Hola Hola!!!!
Primero que todo, quiero disculparme por la demora, pero es que éste mes ha estado super cargado de muchísimas cosas y la verdad que no me sentía plenamente bien para escribir, pero no se preocupen no es nada grave, de hecho me siento muy emocionada por las nuevas historias que quiero traerles.
Muchas gracias por sus lindos comentarios y les quiero mandar un super abrazo fuerte a todos aquellos que están pasando por un mal momento y aunque no sea mucho, me hace muy feliz saber que mis historias les dan ánimos, de verdad que me siento muy agradecida.
Y hoy me despido con tristeza de ésta historia que llevaba en mi cabeza muchísimos años y verla por fin concluida es fenomenal, muchas gracias siempre por el apoyo y les informo que el nuevo serial no lo comenzaré el mes que viene, quiero concentrarme en terminar Cherry Blossom y traerles la segunda parte de Kimi Attraction, así que no las dejaré sin fanfic el mes que viene y el nuevo serial, que se llamará Compass Rose vendrá en Noviembre, así que espérenlo.
Y como siempre éste fic va dedicado a Yojhannah Tomatito y le mando un saludo especial a Rou-chan.
Ha
pasado una semana desde aquella horrible noche, Yuri no ha dejado de llorar
desde entonces y eso me tiene bastante preocupado, aunque lo de Daiki…
-
¡Buenos días Hikaru! – Exclama Fujigaya desde la distancia, viniendo hacía mí
rápidamente.
-
Buen día Fujigaya.
-
¿Cómo ha seguido Yuri? – Pregunta preocupado.
-
Está igual, diario está llorando y apenas ha probado bocado – suspiro – todo
esto es muy duro para él.
-
Claro, lo entiendo – suspira.
-
¿Y cómo va la herida en tu hombro?
-
Ya está mejor, no fue una herida muy profunda así que se sanará pronto – sonríe
- ¿Vas al Hospital?
-
Sí, voy a llevarle algo de ropa limpia a Daiki y un poco de fruta – digo
alzando levemente la canasta que llevo en mi mano derecha.
-
¿Deseas que te acompañe?
-
Por supuesto, Daiki estará contento de verte – digo con una sonrisa, comenzando
a caminar juntos hacía el Hospital.
-
Daiki… ¿Ya sabe lo de Ryutaro?
-
Todavía no se lo hemos dicho, pero creo que lo intuye – digo con tristeza. El
cuerpo del pequeño Ryutaro fue encontrado inerte y con múltiples heridas en
todo su cuerpo, confirmando que había sido, por desgracia, una víctima más de
aquellos seres. Daiki apenas despertó hace un par de días, así que no pudo
estar presente en su santa sepultura.
-
Debe ser terrible para él, lo conocía desde que era un niño.
-
Era casi como un hijo para él – sonrío con tristeza – y a pesar de que acabamos
con la amenaza, no puedo evitar entristecerme por todo el dolor que están
pasando los tres, es como si los acechara una especie de maldición o algo así –
suspiro – ¿Es mucho pedir que puedan ser felices de una vez por todas?
-
Los tres son hombres muy fuertes, estoy seguro de que lograrán hacerlo – dice
dándome una suave palmada en el hombro.
-
Espero que Dios te escuche – digo llevando mi mirada hacia el cielo, tan azul y
tan pacífico, así deseo que sean las vidas de mis amigos de ahora en adelante –
Por cierto Fujigaya, deberías visitar a Yuri también – digo sonriente – todos
los días me pregunta cómo va tu herida.
-
¿Tú crees que en verdad quiera verme? – Pregunta un poco sonrojado.
-
Claro que sí, eres un gran amigo para él – sonrío – si tienes tiempo podemos ir
luego de visitar a Daiki, quizás tu visita lo anime un poco.
-
Está bien, iré si así me lo pides – dice sonriente – espero poder ser de ayuda.
-
Por supuesto que lo serás – digo sonriente, viendo que ya casi llegamos al
Hospital.
