31 dic 2021

COMPASS ROSE - Capítulo 2

Hola Hola!!!!!!!! (Hago ésta entrada rapidita porque me voy a trabajar X'D)

Primero que todo quiero agradecerles por haber estado un año más aquí conmigo, leyendo y disfrutando de mis historias y no quería despedirme de éste año sin publicar el segundo capítulo de éste nuevo serial, me alegra que les haya gustado el primero y espero les guste lo que sigue de ésta historia, está siendo muy divertido escribirla. 

Muchas gracias por todo y espero que el 2022 sea un buen año para todas y que me sigan acompañando, las quiero mucho y les mando un fuerte abrazo!!!!!




Tema: COMPASS ROSE
Extensión: Serial 
Parejas: Varias
Autora: Akari-chan


Capítulo 2

*Hikaru*

Luego de conseguir lo que faltaba, nos dirigimos nuevamente hacia el carruaje, viendo de reojo y con ternura el cómo Kota carga con cuidado al pequeño durmiente.

- Que lindo - Susurro al estar ya los tres dentro del carruaje, acariciando los cabellos de aquel niño, cuidando de no despertarlo, notando que el carruaje comienza a moverse.

- Sí, es muy lindo – dice Kota sonriente - es una pena que haya tenido que terminar así siendo tan pequeño – dice con tristeza.

Según lo que nos dijo el anfitrión de la subasta, esos hombres acostumbraban a saquear casas, robándose lo que pudieran de ésta y si habían niños en éstas asesinaban a los adultos y se llevaban a los menores para venderlos como esclavos, ya que para ellos era más práctico.

- Sí, pobrecillo… Y pensar que esos tipos van a seguir haciendo de las suyas… - Suspiro - ¿a cuántos niños habrán hecho lo mismo?

- No quiero ni imaginarlo – dice con repudio.

- Prometo que te devolveré cada centavo de lo que pagaste por él – digo decidido.

- No tienes que hacer tal cosa.

- ¿Cómo qué no? – Pregunto confundido – por mi culpa no vas a poder comprar lo que querías para Ryutaro.

- No te preocupes por el dinero – dice sacando una bolsita del bolsillo de su pantalón – he podido recuperar doscientas mil peras – dice con una enorme sonrisa.

- ¿Pero cómo?

- No creo que quieras saberlo…

- ¿Qué hiciste? – Pregunto totalmente consternado, notando que Yuri se remueve un poco entre los brazos de Kota, pero sigue durmiendo.

- Le pedí a unos tipos que se encargaran de ellos – dice tranquilamente – y a cambio les di la mitad del dinero que esos desgraciados tenían.

- ¿Cómo?

- Lo que acabas de escuchar – suspira – no voy a entrar en detalles, pero puedes estar tranquilo de que esos tipos no volverán a hacerle daño a más personas.

- Menos mal soy tu amigo y no tu enemigo – río nerviosamente.

- Ya sabes que odio las injusticias y me enferma saber que hay gente así en el mundo.

- Tienes razón… - Susurro pensativo.

- ¿Te parece bien si nos detenemos en el siguiente pueblo? Quiero comprar el regalo de Ryutaro ahí y también aprovechar para comprarle algo de ropa a Yuri.

- Me parece una gran idea – digo con ilusión – ¿quieres que sostenga a Yuri por ti?

- No, estoy bien, puedo cargarlo un poco más.

- Creo que te has encariñado más con él que yo – río divertido.

- No digas tonterías… - Dice sonrojado.

- Vas a ser un gran padre en un futuro lejano – digo palmeando su hombro derecho.

- ¿Cómo que lejano?

- Pues Ryutaro sigue siendo un bebé, así que tienes que esperar mucho tiempo.

- Eso no es gracioso – dice serio.

- Pero mientras tanto puedes ir practicando con Yuri – digo sonriente, recibiendo una mala mirada por parte de mí amigo.


*Yuya*

- ¿Dónde están Kota y Hikaru? – Pregunto al encontrarme con Hitomi, mi nana desde que tengo uso de razón y quién está regando las flores del jardín con suma alegría.

