Hola Hola!!!!!!!!!
Como lo podrán ver en el Título, hoy no hay capítulo de Amor Carmesí, éste volverá a principios de Febrero, ya estoy trabajando fuertemente en éste al igual que con Cherry Blossom, que tampoco he vuelto a publicar nada desde noviembre 💗
Me he tomado unas pequeñas vacaciones para cuadrar ideas y descansar un poco, pero cómo no quería dejarles sin nada en éste mes les traigo la primera parte de tres, de Kimi Attraction, un fic que lleva bastante en borradores y que espero les guste.
Muchas gracias por todo su amor y disfrútenlo!!!!!
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¡Por favor, déjenme en paz! – Exclamaba alguien a unos metros de donde yo
estaba, así que corrí hasta llegar donde se encontraba un grupo de niños,
viendo como molestaban a otro que se encontraba en el suelo.
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¿Acaso no lo han escuchado? ¡Déjenlo! – Dije apartándolos a todos y tomando en
mis brazos a ese niño, que al parecer había caído de su silla de ruedas.
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¿Quién eres tú para decirnos que hacer? – Dijo uno de ellos.
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Es un tonto inválido que no se puede valer por sí mismo, es un inútil – rió uno
de ellos.
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Deberías de tener más respeto por las personas discapacitadas – dije abrazando
al chico con más fuerza, sintiendo sus lágrimas mojar mi camiseta.
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Que aburrido, vámonos – bufó otro de los chicos y se fueron rápidamente,
dejándonos a ambos solos.
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¿Estás bien? – Pregunté, recibiendo un asentimiento de su parte, levanto su
silla y luego lo acomodo nuevamente en ésta, viendo por fin su rostro, era un
chico precioso.
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Gracias… - Dijo en un susurro.
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¡Hijo! – Gritó una señora acercándose hacia nosotros – hijo, ¿Por qué te fuiste
sin decirme? – Pregunta preocupada, al parecer era su Madre.
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Solo quería salir y jugar con los demás niños, como lo hacen todos – dijo
agachando un poco su rostro – lo siento, si hice que te preocuparas.
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Pero hijo, sabes que no puedes salir solo.
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Si quieres podría jugar contigo un rato – dije metiéndome en la conversación,
quería pasar un poco más de tiempo con ese niño, viendo como el rostro de éste
se levantaba, mostrándome una hermosa sonrisa.
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Lo siento, pero tenemos que irnos – dijo la señora.
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¡Pero Mamá! – Exclamó el chico suplicante.
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Ya te dije que no, estás castigado – dijo finalmente llevándose al niño en su
silla de ruedas, quise seguirlo, pero del otro lado me llamaba mi Madre, así
que tuve que ir a donde estaba ella.
Suspiro al recordar ese
momento, mientras camino por ese mismo parque en donde lo vi por primera y
última vez, ya que aquel día mi familia y yo nos mudábamos a otra ciudad, pero
nuevamente estoy aquí, esperando volverme a encontrar con ese niño, aunque ya
han pasado muchos años desde ese día y puede que hasta no me recuerde, pero aun
así nunca he perdido la esperanza de volverlo a ver, aunque sea solo una vez
más.
- ¡Tío Kei, llegaste! –
Dice mi sobrina de cinco años al mismo tiempo que me recibe con un fuerte
abrazo.
- ¿Cómo estuvo tu viaje?
– Pregunta mi hermana, ayudándome con mi maleta.
- Estuvo bien – digo
alzando a mi sobrina en brazos, es tan bonita y adorable.
- Me alegra mucho que
hayas venido, pero ya sabes que será por poco tiempo – dice con seriedad.
- Lo sé, espero pronto
encontrar un lugar donde quedarme, espero no ser una molestia los días que me
quede aquí.
- Claro que no lo eres,
pero si esta casa fuera más grande con gusto podrías vivir acá.
- Gracias hermana, pero
como dices, ya es hora de que siente cabeza.
- Eso es verdad, ya casi
vas a cumplir 30 años y no formalizas nada – dice burlonamente – bueno, ésta
será tu habitación mientras tanto, te dejaré para que te acomodes, vámonos
Sayumi – dice tomando a su hija en brazos, dejándome solo en ese pequeño
cuarto.
Pasé el resto del día
organizando mis cosas y luego de eso salí a pasear un rato, mirando con
atención a toda persona que pasaba a mí alrededor, con la esperanza de
encontrarlo de nuevo, pero nada, ni un rastro de él. Así que resignado vuelvo a
casa de mi hermana.
- Ya estoy en casa – digo
dejando mis zapatos en la entrada.
