Hola Hola!!!!
¿Cómo están? Espero que bien, de lo contrario espero que éste capítulo les entretenga y les mando un abrazo fuerte de oso y mucho ánimo con sus estudios y demás asuntos 💕
Se suponía que publicaría ayer, pero no logré terminar el capítulo a tiempo 😅
Así que aunque sea con un día de retraso, les traigo por fin el capítulo 20 de ésta bella historia, que realmente está a muy poquito de terminarse!!!!!
Muchas gracias siempre por sus lindos comentarios y apoyo, todas mis historias las escribo con tanto cariño que el saber que a alguien les gusta me llena el corazón.
Durante el mes de marzo comencé a leerme el manga de Dr. Stone y ya estoy al día con éste 😂
También hice maratón de las películas de Crepúsculo, las películas dejan mucho que desear a comparación de los libros, yo los leí cuando en esos años comenzaba la fiebre por ésta saga. En mi opinión son muy buenos!!!
Bueno, para no alargarme más, espero que disfruten de éste capítulo, que como siempre estará dedicado a Yojhannah Tomatito y también quiero enviarle un saludo especial a la chica anónima que ha estado comentando últimamente 💘 MUCHAS GRACIAS!!!!
Capítulo
20
*Ryosuke*
Lloré hasta que mis lágrimas no
pudieron salir más de mis ojos, me sentía un inútil, un estúpido que no había
sido capaz de proteger a la persona que más quería. Fui por algo de agua del
arroyo que se encontraba cerca de esa cabaña y lavé el cuerpo de mi amado lo
mejor que pude, sintiendo escalofríos y una profunda tristeza al ver las marcas
en su cuerpo, aquel hermoso cuerpo que había sido profanado por el ser más
repugnante que había tenido el infortunio de cruzarme en el camino. Al estar ya
limpio, cubrí su cuerpo con una sábana amarillenta por el polvo, que se
encontraba cubriendo uno de los muebles de ese lugar y lo cargué con extremo
cuidado de vuelta al pueblo.
La gente me miraba horrorizada por tan
lamentable escena, algunos se acercaban para preguntarme lo qué había ocurrido
y otros entre murmullos daban por hecho de que yo había sido el asesino y en
parte, sentí que estaban en lo correcto. Llegué a la estación de policía, en
dónde un todavía patrullero Fujigaya-san me recibió, me miró con total tristeza
y sin articular palabra alguna tomó el cuerpo que estaba en mis brazos y se lo
llevó.
Hablé de lo acontecido con Katori
Shingo, el jefe de la policía de ese entonces, quién escuchó mi relato entre
aterrado y preocupado, mandando a algunos de sus hombres a inspeccionar la
zona, sin éxito alguno. Un rato después llegaron los padres de Yuto, quienes me
insultaron y abofetearon un par de veces, gritando que yo había asesinado a su
hijo, y era obvio que pensasen eso, los únicos en el pueblo que tenían
conocimiento sobre los cazadores de vampiros eran algunos miembros de la
policía, del hospital y el Alcalde; Katori-san quiso intervenir, pero no se lo
permití, me merecía eso y mucho más.
Daiki y Keito volvieron al pueblo al
día siguiente, después de haber dejado a cargo de la misión en la que se
encontraban a los aprendices que habían llevado con ellos tras enterarse de lo
que había ocurrido, brindándome su apoyo y compañía incondicional, cosa que
agradecí enormemente, pero nada de eso lograba aliviar el dolor en mi corazón.
La policía les notificó a los
familiares de Yuto que ambos habíamos sido atacados por unos maleantes,
quedando yo en estado de inconsciencia luego de haber recibido un golpe en la
cabeza por parte de uno de ellos y que al despertar el cuerpo de Yuto yacía
desnudo y sin vida a mi lado, omitiendo por completo el hecho de que había sido
violado, justificando el que estuviera desnudo porque habían robado sus ropas
ya que eran muy finas a comparación de las mías. La familia Nakajima no quedó
muy convencida con el dictamen de la policía, pero aun así a regañadientes
tuvieron que aceptarla.
No se me permitió asistir a su
funeral, ni siquiera al entierro, ya que habían decidido llevarlo a cabo en su
pueblo natal, uno muy lejos de éste; haciéndome sentir peor por ni siquiera
haberme podido despedir como debía de él. Días después de su regreso, los
Nakajima decidieron mudarse de nueva cuenta allá; ya que no soportaban el tener
que ver al asesino de su tan adorado único hijo, caminando libremente por el
pueblo.
Meses después, mis padres junto con
los de Keito murieron en un accidente de camino a una misión; el carruaje en
dónde iban se volcó y cayó por un barranco, no quedó sobreviviente alguno.
