Ya estoy de vuelta aquí en el blog y con las pilas recargadas, después del merecido descanso que me di por casi un mes, pero aún así con cuaderno y lápiz en mano, seguí trabajando en este serial.
Muchas gracias por el apoyo y por sus comentarios y debido a estos, pues a partir de ahora y debido a que hay muchos personajes pondré el nombre de cada personaje entre ** cuando empiecen sus partes, para que no se confundan y pues este fic va dedicado a mi hermosa amiga Mari, a quién espero ver pronto, espero les guste.
Tema: Father's Love
Extensión: Serial
Parejas: Varias
Autora: Akari-chan
Capítulo 5
*Kei*
Hoy era el gran día en el que posiblemente volvería a
ver a aquel chico, que hacía un mes, me había quitado el sueño, anhelando
fervientemente ver aquella sonrisa que tanto me había cautivado.
Me levanté más temprano de lo usual, bañándome
enseguida para luego escoger mi mejor
ropa, mi mejor perfume y por último peinar muy bien mi cabello, no entendía por
qué, pero quería lucir lo más guapo posible, solo para él.
Bajé hasta el comedor siendo observado por mi padre y
mi hermano, quienes me miraban con cierta sorpresa, no es que nunca me
mantuviera arreglado, sino que esta vez lo estaba más de lo usual, pero aun así
no me dijeron algo al respecto.
Luego de desayunar me despedí con un abrazo de ellos y
salí lo más rápido posible de allí, con mi corazón latiendo a mil por hora.
Llegué a la universidad con la respiración agitada, de la ansiedad tan grande
que tenía, no puede evitar correr desde la estación hasta aquí.
Caminé hasta llegar al edificio en donde tendría sus
clases, realmente seguro de que allí lo encontraría y así fue, lo vi a lo
lejos, mirando por todas partes como si buscara algo, hasta que mi corazón dio
un vuelco al encontrarsen nuevamente nuestras miradas.
En ese momento, no muy consciente de lo que hacía,
corrí hasta quedar frente a frente con él y dejándome llevar por mis impulsos
lo abracé.
- Dai-chan, me alegra mucho verte – dije abrazándolo
con fuerza.
- A mí también me alegra verte Kei – dijo
correspondiendo cariñosamente a mi abrazo.
Nos quedamos así por un buen tiempo, importándome
realmente poco lo que pensara la gente que caminaba a nuestro alrededor,
dejándome embriagar de su dulce aroma.
*Daiki*
Me sentía tan feliz de tener a Kei tan cerca de mí, se
veía mucho más guapo de lo que lo había visto la primera vez que nos vimos,
haciendo que mi corazón latiera fuertemente y más al sentirlo en aquel abrazo
que nos dábamos, pero como nada dura para siempre, nos tuvimos que separar,
sintiendo aquel frío que tanto me molestaba, pero aun así no dejábamos de
sonreír al saber que estábamos nuevamente juntos.
- ¿Cómo te ha parecido la Universidad? – Preguntó Kei
al separarnos del abrazo.
- Es muy grande y muy bonita, aunque por poco y pierdo
la primera clase ya que no encontraba el salón – dije avergonzado, temiendo que
Kei pensara que era un tonto.
- Eso suele pasar mucho cuando eres primerizo, pero no
te preocupes por eso – dijo brindándome una sonrisa al mismo tiempo que ponía
una de sus manos en mi cabeza desordenando un poco mis cabellos.
- ¿Lo dices en serio? – Pregunté dudoso.
- Es más común de lo que crees, inclusive a mí que soy
tan antiguo en esta Universidad, me ha pasado – dijo con total seguridad.
- No te creo – reí.
- Es verdad – dijo haciendo un puchero que se me hizo
tan adorable – por cierto – dijo nerviosamente
- ¿Tienes algo que hacer
ahorita?
- Pues mi siguiente clase la tengo en quince minutos –
dije con un tono algo triste, quería pasar mucho más tiempo con Kei.
- Y después de la clase que viene ¿tienes alguna más?
– Preguntó.
- No, no tengo más por este día.