Suspiro
por enésima vez frente a aquella puerta. Hace un par de días que mi hermano ha
despertado de su profundo sueño y en todo éste tiempo no he podido venir a
visitarlo. No tan sólo por los múltiples asuntos que tenía que resolver junto
con el Alcalde y la policía con referente a lo sucedido con los vampiros, sino
que también no encontraba el valor suficiente para encarar a mi hermano, a pesar
de que había sido yo el que pidió hablar con él.
-
¡Ya sé que estás ahí! – Exclama desde adentro – ese olor a fresas te delata –
dice burlonamente, haciendo que abra la puerta de una vez.
-
Al parecer estás de muy buen humor – digo acercándome a éste, quién se
encuentra sentado sobre la cama, leyendo la Biblia.
-
La verdad es que me hace muy feliz que vengas – sonríe – te estaba esperando.
-
Lamento no haber venido antes, estaba muy ocupado.
-
Lo sé ¿cómo estás?
-
Bien, supongo.
-
¿Cómo está Yuri? No ha venido a visitarme tampoco.
-
No he podido verlo, el único que tiene contacto con él es Hikaru, aunque creo
que Yuri es el que menos quiere verme ahora – digo bajando un poco la mirada,
totalmente avergonzado – Aunque él me haya dicho que lo hiciera, sé que en el
fondo debe estar odiándome.
-
No digas eso, él no te odia – dice con una sonrisa – ven, siéntate a mi lado –
dice moviéndose un poco y aunque lo dudo por un momento, acepto su invitación –
hacía mucho tiempo que no estábamos así de juntos.
-
Tienes razón – digo sintiéndome un poco nervioso por la cercanía, creándose un
silencio sepulcral en la habitación, bueno, al menos para mí lo es.
-
¿Por qué estás temblando? – Ríe – no voy a morderte o algo.
-
No puedo evitar sentirme intranquilo, sobre todo por todo lo que he hecho… Por
todo el sufrimiento que te hice pasar.
-
Fue muy cruel lo que hiciste… - Suspira – no ha pasado un solo día en el que no
piense en eso.
-
Yo…
-
Pero también puedo entender el por qué lo hiciste – dice tomando mi mano
derecha - en parte siento que fue culpa nuestra el haberte dejado lidiar con tu
sufrimiento solo.
-
No tienes por qué…
-
Claro que tengo que hacerlo – suspira – debimos insistir más en acompañarte,
pero a la primera negativa de tu parte decidimos dejar las cosas así y eso fue
peor.
-
Eso no es excusa para lo que hice – digo sujetando fuertemente su mano – tú
sufriste muchísimo más que yo y a pesar de que fui el que te causó todo ese
dolor, no te he dado ni una sola disculpa – digo comenzando a sollozar – ni
siquiera merezco que me perdones – digo acostándome sobre la cama, soltando el
agarre de su mano para abrazar sus piernas – si… si tan sólo hubiese sido más
fuerte… quizás nada de esto hubiese pasado… tus piernas…
-
Ya, ya – dice acariciando mis cabellos dulcemente – ya todo está bien, Yuri
está a salvo, todo el pueblo lo está, ya no tienes que preocuparte por eso.
-
Pero…
-
No pasa nada, estoy vivo y eso es lo que importa, el no poder volver a caminar
no me causa tristeza.
-
Sólo lo dices para no preocuparnos.
-
Eso no es verdad – sonríe - en serio,
estoy bien – dice brindándome esa tierna sonrisa, una tan sincera y que me
llena de tanta paz.
-
Daiki… perdóname – digo sin parar de llorar – no merezco que me trates así…
-
Eres mi hermano y te quiero – dice sin dejar de acariciar mi cabello – a pesar
de todo lo que ha pasado, nunca te he odiado realmente, todos fuimos víctimas
de diversas circunstancias y aquí seguimos, teniendo una nueva oportunidad de
iniciar desde cero.
