Hola Hola!!!!!
¿Cómo están?
Lamento nuevamente el retraso 😭
Pero aquí está el capítulo 21 de éste serial 💕
Cada vez nos vamos acercando al final y aunque me entristece, también estoy muy emocionada por la nueva historia que les traeré, estará llena de momentos divertidos y algo de drama, espero la lleguen a amar tanto como yo o como a cualquier otra de mis historias 💖
Y hablando de eso ¿Cuál es su serial favorito?
Yo amo todo lo que escribo pero sin duda mi favorito es Father's Love, fue toda una odisea escribirlo, pero amé muchísimo el resultado.
Muchas gracias siempre por sus comentarios, no saben lo mucho que me anima leerlos 😍
Y como siempre éste capítulo va dedicado a Yojhannah Tomatito 💘
Capítulo
21
*Daiki*
Me
dirijo rápidamente hacia las afueras del pueblo, en donde se encuentran
ubicados los establos, yendo a la cabaña de un amigo mío, quién se dedica a la
crianza de caballos, y sin titubear me prestó uno de ellos y muy amablemente me
ayudó a ponerle el asiento sobre éste y al estar ya perfectamente listo me subo
al caballo, haciendo que comience a galopar a gran velocidad.
La
luna llena alumbra en todo su esplendor, acompañada por centenares de
estrellas, cosa que agradezco ya que así me será mucho más fácil movilizarme
con el caballo por el bosque, aunque también con la pequeña ayuda de una
lámpara que mi amigo me ha prestado.
-
Espero llegar a tiempo – digo para mí mismo, mientras la brisa nocturna
acaricia mi rostro. Sintiendo cierta tranquilidad al saber que Daiki está con
ellos, aunque me preocupa que se hayan llevado a Yuri con ellos ¿Qué estarán
planeando?
-
Así que se trata de ese lugar – dice Fujigaya-san luego de escuchar la
información sobre la guarida de los vampiros.
-
¿Lo conoces? - Pregunta Hikaru.
-
Sí, esa mansión le pertenece a unos conocidos de mi padre, actualmente viven en
la capital y suelen volver cuando es invierno.
-
¿La dejan deshabitada mientras no están? – Pregunto curioso.
-
Pues tengo entendido que siempre se quedan unos cuantos sirvientes, pero dada
la situación... – Duda en decirlo al ver a Yuri, quién en todo el viaje no ha
despegado la mirada de la ventana.
-
Entiendo, aunque ahora que lo pienso no había escuchado de ese lugar.
-
Quizás por la distancia y porque no es muy visible debido a los enormes árboles
del bosque.
-
Sin duda suena a un muy buen escondite – dice Hikaru.
-
De verdad lo es – suspira Fujigaya-san – Si tan sólo lo hubiese pensado desde
antes…
-
No es momento para lamentaciones Fujigaya-san – digo serio – lo importante es
que ya logramos ubicarlos y los detendremos de una vez por todas.
-
Tienes razón – suspira - ¿Y qué piensan hacer cuando nos encontremos con ellos?
¿Hay algún plan de ataque o algo? – Pregunta curioso.
-
Vamos a permitirle a Yuri hablar con su novio – respondo todavía no muy
convencido de hacer tal cosa; los vampiros suelen ser muy impredecibles.
-
¿Estás bien con eso Yuri? – Pregunta Fujigaya-san mirando al nombrado con
preocupación.
-
Necesito hablar con él… - dice apartando su mirada de la ventana por primera
vez desde que nos subimos al carruaje, mostrando sus ojos algo entristecidos,
pero con un pequeño destello de esperanza – quiero convencerlo de que cambie,
sé que tiene que pagar por todo lo que ha hecho, pero confío en que es buena
persona, al menos conmigo lo ha sido…
-
¿Él te ama mucho verdad? – Pregunto brindándole una dulce sonrisa a mi
hermanito.
-
Sí… - Responde sonrojándose un poco.
-
Entonces no habrá problema en hacer una tregua con él – digo sonriente.
-
¿En serio hermano? – Pregunta con ilusión.
