30 jul 2024

COMPASS ROSE - Capítulo 32

Hola hola!!!!!

¿Cómo están todos? Espero que muy bien y si no es así les mando un super fuerte abrazo de oso y espero que éste nuevo capítulo los haga sonreír mucho, así como yo lo he hecho escribiéndolo. 

Julio pasó demasiado rápido que aún no lo creo jajajajaja pero fue un mes tranquilo a pesar de que estuve con la peste más de una semana, pero era cuestión de tiempo porque por done vivo estamos en temporada de lluvias y pues todos en casa habían enfermado y no más faltaba yo, pero ya estoy bien!!!!!

Muchas gracias por sus lindos comentarios y apoyo a éste fanfic, en verdad no saben lo mucho que me alegra leerlos y me motivan cada vez más a seguir escribiendo. 

Que disfruten de éste capítulo y nos leemos en el siguiente mes. 



Tema: COMPASS ROSE
Extensión: Serial 
Parejas: Varias
Autora: Akari-chan


Capítulo 32

*Kei*

- Para no haber ido nunca al reino de Cottonland tu dominio del idioma es bastante bueno – digo después de llevar un largo rato hablando con mi príncipe en dicho idioma, como práctica y también para pasar un poco el rato, más que todo por lo largo que es el viaje.

- ¿Lo dices en serio? – Pregunta sonriente.

- Nunca podría mentirle con algo así mi príncipe, es usted muy capaz de hacer casi que cualquier cosa.

- Muchas gracias. – sonríe mientras se asoma un leve sonrojo en sus mejillas – pero no es como que no nos enseñen dicho idioma en nuestro reino.

- La amistad entre ambos países lleva muchísimos años, así que por ende se enseña el idioma del otro, caso contrario con Ichigoland que si compartimos el mismo idioma.

- Me sorprende que a día de hoy no se haya hecho alguna unión matrimonial.

- Se ha considerado, pero nunca se ha llegado a nada con eso.

- Entiendo.

- Y hablando de acuerdos matrimoniales ¿cómo te va con el príncipe Ryosuke? – Pregunto sintiendo cierto malestar en la boca de mi estómago, no me gusta para nada hablar de eso, pero si quiero saber si hay un mínimo de posibilidad con mi príncipe tengo que tantear el terreno.

- Bien, es un gran amigo – sonríe ampliamente.

- ¿Un amigo? ¿Sólo eso?

- Sí – ríe – desde un inicio ha sido así, en realidad no tenemos ningún interés en comprometernos.

- ¿Él tampoco? – Pregunto con sorpresa.

- Piensa que lo del compromiso es una tontería y ahora más porque ya está…

- ¿Está cómo?

- No creo que sea algo que se me permita decirte – suspira profundo – pero no es nada malo tampoco ¿por qué tan de repente quieres saberlo?

 - Por nada en especial – río nerviosamente – sólo pensaba en que hace un tiempo hemos estado algo distanciados.

- Eso es verdad, pero que conste que no es culpa mía – me mira fijamente – eres tú el que se aleja de mí.

- Lo lamento mucho mi príncipe – digo apenado – es sólo que he estado ocupado con otras cosas, lo siento si te he hecho sentir mal por eso.

- No te disculpes por eso, siempre tenemos la opción de volver a comenzar – sonríe haciendo que mi corazón de un vuelco por lo precioso que es – me alegra que podamos hacer éste viaje juntos.

- A mí también – digo tomando suavemente su mano derecha, besando delicadamente su dorso.

- ¿Todavía falta mucho para llegar? – Pregunta apartando su mano rápidamente.

- Apenas vamos en el primer día de cinco – río al ver la expresión de cansancio de mi príncipe.

- ¿En serio es tan largo?

- ¿Pensabas que eran mentiras?

- No pero…

- No te preocupes, pararemos para comer y estirar un poco las piernas, así se hará un poco más llevadero.

- De igual manera estoy aquí contigo, será imposible que me aburra – sonríe.

- ¿Te parezco divertido?

- Lo eres – vuelve a sonreír - ¿podemos seguir practicando? No quiero estar allá y quedar como un tonto.

- Está bien – sonrío - ¿De qué quieres hablar?