-
¿Eso es posible para alguien como yo? – Pregunto alzando mi mirada para volver
a verlo.
-
Todos merecemos una segunda oportunidad y más cuando se está realmente
arrepentido y se tiene el deseo de hacer las cosas bien.
-
Gracias... - digo sin apartarme de su lado, dejándome consentir por él.
-
Ryosuke.
-
¿Sí?
-
Al mediodía me darán de alta ¿podrías acompañarme al cementerio antes de ir a
casa? Quiero visitar la tumba de Ryutaro.
-
Claro – respondo volviendo a sentarme a su lado – pensé que no lo sabías
todavía.
-
No hay que pensarlo mucho para darse cuenta de que él ya no está – dice con
algo de tristeza - pero me conforta pensar que ahora está en un lugar mejor
junto a Dios – dice bajando un poco la mirada, como queriendo llorar.
-
Vamos a superar todo esto juntos – digo abrazándolo dulcemente – no pienso
dejarte solo nunca más.
-
Yo tampoco lo haré – dice correspondiendo a mi abrazo, escuchando la puerta
abrirse, viendo a Hikaru y a Fujigaya entrar por ella.
Abro
lentamente los ojos, encontrándome con el techo de mi habitación, observándolo
por largo rato hasta que decido mirar hacia el costado derecho, viendo lo que
parece ser mi desayuno sobre la mesita de noche, tapado con un pañuelo.
Durante
estos días Hikaru es el único que se ha hecho cargo de mí, me trae las tres
comidas del día, me ayuda a bañar y me consuela cada que tiene tiempo. Aunque
la verdad es al único a quién le permito tal cosa. Me siento sobre la cama,
quito el pañuelo de encima de mi desayuno y cojo un trozo de pan, comiéndolo
despacio, sin prisa alguna.
¿Está
bien lo que hice? ¿Fue lo correcto pedirle a mi hermano que lo asesinara? ¿Y si
Yuya hubiese aceptado al final rendirse? ¿Había posibilidad de una segunda
oportunidad para él? No, la verdad es que no la había. Por más que lo amara y
que en mi corazón albergara la esperanza de que él podía tomar otro camino a mi
lado, redimiéndose de sus crímenes, nada de eso fue posible, él ya estaba
perdido.
Las
lágrimas vuelven a mojar mi rostro ante todos esos pensamientos que dan vueltas
por mi cabeza. La culpa me carcome día con día, uno más que otro. Pero no deseo
que sea así siempre.
Me
levanto de la cama y me dirijo al baño, notando mi rostro pálido y un poco más
delgado en el espejo que se encuentra en éste, mis ojos hinchados de tanto
llorar es lo que más destaca, me veo tan acabado, tan miserable. Preparo la
bañera para darme un baño, es la primera vez que lo hago solo desde que todo
terminó. El agua está fría, pero se siente agradable, tomo un poco de jabón,
comenzando a lavarme, como queriendo que todas mis penas se fueran al estar
completamente limpio.
-
Ya llegamos – dice Fujigaya ayudándome junto con Ryosuke y Hikaru a bajar del
carruaje, sentándome en una silla de ruedas que había mandado a hacer mi
hermano para que la usara.
-
Muchas gracias por la silla Ryosuke – digo sonriente, viendo cómo mi hermanito
se sonroja avergonzado.
-
No es nada – dice posicionándose detrás de mí, empujando la silla para
movilizarme. Llegando a la tumba de Ryutaro, sorprendiéndome de que está junto
a la tumba de Kei.
-
Chicos…
-
Decidimos enterrarlo a su lado, ya que también era una persona especial para ti
– dice Hikaru.
-
Muchas gracias – digo enternecido por la decisión de mis amigos - ¿me
acompañarían a rezar el rosario?
-
Claro – responden los tres al unísono, causándome algo de gracia esa
sincronización.
Después
de rezar, Hikaru y Fujigaya se retiraron por un momento, dejándonos a Ryosuke y
a mí solos frente a las tumbas.