- Está bien, si quieres te acompaño al salón – dijo al
mismo tiempo que tomaba mi mano y juntos caminamos hasta quedar frente al salón
en el que tendría mi siguiente clase – ahí viene el profesor – dijo mirando a
la persona que se acercaba con rapidez hacía nosotros.
- Yokoyama-kun, que gusto me da verte – dijo aquel
hombre, quién hacía una pequeña reverencia.
- El gusto es mío Matsumoto-sensei – dijo
reverenciándose Kei también, si no fuera porque en esos momentos me entero de
que aquel señor es mi profesor, hubiese pensado que era un alumno más de ésta
Universidad, ya que se ve bastante joven.
- Todos los profesores de la facultad de Arquitectura estamos
ansiosos de ver tu proyecto de grado, sin duda será algo maravilloso, viniendo
de ti – dijo alegremente.
- No es para tanto – rió Kei nerviosamente.
- Claro que lo es, no por nada eres el estudiante más
destacado de la facultad – dijo con orgullo.
- Gracias Sensei, por cierto, te quiero presentar a un
amigo – dijo Kei refiriéndose a mí.
- Mucho gusto, Matsumoto Jun – dijo sonriente.
- Maruyama Daiki – dije haciendo una reverencia.
- Al parecer Dai-chan será alumno tuyo este semestre,
así que espero y no seas muy duro con él – dijo Kei burlonamente.
- ¿En serio? – Dije un tanto asustado.
- No te preocupes, Matsumoto-sensei es muy buena
persona, hay profesores peores – dijo sin dejar de sonreír, eso no era muy
alentador.
- Gra… gracias – dije nerviosamente.
- Hablando de clase, tengo que iniciar una ahora, así
que con su permiso Kei, me retiro – dijo Matsumoto-sensei entrando de inmediato
al salón.
- Yo te esperaré aquí afuera – dijo Kei besando mi
frente, haciéndome sentir más nervioso de lo que ya estaba.
Entré al salón, buscando algún puesto que estuviera
desocupado y me senté de inmediato en uno que quedaba frente al pizarrón,
Matsumoto-sensei inició la clase con mucho entusiasmo. Al terminar, guardé mis
libros en el bolso y como alma que lleva el diablo, salí del salón,
encontrándome nuevamente con Kei, quién me estaba esperando, tal y como me lo
había dicho.
- Muy bien – dijo al mismo tiempo que se levantaba del
suelo, estirándose un poco – hoy pasaremos mucho tiempo juntos – dijo
animadamente.
- ¿Y tú no tienes clase?
- La verdad es que no.
- ¿Entonces por qué viniste? – Pregunté sin entender
por qué si no tenía que venir lo había hecho.
- Porque quería verte – dijo mirándome fijamente a los
ojos, sintiendo como mi rostro se enrojecía al escuchar aquellas palabras.
Nos tomamos de las manos como en la primera vez y sin
decirnos nada más, comenzamos a caminar, lentamente, sin prisa, disfrutando de
la cercanía del otro, no sabía hacía dónde nos dirigíamos, pero sabiendo que
iba junto con él, cualquier lugar sería perfecto.
*Yokoyama You*
Miraba con nostalgia la foto que tenía en mi mano,
llegando a mi tantos recuerdos y también aquellos sueños que habíamos planeado
juntos, los cuales nunca pudimos cumplir.
Lo último que había sabido de él, era que se había
casado, pero a pesar de que yo tengo el dinero suficiente para saber
diariamente sobre mi amado, no tenía el valor de hacerlo, de buscarlo, tenía
miedo de saber que era feliz con otra persona que no era yo y eso era algo que
no podía soportar.
Así que solo me quedaban los recuerdos que tenía junto
con él, aquellos en los que éramos realmente felices y nos amábamos sin
condición, pero la vida había sido tan cruel de separarnos, arrepintiéndome
todos estos años de haberle tratado como lo hice la última vez que nos vimos.
- Quizás ya no me amas o tal vez ya ni te acuerdas de
mí, pero yo todavía te amo y te pienso cada día de mi vida – dije para
finalmente besar aquella foto en la que se hallaba su imagen.