-
Por supuesto, ya te he dado mi palabra – digo acariciando suavemente su cabeza
– pero ten en cuenta que es posible que las cosas no resulten como queremos ¿lo
entiendes verdad?
-
Sí hermano, lo entiendo muy bien – dice sin verse opacado el ligero brillo en
sus ojos, parece que confía demasiado en él.
-
Muy bien – sonrío – ve preparándote para lo que viene – digo firmemente.
No
puedo evitar verme reflejado en Yuri. Y desde que nos hemos enterado de todo lo
que ha pasado hace unas cuantas horas, no he dejado de pensar en esos tiempos cuando
estaba con Kei y pasaba por mi conflicto interno de mantener una relación con alguien
que se suponía era mi enemigo.
Pero
a diferencia de mi relación con ese curioso vampiro que aún después de muerto
me sigue quitando el aliento, es que ese tal Yuya es uno peligroso, despiadado
y por más que ame a Yuri no puedo asegurar que éste vaya a ceder a su forma de
vida. Será complicado llegar a un acuerdo con él, pero no imposible, o al menos
eso es lo que quiero creer.
*Yuya*
-
Creo que esto ya es todo – digo metiendo en una maleta la última pieza de ropa
que había en el closet - Kota tendrá que agradecerme por esto – digo para luego
mirar el reloj que se posa en la mesita de noche, apuntando la una de la
madrugada, dirigiendo luego mi mirada a el cuerpo inerte de aquel chico sobre
la cama, tal y como lo había dejado mi compañero ésta tarde – pobre niño
desdichado – digo esbozando una sonrisa dejando las tres maletas que había
hecho sobre ésta, al lado del cuerpo.
Salgo
de esa habitación para dirigirme a la mía que queda al otro lado del pasillo,
todavía no he empacado mis cosas por estar ocupado con las de mi compañero.
El
carruaje que transportará nuestras pertenencias llegará al amanecer y quiero
tener todo listo para cuando llegue. Kota es siempre tan irresponsable cuando
se trata de empacar que por eso me tomo la molestia de hacerlo por él, o al
menos lo hago desde que Tottsu murió.
Ahora
que lo pienso, ya llevo un poco más de medio siglo junto con él y más de un
siglo desde que me convertí en vampiro y ha sido muy divertido todo éste
tiempo, y lo que me hace mucho más feliz es que ahora a toda esa diversión se
unirá mi amado Yuri, quién pronto será uno de los nuestros. Deseando que
llegara el momento de poder convertirlo y estar juntos por la eternidad.
Nací bajo el techo de una familia
adinerada, siendo el único hijo de ésta. Mi padre era el exitoso dueño de un
banco y mi madre era la hermosa hija de unos nobles de gran influencia en la
región. Eran personas intachables y de las cuales sus negocios prosperaban cada
vez más. Pero pese a que la gente pudiera pensar en lo afortunado que yo era
por ser su hijo, yo no me sentía para nada así.
Antes de que pudiera comenzar a
hablar ya me encontraba en clases de música, danza, pintura y demás tonterías
que los aristócratas acostumbraban a enseñarles a sus hijos para que en un
futuro fueran personas cultas y “de bien”. Todo eso era aburrido, no me
interesaba saber que mezclando el color azul con el amarillo salía el color
verde.
Al cumplir los seis años comencé a
asistir a la escuela, que obviando la parte de que tenía que estudiar, me
divertía mucho con mis compañeros de clase durante el tiempo de descanso, pero al
llegar a casa me esperaban un sinfín de actividades más, porque según mi madre
“no podía perder mi tiempo jugando” y así pasó el tiempo y entre más pasaban
los minutos más aburrido e inconforme me sentía.
Pero no me quedaba de otra, más que
aparentar y mostrarme ante todos como el hijo ideal y el yerno que cualquier suegro
y suegra quisieran tener. Heredero de una fortuna envidiable, apuesto,
inteligente y caballeroso, pero en realidad era todo lo contrario. Era de los
que se escabullía al patio trasero de la escuela junto a sus amigos en la hora
de descanso para fumar y que de vez en cuando en las noches bajo la excusa de
estudiar en casa de algún amigo, iba a beber a algún bar clandestino, coquetear
con alguna bella dama y al final tener sexo en algún callejón oscuro del pueblo.
