31 may 2024

COMPASS ROSE - Capítulo 30

 Hola hola!!!!!

¿Cómo están? espero que muy bien y si no es así les mando un super fuerte abrazo de oso y espero que éste nuevo capítulo les saque una sonrisa :) 

Ésta vez si haré la entrada fugaz porque ya me cogió un poco el tarde para comenzar a trabajar X'D 

Muchas gracias por sus lindos comentarios y amor a éste fanfic, amo mucho escribirlo, pero amo muchísimo más que disfruten de mis historias <3 

Nos leemos en el siguiente mes!!!! 




Tema: COMPASS ROSE
Extensión: Serial 
Parejas: Varias
Autora: Akari-chan


Capítulo 30

*Daiki*

- Príncipe Daiki – dice una de las empleadas entrando a la biblioteca del castillo en donde me encuentro haciendo un informe para mi hermano.

- ¿Necesitas algo? – Pregunto apartando mi mirada del informe para darle toda mi atención.

- De mi parte no joven príncipe – dice sonriente – es el Rey quién lo necesita en su despacho.

- En seguida voy – digo con una sonrisa – muchas gracias por avisarme.

- Es un gusto joven príncipe – dice haciendo una reverencia antes de retirarse -¿será que pasó algo? – Pregunto para mis adentros mientras que guardo el informe en el cajón de mi escritorio, pensando en terminarlo más tarde, saliendo de inmediato de la biblioteca para dirigirme al despacho, tocando suavemente la puerta al estar frente a esta, abriéndola al instante en que mi hermano da su aprobación para seguir – buenas tardes – saludo a todos los presentes, fijando mi mirada especialmente en el motivo de mis suspiros que está al lado de mi hermano.

- Buenas tardes – responden los tres al unísono, haciéndome reír un poco por lo sincronizados que están, dicen que eso sucede cuando pasas mucho tiempo con alguien.

- ¿Cuál es el motivo por el que me mandaste a llamar querido hermano? – Pregunto dirigiendo mi mirada a éste.

- Como bien sabrás estamos a punto de concretar un tratado de libre comercio con el reino de Cottonland y quisiera que viajaras en mi lugar para ya dejar todo eso listo.

- ¿Yo? – Pregunto un tanto desconcertado, se supone que mi hermano es el que se encarga de estas cosas.

- Por el momento no me es posible viajar, tengo mucho trabajo que hacer, pero el Rey Junmyeon está de acuerdo de que vayas en representación mía, pero si no quieres hacerlo pues…

- ¡No! – Exclamo haciendo que todos se sobresalten un poco – yo iré, no tienes que preocuparte por eso.

- De igual manera no creas que voy a enviarte solo – sonríe – Kei irá contigo, él está al tanto del negocio y te será de mucha ayuda por si tienes alguna duda.

- ¿En serio? – Pregunto sintiendo mi corazón saltar de alegría ante la idea de que estaré a solas con Kei por unos días.

- Sí ¿tienes algún problema con eso?

- No, para nada – respondo con una enorme sonrisa.

- Te ves muy emocionado para tratarse de un asunto de negocios.

- Estoy feliz porque me estás confiando una tarea muy importante querido hermano.

- Me alegra que te tomes los asuntos del reino con tanto entusiasmo – dice sonriente.

- El reino también es mi responsabilidad, así que haré todo lo posible para que estés orgulloso de mí – digo sintiéndome un poco más relajado pero a la vez muy emocionado porque Kei irá conmigo - ¿Y cuándo tenemos que viajar?

- En un par de días, así que tienes tiempo suficiente para prepararte y de terminar el informe que me debes.

- Lo tendré listo para mañana sin falta – digo con una sonrisa - ¿Necesitas algo más?

- No, sólo era eso, puedes retirarte si lo deseas – sonríe volviendo a sus papeles.

- Si ese es el caso entonces me retiro – digo haciendo una leve reverencia, no sin antes sonreírle a mi adorado Kei – por favor cuida bien de mí señor Kei.

- E… Eso haré príncipe – sonríe lindamente, sonrisa a la cual correspondo con otro y me retiro rápidamente del lugar, con mi corazón a mil por hora.



*Ryutaro* 

Doy vueltas sobre mi cama, una y otra vez, inquieto por las imágenes que dan vueltas en mi cabeza desde hacía varios días…

 

- El día está precioso – dijo Kota mientras observaba el hermoso cielo azul a través de la ventana del salón principal del castillo en donde nos encontrábamos merendando.

- Es verdad – sonreí al ver su cálida sonrisa más que por el cielo mismo.

- ¿Quisieras salir a dar un paseo por el jardín después de la merienda?

- Claro que me encantaría – dije con alegría en mi voz, cada momento que pueda pasar con él es muy preciado para mí.