- Bienvenido – dice
Sayumi corriendo alegremente, recibiéndome con otro caluroso abrazo – Mamá ya
está sirviendo la cena.
- Que bien, tengo mucha
hambre – digo siendo tomado de la mano por mi sobrina, yendo juntos hasta el
comedor.
- Gusto en verte Inoo-san
– dice mi cuñado levantándose para saludarme.
- El gusto es mío
Michishige-san – digo haciendo una reverencia – lamento mucho si causo
incomodidad.
- Para nada, eres más que
bienvenido en esta casa – dice sonriente – ven, toma asiento.
- Gracias – digo
sentándome de inmediato en la silla que él amablemente me ofrecía.
- Bienvenido Kei – dice mi
hermana saliendo de la cocina con una bandeja llena de comida, disfrutando
finalmente la cena entre risas y anécdotas de mi infancia con mi querida
hermana.
Ha pasado una semana
desde que vine a quedarme en casa de mi hermana. Ya he firmado el contrato como
arquitecto en la empresa constructora de la ciudad y por ende una de las
mejores del país, también he recorrido los alrededores en busca de una casa que
esté en venta para mudarme lo antes posible, no quiero seguir incomodando a mi
hermana y a su familia, aunque a Sayu eso no le importa, le agrada que esté con
ellos, pero en verdad que me hace falta tener un espacio para mí solo.
Pero sobre todo no he
dejado de buscar a la persona de la que llevo enamorado desde hace tanto
tiempo. Muchas veces he pensado que el estar enamorado de alguien que no
conozco del todo es estúpido, pero por más parejas que he tenido, su
resplandeciente sonrisa nunca ha dejado de ser para mí la más hermosa.
¿Cómo
podría encontrar a alguien de quién ni siquiera sé su nombre?
- Kei ¿Podrías hacerme un
favor? – Dice mi hermana suplicante.
- Claro – sonrío
amablemente.
- ¿Podrías llevar hoy a
Sayumi a la escuela? Es que se me ha hecho tarde para ir a trabajar y no
alcanzo a llevarla.
- Por supuesto, yo la
llevaré con gusto.
- Gracias, gracias – dice
haciendo una ligera reverencia – no te preocupes por traerla, de eso se encarga
mi esposo.
- Está bien.
- Nos vemos en la noche –
dice dándole un beso en la frente a su hija y luego de una reverencia sale de
la casa.
- Por cierto ¿sabes el
camino a la escuela?
- Claro que sí Tío, no es
muy lejos – dice alegremente mientras termina su desayuno y corre hacia su
habitación, trayendo su mochila.
- Vamos – sonrío tomando
la mano de mi sobrina, caminando hacía la escuelita - Al parecer te gusta mucho
ir a la escuela.
- Sí – sonríe ampliamente
– el maestro es muy amable y divertido.
- ¿Maestro?
- Sí, Dai-sensei – dice
alegre.
- Me encantaría mucho
conocerlo.
- ¡Allá está! – Exclama
emocionada, corriendo los pocos metros que faltaban para llegar a la entrada,
mientras yo me quedo estupefacto al ver a su maestro ¿será esto posible?
Camino rápidamente hasta
quedar frente a frente con él, parecía como si los años no hubiesen pasado para
aquel ser tan precioso que se paseaba todos los días por mi mente.
- Tío, él es Dai-sensei –
dice Sayu emocionada, pero no soy capaz de reaccionar.
- Es un gusto – dice nerviosamente
– Sayumi-chan, entra por favor.
- Sí – dice alegremente –
nos vemos más tarde tío – dice dándome un beso en la mejilla para luego entrar
a la escuelita.
- Tú… - Susurro
sintiéndome un completo imbécil en esos momentos, tanto tiempo anhelando esto y
no puedo decir nada.
- Tu eres ese chico… -
Noto cómo sus mejillas comienzan a enrojecer ¿esa es quizás una señal? – Esto…
tengo que entrar ya.
- ¿Puedo venir por ti a
la hora de la salida? – Digo por fin, sintiendo mi corazón latir tan fuerte que
siento que en cualquier momento va a salir de mi pecho.
- Estaría encantado –
responde dulcemente – tengo que irme ahora, pronto iniciará la clase – sonríe
tímidamente.
- Claro, no te preocupes
– digo rápidamente haciendo una reverencia.
- Nos vemos más tarde – dice
nerviosamente, comenzando a mover su silla de ruedas hacia la escuelita. Me
pellizco la mejilla para cerciorarme de que todo esto no se trate de un sueño y
sonrío ampliamente al confirmar de que no es así, sintiéndome volar sobre una
nube.
CONTINUARÁ...