Y fue en una de esas noches en las que mi vida cambió por completo.
Acababa de cumplir veinte años y
había quedado de encontrarme con unos amigos en el bar de siempre para celebrarlo,
había mucho alcohol y hermosas mujeres alrededor, pero sólo una de ellas había
captado mi completa atención.
Era la mujer más hermosa que había
podido apreciar en mi vida, su piel era blanca y a simple vista podía suponer
que también era muy suave, su cabello negro y lacio caía como una cascada hasta
su cintura y de su escote brotaban dos protuberantes pechos casi hipnotizantes,
pero lo que me había dejado rendido a sus pies habían sido sus ojos, tan azules
como un zafiro.
Me acerqué a ella galantemente,
tomando una de sus manos y besando el dorso de ésta por encima del guante negro
de encaje que llevaba puesto.
- ¿Eres nueva en el pueblo? Nunca te
había visto – sonreí sin apartar mis ojos de los suyos.
- Llegué ésta tarde – sonrió – pero
sólo estoy de paso, mañana temprano tendré que irme.
- Que mal, me hubiese gustado darte
un recorrido por el lugar.
- No estoy realmente interesada en
eso – sonrió coquetamente – me dijeron que aquí habían hombres muy apuestos y
creo que no me mintieron – dijo apartando la mano que yo sostenía y rodeó mi
cuello con sus brazos para a continuación besarme apasionadamente, sintiendo su
pecho rozarse contra el mío.
Unas horas después desperté en un
callejón, con mi cabeza dando vueltas y sintiendo un dolor punzante en el cuello,
notando que todavía era de noche. Traté de recordar lo que había pasado con
aquella mujer pero no podía hacerlo, mi cabeza dolía demasiado al igual que
todo mi cuerpo, sentía como si me quemara por dentro. Lo último que podía recordar fue haber
sentido un ardor insoportable en mi cuello y luego de eso todo se volvió oscuridad.
Decidí quedarme ahí acostado un rato
más, al menos hasta que mi dolor cesara, pero entre más transcurrían los
minutos me sentía cada vez peor y lo que me torturaba más era sentir mi
garganta seca, pero no tenía sed de agua, sino no de otra cosa, que en ese
momento no podía describir que era.
- ¿Está usted bien? – Preguntó de
repente un joven que había entrado al callejón luego de verme ahí tirado,
mirándome con preocupación y lo que vino después me dejó desconcertado pero
también emocionado.
Me abalancé sobre aquel hombre,
encajando mis dientes sobre su hombro izquierdo, sintiéndome maravillado de
notar que ahora tenía colmillos y succionaba su sangre con suma facilidad,
nunca pensé que el sabor de la sangre humana fuera tan deliciosa y sentía que
podía volverme adicto a ella. Al terminar salí rápidamente de ahí,
sorprendiéndome por la velocidad que tenía, emocionándome por el hecho de poder
saltar grandes alturas, siguiendo mi recorrido por los techos de las casas. Las
calles estaban solitarias y podía percibir gran variedad de olores alrededor,
no podía estar más maravillado. Había escuchado muchas historias sobre estos
seres, pero siempre pensé que eran todas mentiras y ahora que había confirmado
la existencia de estos no podía sentirme más satisfecho.
Después de haber dado un pequeño recorrido
por el pueblo, me dirigí nuevamente a casa, encontrándome en el camino a un par
de personas más, de las que también bebí su sangre. Entré con total sigilo a
ésta, yendo primeramente al despacho de mi padre, abriendo con rapidez la caja
fuerte y tomando una gran suma de dinero, luego fui a mi habitación, guardando
unas cuantas pertenencias en una maleta junto con el dinero, dejando una
pequeña nota sobre mi escritorio, quizás extrañaría mi vida de lujos, pero
aquella nueva libertad valdría la pena totalmente.
CONTINUARÁ...