*Hikaru* 

- Por favor lleva los demás obsequios al cuarto de mi hijo – digo a uno de los empleados que están cerca, quién rápidamente va por los objetos que están dentro del carruaje del que me estoy bajando, llevando un precioso ramo de rosas blancas entre mis brazos.

- Buenos días Hikaru – dice el príncipe Ryosuke al encontrarnos de camino al despacho del Rey.

- Buenos días príncipe – sonrío haciendo una reverencia.

- ¿Y esas flores tan hermosas? – Pregunta, notando ilusión en su mirada.

- Me las dieron en el pueblo.

- Ah ¿en serio? – Dice cambiando su semblante a uno más serio – no pensé que tuvieras pretendientes – sonríe de una manera que me hace sentir escalofríos ¿hice una mala elección de palabras? – aunque no debería de extrañarme, eres un hombre guapo y a ojos de los demás estás disponible.

- Amor, no te imagines cosas que no son – digo acercándome un poco más a él, tomando una de sus manos y acariciándola suavemente – no son para mí, son para Yuri – sonrío al ver su rostro relajarse – al parecer está comenzando a tener muchos admiradores.

- Es un chico muy hermoso.

- ¿Estabas celoso de que fueran para mí?

- Sólo un poco – dice haciendo un puchero – aunque también pensé que eran para mí.

- Cuando nuestra relación no sea un secreto te llenaré de flores todos los días – digo muy cerca de su oído, dándole un dulce y fugaz besito en el lóbulo de su oreja, disfrutando de verlo estremecerse un poco.

- Lo estaré esperando – sonríe.

- Bueno, es mejor que siga con mi camino – digo apartándome lentamente de él, aunque la verdad no quiero hacerlo.

- ¿Podemos vernos en el lugar de siempre al atardecer? – Pregunta en un tono en el que sólo yo pueda escucharlo, asintiendo como afirmación – Nos vemos luego Señor Hikaru – dice finalmente, acariciando sutilmente mi hombro antes de retirarse con una amplia sonrisa, haciéndome sonreír como idiota.


*Yuya* 

- Su majestad, falta revisar esto también – dice Yuri poniendo sobre mi escritorio otra montaña de papeles, sin duda va a ser un día muy largo de trabajo.

- Gracias – digo resignado, pero sonriéndole a mi adorable ayudante.

- Buenos días ¿Cómo están todos? – Pregunta Hikaru entrando como si de su cuarto se tratase, con un enorme ramo de rosas entre sus manos.

- Buenos días – respondemos al unísono, sin dejar de admirar las hermosas flores.

- No me miren tanto que van a desgastar mi belleza.

- No hay mucho que se pueda desgastar, no te creas tan… Auch! – Exclama Kota al recibir un golpe en su cabeza con un libro.

- ¡Oye! ¡Ese libro es importante! – Exclamo viendo cómo Hikaru lo recoge rápidamente y me lo entrega en mis manos.

- ¿Padre estás bien? – Pregunta Yuri preocupado, acercándose al afectado.

- Sí, no te preocupes…

- Tu padre es un cabeza dura, ese golpe no es nada – dice Hikaru sonriendo maliciosamente.

- ¿Seguro que estás bien? – Vuelve a preguntar Yuri a su padre.

- Sí, aunque no lo creas tu papá tiene razón, peores golpes he recibido de su parte – dice tranquilamente - ¿Y esas flores? ¿Son para el rey?

- No, no son para su majestad – dice sonriendo ampliamente – son para Yuri.

- ¿Para Yuri? – Pregunto más alto de lo que hubiese deseado en verdad hacerlo, recibiendo una mirada llena de sorpresa y curiosidad de parte de los demás presentes.

- ¿Y quién las ha mandado? – Pregunta Kota con algo de molestia en su voz.

- Un noble del reino, de hecho no ha sido el único que le ha mandado obsequios a Yuri – sonríe - hay varios más que he pedido que los lleven a su habitación.

- ¿Y por qué me mandan obsequios? – Pregunta Yuri con confusión – ni siquiera se acerca mi cumpleaños.

- Ay hijo mío, no es nada de eso – vuelve a sonreír, haciendo que se me pongan los nervios de punta – te están cortejando.

- ¿Cortejando? ¿A mí?

- Claro que sí hijo, eres un chico muy apuesto y al parecer tienes muchos pretendientes en el reino – dice mientras le da el ramo de flores.

