15 ene 2015

Guilty

Hola a Todas :D

En el día de hoy les traigo un oneshot que hace unos meses ya tenía terminado, pero no había encontrado el momento de publicarlo XD espero que les guste mucho así como me encantó escribirlo.

Por cierto, estoy trabajando en lo que será el nuevo serial y tendrá por nombre Father's Love, que será de Kanjani8 en conjunto con Hey say Jump, espero publicar el primer capítulo pronto y que les guste.

Bueno, ya no me alargo más y disfruten el fic >w<




Tema: Guilty
Extensión: Twoshot
Parejas: TakaChii
Autora: Akari-chan


No entendía el cómo había llegado a esa situación, ni por qué en la condición en la que estaba lo permitía, solo sabía que ese cuerpo que estaba debajo del mío, gimiendo y revolcándose debido al placer que le provocaban mis embestidas, me tenía realmente loco por él.

- Yuri, él es Takaki-kun, mi novio – dijo mi novia sonriente a su hijo, habíamos quedado de ir a su casa para presentármelo -.

- Mucho gusto, Chinen Yuri – dijo éste, extendiendo su mano con una enorme sonrisa en su rostro, era igual de hermosa a la de su madre -.

- El gusto es mío, Takaki Yuya – dije tomando su mano y apretándola suavemente -.

- Muy bien, los dejaré solos por un rato para que se conozcan más, tengo que hacer algunos recados – dijo ella, besando la frente de su hijo y luego besar mis labios dulcemente, saliendo de inmediato de la casa, dejándonos a ambos solos en la sala -.

- Esto…

- Muy bien, seamos claros – dijo él interrumpiendo lo que iba a decir, cambiando ese semblante dulce a uno totalmente diferente – serás muy el novio de mi mamá y posiblemente te casarás con ella, pero eso no quiere decir que vayas a ser mi papá – dijo de manera demandante -.

- Lo entiendo pero…

- Me alegra que lo entiendas, me tengo que ir – dijo levantándose del mueble en el que estaba sentado 
– cuando llegue mi mamá dile que tuve que ir a casa de Ryosuke a hacer un trabajo para el colegio – dijo finalmente, dejándome solo y desconcertado por su actitud -.

Y así pasaron los días y con ellos los meses, cuando estaba su Madre entre nosotros se comportaba amable, pero al quedar ambos solos, la indiferencia llegaba, pero al menos no se interponía entre mi futura esposa y yo.

Llegó el día de la boda y mi futura esposa le había encargado a Yuri que me ayudara con el traje a lo que él aceptó a regañadientes.

- Si no quieres ayudarme, puedes irte.

- No.

- Pero no me gusta verte esa cara de fastidio ¿acaso no quieres que me case con tu madre? – pregunté -.

- No es eso, es solo que… - dijo quedándose pensativo – no es nada.

- Si algo te molesta puedes decírmelo.

- Ya te dije que no es nada – dijo volteándose para tomar el saco que debía de ponerme, pero lo detuve sosteniendo su mano -.

- Por favor – dije y éste volteó a verme -.

- ¿En verdad quieres saberlo?

- Si… - me comencé a sentir nervioso al ver cómo ese pequeño ser acercaba su rostro demasiado al mío, rozando levemente sus labios en mí oreja -.

- Pues te quedarás con la duda – dijo poniéndome el saco y luego de hacerlo, salió de la habitación, con esa sonrisa que tanto lo caracterizaba -.

La boda resultó tal y como la esperaba, la decoración impecable y mí ahora esposa se veía realmente hermosa con aquel vestido, pero a pesar de eso, había algo que no me dejaba vivir tranquilo y era ese acercamiento que había tenido con Yuri. Y así iniciaron mis días cómo esposo y a la vez padrastro, aunque de esto último no me iba muy bien.

- ¿En serio que no quieres acompañarme? – me preguntaba mi esposa -.

- Mi amor, sabes que si no fuera porque tengo que trabajar iría contigo – dije dándole un dulce beso en los labios -.

- ¿Y tú hijo?

