Aquí una entradita rápida por el día de San Valentín 💝
En mi país celebramos el día del amor y la amistad en septiembre, así que como tal no tengo la costumbre de celebrar hoy, pero bueno, un fic cortito no cae mal a nadie y menos para mí si es YokoMaru 😙
Así que por fin les traigo el segundo Oneshot de mi Mini Serial Candy My Love 💗
Espero que les guste 😃
Y como siempre este fic va dedicado a mi querida amiga Mari 💖
Tema: CANDY MY LOVE
Extensión: Mini Serial
Parejas: YokoMaru
Autora: Akari-chan
PARTE II – YokoMaru
- Buenos días ¿en qué
puedo ayudarle? – Pregunta la chica de mis sueños y la razón por la que vengo
todos los días desde hace dos meses a ésta dulcería.
- Buenos días… - Sonrío
embelesado de solo ver su hermosa sonrisa.
- ¿Unos bombones de
chocolate rellenos de fresa? – Pregunta sonriente.
- Si, eso… - Susurro un
poco apenado, es normal que lo sepa, ya que llevo pidiendo lo mismo desde la
primera vez que vine.
En ese entonces era nuevo
en la ciudad y un día dando un paseo por ésta, me encontré con este mágico
lugar, maravillándome al ver en la vitrina los bombones que tanto me fascinaban
de niño y que hacía mucho no había vuelto a probar.
- Ya en seguida los
traigo, llegó una caja hoy y están en la bodega, con su permiso – dijo haciendo
una leve reverencia.
Suspiro al ver como
camina rápidamente hasta la puerta que da a dicho lugar, es una mujer
increíblemente hermosa, creo que es la más bella que he visto en mi vida, su
piel es blanca y por el poco tacto que he podido tener de sus manos puedo
asegurar que es muy suave, su cabello es negro, liso y cae hasta sus hombros,
sus labios son carnosos y muy sensuales, sus pechos son pequeños, pero eso no
importa, los pechos pequeños son bonitos también, aunque eso lo compensa con su
enorme trasero.
- Yokoko-chan – susurro
su hermoso nombre, sonrojándome de pensar en cómo sería escuchar el mío de sus
labios.
Después de unos minutos regresó
por esa puerta, junto con la caja de bombones entre sus manos, con esa hermosa
sonrisa que me tiene hechizado.
- Aquí están – dice
poniéndolas sobre el mostrador - ¿vas a
llevar una?
- ¡Sí! – Exclamo
rápidamente, haciéndola sobresaltar un poco. Me pone supremamente nervioso el
estar tan cerca de ella. Debo controlarme.
- Con gusto – dice sin
borrar aquella sonrisa - te gustan mucho
estos bombones – dice haciendo que mi corazón palpite intensamente, nunca antes
habíamos cruzado más de 2 palabras.
- Sí, son mis favoritos
desde que era niño – sonrío al recordar aquellos bellos momentos de mi infancia
y más ahora que son mi excusa perfecta para venir aquí todos los días.
- Si, son deliciosos – sonríe
– a mí también me gustan mucho…
- ¡Maruyama Ryuhei!
- ¿Eh?
- Ese es mi nombre – digo
apenado de haber reaccionado así.
- Está bien, Maruyama-san
– mi corazón da un brinco de felicidad al escuchar mi nombre venir de sus
labios ¡Es tan linda! – Muchas gracias por su compra – dice haciendo una leve
reverencia después de darme los bombones dentro de una bonita bolsa.
Con una enorme sonrisa me
despido de ella y salgo del lugar rápidamente hacia mi trabajo. Jamás había
pensado en la posibilidad de hablar con ella y al haber dado aquel paso me hace
sentir eufórico.
Y desde aquel día, mis
visitas diarias a la dulcería se hacían cada vez más especiales, conversábamos
más, reíamos por cualquier anécdota que yo le contaba, mientras ella me
escuchaba con atención, conociéndonos más y enamorándome si era posible más de
ella.
