Hola hola!!!!!!
¿Cómo están todos? Espero que muy bien y si no es así les mando un súper fuerte abrazo de oso y espero que éste nuevo capítulo les saque una o muchas sonrisas!!!
Ya oficialmente hoy vuelvo de mis vacaciones al Blog y estoy muy contenta de estar nuevamente aquí con todas las energías recargadas y con un sinfín de historias en mi cabeza que aunque sea poco a poco quiero que lean en un futuro. También quiero invitarlos a que lean el mini oneshot Kaisoo/Chanbaek (?) que he escrito por San Valentín en Wattpad, espero puedan leerlo y les guste.
Aquí el link: Kaisoo Oneshot
Y para no hacer esto más largo, les deseo muchas cosas bonitas para éste año 2024 y muchas gracias como siempre por acompañarme, nos leemos en el siguiente mes!!!!!
Capítulo 27
*Hikaru*
- Qué… ¿Qué sucede? - Abro mis ojos rápidamente al escuchar un fuerte
estruendo, sorprendiéndome al ver a mi hijo recogiendo unos libros del suelo.
- Lo siento papi, no quise despertarte – dice éste mientras los acomoda en
la estantería de mi habitación… ¿MI HABITACIÓN?
- ¿Por qué estoy aquí? ¿Qué pasó con la fiesta? – Pregunto todavía
confundido y sorprendido de encontrarme con mi pijama puesta.
- Te quedaste dormido anoche en medio de la fiesta – dice con una sonrisa.
- ¿En serio?
- Sí, cuando nos dimos cuenta estabas durmiendo plácidamente con tu cabeza
en el regazo del príncipe Ryosuke – ríe.
- ¡¿Qué?! – Exclamo avergonzado.
- Parecías un bebé – ríe divertido.
- ¿Y qué pasó después?
- El príncipe le pidió a Keito que te trajera a tu habitación, así que los
tres vinimos a traerte.
- ¿Y la pijama? El príncipe…
- Oh no, fui yo el que te cambió – sonríe – el príncipe y Keito se fueron
apenas quedaste acomodado en la cama.
- Ah ya veo… - Susurro un poco aliviado - ¿Y estás buscando algo hijo? –
Pregunto tratando de desviar el tema y también porque me causa curiosidad el
ruido de hace unos momentos.
- Sí, estoy buscando un libro de economía y pensé que estaba aquí en tu
habitación, pero no lo encontré y tampoco está en la mía, ni en el despacho del
Rey, ni la Biblioteca.
- ¿Ya buscaste en la habitación de Kota? Hay veces que también dejas tus
cosas ahí.
- Ahora que lo dices creo recordar que él me lo pidió prestado – dice
pensativo.
- Entonces ve a buscarlo allá – sonrío – pero trata de no hacer mucho
ruido.
- No creo que siga durmiendo a ésta hora.
- ¿Qué hora es?
- Son más o menos las nueve y cuarto – sonríe - En verdad no era mi
intención despertarte – dice apenado.
- No te preocupes, de todos modos ya tenía que hacerlo – suspiro –
igualmente creo que dormí más de lo que debía – digo levantándome de la cama,
estirando mis brazos.
- ¿Vas a algún lado?
- Sí, quedé de ir nuevamente a los campos para revisar cómo va todo.
- Entonces dejaré que te prepares – dice dándome un abrazo – iré a buscar
el libro en el cuarto de mi padre y luego iré al despacho de su majestad.
- ¿Ya desayunaste?
- Sí, lo hice antes de venir.
- Está bien, nos vemos en la noche hijo – digo revolviendo sus cabellos,
mientras éste se retira con una sonrisa.
Al estar completamente listo y con algo de ropa vieja en mi bolsa para usar
durante el tiempo que esté en los campos, me dispongo a bajar a desayunar,
encontrándome en la enorme mesa del salón al príncipe Ryosuke siendo acompañado
por su caballero mientras desayuna tranquilamente, brindándome una preciosa
sonrisa al verme, haciéndome sentir más avergonzado por lo ocurrido anoche.
- Buenos días príncipe – digo haciendo una reverencia.
- Buenos días Señor Hikaru – responde amablemente - ¿Vienes a desayunar?
- Sí… Pero si te molesta.