-
¿Cómo era él? – Pregunta Ryosuke sin apartar su mirada de éstas.
-
¿Quién? ¿Kei? – Pregunto sorprendido.
-
Sí… - Responde apenado.
-
Kei era un buen hombre – digo nostálgico y sonriente – me hubiese gustado mucho
que tú y Yuri lo conocieran – sonrío –
él tenía muchas ganas de hacerlo.
-
En verdad lo lamento…
-
Ya no hay nada de qué lamentarse – suspiro – últimamente he pensado que quizás
en una próxima vida podamos estar juntos nuevamente.
-
¿En verdad crees en eso?
-
No estoy seguro de si sea verdad o no, pero me consuela mucho pensar eso.
-
Si es así, espero que realmente sean muy felices – dice arrodillándose frente a
la tumba de Kei, haciendo una reverencia – Siento mucho lo que te hice – dice
con voz entrecortada – por favor, si vuelven a encontrarse, cuídalo mucho.
-
Ryo… Muchas gracias – digo sonriente.
-
Ya te he dicho que no es nada – dice sentándose a mi lado nuevamente.
-
Por cierto Ryosuke ¿sabes dónde está Keito? porque tampoco me ha venido a
visitar.
-
No, no lo he visto, de hecho tengo algo que hablar con él – dice algo nervioso.
-
¿Es algo sobre ustedes? – Pregunto emocionado.
-
No seas chismoso – dice avergonzado - creo que ya es hora de que nos vayamos –
dice levantándose para posicionarse detrás de mí, llevándome a donde se
encuentran Fujigaya y Hikaru, cerca al carruaje que nos está esperando.
-
¿Ustedes saben algo sobre Keito? – Pregunto al estar ya todos dentro del
carruaje.
-
No, la verdad no sé nada – dice Fujigaya.
-
Yo creo que se fue de viaje – responde Hikaru.
-
¿De viaje? ¿Con un brazo roto? – Pregunta Ryosuke.
-
Quizás era algo que no podía posponer – digo pensativo – bueno, ya lo veremos
para cuando vuelva – digo sonriente – tengo muchas ganas de ver a Yuri.
-
Yo también, aunque no sé si él las tenga de verme a mí.
-
Tranquilo – digo sosteniendo su mano – conseguiremos la manera de solucionarlo.
Escucho
el sonido de un carruaje acercarse y parar frente a la casa. Asomo mi cabeza
por la ventana de mi cuarto, viendo salir del carruaje a Hikaru, quién me ve y
me saluda con un gesto de su mano, haciendo que me esconda nuevamente.
Escuchando unos minutos después unos leves golpes en la puerta de mi
habitación.
-
¿Yuri? ¿Puedo abrir la puerta? – Escucho la voz de Hikaru desde afuera.
-
Sí, puedes abrir – respondo sentándome en mi cama.
-
Yuri… te bañaste… – dice con alegría al verme.
-
Era muy vergonzoso que me bañaras tú – digo un poco apenado – así que decidí
hacerlo por mi cuenta – suspiro - ¿viniste con alguien? Lo digo porque llegaste
en un carruaje.
-
Sí, he venido con unas cuantas personas que quieren verte.
-
Yo… no creo estar listo para ver a alguien…
-
¿Ni siquiera a Daiki?
-
¿Daiki? – Pregunto sorprendido - ¿Ya salió del Hospital?
-
Sí, por eso lo he traído a casa, también viene Fujigaya y…
-
¿Y quién más?
-
No sé si te agrade mucho saberlo…
-
¿Dime quién es el otro?
-
Ryosuke… pero si quieres puedo decirle que se retire, él es consciente de que
quizás no desees verlo.
-
No… está bien, no es necesario que se vaya.
-
¿Entonces vamos?
-
Sí – respondo, saliendo junto con él de la habitación, bajando lentamente las
escaleras, sintiéndome ansioso y un poco asustado.