Así que me he armado de
valor para decirle lo que siento, para declararme en el día más romántico del
planeta, preparándome mental y físicamente para cualquier respuesta que le
diera a mi confesión, aferrándome a la ilusión de que me diga que sí.
- Bien, aquí vamos – digo
después de suspirar profundamente antes de entrar a la dulcería, encontrándome
con la mirada llena de sorpresa de ella y no es para menos, para éste día había
querido cambiar la rutina de ir en la mañana, yendo hoy después del trabajo.
- Maruyama-san… Pensé que
ya no vendrías – dice al verme entrar y acercarme a ella, con una sonrisa de
alivio en su bello rostro, como si hubiese estado esperándome.
- Siento mucho si hice
que te preocuparas – sonrío viendo como un bello sonrojo se asoma por sus
mejillas, cosa que hace que mi corazón lata como loco.
- No es eso… Es solo que…
- Dice pensativa, evitando de hacer contacto visual conmigo, enternecido de ver
su sonrojo cada vez más intenso - ¿Vas a pedir lo mismo de siempre? – Pregunta
rápidamente, notablemente nerviosa.
- Sí, pero que esta vez
sean dos cajas – sonrío – una para mí y la otra es para regalar.
- Entendido – dice mirándome
extrañada, pero luego vuelve a sonreír – no es común que un hombre regale
chocolates en este día.
- Pero yo quiero hacerlo –
sonrío.
- ¿Deseas que lo envuelva
para regalo?
- Sí, por favor.
- ¿Algún color en
especial?
- El que más te guste.
- Bueno, si es para una
chica iría bien algo rosa ¿no crees?
- Si ese color te gusta,
por mi está bien.
- Pero la idea es que le
guste a la persona a quién se la darás.
- ¿En verdad estamos
discutiendo por el color de un papel regalo? - Pregunto sin evitar reír.
- No, pero… Yo no conozco
a la chica que te gusta – dice con algo de tristeza, envolviendo delicadamente
la caja – Listo ¿así te parece bien?
- Está perfecto – sonrío tomando
ambas cajas, yendo ambos lentamente hasta la caja para pagarlas – Por cierto,
Yokoko-chan ¿a qué horas sales?
- Den… Dentro de media
hora.
- Entonces te esperaré
allá afuera hasta que salgas – digo con una sonrisa.
- Pero se te hará tarde
para ver a la chica que te gusta.
- No hay problema –
sonrío.
- Está bien, nos vemos en
un rato – dice para luego irse a atender a otros clientes, mientras que yo
salgo fuera a esperarla.
- ¿Y a ti te gusta
alguien? - Pregunto, después de llevar un buen rato caminando por la ciudad
junto con ella, en silencio, queriendo
estar seguro de si era correcto decirle mis sentimientos, si tenía aunque sea
una oportunidad con ella.
- Sí, pero al parecer él
ya tiene a alguien y yo…
- ¿Y por qué no se lo
dices? A lo mejor y él también te corresponde.
- ¿En verdad lo crees? ¿Aún
si tengo un secreto oculto?
- No lo sabrás si no se
lo dices, además no creo que ese secreto que dices que tienes sea tan grave.
- Pero… Es complicado…
- Estoy seguro de que no
podrá negarse a tus sentimientos, aún si ese secreto es malo.
- Pero si te enteras,
dudo mucho que me vuelvas a ver de la misma manera – dice haciendo que nos
detengamos en seco, sorprendiéndome de lo que acaba de decir y más al sentir el
leve roce de sus labios sobre los míos – ¿quieres venir a mi casa? - Pregunta
apenada, mirándome con súplica, mientras yo no sé cómo reaccionar ante el beso
que me ha dado.
Y sin darme cuenta, ya
nos encontramos en la sala de su apartamento, sentados ambos sobre el cómodo
sofá a una distancia moderada, con un par de tazas con chocolate caliente en la
mesita que hay frente a nosotros.