Ambos, al ser los hijos mayores, tal y como estaba estipulado en el testamento,
quedamos a cargo de todos los bienes de nuestros padres y también de la crianza
de nuestro hermanito Yuri, quién sólo tenía 4 años. Fue un momento muy difícil
para todos, más para él porque todavía estaba en una edad en la que necesitaba
de nuestros padres y no pasaría mucho tiempo para que la tragedia volviera a
rondar en nuestras vidas.
Daiki y yo siempre habíamos sido muy
unidos, quizás por esa conexión que todo el mundo hablaba que tenían los
gemelos, pero todo eso se quebró una tarde que iba de camino a la oficina,
deteniéndome en la puerta al escuchar una conversación que tenían Keito y Hikaru,
hablando sobre Daiki y de que éste mantenía una relación amorosa con alguien,
curioso abrí un poco la puerta para preguntarles directamente, pero mi interior
se llenó de ira al escuchar: “Nunca había conocido a un vampiro tan bueno como
él, Daiki se ve muy feliz” finalizó Hikaru.
- ¿Cómo es eso de que Daiki está con
un vampiro? –Pregunté terminando de abrir la puerta de golpe, totalmente
molesto.
- Ryosuke ¿Qué escuchaste? – Preguntó
Hikaru asustado.
- ¡Respondan mi pregunta! – Exclamé.
- Te lo podemos explicar - Dijo Keito
nervioso – Kei es un vampiro, pero es muy amable…
- ¿Saben qué? Me acabo de dar cuenta
que todos ustedes son unos ¡MALDITOS TRAIDORES! – Exclamé finalmente, saliendo
completamente furibundo de la oficina.
Busqué a mi hermano en todos los
lugares posibles en los que podría estar, llegando por último al apartamento
que se le había otorgado como parte de la herencia, abrí la puerta de una
patada y caminé apresuradamente hacia donde se encontraba la habitación, sintiendo
mi sangre hervir al escuchar sonidos obscenos viniendo ésta, saqué mi pistola y
estrepitosamente abrí la puerta, viendo a mi hermano y a ese monstruo
revolcándose sobre la cama y no pude evitar el ver en su rostro al que me
desgració la vida, sonriendo de esa manera que me producía repulsión, así que
no dudé ni un instante en dispararle en la cabeza.
Descargué toda mi rabia contra él, le
dije cosas horribles y es que no podía creer que mi hermano mayor, aquél que
siempre había tenido una conducta intachable, había caído ante las artimañas de
uno de esos seres. Luego llegaron Keito y Hikaru, el primero comenzó a
reprocharme por lo que había hecho y el segundo fue a consolar a Daiki.
¿Acaso se había olvidado de todo el
dolor que me había causado uno de esos monstruos?
¿Tan fácil era para él traicionar a
la familia de esa manera?
Pero claro, Daiki no podía
entenderlo. Él no estuvo presente en los últimos instantes de vida de Yuto, no
pudo ver la angustia en su rostro, sus lágrimas, su dolor… La verdad es que si
alguien tenía la culpa de todo, ese era yo.
Por mi debilidad había perdido al
hombre que amaba, me quedé como un estúpido viendo como era ultrajado y le hice
algo tan horrible a mi hermano por el hecho de estar enojado conmigo mismo, por
mi inutilidad.
Ver a mi hermano en ese estado tan deplorable
era como el ver mi reflejo en un espejo, le había quitado hasta las ganas de
vivir, intentó quitarse la vida en un par de ocasiones, hasta que encontró refugio
y consuelo en la iglesia, hasta convertirse en un sacerdote muy amable y
querido. En ocasiones pensé en pedirle disculpas, pero al final nunca lo hice,
porque sentía que una disculpa no era suficiente por todo el daño que le había
hecho.
-
¿Necesitas que te ayude? – Pregunta Keito detrás de mi, preparado para atacar
en cuanto le dé la orden.
-
Esto es algo entre él y yo, no creo que deberías de interferir – digo, esquivando
junto a él las afiladas garras de nuestro oponente, quién se había abalanzado
hacia nosotros.
-
¿Estás seguro? – Pregunta ubicándose a unos cuantos metros de distancia, desenfundando
su katana.
-
Yo me encargo, no te preocupes – digo tratando de no perder de vista a mi
objetivo – deberías escapar, no es seguro que estés aquí.
-
¿Cómo se te ocurre que te dejaré solo? No puedo permitir eso.
-
¡Keito sólo vete! – Exclamo un poco desesperado, no quiero que esté aquí, no
quiero perder a alguien que quiero de nuevo.
-
No lo haré – Dice decidido, pero por su distracción fue herido en su brazo izquierdo,
cayendo al suelo por el dolor.
-
Tu nuevo amante es muy atractivo – dice mirando con deseo a Keito – huele muy
bien, me pregunto si sabrá tan bien como el anterior – dice dejando ver sus
colmillos.
-
¡No permitiré que eso vuelva a ocurrir! – digo volviendo a disparar, siendo la
bala esquivada.