Al
llegar a la sala me encuentro frente a frente con ellos y no puedo evitar ir
hacia los brazos de mi hermano Daiki, quién pidió a los demás que se retiraran,
comenzando a llorar después de verlo sentado en lo que parece una silla de
ruedas. Había escuchado una conversación de Hikaru con una de las empleadas de
la casa, en la que hablaban de la condición de mi hermano Daiki, sintiéndome
mucho más culpable por lo que había pasado.
-
¡Daiki perdóname! – Exclamo sobre su regazo – todo es mi culpa…
-
No te preocupes Yuri – dice tomando mi rostro, dedicándome una bella sonrisa –
ya todo pasó y estoy tan feliz de saber que estás bien.
-
Pero tú…
-
Esto es lo de menos – sonríe – ¿cómo estás?
-
No muy bien… - suspiro.
-
Lamento mucho lo que pasó, sé que para ti ha sido muy difícil tomar esa
decisión – dice abrazándome con cariño.
-
¿Crees que hice bien?
-
Es una pregunta un poco difícil de responder – suspira - ¿pero qué piensas
sobre eso? ¿Sientes que hiciste lo correcto?
-
No lo sé… Yo… yo… lo amaba…
-
Lo sé – sonríe acariciando mi cabeza – está bien si no quieres hablar de ello,
no te voy a obligar a hacerlo.
-
Gracias.
-
¿Y Ryosuke? ¿Qué piensas sobre él?
-
¿Qué voy a pensar? ¿Si fui yo el que le dio la orden?
-
No digas las cosas de esa manera, ese no es el Yuri que conozco.
-
Creo que algo dentro de mí ha cambiado desde que Yuya no está.
-
Ryosuke y yo pasamos por lo mismo, así que te entendemos perfectamente – sonríe
- ¿quieres hablar con él?
-
Sí, por favor – respondo, poniéndome de pie, limpiando las lágrimas que bajan
de mi rostro, viendo entrar a Ryosuke nuevamente a la sala, yendo hacia él para
abrazarlo fuertemente, no lo odio, nunca odiaría a uno de mis hermanos.
-
Lo siento – digo correspondiendo al abrazo.
-
Me alegra mucho verte mejor Yuri – dice Fujigaya, apartándose mi hermanito de
mi lado para ir a abrazarlo a él – siento mucho lo que pasó…
-
Ya no quiero hablar de eso – suspira – quiero quedarme así, por un largo rato…
- dice haciendo que Fujigaya se ponga tan rojo como un tomate, cosa que nos
causa gracia a todos.
La
hora de la cena llegó y con ella una agradable conversación se llevaba a cabo. Hacía
mucho tiempo que no pasábamos un momento así de feliz, dándome gusto de ver a mi
hermano Yuri tan alegre. Deseo que así sean todos los días para él. Pero el
hermoso momento se interrumpe gracias a una inesperada visita.
-
¿Cómo están chicos? ¿Me extrañaron? – Pregunta Keito entrando a la sala con un
ramo de flores en una de sus manos.
-
¿Y tú dónde estabas? – Pregunto molesto.
-
Fui al Hospital y me dijeron que ya te habían dado de alta, así que por eso
vine para acá – dice yendo hacia dónde está Daiki.
-
Gracias Keito – dice recibiendo el ramo con alegría.
-
Kaoru ya me ha informado de la situación, pero conociéndote puedo estar seguro
de que estarás muy bien.
-
Estás en lo correcto.
-
¡Oye! ¡No me ignores! – Exclamo molesto.
-
Tranquilo Ryosuke – sonríe – he traído ésta rosa para ti – dice dándome una rosa blanca.
-
Gracias, pero esto no responde mi pregunta.
-
Estaba en un viaje importante y si me lo permiten, me gustaría hablar contigo a
solas – dice tomándome del brazo, llevándome al jardín.
-
¿Tuviste que viajar por lo de tu brazo? – Pregunto preocupado.