*Hikaru*
Simplemente no entendía lo que me pasaba, desde
aquella vez, ciertos aspectos en mi vida habían cambiado, como llegar temprano
a clases y concentrarme más en mis estudios, solo por el simple hecho de tener
mi mente ocupada, para no pensar en ese cuerpo que por más que intentaba
olvidarlo, aquellas imágenes no salían de mi cabeza, llegando al punto de
desear tocarlo, besarlo y llegando hasta el punto de querer masturbarme, pero
no, no podía hacer eso, yo soy un hombre y cómo tal me gustan las mujeres.
- Buenos días, Murakami-kun – dijo de repente mi gran
tormento, que por desgracia, se sentaba al lado mío, haciendo cada vez más
difícil el controlar mis hormonas, aunque no habíamos hablado sobre lo sucedido
aquella vez, no podía evitar sentirme avergonzado y más con los pensamientos
para nada inocentes que tenía con él.
- Bu… buenos días Yokoyama-kun – dije nerviosamente,
evitando mirarlo a los ojos.
- ¿Te pasa algo Murakami-kun? Es que te veo muy
nervioso – dijo con preocupación, haciéndome sentir peor de lo que estaba al
notar una de sus manos sobre mi pierna, acariciándola con suavidad.
- ¡NO! – Grité exaltado – no me pasa nada, ya vengo –
dije levantándome rápidamente de mi asiento, para luego comenzar a correr con
todas mis fuerzas, no quería seguir teniendo aquellos pensamientos y menos con
un hombre.
*Keito*
No puedo negar que me divierte ver cada reacción que
tiene Murakami-kun al tenerme cerca, desde que lo vi por primera vez, me había
interesado y mucho en él y gracias al pequeño accidente de aquel día, sabía que
no podía dejar de pensar en mí y moría por saber en qué pensamientos tenía
conmigo, pero esperaría a que él diera el primer paso, mientras que yo seguiría
provocándolo hasta hacerlo caer.
*Maruyama Ryuhei*
- Maruyama-san, queda contratado, bienvenido a este
Instituto – me dijo alegremente el Rector, mientras que yo sentía morirme de la
dicha.
- Muchas gracias Ohno-san, no sabes lo mucho que
esperaba esta oportunidad – dije al mismo tiempo que me reverenciaba.
- No tienes nada que agradecerme, como Maestro eres
alguien excepcional y no podía dejarte ir así de fácil.
- No exageres – dije avergonzado.
- Yo sé qué harías lo mismo por mí, si estuviera en tu
situación.
- De eso puedes estar seguro, pero de todos modos
muchas gracias.
- Para eso están los amigos y ansío mucho conocer a tu
hijo.
- Ya habrá tiempo para eso, Daiki se pondrá tan feliz
de saber que ya conseguí trabajo.
- La siguiente semana comienzas, así que ve preparando
todo – dijo finalmente, nos abrazamos y después de despedirnos, salí felizmente
de su oficina, dando casi brincos de la emoción tan grande que sentía.
Me sentía realmente feliz de haber conseguido por fin
un trabajo fijo, desde que había llegado a Tokyo con mi hijo, solo había
conseguido trabajos como profesor sustituto, pero como caído del cielo me
encontré con mi gran amigo Ohno Satoshi, a quién no veía desde hacía muchísimos
años, quién casualmente es el actual Rector del Instituto en el que ahora
trabajaría y estaba buscando un profesor de Japonés, ya que el que había iba a
retirarse. Sin duda aquel había sido un gran golpe de suerte.
Al llegar a casa, lo primero que hice fue buscar todos
los libros de japonés que tengo, para así comenzar a alistar las clases para la
semana siguiente, encontrándome dentro de uno de aquellos libros, con algo que
hacía mucho tenía por perdido.
- Pensé que la había botado – dije mirando con
tristeza aquella foto, llegando a mi tantos recuerdos, sobre todo los más
dolorosos y en un arranque de ira la rompí en pedazos, no quería tener ni saber
nada de él, así que boté aquellos pedazos en el cesto de basura, en donde
debieron de haber estado hace mucho tiempo, concentrándome de inmediato en lo
que tenía que hacer, no permitiría que un mal recuerdo arruinara aquella
felicidad.
CONTINUARÁ...