- Salieron ésta mañana muy temprano rumbo a la frontera.

- ¿Otra vez?

- Su majestad ¿acaso olvidaste qué día es hoy?

- Esto… ¿primero de marzo? – Pregunto con duda.

- Exacto su majestad – sonríe dulcemente.

- Es cierto… Él siempre va el primer día de cada mes a ese lugar… ¿Pero tenía que llevarse a Kota con él?

- Dijo que se lo llevaba porque era el único que tenía tiempo libre – sonríe – ¿lo necesitaba para algo?

- Lo necesito para que me ayude con unas cuentas, pero será esperar a que regrese – digo resignado.

- Desde que murió tu padre hace dos meses has tenido que trabajar mucho.

- Sí, hasta me cuesta saber qué día es – río apenado.

- Ya te irás acostumbrando con el tiempo, estoy segura de que serás un rey tan espléndido como él.

- ¿En serio lo crees?

- Claro que sí, de los tres hijos de éste, eres el que más se le parece.

- ¡Yuya! ¡Yuya! – Exclama mi pequeño hermano Yuto viniendo hacia mí, con una pelota sostenida por sus pequeñas manos - ¡Vamos a jugar Yuya! – Dice alegremente, dando pequeños saltitos.

- Ahora no puedo Yuto, tengo mucho trabajo que hacer – digo apartándolo un poco.

- Pero antes si jugabas conmigo – dice haciendo un puchero, asomándose unas lágrimas en sus ojos.

- Lo sé, pero antes no tenía las obligaciones que tengo ahora – digo acariciando su cabeza - ¿Por qué no juegas con Daiki?

- El príncipe Daiki está en la biblioteca estudiando, mañana tiene examen – dice Hitomi.

- Por favor, juega conmigo, aunque sea un poquito – dice suplicante, no puedo negarme a la tierna expresión de mi hermano más pequeño.

- Está bien, pero sólo un ratito – digo sonriente, yendo junto con mi hermanito al centro del jardín para jugar a la pelota con él.


*Yuri* 

- Yuri… Despierta Yuri… - Me remuevo un poco, escuchando una voz un poco familiar llamándome a la distancia – Yuri… - Abro mis ojos lentamente, tratando de acostumbrarme a la luz.  

- ¿Eh? ¿Dónde estoy? – Pregunto frotando mis ojos, notando que estoy entre los brazos del hombre que me había comprado, poniéndome de pie de inmediato, dándome cuenta de que estamos dentro de un carruaje.

- Yuri ¿estás bien? – Pregunta el que me llamaba anteriormente.

- ¿Qué hago aquí? ¿A dónde me llevan? – Pregunto temeroso.

- Acabamos de llegar a un pueblo para comprarte algo de ropa y también para que comas algo, debes estar hambriento – dice ese hombre que si no mal recuerdo se llama Hikaru, escuchándose luego el sonido de mi estómago crujiendo por el hambre, haciéndome avergonzar.

- Lo… Lo siento…

- No te avergüences, es normal que pase eso cuando se tiene mucha hambre – dice sonriente - ¿Vamos a comer primero? – Pregunta ofreciéndome su mano, la cual tomo con algo de duda, saliendo los tres de aquel carruaje, caminando un poco hasta llegar a un bonito restaurante, entrando a éste de inmediato y tomando una mesa para los tres.

- Buenas tardes señores ¿desean leer el menú? – Pregunta un mesero acercándose a nuestra mesa.

- Sí por favor – dice el señor Hikaru, recibiendo una hoja de parte del mesero – Yuri ¿sabes leer? – Pregunta mirándome curioso a lo que yo niego con la cabeza – está bien, lo leeré por ti – dice sonriente, diciéndome uno a uno los platos escritos en aquel papel - ¿Qué deseas?

- No lo sé, son muchas cosas…

- ¿Quieres que elija algo para ti?

