos
que albergaba Hikaru por mí, me sentía halagado por estos pero no podía
corresponderle de la misma manera y tampoco quería lastimarlo.
- Ya terminé – dice Ryu alegremente, mostrándome su plato totalmente vacío.
- Eso puedo ver – río enternecido, terminando mi café – ¿Quieres ir a caminar
un poco por el pueblo antes de ir al castillo?
- Claro que sí – dice con una inmensa sonrisa en su rostro - ¿Todavía está
la tienda de antigüedades a la que siempre íbamos?
- Por supuesto, de hecho está a pocas cuadras de aquí.
- Entonces vamos – dice mientras se levanta de su asiento animadamente,
tomándome del brazo para hacer que me ponga de pie también, saliendo de la
cafetería después de pagar.
*Hikaru*
- No puedo creer que esté haciendo todo esto por un mocoso que…
- ¡Qué lindo está quedando el salón! – Exclama el príncipe Daiki mirando
todo a su alrededor con asombro.
- Definitivamente las rosas rojas han sido una gran elección de su parte
príncipe.
- A Ryosuke le gusta mucho el color rojo, al igual que a mí – sonríe.
- Veo que tienen muchas cosas en común.
- Sí, creo que por eso hemos podido llevarnos muy bien.
- Me alegra escuchar eso – digo un poco fastidiado, aunque no debería
estarlo, no es como si él fuera algo mío.
- ¿Está molesto por algo Señor Hikaru?
- ¿Eh? ¿Por qué lo dices?
- Es que estás apretando la hoja muy fuerte.
- Ah, lo siento – digo aflojando el agarre y estirando la hoja lo mejor que
puedo – es sólo el estrés que siento de que las cosas vayan según lo estipulado
– río nerviosamente - ¿Cuándo es que llega el príncipe?
- Mañana, al atardecer.
- Estas rosas son de una gran calidad, así que pueden durar así de hermosas
hasta mañana y unos cuantos días más.
- Muchas gracias, no sé cómo agradecerte por tanta ayuda.
- No me lo agradezcas a mí, agradécele a Kei quién fue el que más te ayudó
a planificar.
- En eso tienes razón, se lo agradeceré apropiadamente cuando lo vea.
- Pues creo que no tienes que esperar mucho, ahí viene – digo mirando al
recién llegado.
- Buenos días príncipe – dice Kei haciendo una reverencia ante él.
- Buenos días señor Kei – dice éste con una enorme sonrisa.
- Creo que los dejaré a solas un momento…
- Hikaru no te vayas que es a ti a quién busco.
- ¿A mí? ¿Para qué?
- Llegaron los informes de los campesinos y hay algunas cosas que
necesitamos que revises.
- Cierto, Yuri comentó algo sobre eso ésta mañana ¿sucede algo grave?
- No estamos seguros, pero al parecer se notifica de la presencia de una
plaga.
- Entiendo, entonces vamos al despacho del Rey – digo notablemente
preocupado.
- ¿Puedo ir con ustedes?
- Por supuesto príncipe – dice Kei sonriente – todo lo que tenga que ver
con el reino también te concierne.
- Entonces vamos – dice éste comenzando a caminar hacía el despacho de su
hermano, seguido de nosotros.
- Hikaru, que bueno que llegaste – dice el rey al vernos entrar por la
puerta.
- ¿Qué es lo que desea que revise? – Pregunto de una vez, tomando los
papeles que me alcanza el Rey – definitivamente se trata de una plaga – digo pensativo
- pero de momento parece que todavía es pequeña, así que tratándose a tiempo
podremos erradicarla por completo – digo despegando la vista de los papeles
para notar que todos me observan con asombro - ¿Qué?
- Es que no es muy común verte hablando con tanta seriedad – dice el Rey.
- Esto es serio su majestad – reprocho – lo mejor es que a partir de mañana
vaya a mirar los campos para ver en qué estado está la plaga.
- Tienes mi permiso para disponer de lo que necesites, incluida la mano de
obra.
- Muchas gracias su majestad – digo haciendo una reverencia – entonces comenzaré
a trabajar en ello de inmediato – sonrío – príncipe Daiki, lamento no poder
seguir ayudándole con lo de la fiesta.
- Tranquilo señor Hikaru, esto es mucho más importante – sonríe – ya me has
ayudado bastante y te estoy muy agradecido.
- Entonces en ese caso me retiro – digo haciendo una última reverencia
antes de salir del despacho, pensando en las cosas que necesitaría.