-
No, estoy muy bien, en un mes se espera que esté completamente recuperado.
-
Me alegro mucho ¿y de qué quieres hablar? – Pregunto un poco nervioso.
-
El motivo de mi viaje ha sido de investigación.
-
¿Investigación? ¿Qué fuiste a investigar?
-
Ya sé dónde está la tumba de Yuto – dice con una sonrisa.
-
¿En serio? – Pregunto ilusionado.
-
Sí y la verdad no está muy lejos de éste pueblo, así que cuando quieras podemos
ir juntos o si prefieres ir solo pues también.
-
Gracias Keito – digo dándole un abrazo - ¿no sé cómo agradecerte esto?
-
Pues si me das tu respuesta, podría tomarlo como agradecimiento.
-
¿Sólo eso? – Pregunto acercando mi rostro al suyo, casi rosando mis labios con
los de él, besándonos finalmente, dejándole claro con éste mis sentimientos por
él – te amo – digo con una sonrisa.
-
Y yo a ti – dice besando mi frente – seré un estupendo esposo para ti.
-
Eso no lo dudo – digo abrazándolo dulcemente – muchas gracias por ser tan
paciente conmigo.
-
No es nada, tú y tus hermanos son mi familia, haría cualquier cosa por ustedes.
-
Te lo agradezco – digo besando su mejilla, volviendo luego al comedor a continuar
con la velada.
Al
terminar la cena nos quedamos hablando hasta bien tarde en la noche. Sintiéndome
feliz de compartir estos bonitos momentos con mis hermanos y mis amigos y
hubiese querido que perdurara más pero todos tenían que irse para sus casas.
-
Daiki ¿vas a venir a mi casa o te quedarás aquí? – Pregunta Keito quién es el
último en irse.
-
Pues…
-
Hermano quédate – digo abrazando a éste.
-
Puedes quedarte de ahora en adelante, ésta es tu casa – dice Ryosuke.
-
Gracias – sonríe – me quedaré entonces, muchas gracias por tu ofrecimiento.
-
No es nada, buenas noches – dice haciendo una reverencia antes de retirarse.
-
Bueno, le pediré a una de las empleadas que prepare tu habitación…
-
¡No! – Exclamo haciendo que mis hermanos se sobresalten – quiero que durmamos
juntos, por favor.
-
Por mí está bien ¿Tú qué opinas Ryosuke?
-
Claro, si eso es lo que desean – dice sonriente.
Al
estar listos fuimos a la que era la habitación de nuestros padres, acostándonos
sobre la enorme cama de estos, recordando vagamente la última vez que dormimos
juntos, quedando yo en medio de estos.
-
Daiki ¿Qué piensas hacer de ahora en adelante? ¿Seguirás con el sacerdocio? –
Pregunta Ryosuke.
-
No, creo que ya he saldado mi cuenta con Dios – sonríe – quiero ser maestro,
quiero instruir a los nuevos aprendices de cazadores.
-
Me parece bien, lo harás de maravilla – dice sonriente.
-
Hermanos.
-
¿Sí? – Dicen al unísono.
-
Yo también quiero ser un cazador.
-
¿Qué? – Cuestiona Ryosuke.
-
Por favor, sé que no es lo que nuestros padres querían, pero al verlos a
ustedes me ha motivado mucho.
-
¿Cómo puedes decir eso? – Dice Daiki.
-
Por favor, aprenderé muy rápido – digo con ilusión.
-
Está bien, pero lo discutiremos mañana con más calma ¿está bien?
-
Sí – respondo con alegría, abrazando a ambos.
-
Ahora a dormir que hoy ha sido un día muy agotador – dice Ryosuke acomodándose para
dormir.
-
Eso es verdad, estoy agotado – dice Daiki.
-
Hermanos ¿Algún día me hablaran sobre Kei y Yuto?
-
Te lo prometemos – responden dándome un beso en la cabeza y abrazado por ellos
me quedo dormido, esperando con ansias al siguiente día.
FIN