- ¿Por qué iba a molestarme? – Pregunta poniéndose de pie – todo lo
contrario, me gustaría disfrutar de su compañía – dice con una amplia sonrisa
mientras me indica que puedo tomar asiento a su lado.
- Con… Con su permiso – Digo nerviosamente, yendo al lugar que me indica el
príncipe, al mismo tiempo que una de las empleadas trae mi desayuno.
- Si necesitan algo más por favor háganmelo saber – dice con amabilidad.
- Así está bien, muchas gracias – respondo, viendo como ésta se retira
nuevamente hacia la cocina.
- Keito.
- Sí, príncipe.
- ¿Podrías dejarnos solos un momento?
- Como usted ordene – responde éste haciendo una reverencia antes de
retirarse, haciendo que me sienta un tanto nervioso de quedar a solas con el
príncipe.
- ¿Y qué tal te pareció la fiesta? – Pregunto tomando uno de los panes que
está en una de las bandejas, untando éste con mermelada de frambuesa, tratando
de evitar inútilmente la mirada del príncipe.
- Estuvo hermosa, muchas gracias por tan lindo detalle.
- No deberías agradecérmelo a mí sino al príncipe Daiki quién fue el de la
idea.
- Ya lo hice, no te preocupes – sonríe – es sólo que ayer no tuve el tiempo
suficiente para agradecértelo.
- Lamento mucho el haberme quedado dormido en su regazo.
- No lo lamentes, fue realmente lindo verte dormir tan pacíficamente, me
alegra que haya sido de esa manera.
- ¿Por qué te alegra? – Pregunto curioso, aunque no siento que sea correcto
hacerlo.
- Porque eso quiere decir que de una u otra manera te sientes cómodo a mi
lado – sonríe dulcemente.
- ¿Y qué hiciste después de llevarme a mi habitación?
- Me fui a dormir, me sentía agotado del viaje.
- ¿Y los demás invitados?
- Me despedí de ellos antes de llevarte, así que no te preocupes – sonríe ampliamente.
- Muchas gracias por su amabilidad príncipe.
- No fue nada, si quieres volver a hacerlo tienes todo mi consentimiento –
dice haciendo que me atragante con el pan.
- ¿Estás bien? – Pregunta preocupado, dando golpecitos en mi espalda con
una de sus manos mientras que con la otra me alcanza un vaso con agua.
- Sí, gracias… - Respondo tratando de mantener la compostura.
- ¿Qué vas a hacer hoy? – Pregunta con curiosidad – por la bolsa que llevas
intuyo que vas a salir.
- Iré a los campos para revisar si todo va en orden.
- ¿Con lo de la plaga?
- Exactamente.
- ¿Puedo ir contigo? – Pregunta mirándome con un gran destello de ilusión
en sus ojos.
- No creo que los campos sean un lugar idóneo para un príncipe.
- ¿Por qué dices eso? ¿Insinúas que no sé nada al respecto? Yo siempre
estaba al pendiente de los invernaderos en mi reino.
- No lo digo por eso – río nervioso – pensé que estarías ocupado con el
príncipe Daiki.
- Íbamos a salir, pero al parecer se acostó muy tarde anoche y pues ahora
sigue durmiendo, bueno, eso me dijo Yuto cuando fui a buscarlo a su habitación.
- ¿Y no deseas esperarlo?
- No, quiero que descanse por hoy, ya tendremos mucho tiempo para pasarlo
juntos.
- Sí, me imagino – digo desviando un poco la mirada, algo molesto.
- Aunque si te digo la verdad – dice tomando una de mis manos, haciendo que
voltee nuevamente a verlo - yo preferiría pasarlo contigo.
- Príncipe, no creo que…
- Por favor, quiero ir contigo – dice mirándome con ojos de cachorrito
abandonado.
- ¿En serio quieres venir conmigo? – Pregunto, deseando en parte que su
respuesta sea afirmativa, aunque de sólo ver su expresión puedo asegurar que
está más que contento.
- Por supuesto – responde con una enorme sonrisa, haciéndome sonreír de
vuelta.
¿Estará bien dejarme llevar por la corriente? ¿Aunque sea un poco?
*Ryosuke*
- ¿Hay que llevar algo? – Pregunto al terminar ambos de desayunar.
- Diría que ropa vieja que puedas usar, pero dudo que hayas traído algo
así.