-
Pero primero me desharé de ti, no eres más que un estorbo, además ya me aburrí
de ver tu horrorosa cara – dice viniendo nuevamente hacia mí. Vuelvo a disparar
un par de veces, hasta que noto que ya no me quedan más balas dentro de mi
arma, sacando unas nuevas de mi bolsillo, pero de los nervios no soy capaz de
meterlas en el cargador, haciendo que éstas caigan al suelo, así que no me
queda otra opción que comenzar a correr
por el parque para que éste no me alcance, quedando estúpidamente en un
callejón sin salida.
Cierro
mis ojos, esperando el golpe definitivo que acabaría con mi patética
existencia, pero luego de esperar a que sus garras perforaran mi pecho, nada
sucedió y abro mis ojos al escuchar que algo cae al suelo, viendo el cuerpo de
ese ser despreciable, autor de mis más grandes desgracias, desplomarse sobre el
suelo, sin cabeza.
-
¡Keito! – Exclamo al verlo empuñando su katana y respirando agitadamente,
mientras su brazo herido sigue sangrando.
-
No entiendo por qué insistes tanto en seguir usando armas de fuego, por poco y
te mata – jadea adolorido, cayendo de rodillas al suelo.
-
No hables, tengo que llevarte al Hospital – digo acercándome a él preocupado,
arrancando un trozo de mi camisa para ponerlo en su brazo herido y así detener
un poco el sangrado.
-
¿Estás bien?
-
¿Cómo puedes preguntarme eso estando en ese estado? No debiste arriesgarte de
esa manera – digo abrazándolo con cuidado de no lastimarlo.
-
Pero hubieses muerto si no lo hacía – sonríe – no te preocupes, no es muy grave
– dice refiriéndose a la herida en su brazo.
-
Lo sé, pero… - Susurro apenado,
aferrándome un poco más a él.
-
Estoy muy feliz de haber podido salvarte, sé que no te gusta que interfieran en
tus cosas, pero no había de otra, no hubiese soportado perderte y menos
sabiendo que podía evitarlo.
-
Soy un inútil Keito… - Digo comenzando a sollozar sobre su hombro – por mi
estupidez casi muero y ese monstruo te hubiese hecho cosas horrorosas.
-
¿Ese fue el vampiro que asesinó a Yuto? – Pregunta acariciando con su diestra mi
cabeza, a lo que yo asiento como afirmación. - Lo supuse - dice apartándome
suavemente, viendo mi rostro empapado en lágrimas – en todos los años como
cazadores, nunca había visto temor en tu mirada al luchar contra algún vampiro,
pero ya no tienes que preocuparte, ese ser ya no le hará daño a nadie más.
-
Gracias Keito – digo dándole un dulce beso en la mejilla – de no ser por ti ya
ninguno de los dos estaría aquí para contarlo.
-
Es bueno que te dejes ayudar de vez cuando – sonríe dulcemente.
-
Claro – sonrío de vuelta – será mejor llevarte al Hospital antes de que mueras
desangrado.
-
Que no es tan grave – dice tratando de levantarse, sin éxito alguno.
-
No seas necio, hay que tratar esa herida -
digo ayudándolo a levantarse, caminando juntos para salir de aquel
callejón.
-
¡Ryosuke-san! ¡Keito-san!
-
Marius ¿Qué sucede? – Pregunto al ver al chico alto acercarse a nosotros.
-
Oh Dios mío ¿Qué ocurrió? – Pregunta éste sorprendido por la herida de Keito.
-
Acabamos con uno de los vampiros – digo señalando con mi rostro hacia el
callejón, en donde se encuentra su cuerpo.
-
Ya veo – dice mirando hacia aquel lugar – bueno, a lo que venía… – dice buscando
algo dentro del bolsillo de su abrigo, sacando un papel de éste.
-
¿Y esto? – Pregunto curioso.
-
Son las indicaciones de la guarida de los vampiros, Daiki-san y los demás ya
van en camino y pidió que ustedes también vayan.
-
Tenemos que ir rápido Ryosuke – dice Keito.
-
¿Cómo así que “tenemos” que ir? No voy a permitir eso, yo iré solo.
-
Pero Ryosuke…
-
Que no Keito, no voy a arriesgarte de esa manera, tienes que ir a que te traten
esa herida.
-
Si quieres yo puedo llevarlo al Hospital – dice Marius.
-
Me harías un gran favor con eso – digo entregándoselo, viendo como éste lo
carga como a una princesa, como si nada, a pesar de su delicada figura es un
chico muy fuerte.
-
No es justo – dice haciendo un puchero – esto es vergonzoso.
-
Ya hiciste suficiente por hoy – digo sonriente ante la escena – sé un buen
chico y espera a que vuelva.
-
¿Y qué recibiré a cambio? – Pregunta como si fuera un niño mimado.
-
Mi respuesta a tu proposición.
CONTINUARÁ...