- Sí… - respondo con mis ojos fijos sobre la mesa, sin prestarle atención a lo que pasa a mi alrededor.

- ¿Estás bien? ¿Te duele algo?

- No… no me duele nada…

- Es que estás muy callado, aunque creo que es inapropiado preguntarte algo así dadas las circunstancias por las que has pasado – dice apenado.

- La verdad es que sólo me duele aquí… – digo con tristeza, señalando mi pecho, cayendo en cuenta de que ahora le pertenezco a estos señores, comenzando a llorar frente a ellos.

- Tranquilo, no llores, todo va a estar bien – dice abrazándome con dulzura, correspondiendo a ese acto de cariño que se siente tan genuino.

-  Lamentamos mucho todo lo que has tenido que pasar, lo que le hicieron esos tipos a tus padres no tiene perdón de Dios… - Dice el hombre que me había comprado, no recuerdo bien su nombre – pero si te hemos sacado de ese horrible lugar es porque queremos darte una buena vida y porque Hikaru casi me vuelve loco pidiéndome que te ayudara.

- No era necesario ese dato – dice el señor Hikaru un poco molesto, haciéndome reír un poco por el puchero que acaba de hacer – no le hagas caso a Kota, él es un amargado.

- No he dicho nada que fuera mentira.

- Entonces… ¿No van a hacerme daño? ¿No voy a ser su esclavo? – Pregunto aún con algo de temor.  

- Claro que no pequeñín, queremos que vivas como cualquier niño normal.

- ¿Tampoco me van a quitar la virginidad? – Pregunto, haciendo que el señor Kota escupa el café que estaba bebiendo.

- ¿Quién te dijo tal cosa? – Pregunta el señor Hikaru asustado.

- Aquellos hombres… Me dijeron que cuando estuviera con mi nuevo amo él me haría eso, aunque no entiendo qué es.

- Es mejor que no lo sepas todavía – dice el señor Kota – pero no te preocupes, no vamos a hacerte nada de eso.

- ¿Es algo malo? – Pregunto curioso.

- Te lo explicaré cuando lleguemos a nuestro reino – dice el señor Hikaru avergonzado – creo que es muy tarde para preguntarte esto pero… ¿Te gustaría vivir en nuestro castillo? – Pregunta con ilusión.

- ¿En su castillo?

- Sí, vivimos junto con la familia real en un enorme y precioso castillo – dice alegremente - allá podrás estudiar y jugar en el jardín junto con los pequeños príncipes ¿Qué dices? ¿Te gustaría?

- Yo…

- Si no quieres,  podemos llevarte de vuelta a tu pueblo natal y dejarte a cargo de alguien para que te cuide – dice el señor Kota.

- No… no quiero volver allí, ya no hay nada ahí para mí – digo queriendo llorar nuevamente, pero los brazos del señor Hikaru vuelven a reconfortarme – por favor llévenme con ustedes.

- Tranquilo mi niño – dice dulcemente, dándome suaves palmaditas en la espalda – vamos a cuidarte y a protegerte como si fueras nuestro hijo.

- ¿Su hijo? ¿Ustedes son esposos? – Pregunto viendo los rostros de ambos enrojecerse.

- Dios me libre de algo así – dice el señor Kota molesto.

- Eso debería decirlo yo – dice el señor Hikaru – pobrecito el pequeño Ryutaro, no sabe lo que le espera – dice recibiendo un pequeño golpe en la cabeza de parte del señor Kota.

- Nosotros sólo somos amigos, nada más que eso – dice serio.

- Si no fuese su amigo me habría golpeado más fuerte – dice el señor Hikaru sobándose la cabeza.

- Creo que el hambre te está afectando – dice el señor Kota al ver que ya ha llegado nuestra comida – después de esto vamos a comprar la ropa de Yuri, el regalo de Ryutaro y finalmente nos vamos al castillo – dice empezando a comer, seguido de nosotros que sólo asentimos con la cabeza. Deseando poder tener una amistad con alguien así como la tienen ellos dos. 


CONTINUARÁ...