- Tienes razón – digo apenado.
- Pero no te preocupes, de todos modos llevo un par extra por si hace
falta, aunque creo que te quedará un poco grande.
- Por mí no hay problema - digo sintiéndome algo eufórico de pensar que
estaré usando la ropa de Hikaru ¿tendrá su olor impregnado? - ¿Debería decirle
a Keito que nos acompañe? – Pregunto en voz baja, más para mí mismo pero Hikaru
logra escucharme.
- ¿No debería hacerlo? Es tu caballero.
- Sí, pero siento que estando contigo no estoy en peligro, al menos no fue
así la vez que nos conocimos, además éste reino se ve que es muy pacífico.
- No deberías tentar a tu suerte príncipe – dice con una leve sonrisa.
- Pero sería un poco molesto…
- ¿Molesto por qué? ¿No confías en él?
- Más bien no confío en mí – digo en un susurro, acercando mi rostro al suyo
– y prefiero no hacerlo…
- Es mejor que nos vayamos, se nos hace tarde – dice apartándose
rápidamente.
- Entonces le diré que venga con nosotros – digo mientras lo sigo hacía la
salida del salón del comedor, encontrando a Keito esperándonos en el pasillo.
- ¿Se le ofrece algo príncipe?
- Sí, iré con el Señor Hikaru a los campos, así que tienes que
acompañarnos.
- Lo que usted ordene príncipe – dice haciendo una reverencia.
- Entonces vamos, ya había pedido que prepararan uno de los carruajes antes
de bajar a desayunar – sonríe – por cierto, Ángela – llama a una de las
empleadas que va pasando cerca.
- Sí, mi señor – responde haciendo una reverencia.
- ¿Podrías ir al despacho del Rey y decirle que el príncipe Ryosuke irá a
los campos conmigo?
- Por supuesto mi señor, le informaré de inmediato.
- Muchas gracias – sonríe, viendo como la chica hace una reverencia antes
de retirarse.
El recorrido hacia los campos transcurrió con normalidad, admirando el
bello paisaje del pueblo y la hermosa naturaleza que se nos presenta, pero por
sobre todo me siento demasiado bien de estar tan cerca de Hikaru y más al notar
que éste no trata de alejarme como en otras ocasiones.
- Hemos llegado – dice alegremente al detenerse el carruaje en el mismo
lugar dónde habíamos estado en el día de ayer, siendo el primero en bajarse de
éste, ofreciéndome su mano para ayudarme a bajar, sintiéndome halagado por lo
caballeroso que es.
- Muchas gracias – digo con una enorme sonrisa.
- Príncipe Ryosuke, que alegría verlo nuevamente por aquí.
- El gusto es mío señor Carlos.
- Veo que te han gustado mucho los campos de éste reino.
- Son hermosos y eso es gracias a los cuidados y arduo trabajo de sus
campesinos.
- No sólo eso, también tenemos la ayuda del mejor botánico.
- Por favor no me alaben tanto, sólo hago mi trabajo.
- Y es muy admirable – digo mirándolo con orgullo.
- ¿Cómo han seguido las plantaciones?
- Están muchísimo mejor señor, estoy seguro que en unos días más la plaga
estará totalmente erradicada.
- Que bien, me alegra escuchar eso.
- ¿Puedo ir a revisarlas?
- Por supuesto mi señor, pero no olvide primero cambiarse, no quisiera que
su fina ropa se estropeara.
- Cierto, lo olvidaba – ríe – iré a cambiarme ahora, deberías hacerlo
también príncipe.
- ¿Quieres que lo hagamos juntos? – Pregunto notando segundos después que acabo
de decir algo raro.
- Si… Digo no, claro que no príncipe, mejor cámbiate tú primero en el
carruaje, yo iré después – dice mientras saca un par de prendas de su bolsa.
- Está bien, con su permiso – digo yendo con prisa hacia el carruaje
bajando las cortinas de éste, para comenzar a cambiarme, notando a la
perfección que su ropa huele a él, como a eucalipto, se siente como un abrazo,
aunque me quede un poco holgada.
Después de estar perfectamente vestidos y bajo la atenta mirada de mi
caballero real, ambos nos acercamos a dónde se había originado la plaga,
notando que las plantas vuelven a recobrar un color más vivo y brillante.
