Hola Hola!!!!
¿Cómo están todos? Espero que muy bien y de no ser así les mando un super fuerte abrazo de oso y las mejores vibras, espero que éste nuevo capítulo les saque muchas sonrisas.
El mes de noviembre ha sido tremendo, todavía mi cabeza no puede procesar la noticia de King & Prince, se especulan muchísimas cosas pero quizás nunca lleguemos a saber la verdad de lo que está pasando, de todos modos como fans lo mejor que se puede hacer es apoyar a cada uno de los chicos en sus actividades de ahora en adelante, un abrazo fuerte a todas las Tiara.
Por otro lado estoy demasiado contenta por el regreso del Señor Hikaru a JUMP!!!!
Inclusive me desperté ese domingo a las 6 a.m. para ver el Live por Instagram, estaba tan hermoso como el día en el que se fue, en verdad que fue algo que me hizo muy feliz, ver a los 8 juntos de nuevo es maravilloso, estoy segura que los demás miembros cuidarán de él.
Muchas gracias siempre por sus hermosos comentarios, no saben lo mucho que me encanta leerlos!!!
Espero disfruten de la lectura y nos leemos nuevamente a finales de diciembre, espero traerles una sorpresa para navidad, aunque no creo que vaya a ser con esa temática X'D
Capítulo 13
*Yuya*
- No quiero ir… - Digo
con pereza mientras me aferro fuertemente a la sábana de mi cama.
- Su majestad ¡No eres un
niño! – Exclama Kei con suplica y algo de molestia.
- Cinco minutos más…
- ¡Eso me dijiste hace
exactamente cinco minutos! – Dice mientras tira de una de mis piernas sin éxito
alguno.
- Está bien… - Digo por
fin con resignación, levantándome con desgano.
- Por fin… - Suspira
aliviado - ¿Deseas que le pida a alguna de las empleadas que te ayude a vestir?
- No, puedo hacerlo solo –
digo yendo hacía el armario, buscando el traje púrpura que habían mandado a
hacer para ésta ocasión, el cual se siente un poco pesado por los múltiples
bordados que lo adornan, haciéndome sentir un poco angustiado de que la capa
que hará conjunto con éste será el doble de pesada.
- ¿En serio no quieres
ayuda?
- Creo que con la tuya
será suficiente.
- La señora Hitomi ha
hecho un gran trabajo en escoger su atuendo para éste día – dice Kei con una
enorme sonrisa.
- Creo que cada vez
exagera un poco más, no necesito todo esto… - Suspiro – pero imagino que a ella
le hace mucha ilusión.
- Ni que lo digas, escuché
que ella misma escogió los hilos – sonríe – estará ansiosa de verte con él
puesto.
- De seguro que sí –
suspiro nuevamente comenzando a desvestirme, poniéndome rápidamente el traje,
siendo Kei quién me ayuda a poner la capa con mucho esfuerzo.
- Aunque recuérdame
decirle a la señora Hitomi que trate de que los trajes sean más ligeros la
próxima vez.
- Por favor – río
divertido – terminaré tremendamente agotado ésta noche.
- De ser así te permitiré
dormir hasta medio día mañana.
- Eso estaría muy bien –
digo agradecido - ¿Me ayudas con el cabello?
- Claro, con mucho gusto
– dice, invitando a que tome asiento frente al tocador, comenzando a peinar mi
cabello con cuidado - por cierto Yuya – suspira - ¿puedo preguntarte algo?
- Sí, dime.
- ¿No has pensado en
casarte? – Pregunta con curiosidad.
- ¿Sigues molesto por lo
del príncipe de Ichigoland?
- Sólo un poco – dice
cambiando por unos segundos su semblante a uno más serio – pero no me refiero a
eso, quiero saber si en un futuro piensas hacerlo.
- No estoy seguro… - Digo
con un poco de desánimo.
- ¿Por qué no? Eres muy
apuesto y no dudo que haya personas que deseen casarse contigo.
- Pero tú me rechazaste –
digo tratando de sonar serio.
- Te rechacé porque
estaba casado con Kota, mientras que Hikaru y tú eran nuestros hijos – dice fingiendo
molestia, riendo ambos al recordar aquella vez que jugábamos a ser una familia
y el rol de cada uno se definió con un papel dentro de una caja.
- Perdón, mi yo de cinco
años no entendía muy bien el juego.
- Sólo a Hikaru se le
ocurrían esas cosas – dice sonriente - ¿Recuerdas lo molesto que estaba por no
sacar el papel de la esposa?
- Sí, creo que nunca lo
he visto tan enojado como aquella vez, después de ese día jamás volvimos a
jugar a la familia.
- Es verdad, fue la
primera y la última vez – sonríe – ¿en serio no piensas casarte? – Pregunta
volviendo al tema inicial.
- Realmente no se trata
de que no quiera hacerlo – suspiro – de momento el cargo de rey me tiene muy
ocupado, todavía hay cosas que debo aprender sobre el reino y trato de hacer lo
mejor posible todos los días, no tengo cabeza para otra cosa.