- Tengo muchos deberes que hacer, de todos modos salúdalos de mi parte – dijo sonriente, mirándome de reojo, acto que me hizo estremecer un poco, no entendía por qué, pero su mirada me ponía nervioso -.

- Está bien, iré sola a visitar a mis padres al pueblo.

- Que te vaya muy bien, te extrañaré mucho – dije volviéndola a besar -.

- Y yo a ti.

- Ya dejen tanta melosería, que se te va a hacer tarde mamá – dijo Yuri -.

- Pórtense bien – dijo para después salir de la casa, subiéndose en el taxi que ya la estaba esperando afuera de la casa, me quedaría una semana solo con Yuri y eso de cierta manera me preocupaba -.

- Esta noche vendrá Ryosuke a quedarse, así que no interrumpas – dijo Yuri entrando a la casa -.

- Ok, me iré a trabajar – dije tomando mi maleta y saliendo nuevamente de la casa, sin pensar que todo cambiaría a partir de ese día -.

Llegué totalmente cansado, dejé mis zapatos en donde siempre y subí las escaleras, lo que más quería en esos momentos era llegar a mi cama y dormir hasta que amaneciera, pero hubo algo que me hizo cambiar de plan repentinamente, algo que debí ignorar, pero aun así no lo hice.

- Ahhh… más… - escuché aquel sonido que provenía de la habitación de Yuri, me acerqué lentamente, cuidando de no hacer ruido, notando que la puerta estaba un poco abierta, así que me dispuse a mirar por esa abertura, quedándome completamente atónito por lo que veía, era una imagen que nunca esperé ver de Yuri -.

Estaba teniendo sexo con el que al parecer era su amigo Ryosuke; no debía de importarme lo que hiciera o no con su cuerpo, de todos modos solo era su padrastro, pero ver aquello me hacía sentir extraño ¿y por qué negarlo? También excitado de ver esa cara llena de placer al ser penetrado por su amigo, pasando por mi mente el deseo de ser yo quién lo hiciera, aquel que le provocara ese placer indescriptible, pero al percatarme de lo que estaba pensando, me retiré de ahí, llegando rápidamente a mi habitación, tratando inútilmente de borrar de mi mente aquellas imágenes.

- Buenos días – dijo Yuri al llegar a la sala del comedor, sirviéndose una gran taza de cereal con leche -.

- Bu...buenos días – dije nerviosamente, la noche anterior no había podido dormir por lo que había visto y tratando de ignorar el problemilla que se me había hecho entre las piernas  - ¿Y tú amigo? – pregunté -.

- Se fue anoche cuando terminamos nuestro trabajo – dijo sonriente, llevando una buena cucharada de su cereal a su boca -.

- Ya veo – dije, volviendo a pensar en aquello – se me hace tarde para ir a trabajar – dije mirando mi reloj, de hecho era todavía temprano, pero tenía que salir de allí -.

- Que te vaya bien – dijo al mismo tiempo que yo salía casi corriendo de la casa -.

Por más que hubiese querido olvidarlo, esas imágenes se reproducían por mi cabeza a cada momento, pensando en Yuri no como en mi Hijastro, ni como el hijo de la mujer que amaba, sino como en un hombre, un hombre con el que fantaseaba una y otra vez haciéndolo mío.

Pasaron cinco días, en los cuales veía el mismo espectáculo cada noche, escondido detrás de la puerta, deleitándome de la belleza y esa voz endemoniadamente sensual que salía de la boca de Yuri al ser sodomizado por aquel sujeto qué envidiaba totalmente y cómo era de costumbre, al terminar el show me dirigí a mi habitación, recostándome sobre mi cama. Escuchando de repente el sonido de la puerta abriéndose, cosa que me extrañó ya que no había nadie más dentro de la casa.

- Yu… Yuri – dije sorprendiéndome de verlo dentro de mi habitación, llevando solo la camisa de su pijama puesta, que le cubría lo justo -.

- ¿Lo disfrutaste? – preguntó, sonriéndome con malicia -.

- ¿De… de qué hablas? – dije nervioso -.

- No te hagas el tonto ¿acaso pensante que no me iba a dar cuenta?

- No era mi intención.