Luego de terminar de comer, me aferré a su brazo fuertemente, así como desde el primer día en que nos volvimos a ver después de tanto tiempo. Caminamos en silencio alrededor del jardín disfrutando de la compañía del otro, del canto de las aves y del sonido de su respiración que me hace sentir reconfortado.

- Oh Dios mío… - Susurró Kota, deteniéndose lentamente, mirando con sorpresa hacía un lugar en específico al cual también dirijo mi mirada por curiosidad, escondiéndome de inmediato detrás de él, sintiendo mi rostro arder por la vergüenza de ver al señor Hikaru y el príncipe Ryosuke besándose bajo un árbol – Es mejor que nos vayamos antes de que nos noten – dijo Kota nuevamente en un susurro, tomando mi diestra y dirigiéndonos rápidamente hacia el castillo.

- ¿Qué fue eso? – Pregunté todavía desconcertado y apenado por lo que acababa de presenciar.

- No lo sé – suspiró en un intento por relajarse ¿estaba enojado?

- ¿Te molestó verlos? – Pregunté curioso y con un sentimiento amargo dentro de mí de pensar que él pudiera estar celoso, aunque… ¿Debería siquiera pensar en esa posibilidad?

- ¿Molestarme? Claro que no – sonrió - ambos son adultos, pueden hacer lo que quieran, pero en éste caso es algo complicado.

- ¿Es por lo del compromiso?

- Exactamente, pero ya hablaré con Hikaru al respecto – suspiró más calmado – ¿Podrías prometerme algo?

- Por supuesto.

- Por favor no le digas a nadie lo que acabamos de ver ¿me lo prometes? – Preguntó, a lo que yo asentí un poco nervioso ante su mirada, no estoy acostumbrado a que me mire tan fijamente, aunque no es que me moleste.

- Lo prometo – respondo con firmeza.

- Muchas gracias – dijo alborotando mis cabellos suavemente.

- ¿Y ahora qué hacemos? – Pregunté ya que nuestro paseo por el jardín se había estropeado.

- ¿Quieres que vayamos al pueblo?

- ¿No tienes trabajo por hacer? – Pregunté un poco preocupado de pensar que él evada sus responsabilidades sólo por estar conmigo, aunque no iba a negar que eso en parte me hacía feliz.

- No te preocupes por eso, adelanté todo mi trabajo para poder estar disponible para ti el día de hoy.

- ¿En serio hiciste eso por mí? – Pregunté completamente embelesado por sus palabras.

- Haría cualquier cosa por ti – sonrió tan dulcemente, haciendo que mi corazón revoloteara de alegría, disipando toda duda extraña que hubiese tenido minutos antes.

- Entonces vamos – sonreí aferrándome nuevamente a su brazo como antes, siendo guiado por él hasta donde quisiese llevarme.

 

Pero aunque las dudas se disiparon… Hay algo que no me deja tranquilo del todo…

- ¿Qué se sentirá? – Pregunto a la nada, mirando al techo de mi habitación, mientras se reproducen nuevamente en mi mente los recuerdos de ese día, pero en vez de ser el señor Hikaru y el príncipe Ryosuke los protagonistas de esto a lo que más bien llamaría fantasías, sólo podía pensar en ser besado por Kota.

¿El también anhelará besarme? Y si es así… ¿Por qué no lo ha hecho todavía?

- Ryu ¿ya estás despierto? – Pregunta mi madre desde afuera de mi habitación después de dar un par de suaves golpes en la puerta.

- Sí madre, estoy despierto – digo levantándome rápidamente para abrirle la puerta, ya que la había dejado con seguro la noche anterior.

- ¿Dormiste bien?

- Sí – sonrío -  no hace mucho me desperté.

- ¿En serio no quieres venir con nosotros?

- Muy en serio madre – digo con una sonrisa – prefiero que papá y tú pasen un buen tiempo a solas.

- Pero tu tía Haruka en verdad ansiaba verte – dice mi madre con algo de pesar.

- La veré en una próxima ocasión – sonrío – en verdad que ésta vez no tengo muchas ganas de ir.

- Está bien, pero para nuestro siguiente viaje vienes con nosotros.

- Y así lo haré madre – digo dándole un fuerte abrazo.

- No olvides que pronto vendrá Kota para llevarte al castillo – dice al separarnos.

- Justo estaba pensando en él – digo en un susurro sintiendo mis mejillas enrojecer.

- ¿No será que la razón de no querer visitar a tu tía es por él? – Pregunta con un destello de picardía - ¿Te hace feliz?

- Sí, mucho – sonrío avergonzado de decirle estas cosas a mi madre, aunque realmente mi intención en estos momentos es otra.  