- Pero… Ni siquiera los conozco, no me parece correcto recibir regalos de gente que no sé quiénes son.

- Yuri tiene razón y no me parece bien que gente desconocida le esté mandando regalitos – dice Kota claramente molesto.

- No es gente desconocida, a varios los conocemos, además siempre que salgo al pueblo se acercan a mí para mandarle saludos y demás obsequios para Yuri.

- ¿Entonces no es la primera vez?

- No, ya ha ocurrido antes.

- ¿Y por qué cuando yo voy nadie me dice nada?

- Porque los espantas Kota – dice Hikaru con obviedad – de sólo pensar en tenerte como suegro me lo pensaría diez veces y aun así tendría una gran probabilidad de terminar bajo tierra.

- Es que yo no pienso aceptar que mi hijo se case con cualquier idiota, tiene que ser una persona culta y de muy buena posición.  

- Lo sé y también pienso lo mismo, pero no está mal que reciba algún cariñito de sus pretendientes.

- Por favor papá, en lo posible no les recibas más obsequios – dice Yuri con súplica – diles que me siento halagado pero que no estoy buscando marido, al menos no por ahora…

- ¿Tienes a alguien en mente? – Pregunta Kota curioso.

- No… Claro que no… - Dice claramente nervioso, observándome por unos cuantos segundos antes de volver su mirada a su padre, haciendo que me sienta un poco extraño ¿está buscando apoyo de mi parte?

- ¿Estás seguro? – Pregunta Hikaru – si te gusta alguien puedes tener la confianza de decirlo.

- Creo que lo mejor será no presionar a Yuri con eso – digo interrumpiendo la conversación, siendo observado por los presentes – es un chico muy inteligente y estoy seguro de que tomará una buena decisión con respecto a su vida amorosa – digo recibiendo una pequeña sonrisa del más pequeño, haciendo que mi corazón se acelere.

- El Rey tiene razón – dice Kota – lamento si te hice sentir incómodo hijo.

- No te preocupes padre, entiendo que lo hagan por mi bienestar – sonríe.

- Eres un padre muy celoso por lo que veo – dice Hikaru sonriente, acercándose a Kota para darle unas palmaditas en su hombro.

- Como si tú no lo fueras.

- Claro que lo soy, por eso recibo los obsequios, tengo que ver quién da más.

- ¡Papá!

- Está bien, está bien, no recibiré más regalos para ti si así lo deseas.

- Eso espero – dice mirándolo con desaprobación.

- Bueno, iré a buscar algún florero para poner estas bellas rosas – dice Hikaru sonriente – y después iré a los campos a revisar unas cosas que quedaron pendientes.

- Ve con cuidado – digo viendo cómo éste se retira haciendo una reverencia después de despedirse cálidamente de su hijo.

- Su majestad ¿sería posible que me pueda ausentar por un par de horas?

- ¿Es sobre la reunión con los mercaderes?

- Exactamente mi Señor.

- Claro, puedes retirarte, Yuri y yo podemos hacernos cargo de todo esto ¿cierto? – Sonrío dulcemente al más pequeño quién asiente con entusiasmo.

- Siendo ese el caso me retiro entonces – dice mientras abraza a su hijo y le da un beso en la frente – nos vemos más tarde su majestad – dice haciendo una reverencia, saliendo rápidamente de mi despacho.

- Muchas gracias por lo de hace un momento – dice Yuri de repente, cortando el silencio que se había creado en el lugar.

- No es nada, entiendo muy bien lo molesto que es eso, que me estén diciendo a cada momento sobre que debería conseguir una pareja con la cual casarme.

- ¿Su majestad está pensando en contraer matrimonio pronto?

- De momento no, pero si es algo que sucederá en el futuro.


*Yuri*

- Entiendo… - Susurro más para mis adentros, sintiendo una punzada en mi corazón de pensar en que el rey ya tenga a alguien en mente para dar ese paso tan importante.

- ¿Sucede algo Yuri? – Pregunta el rey preocupado.

- No, no pasa nada su majestad – sonrío nerviosamente - sólo me quedé pensando en que habrán muchas personas interesadas en ser su pareja.

- Realmente no lo sé, no recibo regalos de algún pretendiente así como tú.

- Eso no es algo que me alegre mucho realmente su majestad – suspiro profundamente – y estoy seguro que ninguno de ellos es de parte de la persona que si me interesa.