- Pero si era la mía – río con picardía, al mismo tiempo que desabotonaba lentamente la camisa que llevaba puesta -.

- Qué… ¿Qué haces? – Pregunté con voz temblorosa, levantándome de la cama, tomando sus manos para que se detuviera, ver aquello no me hacía mucho bien – tu amigo debe de estar esperándote.

- No te preocupes, ya se fue – dijo acariciando mi pecho por encima de mi camisa -.

- ¿Qué quieres? – dije apartándome rápidamente de su lado, no sabía hasta cuándo podría soportar aquello -.

- Solo quiero cumplir tus deseos – dijo abrazándome por la espalda, metiendo su mano dentro de mi pantalón, acariciando con descaro mi hombría -.

- Yuri… no – dije apartándome nuevamente de él, mirándolo fijamente – Soy el esposo de tu madre.

- Pero eso no te ha importado cuando me espías teniendo sexo en mi habitación.

- Las cosas no son así, yo...

- No finjas – dijo acercándose nuevamente a mí, rodeando mi cuello con sus brazos, acercando sus labios peligrosamente a los míos – sé que tú lo quieres tanto como yo.

- No podemos, esto no está bien, yo amo a tu madre – dije mirándolo con súplica, pero él seguía sonriente, como si supiera que en cualquier momento yo podría caer -.

- Podrás amarla, pero sé que ella no te satisface cómo yo lo haría – dijo rozando sus labios contra los míos -.

- No puedes asegurar eso.

- Pues yo al igual que tú, también espío detrás de la puerta.

- Eres un enfermo.

- Lo soy desde el primer día que te vi – dijo besándome finalmente, metiendo su lengua en mi cavidad, volviéndose éste un beso apasionado y excitante, tomó una de mis manos, haciendo que acariciara su miembro por debajo de su camisa -.

- Yuri… por favor… no…

- Siente lo que provocas en mi – dijo moviendo su cadera, haciendo que el roce se hiciera más intenso – si mi madre no te hubiese presentado como su novio, créeme que ese mismo día hubiéramos terminado en la cama.

- ¿Eso era lo que ibas decirme el día de la boda? – pregunté -.

- Si, yo amo a mi madre y me alegro de que esté feliz a tu lado, pero no soporto que se haya casado contigo, que te bese, que te haga el amor, si me hubieras conocido a mi primero de seguro estaríamos juntos ahora, lo aguanté por ella, pero ya no lo soporto más – dijo volviendo a besar mis labios posesivamente, mientras rodeaba mi cintura con sus piernas, haciendo un roce exquisito entre nuestros miembros -.

- ¿Y Ryosuke? – Pregunté, aunque en realidad me molestaba mucho tener que hacer esa pregunta -.

- Él – sonrió – es solo una distracción – dijo moviendo su cadera – pero respóndeme ¿te gustó verme revolcándome con él?

- Mucho… pero de ahora en adelante, esto es mío - dije al mismo tiempo que  introducía tres de mis dedos en su entrada que estaba completamente dilatada -.

- Ahm si… es todo tuyo – jadeó, volviéndome a besar con más pasión -.

En ese momento todo mi razonamiento desapareció, dejando entrada a esa pasión desenfrenada que sentía por él, lo acosté sobre la cama, quitándole de inmediato la estorbosa camisa que llevaba puesta, deleitándome de ver su cuerpo totalmente desnudo, introduciendo de inmediato su pene en mi boca, al mismo tiempo que apretaba y acariciaba sus nalgas, disfrutando de su sabor y de los gemidos que salían de sus labios, excitándome mucho más al saber que eran provocados por mí.
Succioné, lamí y mordí ese pedazo de carne hasta hacer que éste se corriera, tragando todo ese líquido viscoso que había salido, me levanté para quitarme la ropa, siendo observado por esos ojos lujuriosos, ansiosos por ver lo que viniera a continuación.

- Ahora es tu turno de lamerlo – dije, viendo cómo este acercaba su rostro a mi miembro dándole una lamida desde la base hasta la punta, para luego introducírselo, succionando hasta que me corrí dentro de su experta boca, haciéndome sentir como si estuviera en el cielo -.