- Entonces… ¿Te gusto?
- Sí… - Dice sin dirigir
todavía su mirada hacía mí.
- Tu también me gustas –
digo deshaciendo un poco la distancia entre los dos – desde la primera vez que
entré a la dulcería, me gustaste – digo tomando su mano, que se siente fría debido
a lo nerviosa que está – Feliz San Valentín – digo dándole la caja que hacía
unos momentos ella había envuelto.
- ¿En serio son para mí? –
Dice sin todavía creerlo.
- Sí, son para ti, la
chica que amo – digo sonriente, pero luego mi expresión cambia a una de
preocupación al ver que comienza a llorar - ¿Qué sucede?
- Lo siento – dice levantándose
del sofá bruscamente – no deberías de amarme, no a alguien que te ha mentido
todo éste tiempo.
- ¿De qué hablas? ¿Es
sobre tu secreto? – Asiente – Ya te dije que sea lo que sea lo aceptaré.
- Estoy segura de que
cuando te enteres te vas a ir y… En verdad no debí permitirme enamorarme de ti –
dice comenzando a sollozar más fuerte.
- Yokoko-chan ¿qué es ese
secreto que tanto te atormenta? – Pregunto preocupado.
- ¿Quieres saberlo? ¿En
verdad no te irás si te enteras?
- Lo prometo – sonrío con
seguridad.
- Está bien, espérame
aquí - dice corriendo rápidamente hacía donde supongo que es su habitación.
Me siento nuevamente en
el sofá, pensando en qué tipo de secreto será al que se refiere, ¿será alguna
malformación? ¿Una asesina serial? ¿Qué tiene diez hijos? ¿Qué está casada?
- Maruyama-san – dice una
extraña voz haciendo que salga de mis pensamientos. Sorprendiéndome al ver a un
chico apuesto frente a mí ¿será su esposo? ¿Su hermano? O quizás… ¿Ella?
- ¿¡EH!? Yokoko-chan
¿Eres Tomboy?
- ¿Es que acaso no me
ves? – Pregunta un poco desconcertado por mi reacción – ¡No soy nada eso! ¡Soy
un hombre! ¡Un hombre! Ahora ya sabes como soy realmente ¡Ya puedes irte si
quieres! – Dice comenzando a sollozar de nuevo.
- Pero… ¿Por qué?
- Necesitaba el trabajo –
dice sin dejar de llorar – y justo encontré aquella dulcería cuando más la
necesitaba, pero como has visto ahí solo atienden chicas, así que llegué a un
acuerdo con la dueña, con la condición de que me vistiera así y luego llegaste
tú e hiciste que sintiera todas estas cosas y… Está bien si no quieres volver a
verme…
- Yokoko… - Digo
acercándome a él para abrazarlo, sintiendo su cuerpo estremecerse.
- ¿No me odias? –
Pregunta correspondiendo a mi abrazo.
- ¿Por qué lo haría?
- Porque no soy la
persona de la que te enamoraste.
- ¿Cómo te llamas?
- Yokoyama You.
- Yoko-san – sonrío abrazándolo
un poco más fuerte - Aunque no puedo negar que como Yokoko-chan físicamente me
encantaste – sonrío – las pequeñas pláticas que tuve contigo hicieron que mis
sentimientos crecieran, tu olor, tu forma de mirarme, tu sonrisa, siento que
todas esas cosas han sido sinceras ¿o me equivoco?
- No lo haces – dice dirigiendo
su mirada hacia mí, aún con sus ojos rojos de tanto llorar - ¿No te irás?
- No lo haré – digo besando
su frente – si me he enamorado de Yokoko-chan, también puedo hacerlo de
Yoko-san y estoy muy ansioso de conocerte también.
- Gracias – dice besándome
dulcemente, haciéndome sentir aquellas maripositas en el estómago. Aunque las
cosas salieron muy distintas a las planeadas, al final el resultado esperado ha
sido mejor de lo que esperaba.
FIN.