- En verdad parece que todo va bien.
- Eso veo, me preocupaba un poco que fuera una plaga más fuerte.
- ¿Ha ocurrido algo así con anterioridad?
- Sí, hace como cinco años, pero ésta es más leve que la de aquella vez.
- Eres bueno en esto – digo con total admiración – tu trabajo y dedicación
es sin duda digno de admirar.
- Muchas gracias – sonríe – si soy bueno es porque es algo que amo y
disfruto hacer, también sé algo de medicina y cómo pudiste ver organizo todo
tipo de reuniones sociales.
- Todo eso hace que me gustes más – digo casi en un susurro, riendo un poco
al ver como se estremece.
- Por cierto, te ves muy lindo con mi ropa – dice nerviosamente.
- Se siente bien tenerla puesta…
- ¿Está todo en orden señor Hikaru?
- Sí, por supuesto señor Carlos, me alegra que todo esté funcionando de
maravilla.
- ¿Qué opina usted joven príncipe?
- Opino que el señor Hikaru es un hombre asombroso, son muy afortunados de
tener a alguien como él en su reino.
- ¿Cierto? No puedo creer que alguien tan bueno como él siga estando
soltero.
- Señor Carlos por favor – ríe nerviosamente.
- Pero es verdad, ni siquiera el rey ha querido tomar una pareja.
- No debería de preocuparse por eso señor Carlos, todo a su debido tiempo –
digo sonriente.
- No digo que sea algo malo, pero mucha gente en el pueblo está preocupada
por eso.
- Sólo tengan paciencia, el rey ha hecho lo mejor que puede tras la muerte
de su padre y siente que es su deber no decepcionar al reino que ha quedado en
sus manos.
- Lamento si lo he incomodado señor.
- Oh no, para nada, entiendo perfectamente la preocupación de todos y más
por la falta de algún príncipe heredero, pero trataré de hablar con el rey al
respecto sobre ese tema.
- Espero pronto podamos recibir la feliz noticia de un nuevo príncipe.
- Pasará cuando tenga que pasar, sólo tengan algo de paciencia – dice
Hikaru con una sonrisa algo incómoda.
Después de esa extraña conversación seguimos caminando por las demás plantaciones,
sorprendiéndome cada vez más de lo inteligente que es Hikaru y de las muchas
cosas que se plantan en éste reino, como zanahorias, papas, lechugas, cebollas,
además de berenjenas. Pero lo mejor de todo y que hacía a mi corazón latir
locamente era el estar tan cerca de él, sosteniendo su brazo mientras seguimos
nuestro recorrido.
Al llegar las dos de la tarde, el señor Carlos nos invitó a almorzar a su
casa junto con sus obreros, lo cual aceptamos con total gusto ya que no
habíamos comido nada más después del desayuno. Quedando fascinado totalmente
con la comida de su esposa. Luego de eso nos invitó a que tomáramos un baño
antes de irnos, ya que habíamos caminado demasiado.
- Si quieres podemos esperar a llegar al castillo – dice Hikaru al
encontrarnos frente a la puerta del baño que nos habían asignado, mientras que
Keito se había quedado todavía almorzando con los demás.
- No, así está bien, además considero que sería grosero no aceptar.
- Está bien, entonces báñate tu primero, mientras yo esperaré aquí afuera.
- Hikaru – digo sosteniéndolo del brazo – muchas gracias por traerme, ha
sido muy divertido y no sé cómo agradecerte tanta amabilidad.
- No tienes que agradecerme nada príncipe – sonríe dulcemente y sin querer
esperar un solo segundo más y sin contemplar lo que podría acarrear esto, tomo
su rostro entre mis manos y le doy un dulce y corto beso en los labios, con
intención de alejarme después de eso, pero antes de que pudiera dar un paso, él
me toma de la cintura y comienza a besarme de una manera un poco más intensa,
pero sin dejar de ser gentil y suave, alejándonos un poco al quedarnos sin
aliento, dándole un fugaz beso antes de entrar al cuarto de baño, con mi rostro
ardiendo de lo rojo que está.
CONTINUARÁ...
Ya vengo tarde lo sé.
ResponderEliminarEspero que tus vacaciones fuesen inigualables, que te la pasarás bien.
Dios quedé sin aliento!!! Ese beso, señor quería que durará más lo juro