- Entonces… ¿Si estás interesado en alguien? – Pregunta con curiosidad, con una mirada que me es difícil de descifrar.  

- Sí, su majestad – sonrío – pero por favor no se lo diga a nadie, ni siquiera a mis padres – digo mirándole fijamente a los ojos, al mismo tiempo que tomo sus manos para envolverlas con las mías.

- No… No diré nada, puedes contar con eso – dice sin siquiera apartar sus manos, regocijándome de lo cálidas que son – Y… ¿Lo conozco?

- Le diré el milagro pero no el santo su majestad – río al ver su expresión de sorpresa – pero es tal y como lo quiere mi padre, una persona culta y de muy buena posición.

- Tiene que ser una gran persona para que te hayas fijado en ella – dice siendo él ahora quién toma mis manos, acariciándolas suavemente, haciéndome sentir mariposas en el estómago.

- En verdad lo es – sonrío dejándome hacer simplemente, disfrutando del dulce contacto.

- ¿Y esa persona te corresponde?

- No puedo asegurarlo – digo apartando mis manos, aún sin querer hacerlo realmente - será mejor continuar con el trabajo – digo tomando los documentos ya revisados, acomodándolos en su respectivo lugar.

- Sí, no queremos estar aquí hasta la media noche como hace unos días.

- Mi padre me regañó y casi va a reclamarte por estar esclavizándome – río al recordar lo molesto que estaba.

- En verdad Kota da mucho miedo cuando se enoja – ríe divertido - por cierto Yuri – dice mientras abre uno de los cajones de su escritorio, sacando algo que está envuelto en papel, se ve grande y pesado – hace poco fui al pueblo y cuando lo vi quise comprarlo para ti.

- ¿En serio su majestad? – Pregunto alegremente, tomando aquel objeto misterioso, que pesa más de lo que pensaba inicialmente – no te hubieses molestado.

- No es ninguna molestia.

- ¿Y qué es? – Pregunto emocionado.

- Ábrelo y lo verás – dice mirándome expectante, a lo que yo rasgo el papel con el menor cuidado posible por lo nervioso y ansioso que estoy.

- ¿Un diccionario?

- Sí, no sé qué tanto sepas del idioma de Cottonland, pero ya que vas a ser mi acompañante para la boda del rey estaba pensando en que podríamos practicarlo juntos, si te parece bien o ¿no te gusta?

- Claro que me encanta su majestad – digo abrazando el diccionario con fuerza – todo regalo que usted me ha dado es un tesoro invaluable para mí – sonrío – y pues sé más o menos lo básico por mi padre, pero no está de más el querer perfeccionarlo.

- Me alegra escuchar eso, podemos practicar en algún momento que tengamos libre, si es que lo tenemos.

- Creo que de momento sería complicado y más si no está el señor Kei para ayudarnos.

- Es verdad – dice pensativo – si quieres podemos esperar a que regrese de su viaje y ahí si ponernos de acuerdo para las lecciones.

- Me parece perfecto – digo sonriente - ¿Cuánto falta para que lleguen a Cottonland?

- Ya mañana estarán llegando antes del mediodía.

- Es un viaje bastante largo.

- Sí, demasiado, pero vale totalmente la pena, es un reino precioso, estoy muy ansioso de que lo puedas ver con tus propios ojos.

- Estoy esperando ese momento su majestad, gracias por invitarme.

- En verdad deseo ir contigo, no tienes por qué agradecerlo – sonríe dulcemente.

- Cierto, se me olvidaba – digo yendo hacia el bolsito que siempre traigo conmigo, sacando algo de éste ante la atenta mirada del rey – antes de venir acá pasé por la cocina y vi que estaban saliendo las galletas que tanto le gustan del horno – digo acercándome a él para entregárselas dentro de una bolsita de papel.

- Muchas gracias, más tarde podemos comerlas con algo de té ¿te parece bien?

- Me parece perfecto – sonrío ampliamente, recibiendo una sonrisa de su parte como respuesta.

- Bien, ahora si a trabajar que hay mucho por hacer – dice guardando las galletas en el cajón que antes había abierto, a lo que yo asiento animadamente, volviendo ambos a nuestro oficio de todos los días. 


CONTINUARÁ...