- Entiendo, te
convertiste en rey tan de repente que no tuviste otra opción que aceptar todo
lo que venía con ello – suspira - pero trata de divertirte hoy en el baile,
quizás conozcas a alguien interesante que te haga pensar en casarte de
inmediato.
- No creo que suceda,
pero lo intentaré – sonrío – tú también deberías de intentarlo, hace mucho que
no sales con alguien.
- Quizás debería hacerlo
– dice con una leve sonrisa, terminando por fin de peinarme – bien, ya has
quedado listo.
- Muchas gracias Kei.
- No es nada – sonríe –
si en algún momento te llegas a sentir angustiado por tus obligaciones como rey
recuerda que Kota, Hikaru y yo estaremos ahí para ayudarte.
- Y el pequeño Yuri
también – digo sonriente.
- Ese es el más
importante – dice con una enorme sonrisa – no te olvides de los príncipes.
- No lo olvidaré – sonrío
- te lo agradezco mucho – digo levantándome de la silla, para verme por última vez
en el espejo, asegurándome de que todo esté en perfecto estado.
- Todavía falta algo - dice
yendo hacia el tocador, abriendo el cofre en donde se encuentra la corona.
- Ya se me estaba
olvidando – digo inclinándome un poco para que sea más fácil para Kei
acomodarla en mi cabeza.
- Ahora si pareces un Rey
– dice mirándome con orgullo - creo que ya es hora de ir bajando al salón –
dice sonriente – iré a ver si los príncipes ya están listos para bajar juntos.
- Los esperaré en el
pasillo cerca a las escaleras.
- Está bien, nos vemos
luego – dice haciendo una reverencia antes de salir de mi habitación. Volviendo
a mirarme en el espejo, creo que mañana amaneceré adolorido.
*Kei*
- ¿En qué momento comencé
a sentir esto por Daiki? – Susurro mientras camino hacía la habitación de los
príncipes, sintiendo mi corazón acelerarse a cada paso que me acerco a ésta.
Pensando en el momento exacto en el que mis sentimientos por el joven príncipe
cambiaron por completo.
-
Soy tan patético… - Dije entre sollozos mientras me hacía bolita debajo de uno
de los árboles del fondo del jardín, mi novia, o más bien exnovia había
terminado conmigo y no podía sentirme más que devastado por eso. Así que en vez
de llorar en mi habitación vine a éste lugar, seguro de que nadie me vería en
una situación tan penosa como ésta.
-
Kei ¿eres tú? – Preguntó una voz infantil muy cerca de mí ¡Adiós a mi escondite
perfecto!
-
Da… Daiki… - Murmuré todavía con mis lágrimas cayendo por mi rostro.
-
¿Por qué estás llorando? ¿Te caíste? ¿Te duele algo? – Preguntó con
preocupación - ¿Puedo ayudarte en algo? No me gusta verte así – dijo con pena
en su rostro, notando al instante sus ojos llorosos.
-
¡Por favor no llores! – Exclamé llevando mis manos hacía su rostro, limpiando
las traviesas lágrimas que habían logrado escapar – No tienes que llorar por
mí, estoy bien, en serio.
-
Pero sigues llorando… - Dijo con tristeza, al mismo tiempo que extendía sus
pequeños brazos, rodeándome lo más que podía en un abrazo, el cual acepté con
anhelo, volviendo a llorar como un niño pequeño, siendo acompañado por el
príncipe Daiki que lloraba con la misma intensidad.
Lloramos
hasta quedar profundamente dormidos debajo de aquel árbol y al despertar me di
cuenta de que el cielo comenzaba tornarse de un precioso color naranja.
-
Ya está atardeciendo – dije en un susurro, sosteniendo entre mis brazos el
pequeño cuerpo de Daiki – sigue dormido… - Susurré mientras me movía un poco
para acomodarme mejor, cuidando de no despertar al pequeño durmiente, pero no
funcionó…
-
¿Kei? – Preguntó alzando su rostro todavía somnoliento para mirarme, haciendo
que me sonroje por la cercanía y por lo precioso que se veía.
-
¿Sí? – Dije desviando la mirada.
-
¿Ya te encuentras mejor?
-
Sí, creo que sí…
-
Me alegro mucho – sonrió tiernamente ¿su sonrisa siempre había sido tan linda?
-
Es gracias a ti – dije acariciando sus cabellos, realmente agradecido por su
compañía, de cierto modo no me sentía avergonzado de haberme mostrado en ese
estado tan lamentable ante él – creo que es hora de que volvamos al castillo,
deben estar preocupados por ti.
-
Sí – dijo mientras se apartaba y nos poníamos de pie.
-
Por cierto ¿Cómo llegaste hasta aquí? - Pregunté curioso, pensaba que estaba lo
suficientemente apartado para que nadie me encontrara.
-
Estaba buscando insectos para mostrárselos a Yuto, pero de repente escuché unos
ruidos extraños y en un principio pensé que se trataba de algún espíritu – dijo
apenado – pero vi que eras tú así que por eso me acerqué, me preocupé mucho.
-
Ya veo – sonreí con ternura – muchas gracias, tu compañía me ha hecho mucho
bien – dije mientras tomaba su mano y comenzábamos a caminar juntos de vuelta
al castillo.