Lo postré nuevamente sobre la cama, abriendo sus piernas, visualizando su entrada, que se veía deseosa de tener mi miembro dentro, no lo pensé ni un segundo más y lo penetré de una sola estocada, sacándole un grito de placer, me apoderé nuevamente de sus labios, comenzando enseguida con las embestidas, aunque ya estaba dilatado por su sesión de sexo anterior, se sentía realmente delicioso ahí adentro.

Cambiamos de posiciones quedando él arriba, cabalgando y moviéndose en círculos sobre mi miembro, al mismo tiempo que yo con una de mis manos masturbaba el suyo y con la otra pellizcaba una de sus tetillas, seguimos así hasta que nos corrimos casi al mismo tiempo.

- ¿Te gustó? – Preguntó sonriente, acostándose sobre mí, dando besos cortos sobre mi pecho -.
- Es mucho mejor hacerlo contigo – dije acariciando sus cabellos -.

Nos volvimos a besar y acariciar suavemente, hasta quedar profundamente dormidos. Desperté con él todavía entre mis brazos, se veía realmente adorable, pero de un momento a otro, la imagen de su madre y también mi esposa, pasó por mi mente, haciéndome sentir como una basura, ella no merecía que la traicionara de esa manera y menos con su hijo.

- Buenos días – dijo Yuri al despertar, acercando su rostro al mío para besarme, beso al que correspondí de inmediato -.

- Buenos días – dije, moviéndome de manera que él quedara debajo de mi -.

- ¿Quieres hacerlo de nuevo? – Preguntó con picardía, rodeando mi cintura con sus piernas, volviendo a caer en aquel deseo de volver a poseerlo, y eso fue lo que hice -.

En un par de días después volvió mi esposa, volviendo aparentemente todo a la normalidad, aprovechando cada momento en que estuviera a solas con Yuri para hacerlo mío una y otra vez, aunque después me sintiera realmente culpable.

Dormía plácidamente junto a mi esposa, sin pensar siquiera en lo que vendría a continuación.

- Yuyan… - escuché ese susurro muy cerca de mi oído, pensando en que se trataba de uno más de mis sueños – Yuyan… - volví a escucharlo, abriendo por fin mis ojos, encontrándome con el bello rostro de Yuri, iluminado por la luz de la luna que entraba por la ventana -.

- ¿Qué haces aquí? – pregunté en voz baja -.

- Solo quería verte – dijo besándome dulcemente, al mismo tiempo que se acostaba sobre mí, notando que estaba completamente desnudo -.

- Yuri… aquí no...

- Pero quiero hacer el amor contigo – dijo desabotonando poco a poco la camisa de mi pijama, acariciando la piel que quedaba descubierta -.

- Tú madre podría despertar y eso no sería bueno – dije  preocupado -.

- No te preocupes, le di una pastillita para que pudiera dormir como un angelito – sonrió con malicia, con esa malicia que tanto me excitaba -.

Sin dudarlo ni un segundo, saqué mi miembro del molesto pantalón de pijama y aprovechando que mi amado ya estaba desnudo, lo penetré de una buena vez, sin preparación ni nada, me encantaba entrar así en él y sabía muy bien que aquello también le encantaba, ya que comenzaba a moverse desenfrenadamente sobre éste, gritando de puro placer, sin importarnos que mi esposa estuviera durmiendo justo al lado de nosotros; corriéndome todas las veces que mi cuerpo resistiera en su interior.

Desperté viendo solamente a mi esposa durmiendo a mi lado, sin ninguna idea de lo que había pasado aquella noche, sintiéndome como una basura, un ser despreciable que no se merecía el amor de ella.

No sabía hasta cuando aquella mentira duraría, pero ya lo hecho, hecho estaba. Solo sabía que estaba locamente enamorado de ese muchacho que era mi hijastro y a la vez mi amante, el hijo de la mujer que un día prometí en un altar que amaría y respetaría hasta el fin de mis días, pero aquello solo quedaba en palabras, estando no más con ella porque sentía culpa, culpa que se iba cada vez que estaba en los brazos de él.

CONTINUARÁ...