- Me alegra escuchar eso, ambos hacen una pareja preciosa.

- ¿En verdad lo crees? – Pregunto sonriente.

- Claro que lo creo – dice acariciando mi mejilla derecha – ¿ya alistaste tu ropa?

- Sí, anoche lo hice antes de dormir – digo señalando la maleta que está sobre uno de los muebles de mi habitación.

- No puedo creer que ya seas un jovencito – dice mi madre mientras sostiene mi rostro con ambas manos, mirándome tan dulcemente – recuerdo como si fuera ayer cuando te tenía en mi vientre.

- ¿Era muy molesto ahí adentro?

- Para nada, inclusive afuera seguías siendo un bebé tranquilo, aunque te ponías algo caprichoso cuando Kota estaba cerca.

- ¿Caprichoso? ¿Por qué? – Pregunto curioso.

- Siempre querías estar en sus brazos y era un lío separarlos cuando él ya tenía que irse.

- ¿Y a él le molestaba?

- No, él sólo se reía enternecido – sonríe – decía que le impresionaba que siendo un bebé tuvieras tanta fuerza.

- Que vergüenza…

- Disculpen si los interrumpo mi señora, pero el señor Kota acaba de llegar – dice una de nuestras empleadas desde afuera de mi habitación.

- En un momento bajamos – dice mi madre con una sonrisa - ¿podrías hacerme el favor de llevar la maleta de mi hijo al carruaje?

- Por supuesto mi señora – dice haciendo una reverencia antes de entrar, tomando la maleta entre sus manos para finalmente salir de mi habitación

- Muy bien, yo lo entretendré mientras te alistas – sonríe – ha llegado más pronto de lo que especulaba.

- Es un hombre muy puntual, ha sido culpa mía no haber estado listo.

- No te preocupes por eso – ríe – de vez en cuando está bien hacerlos esperar un poquito.

- Pero mamá…

- Hazme caso hijo - sonríe – él no se va a molestar por eso, confía en mí.

- Está bien, si tú lo dices – suspiro resignado, viéndola ahora salir de mi cuarto con una amplia sonrisa, mientras que yo comienzo a alistarme rápidamente, no quiero hacerlo esperar demasiado - ¿debería de hablar con él sobre eso? – Pregunto al aire, volviendo los pensamientos que me rondaban antes de que llegara mi madre - ¿Se molestará si le hablo al respecto de eso? – Suspiro – pero si no le digo no podré saber si él también quiere – siento mi rostro enrojecer – pero no tendría nada de malo hacerlo, de todos modos vamos a casarnos y a tener hijos ¿no es así? - Digo totalmente apenado por mis pensamientos, abrazando una de las almohadas de mi cama – tengo que hacerlo, no puedo quedarme con la duda – digo con total determinación, esperando encontrar el momento indicado para decirle.


*Kota* 

- Kota querido, no te esperaba tan pronto – dice la señora de la casa llegando a la sala en donde muy amablemente me habían hecho pasar.

- El carruaje iba más rápido de lo normal el día de hoy – digo con una sonrisa – es un gusto verla tan radiante como siempre mi señora.

- Muchas gracias – sonríe ampliamente.

- ¿Ryutaro no está listo todavía? – Pregunto al notar que no está a su lado.

- En un momento baja, te pido una disculpa de antemano que fui yo quién lo distrajo.

- No hay necesidad de disculparse, he sido yo el que ha llegado más pronto de lo previsto.

- Por favor toma asiento querido – dice cordialmente, haciendo caso a su petición – ¿Deseas tomar algo?

- Un café me gustaría mucho – respondo sonriente, comenzando una plática amena entre los dos.

- Siento mucho la espera – dice Ryutaro entrando a la sala después de un largo rato de estar hablando con su madre.

- Ryutaro – digo levantándome del mueble rápidamente, maravillado con su presencia.

- Bueno, creo que es momento de retirarme – dice mi suegra poniéndose de pie mientras se acomoda un poco su elegante vestido – por favor cuida muy bien de mi pequeño.

- No tiene que preocuparse por eso mi bella señora, Ryutaro estará en muy buenas manos.

- De eso no me cabe duda – dice sonriente - nos veremos en unos días mi amor, por favor pórtate bien.

- Puedes confiar en eso madre – sonrío correspondiendo al abrazo que me da, dejándonos solos en la sala después de despedirse.

- Buenos días – sonrío.

- Buenos días - responde con una tímida sonrisa.

- ¿Cómo amaneciste? – Pregunto acercándome a él para tomar su mano, la cual ha extendido un poco hacia mí, tomándola con dulzura y besando el dorso de ésta delicadamente.

- Muy bien ¿y tú?– Dice desviando un poco la mirada, notándose un ligero rubor en sus mejillas.