-
Escuchar eso me hace muy feliz – sonrió ampliamente – siempre que te sientas
triste no dudes en buscarme.
-
Lo tendré en cuenta – sonreí – lo mismo va para ti, cuando necesites consuelo
estaré ahí para ti – dije viendo como el más pequeño asentía alegremente.
- Fue a partir de ese día
que comenzamos a ser más cercanos y por ende estos sentimientos comenzaron a… -
Susurro ya al frente de la puerta de la habitación de los príncipes, listo para
tocarla…
- ¡Señor Kei! – Exclama
Daiki al abrir la puerta estrepitosamente, abalanzándose sobre mí, cayendo
ambos al suelo.
- ¡Príncipe por favor! –
Exclama una de las empleadas – ¿No le da pena estar desnudo sobre el señor Kei?
- ¿Eh? ¿Desnudo? – Digo
sintiendo mi rostro enrojecer al ver que es verdad.
- A mí no me importa que
el señor Kei me mire desnudo – dice sonriéndome dulcemente, acto que hace que
mi rostro arda más de lo que ya está, apartándome rápidamente de su lado.
- Daiki… - Digo tratando
de mantener la compostura, sintiéndome aliviado de ver que la empleada lo ha
cubierto con una sábana - ¿por qué no estás listo? Ya dentro de poco comienza
la celebración.
- ¡No quiero!
- ¿Por qué no quieres ir?
Es el cumpleaños de tu hermano mayor.
- No es eso – dice
haciendo un adorable puchero - es que el traje que me quieren poner es muy feo.
- ¿Feo? – Pregunto
desconcertado.
- ¡Sí! ¡Es horrendo!
- Eso no es verdad joven
príncipe – dice la chica angustiada – es un traje muy bonito – dice mostrándome
el dichoso traje, el cual veo de lo más normal - ¿Y por qué no te gusta? Yo lo
veo muy lindo.
- Porque me hace ver como
un niño – dice cruzándose de brazos, haciéndome reír por lo dicho - ¿Por qué te
ríes?
- Lo siento príncipe –
sonrío - pero es que todavía eres un niño.
- ¡Eso no es cierto! –
Exclama molesto.
- Yo pienso que te verías
muy lindo con él puesto – digo tratando de persuadirlo.
- Pero...
- ¿Acaso no quieres estar
junto con tu hermano en la fiesta? Él se pondría muy triste de que no
estuvieras presente.
- Tienes razón, no sería
justo para él – dice con tristeza.
- Yo pienso que cualquier
ropa que te pongas te hará lucir precioso, así que no debes preocuparte por
eso.
- ¿Lo dices en serio? –
Pregunta un poco más calmado y con sus mejillas levemente sonrojadas.
- Claro que sí, serás el
más lindo del baile – digo totalmente convencido de que así será, porque a mis
ojos él es lo más hermoso.
- ¡Iré a ponérmelo! –
Exclama con entusiasmo - ¡ya vengo! - Dice mientras se levanta rápidamente,
tomando de las manos de la empleada aquel traje y entrando nuevamente a la habitación.
- Menos mal llegaste
Señor Kei, no sabía que más hacer – dice la empleada aliviada.
- El príncipe Daiki suele
ser muy caprichoso en ocasiones, pero es cuestión de saber hablar con él.
- Ojalá fuera tan
sencillo como lo dices – suspira – no puedo creer que haya sido más fácil
vestir al príncipe Yuto.
- Daiki está creciendo,
quizás y se vuelva más berrinchudo de lo que es.
- Por favor no diga eso –
dice temerosa.
- Tranquila, sólo tenle
algo de paciencia, en verdad que es un buen chico.
- ¡Listo! – Exclama saliendo
de la habitación perfectamente vestido, el traje es de un color naranja,
parecido al de aquella tarde en la que me acompañó en mi tristeza.
- Te ves hermoso… - Digo
totalmente anonadado por su belleza.
- Viéndolo mejor, creo
que no me hace ver tan infantil – dice apenado – en verdad siento mucho el
causarte tantos problemas – dice refiriéndose a la empleada.
- No tienes de que disculparte
joven príncipe, te ves encantador – dice ella sonriente.
- Bueno, es mejor que
vayamos ya con el rey, debe estarnos esperando ¿Dónde está el príncipe Yuto?
- Se ha quedado dormido
mientras intentaba vestir al príncipe Daiki, ya voy a despertarlo – dice la
empleada yendo por el más pequeño.
- ¿Yuto cómo puede dormir
con tanto escándalo?
- Eso mismo quisiera
saber yo – sonríe – siento lo de hace algunos momentos, a veces me molesta que
me traten como a un niño.
- Pero si todavía…
- Ya lo sé - dice jugando
un poco con su cabello – pero me gustaría que al menos tú…
- ¡Vamos a la fiesta! –
Exclama el príncipe Yuto con entusiasmo al salir de la habitación.
- Muy bien, vayamos rápidamente con el rey, ya lo hemos hecho esperar mucho – digo tomando a ambos niños de la mano, sintiendo cierta calidez en la del más grande.
CONTINUARÁ...