- Excelentemente – sonrío - ¿Ya está todo listo?

- Sí, mi maleta ya debe estar en tu carruaje.

- ¿Ya desayunaste?

- No, todavía no – responde apenado.

- ¿Te parece bien si desayunamos en algún lugar agradable antes de ir al castillo?

- Eso me encantaría – dice con una ligera sonrisa, notándolo algo avergonzado, más de lo que lo ha estado antes ¿habrá algo que le moleste?

Luego de unos minutos llegamos a nuestro lugar favorito para desayunar, yendo hasta la mesa más apartada del lugar por petición de Ryutaro y al estar perfectamente acomodados le pedimos a una de las meseras lo habitual en éste luegar, quedándonos en silencio hasta que llegó nuestro pedido, silencio que por primera vez en mucho tiempo me pareció algo inquietante y la actitud extraña de Ryutaro desde que nos vimos no ha ayudado en nada a que no me comience a preocupar por si está pasando algo malo con respecto a nosotros o quizás alguna otra cosa lo atormenta.

- Ryu ¿está todo bien?

- Sí… ¿Por qué lo preguntas? – Dice mientras toma un trozo de pan, untándolo con algo de mermelada antes de llevarlo a su boca, todavía evitando mi mirada.

- Es que te noto algo extraño ¿hice algo que te incomodara?

- No, no es nada de eso – dice mirándome finalmente – es sólo que…

- Si hay algo de lo que necesites hablar sabes que puedes confiar en mí – sonrío - y si no quieres hacerlo, estaría bien que lo hablaras con alguien más, pero no te quedes con eso dentro.

- Muchas gracias – sonríe dulcemente, quedándome embobado ante lo tierno que se ve – de hecho hay algo que quiero hablar contigo…

- ¿Y de qué se trata? – Pregunto interesado, dándole mi total atención.

- Tú y yo – suspira – vamos a casarnos ¿no es así?

- Efectivamente, pero aunque estemos comprometidos desde tu nacimiento – suspiro pesadamente – no deseo que te sientas obligado a hacerlo si no lo quieres.

- Pero yo si quiero casarme contigo – dice con sus mejillas sonrojadas, haciendo que mi corazón se vuelque un poco - ¿tú no quieres?

- Nada me haría más feliz que eso mi querido Ryutaro – respondo sintiendo mi rostro enrojecer un poco, sirviéndome un poco de té en una taza y beberlo para buscar relajarme.

- ¿Entonces por qué no me has besado? – Pregunta repentinamente, haciendo que escupa lo que todavía se encontraba en mi boca.

- ¿Cómo? – Pregunto desconcertado por lo que acababa de escuchar.

- Si somos una pareja ¿por qué no lo hemos hecho? ¿Acaso no te gusto? – Pregunta decepcionado.

- Ryutaro no digas cosas que ni siquiera han salido de mi boca – digo seriamente, enternecido y preocupado por lo que aqueja a mi prometido - Ryu, yo te quiero muchísimo – digo tomando una de sus manos para besarla con dulzura, le diría que lo amo más que a nada, pero creo que eso sería todavía demasiado para su joven corazón – y claro que quiero besarte, es sólo que no quiero obligarte a hacer cosas de las cuales no te sientas todavía preparado.

- ¿Y si deseo que lo hagas? – Pregunta con su rostro tan rojo como un tomate, con sus ojos brillantes por las lágrimas que amenazan con salir de estos, sin duda esto va más allá de lo que quizás él pueda soportar.

- ¿Esto tiene que ver con lo que vimos hace unos días?

- Sí… - Responde avergonzado, ocultando su rostro con sus manos.

- No te apresures por eso – digo alborotando un poco sus cabellos, tratando de distraerlo de los pensamientos que rondan por su cabeza - cada pareja es diferente y hay un tiempo para cada cosa.

- Pero yo quiero…

- ¿Quieres que lo haga ahora? – Pregunto, viendo cómo éste asiente tímidamente, cerrando sus ojos con fuerza, esperando el tan ansiado beso.

Me levanto lentamente del asiento, terminando de limpiar con una servilleta el desastre que había hecho minutos antes, acercándome al chico que espera expectante, todavía con sus ojos cerrados y sus labios un poco estirados, haciéndome reír por tan adorable imagen. Tomo su rostro con suma delicadeza, como si de una figura de porcelana se tratara, dirigiendo mis labios a su frente, dando un suave beso sobre ésta y retirándome rápidamente, volviendo a mi asiento ante la mirada confundida de mi prometido.

- ¿Por qué?

- Pasará cuando tenga que pasar, no antes – digo volviendo a tomar de mi té, disfrutando de ver su rostro mucho más rojo que antes. 


CONTINUARÁ...